Pobrísimo empate en Belgrado de un campeón que se durmió en los primeros minutos y se encontró con una Serbia granítica, recia, rápida y que sabía como desactivarlo. Desde el primer minuto, el campeón de Europa adoptó el papel de soberbio, único y maravilloso equipo. España se creyó más que invencible.
Sin embargo, el conjunto de Luis de la Fuente fue repelido por un equipo serbio, duro y pegajoso. La selección, con su pose divina, jugaba sin velo
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