El argentino sufre un esguince de rodilla que le tendrá fuera del equipo, casi seguro, hasta el nuevo parón de selecciones
Tangana tras la entrada de Bellingham a Correa.ÓSCAR DEL POZOAFP
Con el tiempo ya cumplido, el reloj pasaba del 45 de la segunda parte, llega un balón a Ángel Correa, quien corría cerca de los banquillos del Metropolitano cuando Bellingham le arroya como un camión con los tacos por delante. Los suplentes del Atlético de Madrid se levantan como un resorte mientras Diego Simeone hace gestos ostensibles de no creérselo esperando, mínimo, una tarjeta roja para el inglés.
La jugada, tras la tangana, la resolvió Alberola Rojas con una amarilla para el centrocampista blanco. Sin embargo, el menudo futbolista argentino ha terminado con un esguince grado I del ligamento colateral medial de la rodilla. El tiempo de baja estimado es en torno a tres semanas según fuentes del club. Ángel Correa no podrá entrenar con sus compañeros y deberá realizar trabajo específico para recuperarse.
“La jugada de Correa, la última, para mí me pareció expulsión. La de Bellingham. Me pareció dura, con la pierna arriba, Correa golpeando la pelota. Me pareció peligrosa para Angelito”, dijo el Cholo en Dazn poco después de terminar el choque. El argentino no podía imaginar las consecuencias de la acción aunque, como futbolista, se las imaginaba.
En el club están indignados por lo que consideran una acción “dura y muy fea” que se realiza, además, con el choque ya resuelto. Es la entrada propia de la frustración del inglés ante la primera derrota que sufre como jugador blanco, además, frente al eterno rival. El 3-1 no sentó bien al centrocampista quien discutió con varios jugadores rojiblancos durante el partido a los que recriminó, según desveló Bein Sports, las constantes pérdidas de tiempo de los colchoneros.
Bajas para Pamplona
La baja de Correa se suma a las de Reinildo, Lemar, Söyüncü, De Paul y Barrios. Un nuevo contratiempo para Diego Simeone que se enfrenta este jueves al Osasuna en Pamplona y querrá continuar con las buenas sensaciones que dejó el equipo en la segunda parte de Roma y, sobre todo, en el derbi madrileño.
Correa es uno de los futbolistas más resistentes de la plantilla rojiblanca. En sus nueve años como jugador del Atlético de Madrid, apenas ha tenido cuatro ausencias. La más larga, encima, no fue derivada de una acción de fútbol. A principios de la temporada 2020/21 padeció Covid 19 y estuvo 15 días de baja.
Siempre se han de aprovechar los días de tormenta para recurrir a los adjetivos rimbombantes que nos deja este fenómeno natural. Las crónicas agradecen, muchas veces, los aluviones de poderío ofensivo, los ataques en tromba (de agua) y las carreras fugaces (como el rayo). Es el Leipzig un equipo, además, al que le sientan como un guante todas estas esencias, como ha demostrado en los últimos años en la Champions, pero el Atlético supo aplacar su tormenta con dos fogonazos. Griezmann puso el combustible y Giménez la chispa al buen partido rojiblanco. [Narración y estadísticas (2-1)]
Los alemanes no son de pausa, buscan el vértigo y así lo entendió el Atlético, que les recibió junto y recogido en bloque bajo. Salió Reinildo de inicio, un bastión defensivo, pero sorprendió Simeone con Correa, Julián y Griezmann en el once. No importa qué se espere del técnico, siempre hará lo contrario a lo predecible.
Y el Atlético se dejó llevar de inicio a un juego vertiginoso que no es el suyo porque la veteranía de medio campo para atrás te da poso, pero no velocidad. Y, tras un buen ataque rojiblanco que malogró De Paul en el balcón del área, salieron los alemanes como rayos ante un equipo que no puede transicionar tan rápido. En 30 metros ya eran tres alemanes contra dos rojiblancos. Disparó Openda, que se encontró una buena manopla de Oblak, pero el cancerbero ya no pudo con el cabezazo de Sesko.
