El Mallorca le borró la sonrisa al Girona de un plumazo. Al conjunto que dirige Javier Aguirre le bastó con una primera parte espectacular, con Larin como primer anotador y Abdón firmando un doblete goleador, para acabar con el sueño en la Copa de los de Míchel, que tal vez pagaron cara su intención de competir sin perder de vista la Liga.
La expulsión de Raíllo tras un penalti que Stuani transformaría en el 3-1 ya en la segunda parte, obligó a los locales a apretar los dientes y fajarse en defensa. Pero su esfuerzo, pese al 3-2 marcado por Savinho en el añadido, les valió volver a meterse en unas semifinales de la Copa 15 años después de su última presencia.
El equipo mallorquín dejó la eliminatoria vista para sentencia en una primera parte en la que pasó por encima del Girona, líder de Primera. Su arranque, firmando una acción clara de gol incluso antes de que se cumpliera el primer minuto, fue un claro ejemplo de lo que iba a ser la tónica de los primeros 45 minutos. De nada le sirvió al conjunto gerundense tratar de revolverse apenas unos instantes después. Quien estaba en sus casi siempre implacables zapatos era en esta ocasión el equipo isleño.
Cyle Larin dio primer zarpazo de la tarde, aprovechando una buena internada por la banda de Dani Rodríguez para poner el 1-0 en el marcador pocos instantes después de que el reloj marcara los primeros 20 minutos del encuentro. La respuesta gerundense, nacida en las botas de Savinho cinco minutos después, se vio respondida por una gran parada de Greif que, a la postre, sería la antesala del 2-0. Abdón Prats, después de transitar por el balcón del área, se sacó de la chistera un tremendo zurdazo que hizo inútil la estirada de Juan Carlos para tratar de atajarlo. El propio Abdón, cuando la primera mitad encaraba su recta final, puso el 3-0 al transformar un penalti por mano de Antal castigada sólo después de la intervención del VAR.
Míchel buscó un revulsivo dando entrada a Dovbyk y Yan Couto, suplentes de inicio. El primer visitante en poner a prueba a Greif tras la reanudación, no obstante, sería Aleix García. Fue el primer aviso del degoteo de llegadas que firmaría un Girona que, a pesar de sus esfuerzos, no acababa de encontrar la forma para inquietar realmente a la siempre ordenada defensa del Mallorca.
A los de Aguirre, de hecho, les bastaba y les sobraba con defender el botín conseguido en sus fulgurantes primeros 45 minutos. El duelo, con todo, daría un vuelco con el penalti de Raíllo sobre Stuani. El central vio dos amarillas consecutivas y el uruguayo anotó el 3-1. Con superioridad, y acuciados por las urgencias, los de Míchel redoblaron su acoso al área de Grief, pero se estrellaron una y otra vez contra una defensa del todo numantina que, a la postre, sólo pudo romper Savinho para marcar un insuficiente 3-2.
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Julen Agirrezabala ataja el lanzamiento de Morlanes.J. REINAAFP
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
Valverde y Unai Simón consuelan a Morlanes.JAIME REINAAFP
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.
Era el minuto 13, rozaba el 14, en aquella tarde del 25 de mayo de 1996 en el Vicente Calderón cuando Diego Simeone peinaba un balón a la red del Albacete en el último partido de liga. El entonces mediocentro del Atlético de Madrid corría como un poseso mostrando la camiseta mientras el presidente rojiblanco, Jesús Gil y Gil, murmuraba: "El primero, el primero", para después pedir calma. En esa camisola, en grandes letras azules figuraba un nombre: "Marbella". Ese patrocinio fue el principio del fin para Gil tanto en el club como en el consistorio andaluz.
Pese a que fue el tanto más feliz para Simeone, según reveló en una entrevista, ya que era el que certificaba el doblete Liga y Copa con Radomir Antic en el banquillo, ese mismo año, la concejal socialista, Isabel García Marcos, denunciaba las posibles irregularidades en los patrocinios deportivos del ayuntamiento de la Costa del Sol. Querella respaldada posteriormente por la Fiscalía Anticorrupción.
