El italiano se impuso por 4-6, 7-5 y 6-4 a un rival aún corto de adaptación a la arcilla y que llevaba sin competir desde principios de marzo
Djokovic, tras perder ante Musetti.SEBASTIEN NOGIEREFE
Esta vez sí. Lorenzo Musetti, que se desfondó hace dos años en octavos de Roland Garros tras hacerse con los dos primeros sets ante Novak Djokovic, logró derrotarle en la misma ronda del Masters 1000 de Montecarlo: 4-6, 7-5 y 6-4. Lejos de su mejor forma y falto de adaptación a la arcilla, el número 1 del mundo y bicampeón del torneo, que no competía desde que perdió el pasado 3 de marzo frente a Daniil Medvedev en las semifinales de Dubai, desaprovechó la ventaja de un set y de 4-2 en el segundo y ni siquiera reaccionó después de la interrupción provocada por la lluvia en el inicio del tercer parcial.
A sus 21 años, Musetti, 21º, es uno de los grandes nombres de la nueva ola del tenis italiano, que lidera su compatriota Jannik Sinner. Será precisamente él su rival este viernes en cuartos. Djokovic, que ya sufrió en su debut, ante Ivan Gakhov, 198º, se fue de entrada en 2022 ante el español Alejandro Davidovich.
Ganador del torneo en 2013 y 2015, lleva varias temporadas con precipitadas derrotas, lo cual no le impidió llevarse Roland Garros en 2021 y disputar la final en 2020. Se encuentra ante la superficie menos agradecida con su tenis y suele necesitar tiempo para tomarle el pulso.
Este año, además, ha vuelto a perderse los Masters 1000 de Indian Wells y Miami debido a su negativa a vacunarse contra el covid. Ante Musetti salvó hasta tres pelotas de partido, pero acabó pagando sus numerosos errores.
Telmo Goikoetxea Cedrún tiene nueve años y juega en los benjamines del Cultural Durango. De portero, cómo no. Es nieto de Andoni Cedrún (Durango, 1960), guardameta del Athletic entre 1980 y 1983 y del Real Zaragoza entre 1984 y 1996, equipo con el que ganó la Recopa. Es biznieto de Carmelo Cedrún (Amorebieta, 1930), que jugó en el Athletic entre 1950 y 1964 y está considerado uno de los porteros señeros del equipo vizcaíno. «Ha visto vídeos de mi padre y también algunos míos», comenta Andoni en conversación telefónica con este periódico. La tradición viene de largo. De muy largo. Nadie olvida a Raimundo Lezama, que ganó seis Ligas y dos Copas con el Athletic y vivió sus mejores días con los rojiblancos, en los años 40 del pasado siglo. Ni a Andoni Zubizarreta, contemporáneo de nuestro interlocutor, el primer futbolista que alcanzó los cien partidos internacionales con la selección española.
Y José Ángel Iribar Cortajarena. Palabras mayores. Nacido en Zarauz hace 81 años, el hoy embajador del club aún se dejar caer por las instalaciones de Lezama para ver crecer a sus émulos, pues la figura del Chopo trasciende generaciones.
«No es un milagro ni algo casual. Se fue Kepa Arrizabalaga. Se fue Remiro. Y la portería del Athletic es la mejor cubierta de España. Se trabaja en Lezama con un concepto. Algunos niños querrán ser como los Williams, pero muchos prefieren ser porteros. Tienen mitos como Iribar, grandes referentes», dice Cedrún.
«En la final de Copa fue clave»
En el equipo que ahora entrena Ernesto Valverde, cuarto en el campeonato de Liga, líder en la Liga Europa, presto para volver a disputar a comienzos de año la Supercopa de España y dispuesto a defender el título de Copa del Rey reconquistado el pasado año, las cosas estaban bastante claras: Unai Simón, titular en la selección dirigida por Luis de la Fuente que ganó la Eurocopa, era fijo en los partidos de Liga; Julen Agirrezabala (San Sebastián, 2000) fue el hombre de la Copa, de principio a fin, hasta el partido definitivo en La Cartuja de Sevilla, ante el Mallorca. Simón fue operado en la muñeca derecha después de la Eurocopa.