El regreso de Vermeeren
La reacción del Atlético se produjo 10 minutos después, primero con una picaresca protagonizada por el jugador más listo del campo. Un córner que saca rápido Griezmann con los dos equipos colocándose, pero con Julián Álvarez atento al primer palo aunque no pudo dar la orientación necesaria al esférico. Y luego, tras un regalo de Gulacsi que terminó en las botas de Riquelme y al plantarse ante él y le entró un ataque de juventud e intentó ceder a un Correa vigiladísimo. El argentino disparó, el rechace llegó a Griezmann y apareció una bota salvadora alemana para negar el gol al francés. El estadio elevaba las manos y Simeone se las llevaba a la cabeza.
Volvía Vermeeren al Metropolitano y se debió olvidar de que ya no llevaba la rojiblanca. Se durmió en el borde del área, le robó De Paul y Correa no pudo finalizar con éxito. Casi tiene el argentino el quite del perdón en la jugada siguiente. Tras la salida de un córner, Angelito se acercó al primer palo para meter la punterita y elevar el balón por encima de todos los jugadores que lo miraban hipnotizados cómo golpeaba en el palo y terminaba en las manos de Gulacsi.
Griezman celebra su tanto en el Metropolitano.Manu FernandezAP
Olía el Metropolitano a tormenta y olía también el gol, que llegaría pocos minutos después. Sería Griezmann, el jugador que partía en esta ocasión desde el mediocampo, lo que le confería un aura de indetectabilidad que aprovechó para rematar solo desde el punto de penalti un gran centro de Llorente. Un gol que encendió a las masas y a los jugadores. De hecho, un minuto después, Julián desperdició otro centro de Llorente para hacer el segundo. Definitivamente, se descubrió un partido que se escondía tras nubes negras.
La tormenta no sólo afectó al juego, sino que hizo lo propio con la tecnología de VAR. Cinco minutos estuvo el juego parado por un problema con el pinganillo. Eso no paró al Atlético, que mantuvo la intensidad con la que se había marchado a la caseta con Correa y Griezmann como puntas de lanza, ambos con posiciones intercambiadas para dar descanso al francés, algo fatigado.
La Araña, desaparecida
Sigue Julián Álvarez sin encontrar los espacios en el juego del Atlético. Sustituido por Sorloth en el minuto 60, apenas dejó un remate a puerta el argentino y más por picardía de Griezmann que por mérito propio. Otro cambio fue Correa por Molina, una pedrada del Cholo en un partido empatado y que es importante ganarlo en esta nueva Champions de todos contra todos.
El último cuarto de hora fue un toma y daca a base de cabezazos. Primero remató Sorloth blando a las manos de Gulacsi, luego fue Poulsen el que erró por centímetros y finalmente un buen centro de Molina lo remató Griezmann, pero se encontró la manopla del portero húngaro.
Entonces, con medio estadio dando bueno por el empate, apareció la cabeza de Giménez al segundo palo para poner la primera victoria en el casillero rojiblanco. Nunca se puede dudar de las decisiones del Cholo. Tres puntos sufridos, pero importantísimos en un formato, el de esta Champions, que no da tregua.
El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]
Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.
Para saber más
Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.
Un equipo desgastado
Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.
En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.
La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.
Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP
Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.
Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.
Era una de esas noches de Champions. De las de antes. Se olía a historia en el césped e historia había que hacer. Era un momento de épica, de las grandes gestas rojiblancas en Europa. Simeone estaba ansioso, nervioso, con miedo, pero también esperanzado. Para ello eligió guerreros, para una batalla, para derribar el muro de Dortmund. Pero el ejército tenía los pies de barro. Los rojiblancos se hundieron ante la atmósfera alemana. Y el sueño de Champions se esfumó tras el Muro amarillo. Se estrelló, mejor dicho. [Narración y estadísticas (4-2)]
Hubo mérito en lo que aguantó el equipo en los primeros minutos. Pero el Muro se echaba encima de su equipo y este empujaba hacia la portería de Oblak. Solo Morata encontró una grieta pero su cabalgada resultó infructuosa. De esa ocasión se acordaría el delantero y también su equipo. En Champions hay cosas que no se pueden perdonar.
