El fútbol femenino español duerme desde ayer como campeón de la Liga de Naciones, del Mundial absoluto, sub'20 y sub'17, del Europeo sub'19 y como subcampeón de la Euro sub'17. Es decir, el fútbol femenino español duerme como el mejor país del mundo en su deporte. En estos días en La Cartuja de Sevilla, el equipo de Montse Tomé se divirtió en las semifinales (3-0 a Países Bajos) y abusó de Francia en la final (2-0) para confirmar, por si hacía falta, su trono global.
La selección nunca había sido capaz de vencer al combinado galo. Ni una victoria en 40 años. 10 derrotas y 3 empates en 13 enfrentamientos. Unos datos que hablan a la perfección de la explosión extraordinaria que ha vivido el fútbol nacional en los últimos años. Lejos queda aquella Copa del Mundo de 2019, donde se consiguió el primer triunfo en un Mundial y se perdió contra Estados Unidos en octavos sin saber muy bien cómo competirles. Cinco años después, los resultados hablan de la superioridad española, intratable ante una Francia que no había perdido en la Liga de Naciones y que sólo había recibido dos goles.
La selección ha pasado del puesto 13 en el ranking FIFA al 1 actual, y pelearán en los Juegos Olímpicos de París por su primera medalla de oro. Serán las favoritas y el público está con ellas. En La Cartuja se vivió un nuevo récord de asistencia a un partido de la selección en España: 32.657 espectadores.
El partido dejó una actuación colosal de Aitana Bonmatí, MVP, actual Balón de Oro y autora del primer tanto de la final. A su lado, Jenni Hermoso, reconvertida a centrocampista en el tramo final de su carrera después de sus años como gran goleadora del país. Ambas dirigieron el juego español, con la imponente Salma Paralluelo como mecha final y con dos cuchillos en las bandas: Olga Carmona y Athenea. De sus botas salieron los dos pases de gol para Aitana y Mariona que sentenciaron a Francia y entregaron a la selección el segundo título absoluto de su historia. El segundo de manera consecutiva.
"Hemos llegado aquí para quedarnos"
El segundo, también, en los seis meses que le han dado la vuelta a la Federación Española. El beso de Rubiales a Hermoso después de la final del Mundial desencadenó una de las crisis más importantes en la historia de la RFEF, pero medio año más tarde, con una jefa diferente en el banquillo, con otro presidente y con muchos cambios, España fue de nuevo campeona.
«Este equipo no tiene techo, lo venimos demostrando», admitió Aitana, que valoró el duelo: «En la primera parte tuvimos algunas imprecisiones pero en la segunda mejoramos con balón, hemos manejado bien a Francia», unas declaraciones que compartió también Mariona Caldentey: «Sí, un poco imprecisas con balón, pero es una final, hemos sido eficaces arriba y justas ganadoras», explicó, y envió un mensaje: «Hemos llegado aquí para quedarnos. Vamos a seguir luchando y a conseguir más títulos».
Sobre el césped, Montse Tomé elogiaba a sus futbolistas: «Tenemos muchas jugadoras con muchas ganas de estar aquí», confesó, en clara referencia a las sombras de los últimos meses. «Me siento con ganas desde el primer día, vamos a sacar rendimiento al potencial que tienen las jugadoras», prometió, con respecto a los Juegos Olímpicos de París. No hay dos (títulos) sin tres.