El plan de Florentino para convertir a los socios del Madrid en accionistas: una sociedad mercantil con el 49% del club, el control en la Fundación y futuras ampliaciones de capital
Los propietarios reales no son los propietarios del sentimiento, son los dueños del dinero. Escuchar a uno de los prohombres del dinero, Florentino Pérez, decir que es necesario convertir a los socios del Real Madrid en los «propietarios reales» del club es abrir una nueva era que hasta ahora era considerada anatema, sacrilegio, puesto que el mecanismo para hacerlo es crear una sociedad mercantil y añadir a la condición de socio la de accionista.
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La fábula de la selección de moda en España se apaga. Lo hace bruscamente, con un desplome. Queda el bronce, pero un bronce no colma a quienes se sienten en la cima del mundo desde hace un año, campeonas del mundo, de la Liga de Naciones, campeonas de su propia revolución tras un beso robado, mientras se pasan de una a otra el Balón de Oro. A eso sólo se da continuidad con más oro, objetivo unívoco de un equipo que ahora debe mentalizarse para luchar por el bronce frente Alemania, en Lyón. Ellas no llegarán a París. Brasil, mejor que España en Marsella, lo hará por el oro frente a Estados Unidos.
El destino tiene caprichos. Uno fue que las dos heroínas de la remontada ante Colombia, Cata Coll e Irene Paredes, hicieran la carambola del inesperado gol en propia puerta que abría el partido. Erró la portera y el balón golpeó en su compañera para alcanzar la red. Sin embargo, el destino no es el culpable de esta inesperada derrota ante una selección a la que España había ganado en la fase grupos. No. La explicación está en el juego errático de la selección frente a un rival que supo explotar muy bien las debilidades defensivas de las jugadoras de Montse Tomé.
La seleccionadora española perdió la partida táctica con su homólogo, Arthur Rivas. La espalda de sus laterales, en especial Olga Carmona, era un solar por el que Brasil desplegó su contraataque, lanzado por Ludmila y Gabi Portilho. El técnico brasileño, además, dispuso marcajes individuales por todo el campo, con mucha intensidad y anticipación, algo para lo que Tomé no supo encontrar los anticuerpos.
Putellas y Guijarro, suplentes
La realidad es que España no se ha encontrado con su mejor juego desde el inicio del torneo olímpico. La semifinal frente a Colombia tuvo similitudes con el duelo con Brasil, aunque esta vez ni siquiera pudo forzar el empate para llegar a la tanda de penaltis. Brasil pudo cerrar el choque mucho antes, dadas las ocasiones que tuvo a la contra en el primer periodo. Priscila erró un mano a mano frente a Cata Coll al que llegaba sola. Lanzó fuera. España respiraba, pero sin dar respuesta en el área contraria, más allá de un disparo de Jenni Hermoso.
Después de haber sido suplente ante Colombia y de haber dicho que no comprendía esa situación, Jenni entró en un once en el que Tomé realizó cambios en busca de la fluidez y el gol que no había encontrado. Ello llevó a Alexia Putellas y a Patri Guijarro a quedarse en el banquillo. Las soluciones no dieron frutos y la seleccionadora tuvo que agitar de nuevo el equipo tras el descanso, porque en el tiempo añadido de esa parte, cuando la selección buscaba el empate, se repitió el guion y Gabi Portilho culminó con gol una de las incesantes contras. Lo merecía Brasil.
La cosa pudo ser peor para las españolas, ya que la tendencia fue la misma tras regresar al campo, pero Brasil falló tres ocasiones consecutivas. Cata Coll decidió quitarse la careta. Era momento de correr todos los riesgos. Un gol más habría sido una losa prácticamente definitiva, pero al fallarlos, Brasil dio esperanzas a las jugadores de Tomé de repetir lo que habían logrado ante Colombia en cuartos, cuando también llegaron a ir dos goles por detrás hasta el último cuarto de hora. Ni Jenni ni Aitana Bonmatí, las líderes, aparecieron.
Si entonces fue Jenni la futbolista clave en la remontada, al marcar el primer gol tras saltar desde el banquillo, esta vez la jugadora del Tigres mexicano encontró menos situaciones. Salma Paralluelo lo hizo, por dos veces, cuando la esperanza se había agotado. Lorena detuvo los dos disparos con más intenciones de Jenni. Tomé llamó entonces a Guijarro. Putellas continuaba en el banquillo.
Las decisiones tomadas por el técnico brasileño influyeron más sobre el juego. La prueba fue Adriana, autora del tercer tanto en una llegada que demostró los despropósitos de España. Sólo entonces entró Alexia para revolucionar mínimamente el final, goles de Salma, uno con ayuda, incluidos, pero sin poder evitar ya el cuarto de Brasil. Fue tarde.
El Comité de Competición afronta a partir de hoy una de las decisiones más controvertidas de los últimos tiempos, como es la de imponer una sanción a una presunta víctima de un ataque racista, el portero Cheikh Kane Sarr, al valorar únicamente su reacción a partir del acta del colegiado Francisco García Riesco en el partido entre el Sestao River y el Rayo Majadahonda.
El colegiado reflejó en el acta que los insultos que denunció el portero, al que habrían llamado «puto mono» y «puto negro de mierda», según su testimonio, no pudieron ser escuchados por el equipo arbitral. En cambio, escribió que saltó la valla para sujetar a un espectador y después se acercó al propio colegiado con intención de agredirle, por lo que le mostró la tarjeta roja. El futbolista lo negó en una entrevista en este periódico y volvió a insistir en ello, ayer, en una rueda de prensa. «Sólo quería hablar con él, pedirle explicaciones por la expulsión», manifestó.
El Rayo Majadahonda ha basado en ello buena parte de las alegaciones que ha dirigido al Comité de Competición, en las que indica que la apreciación del colegiado es totalmente subjetiva y que de las imágenes no puede desprenderse que intentará agredirle.
Artículos 99 y 105
Según la normativa, Sarr podría ser objeto de una acumulación de sanciones, al quedar reflejadas en el acta las dos situaciones. «Insultar, ofender o dirigirse en términos o actitudes injuriosas al árbitro principal, asistente, cuarto árbitro, directivos o autoridades deportivas, salvo que constituya falta más grave, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos», según el artículo 99 del Código Disciplinario.
Por otra parte, en el artículo 105 se dice: «Incurrirán en suspensión de cuatro a diez partidos o multa en cuantía de 602 a 3006 euros aquellos cuya conducta sea contraria al buen orden deportivo cuando se califique como grave». Este artículo sería, pues, el aplicable en el caso de su salto a la grada, donde agarró por la bufanda al aficionado que le había insultado, según su denuncia.
Tras salir del estadio de Las Llanas, el jugador puso una denuncia en una comisaría de la Ertzaintza y, a su vez, fue denunciado posteriormente por el aficionado al que agarró. Ello debe dar apertura al inicio de un proceso en vía penal que podría llevar a los miembros del Comité a aplazar la decisión en vía deportiva, dado que la disciplina deportiva es una función pública delegada por el Estado a la Federación, en virtud del principio de prejudicialidad, que da prioridad a la vía penal, siempre que después de ambas denuncias se hayan abierto ya las pertinentes diligencias.