Terzic se fijó en quien hizo daño en la ida a los rojiblancos y sacó a Brandt de inicio para jugar entre líneas y lo cierto es que se notó la presencia del mediapunta alemán. Su tamaño ayudaba al equipo por alto y su calidad permitía filtrar pases a los veloces extremos amarillos.
La línea en tres cuartos
Los primeros 15 minutos fueron sin freno. Malo para el Atlético que partía con ventaja en la eliminatoria, exigua, sí, pero ventaja. Sabían los alemanes que los rojiblancos tenían a sus gacelas en el banquillo o sancionadas y aprovechaban para poner la línea de defensa, en ocasiones, en tres cuartos de campo.
Tardó media hora el Atlético en aplacar los ánimos amarillos y le costó una amarilla y varias ocasiones en contra. Pero mantener la portería a cero en la primera media hora era un tesoro, como bien explicó Witsel, ex jugador del Borussia y hoy en las filas rojiblancas en la previa. No pudo aguantarla mucho más. El empuje era tal que Brandt acabó perforando la portería de Oblak tras una gran jugada individual ante Witsel. Eliminatoria empatada y los duelos, esos a los que tanta importancia da Simeone, caían todos del lado alemán.
Brandt celebra uno de los tantos.INA FASSBENDERAFP
El gol hizo crecer aún más a los alemanes y desordenó a los rojiblancos. Volvía el tembleque de los primeros minutos y los amarillos olieron la sangre por el carril derecho rojiblanco. De nuevo una jugada con Molina fuera de sitio encontró a Maatsen en el pico del área pequeña solo y con el balón controlado. Tiro cruzado al palo largo y, ahora sí, tocaba remar a los de fuera.
El Atlético era un equipo muy largo, con los del medio muy separados de la defensa, lo que facilitaba al Borussia salir en largo desde Kobel y aprovechar segundas jugadas. Lo mejor de los primeros 45 minutos para los rojiblancos fue el pitido final de los primeros 45 minutos. Un sonido que permite hacer borrón y cuenta nueva. Lo necesitaba el equipo. También un meneo y se lo dio el Cholo al descanso. Riquelme, Barrios y Correa al campo por Azpilicueta, Molina y Morata. El argentino salió extramotivado con dos ocasiones en apenas tres minutos. Una de ellas terminó en el córner que empataba la eliminatoria. Fue un gol en propia tras un remate de Hermoso, pero vale igual.
Griezmann lamenta la eliminación de Champions.ODD ANDERSENAFP
A partir de ahí, el partido fue un toma y daca con ocasiones para cada conjunto. Brandt y Correa, de nuevo, amenazaron pero no acertaron. El partido estaba en un alambre, pero al Atlético esta temporada el funambulismo se le da mejor en su estadio. Menos al menudo delantero argentino, cuya intermitencia a veces exaspera y otras alegra. No se le puede negar nunca la inteligencia callejera al 10 del Atlético, el aparecer en espacios reducidos y en sacar punterazos donde otros necesitan armar la pierna. Eso, más o menos, es lo que pasó. De un barullo en el área en el que los defensas alemanes fueron incapaces de dar un pelotazo, la recogió el ángel rojiblanco para empatar el partido.
Alegría efímera
Poco duraría la alegría a los españoles porque Füllkrug, con un precioso cabezazo de estos académicos girando el cuello, puso un centro de Brandt en la escuadra de Oblak. Y dos minutos después, Sabitzer con un disparo desde fuera del área remontó, de nuevo, la eliminatoria para los de casa.
En los últimos minutos fue Oblak el que mantuvo vivo al Atlético con dos paradas monumentales. Una tras un mano a mano con Füllkrug y otra a un disparo de fuera del área de Sabitzer. Pero el esloveno fue el único que quiso o quizás el único que pudo. El resto se estrelló contra el Muro amarillo.