Una selección prodigiosa acabó con la soga al cuello y pidiendo la hora, cuando había hecho un milagroso 5-1, nada menos que a Francia, que quizá tiene mejores jugadores. Pero Deschamps es un un pecado mortal francés.
Todo había sido lujo y maravilla excepcional en la selección española. Con un iluminado llamado Lamine Yamal. Un fenómeno que juega a otro fútbol y que no es de nuestro tiempo. Juega el futuro del fútbol.
Pero la descomunal exhibición acabó en ridículo, con una España que se marcaba en propia puerta, mientras el equipo galo era una apisonadora. Y la pena es que lo que hubiera sido un tanteo escandaloso acabó en una final vergonzoso, con una victoria pírrica, incluso dudosa por la enorme cantidad de goles fustrados por el desacierto francés o las paradas imposibles de Unai Simón.
El gran mérito de esta selección había sido la apabullante lección táctica, posicional, inconcebible porque jamás dejó ni un sólo contragolpe a los galos, justo con los diablos como Dembelé y Mbappé, reyes y rayos vertiginosos, que jamás pudieron ejercer lo mejor que saben hacer.
La horrorosa Francia posicional de Deschamps siempre tuvo que atacar en estático, sin metros para sus fenómenos, sin lineas de tiro siquiera.
Pero llegaron los torpes cambios del seleccionador español, que con las salidas de Pedri y Nico Williams descompuso tácticamente en ataque y en sentido posicional a un equipo donde ni Zubimendi ni los defensas podían creer en sus propias fuerzas.
En cualquier caso, otra muesca más de una selección absolutamente invencible, a pesar de todo sus errores de libro. Ya está en otra final europea. Con esfuerzo, desastre final, pero con el tanteo a favor.
Por mucho que cuenten de Luis de la Fuente siempre salen sus horrores. No es de recibo para ningún técnico que con un 5-1 expusiera a su selección en la disyuntiva del fracaso.
Muchas veces De la Fuentes es de aplaudir y otras incomprensiblemente caprichoso, con todos los centrales, incluido Asencio, al que le tiene manía, prefiera a un tal Vivian con el escarnio de su gol en propia meta, que incluso descompuso moralmente a su equipo.
Es de esperar que Portugal sea un hueso, con ese equipo revolucionario que ha creado el sensacional Roberto Martínez. Atención, que con el agrio gusto que deja España ya no se ve tan favorita como parecía cuando goleaba a Francia. Ya veremos.
"Estoy agotado. Necesito un vino o una cerveza. Y este domingo el puro, seguro", bromeaba Carlo Ancelotti en los pasillos del Estadio de Wembley, una vez superada la celebración sobre el césped, la entrega de la copa, los compromisos con los medios oficiales, la rueda de prensa y la zona mixta. El técnico italiano, a sus 64 años, vivió otro partido después de la final de la Champions League. El Real Madrid, su Real Madrid, levantó la Decimoquinta con cierto sufrimiento pero mucha felicidad, dos palabras que el italiano ha repetido sin cesar durante esta temporada, y cuando el colegiado anunció el final se inició un nuevo partido en el estadio que tuvo de todo: fiesta, muchas fotos, muchas palabras, risas, cánticos e incluso alguna pelea. Veamos.
Las lágrimas de Courtois tras el pitido final fueron el comienzo de la fiesta. Bellingham saltó del banquillo sin control, dando saltos de alegría, y se sumó al corrillo que se había creado alrededor de Carvajal, Rüdiger y Nacho. Mientras, en el banquillo, tranquilo, Toni Kroos iba abrazando a todos los presentes y buscaba con la mirada a su compatriota Hummels, amigo de la selección. Para él fue su saludo más sincero y su primera pausa. Un señor hasta el final.
Kroos, a hombros.ADAM VAUGHANEFE
A unos metros comenzaban los bailes. Vinicius se acercó a celebrarlo con el fondo madridista mientras Tchouaméni y Camavinga bailaban y el resto cantaba ese "Cómo no te voy a querer" y los operarios de la UEFA preparaban el escenario para la entrega del trofeo, momento reservado para Zidane, que entregó la copa a Nacho. El francés y Gareth Bale fueron los ex que acompañaron al equipo. Todo quedó en familia.
