Clavó el balón en la escuadra de Álvaro Fernández, corrió hacia la banda, pegó un saltó y aterrizó con los dos pies a la vez para celebrar su golazo con una celebración que ya es marca de la casa: brazos cruzados y mirada a la grada. Después, soltó al aire un grito de rabia mientras todos sus compañeros llegaban a su lado para repartir abrazos y collejas por igual. Fue el gol número 14 de Kylian Mbappé como jugador del Real Madrid, el décimo en la Liga, el cuarto de manera consecutiva, el quinto en los últimos seis partidos y el sexto en los últimos ocho. El francés despega.
«Su tiempo de adaptación se ha terminado, lo está demostrando… Y se demuestra que de vez en cuando tengo razón», admitió con sinceridad, entre broma y broma, un orgulloso Carlo Ancelotti.
Los primeros cinco meses de Mbappé han sido complicados. Ha alternado buenas rachas goleadores con sensaciones lejanas al futbolista que había mostrado ser en otras temporadas, especialmente en las visitas a un Bernabéu que se había enamorado de él en Champions League. El penalti fallado en Anfield Road, en una noche clave para el Madrid en el torneo continental, le hundió. Pero fue el error en San Mamés, también desde los once metros, el que le hizo tocar «fondo». Así lo reconoció justo al terminar el año.
«En Bilbao toqué fondo. Fallé el penalti, pero creo que me hizo bien. Es el momento en el que me di cuenta de que tenía que dar el máximo por esta camiseta y que debía jugar con personalidad. Puedo hacer mucho más. Sé que tengo en las piernas mucho más», reflexionó el galo sobre el césped, donde anunció que «la adaptación se ha acabado». «Nos conocemos mejor, mi llegada cambió algunas cosas y ahora me siento bien, se puede ver en el campo, me entiendo mejor con mis compañeros y jugamos mejor», insistió.
En la sala de prensa, Ancelotti celebró el gol del galo, como el de todos, y se congratuló de «llegar vivos al año nuevo». «Y vosotros también», vaciló a los periodistas. El italiano puso como punto de inflexión del curso la derrota contra el Milán en el Bernabéu, momento en el que el cuerpo técnico y los jugadores tuvieron una reunión para «arreglar las cosas». «Tras esa derrota arreglamos las cosas en el vestuario, claramente. Vimos el problema», declaró el transalpino.
Carletto dejó claro que no ha sentido falta de confianza desde la directiva: «Nunca he notado el peligro. Sé que cuando las cosas no salen bien soy el responsable, pero el club nunca me ha mostrado preocupación, siempre calma y tranquilidad, que es lo que se necesita. Y confío en lo que me ha dicho el club».
Navas, emocionado
Pero más allá de los goles y el resultado, el partido fue especial por ser el último de Jesús Navas como profesional. El capitán del Sevilla se despidió del fútbol en el Bernabéu después de un emocionante homenaje antes y después del duelo. En la previa, ambos equipos le hicieron un pasillo, recibió la ovación de Chamartín y Modric le entregó una camiseta firmada por todo el vestuario del Madrid.
El público volvió a aplaudir cuando saltó al campo y le despidió con honores, abrazado por sus compañeros, por los rivales y por Ancelotti, que en la sala de prensa le definió como «leyenda» y «ejemplo».
En la zona mixta, rodeado de periodistas, Navas rompió a llorar. «No he visto nada igual en un campo rival. En la vida», reconoció, antes de parar durante un minuto para soltar lágrimas. «En los últimos minutos no veía nada, miraba al suelo recordando todos los momentos que he vivido. Me quedo con que la gente me dice que con todo lo que he conseguido he sido siempre el mismo». Y se fue, no para siempre, porque seguirá siendo faro del Sevilla y el sevillismo.