Los problemas lumbares de Agirrezabala dieron a Alex Padilla, que podría salir hacia Los Pumas de México en el mercado de invierno, la oportunidad de disputar cinco partidos a comienzos de curso. Agirrezabala, no obstante, se haría con la titularidad y se consolidaría en el puesto para discutírselo a Simón, quien, cuatro meses después, ya estaba de vuelta.
«La Copa la ganó él. En la final fue clave. Tiene reflejos, vive intensamente el juego, es rápido en los tiros bajos y a media altura, y maneja bien los pies. Es eléctrico», le retrata Cedrún. «A Unai no le vas a ver nunca nervioso. Es hielo. Es frío, calculador, posee una enorme templanza».
Bajo la tutela de Agirreoa
Simón (Vitoria, 1997) reapareció el 28 de noviembre en el partido de la Liga Europa ante el Elfsborg, que ganó el Athletic 3-0 en San Mamés. Volvería a jugar el pasado domingo, en la visita liguera de los rojiblancos al Alavés. Un balón mal rechazado facilitó a Joan Jordán anotar el definitivo 1-1. Al igual que sucediera en el partido frente a Croacia en la Eurocopa, cuando recepcionó mal un pase de Pedri y concedió el primer gol del partido, Simón admitió con humildad su error. Ante los balcánicos, se reveló clave en el desenlace. España ganó 5-3 en la prórroga. Nadie duda de que resurgirá.
El arco se cuida con mimo desde las categorías inferiores en el Athletic. En la cosecha de los últimos lustros, tiene mucho que ver Peio Agirreoa, responsable del área de formación de los porteros hasta el verano de 2023, cuando se jubiló. A la vera de Agirreoa, el primer hombre que ocupó la portería tras la retirada de Iribar, crecieron, entre otros, Arrizabalaga, Remiro, Simón, Agirrezabala y Padilla.
Julen Agirrezabala, en un partido de Copa ante el Valencia.Julen LazkanoGetty
«La portería del Athletic es un cheque al portador», apunta Cedrún, hoy director de la empresa de seguros Willis Watson Iberia en Aragón. Recuerda el traspaso de Arrizabalaga al Chelsea en el verano de 2018 por 80 millones de euros, el más caro de un guardameta en la historia del fútbol.
Valverde no desveló quién ocupará este sábado la portería en El Sadar contra Osasuna. Agirrezabala, aclamado en San Mamés en la victoria ante el Real Madrid, cuando detuvo un penalti a Mbappé tras cometerlo él por una salida en la que arrolló a Rudiger, parece ofrecer mayores garantías en este momento. Buen gestor del vestuario, sereno y pragmático, el técnico sabrá gestionar la situación. El problema. Bendito problema.
Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que Felix Auger-Aliassime era un rival de cuidado, un joven de posibles con notable proyección en el circuito. De hecho, es uno de los pocos jugadores que aún conserva un balance favorable en el cara a cara con Carlos Alcaraz, a quien había vencido en tres de sus cuatro enfrentamientos, si bien el ya penúltimo de ellos cayó en manos del español, hace un año, en cuartos de final del torneo que nos ocupa, camino del título.
Hoy, el aún joven tenista canadiense, que llegó al top 6 y disputó unas semifinales del Abierto de Estados Unidos, ha caído hasta el puesto 31º después de perder mucho protagonismo. Los problemas físicos y la debilidad de un revés que no responde a su potencial detuvieron el impulso que tomó en el otoño de 2022, cuando encadenó una racha de 16 victorias y tres títulos consecutivos, en Florencia, Amberes y Basilea.
El duelo de este domingo en la tercera ronda de Indian Wells plasmó la diferencia que existe ahora entre uno y otro. Alcaraz, que busca estabilizarse tras la lesión de tobillo que le obligó a retirarse el pasado 20 de febrero en Río de Janeiro después de haber varado ante Nicolás Jarry en las semifinales de Buenos Aires, tardó poco en tomar el mando y se impuso por 6-2 y 6-3, en una hora y 18 minutos. Despegó con una primera rotura en el quinto juego, que repetiría en el séptimo para cerrar con su saque un parcial diáfano, en el que Auger-Aliassime reprodujo sus problemas de carácter casi endémico: dos dobles faltas (cinco en el global), serios problemas para competir con segundos servicios, un drama con el revés y un evidente déficit de confianza.
