Gracias a Ancelotti y a Florentino Pérez, el Madrid se ha convertido en un equipo perdedor. ¿Por qué? Porque el italiano es el colmo de la desfachatez y porque el presidente ha planificado una plantilla coja, sin defensas, sin centrocampistas y también porque no tomó la decisión de echar al entrenador transalpino cuando el Barcelona le metió cuatro.
Por lo tanto, el cincuenta y cinco por cierto de la culpa es del nefasto italiano y el cuarenta y cinco por ciento de Pérez, por no fichar a nadie, en puestos claves de la plantilla. Han creado un pequeño Frankestein, incapaz de ganar un sólo partido.
Florentino se va a quedar, porque es el presidente ideal del Madrid, pero se ha equivocado al no ayudar con una plantilla coherente, sin defensas tras las graves lesiones de Carvajal y Militao. Tampoco ha fichado un sólo centrocampista, cuando el Madrid necesitaba dos.
Lo ha fiado todo al “fenómeno” Mbappé y ha hecho trizas a la estrella, que se se perdió en el espacio sideral, con un equipo malo estratégicamente. Este partido ha traicionado los millones que se han gastado en el francés.
No obstante, el galo hizo un partido mediocre, atrapado en ese cubículo de delantero centro, que jamás será su puesto, por culpa de un Vinicius al que se le puede unir a Rodrygo como malabaristas acabados.
Jugar con esos brasileños es hacerlo con dos menos. Poco sirvió el maravilloso orgullo de los futbolistas que jugaron hasta la extenuación ya que quedó la imagen de un ejercito herido, sin gol, sin suerte y bajo una presunta conspiración de la UEFA.
Dos jugadas claves del partido, el VAR las manipuló en favor del Arsenal, rectificando al árbitro francés, convidado de piedra. No pitó penalti de Asencio y sí vió el de Rice, que sujetó a Mbappé, pero fue corregido. No es normal que se tardaran cerca de ocho minutos para decir que no había falta del bronco mediocampista británico, cuando era más que evidente. El VAR enmendó las decisiones del colegiado. Cuanto menos, sospechoso.
He dejado para el final el mezquino triunfo del Arsenal, que hizo un partido infame, replegado como un cordero, con una línea de hasta siete defensas. No parecía un equipo de la Premier. Francamente, el Arsenal será un polichinela en mano de Luis Enrique.
El nombre de Harry Kane se manejaba desde hace tiempo en el horizonte de los mejores clubs de Europa. Goleador incombustible, el delantero de la selección inglesa hubo de esperar hasta el pasado curso para salir del Tottenham Hotspur, un equipo que se le había quedado pequeño. Deseoso de ganar títulos vedados en Londres, al carecer los spurs del músculo deportivo y financiero para hacer frente a los grandes de la Premier y del continente, fue traspasado al Bayern Munich hasta 2027, a cambio de más de cien millones de euros. Se marchaba a un equipo que había ganado las diez últimas Bundesligas y que se presentaba como uno de los candidatos a pelear un curso más por la Liga de Campeones.
Kane viene haciendo bien su trabajo desde que llegó a Alemania. Ha marcado 38 goles, seis de ellos en la competición continental. A sus 30 años mantiene clase e instinto. Muy del gusto de Pep Guardiola y en su momento también en la órbita del Real Madrid, terminó en un Bayern que pretende pujar por su sexta Copa de Europa, seis años después de hacerse con el título por última vez.
Antes del encuentro de ida de cuartos de final ante el Arsenal, sus opciones están intactas, pero con lo que seguramente no contaban Kane ni los seguidores del conjunto bávaro era con depender exclusivamente de la Liga de Campeones para no quedarse sin títulos por primera vez desde el curso 2011/12. Con la derrota por 3-2 ante el Heidenheim. el Bayern está a 16 puntos del Bayer Leverkusen de Xabi Alonso.
En busca de entrenador
La caída por 3-0 ante el Leipzig en la final de la Supercopa alemana y la eliminación frente al Saarbrücken, de tercera división, en la segunda ronda de la Copa, han dejado al Bayern suspirando casi de manera desesperada por una redención en Europa.
Thomas Tuchel de momento no ha cumplido las expectativas como relevo de Julian Nagelsmann y dejará el banquillo en junio, al margen de lo que suceda de aquí a entonces. Xabi Alonso, que era la prioridad como relevo, ya ha anunciado que seguirá en Leverkusen al menos una semana más. La búsqueda de un entrenador para la próxima temporada es un asunto que eleva la inquietud. Ante la pregunta de los periodistas tras el partido ante el Heidenheim, el director técnico, Max Eberl reaccionó así: «Me importa una mierda la búsqueda de un entrenador. Ahora todo se centra en el partido contra el Arsenal».
Líder de la Premier League, con un punto más que el Liverpool y el Manchester City, el conjunto que entrena Mikel Arteta será un adversario de cuidado. En la última jornada del torneo doméstico venció 0-3 al Brighton para reafirmar sus opciones para volver a gana la liga por primera vez en dos décadas.
14 goles a los 'gunners'
Muchas de las opciones alemanas volverán a pasar por el acierto de Kane, extramotivado ante un rival al que ha hecho daño como a pocos. A lo largo de su trayectoria en Inglaterra, suma 14 goles ante el Arsenal, feracidad sólo superada por los 20 que logró frente al Leicester y los 16 contra el Everton.