Carvajal y Vinicius.ADAM VAUGHANEFE
Manteo, bailes, el capote...
Después de que el capitán elevara la orejona al cielo de Londres, la situación se descontroló. Los jugadores celebraron el triunfo en la zona del césped más cercana al fondo de la afición madridista y en el córner donde se congregaban la mayoría de los familiares de los futbolistas. Y desde un primer momento esa situación fue un problema, porque la seguridad del estadio no quería dejar pasar a los familiares al césped y los jugadores sólo querían celebrar con ellos.
Trabajadores del Madrid intentaron reconducir la situación mientras la fiesta seguía. Manteo a Ancelotti, baile con el italiano, Nacho con el capote torero, Kroos a hombros de Militao rodeado de sus compañeros en una imagen icónica... Y todos levantando la copa, incluido Jeremy de León, jugador del Castilla que ha viajado con el equipo en Champions para cuadrar el número de jugadores en los entrenamientos y al que en el vestuario llaman, con cariño, el "amuleto".
Rüdiger en la grada.Kiko HuescaEFE
A su lado, Rüdiger casi acaba con Modric. "¡Mi rodilla!", le tuvo que gritar el croata, en broma, al alemán cuando éste le cogió a hombros. "¡Seis, seis, seis, seis!", repetía como un loco el central, en referencia a las Champions ganadas por Luka.
Pelea entre la seguridad
En la grada, los miembros del club consiguieron convencer a la seguridad para que los familiares saltaran al campo, pero hubo algunos malentendidos y la situación se tornó en pelea. Trabajadores del departamento de seguridad del Madrid y de seguridad del estadio de Wembley (no de la UEFA) se enzarzaron en una discusión que llegó a las manos, con agarrones y empujones entre ellos. Todo porque no dejaron pasar a algunos familiares, lo que provocó el enfado de los futbolistas y del club. Los trabajadores del estadio argumentaban que esas personas no tenían la acreditación correspondiente y los propios futbolistas tuvieron que subir a los asientos a buscarlos. La situación continuó en el interior con varios operarios de seguridad de Wembley empujando contra las paredes del estadio a los de seguridad del Madrid. Un caos.
Bellingham y su familia.JUSTIN TALLISAFP
La madre de Bellingham, fan de Mourinho
En el césped, el hermano de Vinicius corría a abrazar a Bellingham, que le recibía como un familiar más. El inglés hizo de gancho entre su madre y Jose Mourinho, al que le pidió una foto con ella. "Mi madre es una gran fan de Jose desde hace años y le tuve que pedir que se sacara una foto con ella", explicaba el jugador, que le regaló la medalla de la Champions y la camiseta del partido a su madre. "Si la próxima temporada te enfrentas al Fenerbahce, relájate", le dijo el técnico portugués, que acaba de fichar por el conjunto turco.
Vinicius se acercó a la grada a saludar a su 'jefe', el rapero Jay-Z, propietario de la agencia de representación Roc Nation, que el pasado verano adquirió la empresa que lleva los negocios del brasileño. Fue uno de los VIP que se acercó a los jugadores, junto a otros como Lando Norris, piloto de Fórmula 1, que bajó al césped a sacarse fotos con varios futbolistas. En la portería, Camavinga, incansable, jugaba al fútbol con su hermano pequeño y con los hijos de otros compañeros. Tenía gas para más.
Vinicius.GLYN KIRKAFP
La fiesta se trasladó a la zona mixta y al autobús, donde Vinicius apareció ya con gafas de sol. No se las quitó en toda la noche mientras tarareaba canciones del Madrid. "Llega un momento que los jugadores del Madrid dicen 'ahora', y van y ganan", resumía Florentino Pérez en los pasillos. "Sin armar ruido, creo que hemos hecho una buena temporada", bromeaba el presidente.
Al lado del máximo responsable del club estaba Vinicius, que le pedía "que me renueve otra vez, quiero estar aquí para siempre". Toni Kroos, admitía que es "el final perfecto" para su carrera, Bellingham reconocía que "no es una temporada perfecta, nos faltó la Copa", y Modric recordaba que está "cansado de que hablen de la edad, yo me siento bien". Todo mientras desde el bus se escuchaban los golpes de las manos contra las ventanas. Ya había empezado la música que no se apagará hasta que termine la fiesta en Cibeles, este domingo por la noche.