4-1 en la final
Un ‘hat trick’ del brasileño plasma la superioridad de los blancos ante un rival sin recursos, que perdió a Araújo por doble amarilla (4-1).
Vinicius se convirtió en Príncipe de Arabia en un clásico para el recuerdo madridista y la desgracia culé. Un Madrid superior castigó las debilidades y los errores de un Barça inocente. Cuatro goles, tres de ellos de Vinicius, para llevarse la Supercopa y hundir en sensaciones y fútbol a los de Xavi Hernández. [Narración y estadísticas (4-1)]
Para saber más
Bailando con lobos en el paisaje lunar de Xavi
Y es que el Barça se vendió durante los 10 primeros minutos. Si hay algo que agradece el ataque del Madrid es un rival que le permita correr. El fútbol de Vinicius, Rodrygo, Bellingham y Valverde crece con espacio. Vertical, físico, potente. El tan ansiado «fútbol moderno» que repite Ancelotti coronó la fiesta madridista durante el inicio de la final. Mérito de los blancos y defecto de un conjunto azulgrana vulnerable.
De salida, Xavi situó la defensa de su equipo a seis metros del centro del campo. Una osadía. Lo reconoció el Madrid, como quien huele su comida favorita. En el minuto 7, justo después de un intento de Ferran ante Lunin que el ucraniano, titular, solventó bien, los de Ancelotti encontraron por primera vez la espalda azulgrana y castigaron su error.
Idea suicida
Bellingham tuvo dos segundos para pensar en el círculo central y Vinicius vio el hueco por detrás de un Koundé lentísimo. Un toque delicado del británico plantó al brasileño solo ante Iñaki Peña. Regateó al portero con facilidad y definió a puerta vacía para poner el 1-0.
Al instante, KO por el gol de su rival, el Barça casi permite el segundo. Un error en salida lo aprovechó Rodrygo para probar a Peña desde fuera del área, pero esta vez el portero salió victorioso. Los azulgrana estaban groguis y el Madrid oteaba una oportunidad histórica de hacer daño.
Un minuto después, y como si no hubiera tropezado ya una vez con la piedra, la defensa del Barça volvió a estrellarse contra una idea suicida. Los cuatro de atrás se adelantaron al centro del campo y Carvajal tuvo tres segundos para ver el horizonte. El lateral español encontró a Rodrygo a la espalda de Balde y Christensen, de nuevo, un toque rompía todo el árbol culé. Así de fácil.
A la carrera, Rodrygo condujo hasta el área y cedió en horizontal a Vinicius, que también le había ganado unos metros a Araujo. Superado Peña por el pase, el ‘7’ del Madrid empujó a la red su doblete. Era sólo el minuto 10 y el clásico era blanco.
El tanto relajó al Madrid, en un tópico que se suele repetir en muchos de sus duelos contra el Barcelona. Cuando su afición observa la posibilidad de herir de gravedad a su eterno enemigo, los blancos tienen la costumbre de dejarse llevar por el momento y conformarse con la ventaja conseguida.
Una vida inesperada
El paso atrás de los de Ancelotti dio vida al Barça, que agarró la posesión y comenzó a construir. Ferran envió un balón al larguero, Lunin voló para evitar el gol de Lewandowski y el Madrid comenzó a perder demasiados duelos en el centro del campo. La tuvo de nuevo Ferran, que se encontró con los pies el ucraniano, mientras los blancos esperaban una contra que les diera el 3-0.
En el 32, con el Madrid hundido en su área, una posesión larga del Barça terminó con un centro de Balde y un rechace de Mendy a la frontal, donde Lewandowski enganchó una genial volea para el 2-1. Vida inesperada para los azulgrana.
El gol, en otro tópico, despertó al Madrid de su pequeño sueño. Volvió a tener el balón y a situarse en campo rival con peligro. En el 36, Tchouaméni, desde el pico del área, vio el desmarque de Vinicius delante de Araujo. Al intentar rematar, el uruguayo le agarró lo suficiente para que Munuera pitara penalti. Protestaron el defensa y Xavi, pero el VAR no corrigió la decisión. Vinicius lanzó la pena máxima y completó su hattrick, con el número 7 a la espalda, en la casa de Cristiano Ronaldo. Su mejor partido en mucho tiempo. Evitando los uno contra uno con Araujo y castigando al espacio, su mayor virtud.
Buscando contraataques
Tras el descanso, el Madrid se sintió todavía más cómodo agazapado atrás y buscando contraataques. Un sueño para la plantilla de Ancelotti, cuyo centro del campo le fue ganando la posesión al Barça con el paso de los minutos. Xavi intentó recuperar oxígeno con Fermín, Joao Félix y Yamal, pero no lo consiguió.
En otra jugada vertical tras robar un balón, Carvajal buscó a Valverde a la espalda de Balde. El uruguayo envió largo a Vinicius, que encaró a Araujo y vio a Bellingham en el área. El pase lo rechazó mal Koundé y Rodrygo, a placer, anotó el cuarto del Madrid.
La roja a Araujo llegó por pura desesperación culé. El uruguayo vio la segunda amarilla tras una entrada sobre Vinicius y el Barça dijo adiós, si no lo había hecho ya, al título.