El Bayern se desenvolvió con holgura en la fase de grupos y sólo ha perdido un encuentro a lo largo de la presente edición de la Liga de Campeones, en la ida de octavos, 1-0 frente al Lazio, revertida con el 3-0 del Allianz Arena. El Arsenal también dominó en la primera fase, antes de verse abocado a los penaltis para dejar atrás al Oporto, gracias a la actuación del guardameta español David Raya.
Parecía llamado a dominar la futura banda derecha del Real Madrid y a ser la puerta millonaria del club hacia el tan deseado mercado asiático, pero Takefusa Kubo (Kawasaki,, 2001) sigue sin pasar el umbral del vestuario local de Chamartín y cada vez está más lejos. Por él, cansado de esperar desde su fichaje en 2019, y por el propio conjunto madridista, confiado su carril diestro a Rodrygo, Brahim y Güler. Hoy vuelve a visitar la Castellana con la Real Sociedad, dueña de sus derechos federativos y del 50% de lo que genere la plusvalía de una futura venta. El otro 50% es del Madrid, que lo vendió por seis millones a los txuri-urdin y se guardó esa opción, esperando ahora un ingreso millonario cuando alguien se acerque a los 60 millones de su cláusula.
A sus 23 años, Kubo volverá al Bernabéu con el mismo ánimo de revancha y la misma rabia acumulada de siempre, amenazando futbolísticamente al equipo que un día llamó a Japón y le recuperó para el fútbol español después de haber abandonado las inferiores del Barça.
Y es que la historia de Kubo en la capital es la de la espera y el rechazo. Un «no» constante que ha condicionado la primera etapa de su carrera. Aterrizó en el verano de 2019, formando parte de una camada adolescente que era vista en la cúpula como la heredera de la época dorada. Por ahí estaban Vinicius y Valverde, firmados en 2018, más Brahim, Rodrygo y Kubo, cuyos fichajes llegaron en 2019 junto a Militao y Mendy.
El ejemplo de Odegaard
De todos ellos, sólo Kubo se ha quedado en la carretera, compartiendo con Martin Odegaard el foco de los proscritos. En su momento, el noruego decidió que no iba a esperar y el club le vendió al Arsenal por casi 40 millones, previo paso brillante por la Real Sociedad. Lo suyo fue rápido y ahora es el capitán de los gunners.
En el caso de Kubo, todo ha sido diferente. Una situación peculiar limitada desde el principio por su pasaporte extracomunitario. La acumulación de extranjeros en el Madrid, especialmente brasileños, obligó al conjunto blanco a elegir desde 2019 a varios descartes, y Rodrygo siempre le ganó la partida a Kubo en el extremo derecho. Mientras el brasileño crecía junto a Vinicius en el ataque madridista, el japonés vivía temporadas complicadas entre Mallorca, Getafe y Villarreal. Cuestión de elecciones y de destino.
Así que el Madrid ganó la Champions 2022 con Rodrygo como héroe de la eliminatoria contra el Chelsea y el City en el momento en el que Kubo terminaba su segundo paso por Mallorca. Antes, había pedido dejar el Villarreal a mitad de año porque Unai Emery no contaba con él, y acabó unos meses en el Getafe de José Bordalás. Un camino de espinas que le revolvía el estómago, presionado mediáticamente en Japón y con la obsesión de brillar en Europa.
Kubo, rodeado de jugadores del Valladolid, el sábado en el Reale Arena.EFE
De blanco sólo le hemos podido ver en una pretemporada, la de 2019, cuando fue uno de los protagonistas por la ilusión que despertaba su fichaje. Se fue a la gira americana con Zidane, tuvo minutos y volvió para ponerse a las órdenes de Raúl en el Castilla, donde compartió algún amistoso con el propio Rodrygo. Un casting que terminó ganando el brasileño, que aceptó jugar varios partidos oficiales con el filial.
El japonés, mientras, observaba la elite con ansia. «Era cabezota. Tenía mucha personalidad y muy claras sus decisiones», recuerdan en Valdebebas fuentes consultadas por este periódico. «Me estresaba muchísimo en cada entrenamiento porque quería demostrar mi valía», admitió hace unos meses en una entrevista.
No llegó a debutar en partido oficial con el Madrid porque salió cedido al Mallorca justo antes del inicio de aquella temporada. Una decisión que el club veía bien para su formación, pero que quizás llegó demasiado pronto y el foco, lejos del Bernabéu, se fue apagando. No volvió a jugar de blanco. La pandemia en 2020, los Juegos en 2021 y su fichaje definitivo por la Real en 2022 lo impidieron.
Retraso en las nacionalizaciones
En esa operación, el Madrid se guardó una opción preferencial para recuperarle y el 50% de la plusvalía de una futura venta a cambio de seis millones. Seguía gustando en Valdebebas, pero el retraso en las nacionalizaciones de Militao, Rodrygo y Vinicius lo alargaba todo. Tres años después, todo parece haber cambiado. El japonés renovó con la Real hasta 2029, aunque mantuvo la cláusula en 60 millones, una decisión que desliza la intención de una futura venta.
El Madrid tiene hueco para extracomunitarios, nacionalizados ya los brasileños, pero la nueva zurda joven se apellida Güler y el nombre de Kubo se ve más como fuente de ingresos que en la espalda de la camiseta, esperando en Valdebebas ese salto definitivo en la carrera del talento asiático. Hoy, en la vuelta de semifinales de Copa, nueva reválida.