Son apenas diez islas, seis las de Barlovento, al norte, y cuatro las de Sotavento, al sur, situadas a 600 kilómetros del continente africano. En ellas viven 524.000 personas, la gran mayoría en su capital, Praia, nombre lógico para un país arrimado al mar. Son también unos 4.033 kilómetros cuadrados de extensión total, la mitad que la Comunidad de Madrid. Y son historia del fútbol. Cabo Verde, antes colonia portuguesa y ahora república independiente, estará en el próximo Mundial tras vencer a Suazilandia en el Estadio Nacional ‘O Rei Pelé‘, confirmando así el liderato de su grupo de clasificación contra Camerún, Libia, Angola y Mauricio.
Un hito sin precedentes, beneficiado por la ampliación del Mundial a 48 selecciones, con el que se convierte en el país de menos superficie en disputar la Copa del Mundo, mejorando el dato de Trinidad y Tobago en 2006 (5.128), y en el segundo con un menor número de habitantes, sólo superado por Islandia, que se plantó en 2018 con 353.070.
El sueño caboverdiano, el tercer debutante del próximo Mundial junto a Uzbekistán y Jordania, es el reflejo de su historia reciente, la historia de la inmigración. El país, que fue colonia portuguesa desde el siglo XV hasta 1975, nutre ahora su selección de fútbol con futbolistas nacidos en Europa, hijos de los hombres y mujeres que salieron de Cabo Verde buscando un futuro mejor y que ahora devuelven ese esfuerzo en forma de gloria deportiva nacional.
De los 25 jugadores que han estado con el equipo en este parón de octubre, 14 nacieron en el viejo continente: seis en Países Bajos, cinco en Portugal, dos en Francia y uno en la República de Irlanda. El último caso es, quizás, el más sorprendente.
“Pensé que era ‘spam”
Roberto Lopes nació en Dublín. Hijo de un cocinero caboverdiano y de una trabajadora irlandesa, jugó en las categorías inferiores de la selección de su país natal y apenas hablaba portugués cuando Rui Águas, seleccionador de Cabo Verde en 2018, le escribió por LinkedIn. «Estaba escrito en portugués y pensé que era spam, pero me escribió de nuevo en inglés y ahí comenzó una aventura increíble», detalló el central en algunas entrevistas.
Lopes, con una dilatada carrera en la Primera irlandesa, decidió abandonar el sueño natal y abrazar sus raíces caboverdianas, las mismas que tenían antiguas estrellas como Vieira. Fue uno de los muchos intentos de la Federación del país por reclutar a hijos de inmigrantes, una constante que se repite en cada vez más selecciones, como el caso de Marruecos o Albania, donde sólo siete de los 26 convocados a la última Eurocopa habían nacido en el país.
La sorpresa de Cabo Verde es mayúscula si se observa su lugar en el fútbol africano y mundial. Fue una de las peores selecciones de la fase de clasificación para la Copa de África 2025, sumando sólo cuatro puntos en el grupo que compartía con Egipto, Botsuana y Mauritania, y su mayor éxito hasta ahora había sido los cuartos de final de la Copa Africana de Naciones de 2023. Pero durante el camino al Mundial 2026 algo cambió.
La selección de Cabo Verde.
La clasificación a la Copa del mundo se ha ido disputando en los mismos meses que la Copa África, pero en el tramo mundialista el equipo ha rendido mucho mejor. Perdió 4-1 contra Camerún en Yaundé en junio de 2024, pero desde entonces y hasta este parón, lo ganó todo: seis victorias en seis partidos, incluida una sobre los cameruneses, que les empujaron al liderato. Pudieron cerrar su pase hace unos días, cuando empataron contra Libia en Trípoli, pero este lunes cerraron su histórico pase.
En el banquillo, un exfutbolista con un pequeño pasado en el fútbol español. Pedro Leitão Brito, ‘Bubista‘, disputó dos partidos con el Badajoz en 1995 y es el responsable del éxito del cuadro insular, del que es seleccionador desde 2020. Un hombre que nunca ha entrenado fuera de Cabo Verde y que ahora ha liderado a los ‘Tiburones azules‘ hacia el gran sueño nacional: cruzar el charco y estar en el Mundial.