Mientras la Justicia comenzaba su investigación, el nombre de Marbella, que presidía las camisetas del equipo colchonero, también aparecía en la de clubes andaluces como el Sevilla y el propio Atlético Marbella, controlado en la sombra por Jesús Gil. Y hasta en equipos de baloncesto como el Joventut. "Valoro negativamente que una ciudad de fuera tenga que patrocinar al equipo más emblemático de Badalona. No se trata más que de una maniobra de Gil y Gil, que más que un político es un showman y un folclórico, para introducirse en Cataluña con vistas a las próximas elecciones generales", declaró en su momento Xavier García Albiol, representante del Partido Popular en Badalona.
14 de octubre de 1998
En el Atlético, el nombre de Marbella lució de 1991 a 1993, de 1994 a 1996 y la campaña 1998/99. Pero sería un 14 de octubre de 1998 cuando todo estalló. La Guardia Civil entró a las 12 del mediodía de manera simultánea en las oficinas del Vicente Calderón y en las del consistorio andaluz. Había serias sospechas de que Jesús Gil, presidente del Atlético y alcalde de la localidad, desviara fondos públicos hacia el club.
Según la investigación, Gil había falsificado los contratos de patrocinio del Ayuntamiento de Marbella respecto al club rojiblanco. El juez Santiago Torres mandó a prisión provisional al mandatario colchonero porque, en la instrucción, encontró indicios del trasvase de 450 millones de pesetas (2,7 millones de euros) de la entidad pública al Atlético de Madrid. Prisión de la que Gil saldría gracias al abono de una fianza de 100 millones de pesetas (6 de euros) y debido a su teórico delicado estado de salud.
Simeone, con Marbella en la camiseta, celebra el doblete del Atlético.EFE
No se libraría en cambio de la pena. En el año 2000, la Audiencia Provincial de Málaga condenaría al mandatario en lo que se bautizó como el caso Camisetas a 28 años de inhabilitación por cuatro delitos de prevaricación, dos de ellos en concurso con tráfico de influencias. Sin embargo, resultó absuelto de los delitos de malversación y falsedad. Esa condena fue ratificada por el Tribunal Supremo dos años después y eso terminó forzando la dimisión de Gil al frente del consistorio marbellí. Aguantaría un año más al frente de la entidad rojiblanca.
Durante ese proceso judicial, el club viviría el mismo desarrollo que su presidente, un mandatario volcánico para el que "echar un entrenador es como tomar una cerveza". Si aquel mayo de 1996, el Atlético holló la cumbre, apenas cuatro cursos después, en el Tartiere, descendió a los infiernos. Dos temporadas estuvo el club en Segunda División de la que conseguiría salir gracias a Luis Aragonés el mismo año en el que el Supremo ratificaba la sentencia de las Camisetas contra Gil.
La transformación del Marbella
La caída del Atlético Marbella, en cambio, fue anterior. El filial de Gil en la Costa del Sol llevaba el proceso contrario a su hermano mayor. Venía de estar cuatro años en su cumbre, la Segunda División, cuando en la temporada del doblete del Atlético de Madrid encadenaría dos descensos consecutivos que llevaron, junto con una deficiente gestión económica culminada con una relegación administrativa a Regional Preferente por impagos a jugadores, a su desaparición en 1997 tras declararse en quiebra.
El club se refundó como Unión Deportiva Marbella ese mismo año y cambió de nombre a Marbella Fútbol Club en 2013 tras ser comprado por el millonario ruso Alexander Grinberg. Ahora la entidad pertenece al empresario chino Zhao Zhen y aspira a llegar al fútbol profesional, algo que no ha logrado en sus 27 años de historia.
Gil, tras renunciar a la alcaldía de Marbella, con Julián Muñoz detrás.EFE
Este sábado a las 21.30, en La Rosaleda, estadio en el que debutó el Cholo como entrenador rojiblanco hace justo 13 años, se enfrentan esos dos hermanos unidos por un pasado turbulento. Que sólo se habían cruzado una vez en el camino, también en Copa del Rey, y en el que los colchoneros ganaron a los andaluces tanto en el partido de ida como en el de vuelta. Si repiten los colchoneros, serían 13 victorias seguidas e igualarían la mayor racha en la historia del Atlético, conseguida también por Simeone en la temporada 12/13.