Nada cambió a continuación. Otro break de entrada disparó a Alcaraz hacia los octavos, donde le espera el húngaro Fabian Marozsan. Curiosamente, este gigante de 24 años le venció en el último Masters 1000 de Roma, enfrentamiento que, sin embargo, no conviene tener demasiado en cuenta dado que Alcaraz ya se había garantizado rescatar el número 1 del mundo en el Foro Itálico y administraba sus fuerzas para Roland Garros.
Tras ceder un set en el debut ante Matteo Arnaldi, Alcaraz mejoró sus prestaciones con un juego serio y fluido, que le facilitó incluso darse alguna alegría en la red y encontrar ese punto de deleite que su propio ADN tenístico demanda con dejadas marca de la casa.
No hace tanto, sólo un par de años, la tierra aún giraba alrededor de Rafael Nadal. El mejor especialista que ha conocido este deporte pasaba con discreción por los torneos previos a Roland Garros, ausente en Montecarlo, ausente en Barcelona, cuartos de final en Madrid, neutralizado por la explosión de Carlos Alcaraz, y tercera ronda en Roma Escaso bagaje tras ciclos de dominio estremecedor, para llegar a París con el desenlace acostumbrado: decimocuarta corona en el templo de la arcilla, vigesimosegundo título del Grand Slam, último hasta la fecha.
Tras ausentarse del circuito durante un año debido a una lesión en el psoas ilíaco de la pierna izquierda, desde la derrota ante Mackenzie McDonald en segunda ronda del Abierto de Australia, el 18 de enero de 2023 hasta el triunfo contra Dominic Thiem en su regreso en el ATP 250 de Brisbane, el pasado 2 de enero, y verse obligado de nuevo a aparcar la competición por una microrotura muscular sufrida en cuartos de final de ese mismo torneo ante Jordan Thompson, el ex número 1 del mundo volverá el martes en el Open Banc Sabadell.
Nadal reaparecerá en la pista que lleva su nombre, en el Real Club de Tenis Barcelona, su club de toda la vida, en un torneo que ha ganado en 12 ocasiones, que solía ser botín asegurado en sus espectaculares periplos sobre el polvo de ladrillo. Lo hará ante el italiano Flavio Cobolli, 63º, 21 años, cuya mejor carta de presentación esta temporada son los cuartos de final de Delray Beach y de Montpellier.
Objetivo París
Vuelve Nadal, que el 3 de junio cumplirá los 38, dispuesto a afinar en la que, salvo felices imprevistos, será su última temporada en el circuito. Lo hace desde el puesto 646, dispuesto a afilar la raqueta para enfrentar esta temporada un doble desafío en tierra de sobra conocida: Roland Garros, desde el 20 de mayo al 9 de junio, y los Juegos Olímpicos de París, que se disputarán en el mismo escenario del 26 de julio al 11 de agosto.
El Conde de Godó adquiere, así, un peso aún mayor del habitual, el que le distingue como uno de los torneos con mayor tradición. No sólo reaparece Nadal sino que también lo hace Carlos Alcaraz, defensor de la copa y ganador de las últimas ediciones, que se bajó de Montecarlo debido a una lesión en el antebrazo derecho. Es la primera que ambos, que se midieron el 3 de marzo en una exhibición en Las Vegas, coinciden en el cuadro de un torneo desde el Masters 100 de Paris-Bercy de 2022. Entonces, Nadal cayó de entrada contra Tommy Paul y Alcaraz se despidió en cuartos, lesionado cuando perdía frenta a Holger Rune. En Barcelona no se cruzarían hasta unas hipotéticas semifinales.
Siempre a la espera de su evolución tras jugar tan sólo tres partidos oficiales en los últimos quince meses, Nadal también está inscrito en el Mutua Madrid Open, que se jugará en la Caja Mágica del 22 de abril al 5 de mayo, y en el torneo de Roma, del 8 al 19 de mayo. De momento, lo que si está garantizado es que el campeón del torneo en 2021 regresa a Barcelona tres años después, en esta ocasión con la prioridad de poner a prueba sus reservas tras el largo tiempo en el arcén.