Han pasado casi tres meses desde que Julián Álvarez anotara su lanzamiento en una tanda de penaltis que decidía el equipo que pasaría a cuartos de la Champions League entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Casi 90 días de polémicas, impugnaciones y pruebas periciales acerca de si el argentino anotó, como dijo el árbito Szymon Marciniak, después de golpear el balón dos veces.
Las normas aplicables a ese caso obligaron al colegiado a anular el lanzamiento, pero la IFAB (International Football Asociation Board), el organismo que determina las leyes del fútbol, ha decidido cambiarlas a partir del 1 de julio de este año en todas las competiciones internacionales. No obstante, deja abierta la posibilidad de que se aplique a competiciones que empiecen "antes de esa fecha" refiriéndose claramente al Mundial de Clubes que comienza el próximo 14 de junio.
Así, la Circular 31 del organismo internacional viene a modificar los artículos 10 y 14 de las leyes del fútbol, que se aplican a una acción que suscitó mucha polémica en aquel derbi europeo. En este texto, la IFAB explica que, siempre que el doble toque se produzca de manera involuntaria, se repetirá si el balón entra en la portería o, si se fallara, si es en juego habrá un libre indirecto para el rival y si es en una tanda se mantendrá como errado.
En el caso de que este doble golpeo se produzca de manera voluntaria, la norma no cambia y se procederá con el señalamiento de un libre indirecto para el rival, cuando la pena máxima se produzca en juego, y se registrará como fallado cuando el lanzamiento ocurra en una tanda de penaltis.
En el texto hablan de una "situación poco habitual" y que los árbitros aplicaban la regla 14 "comprensiblemente por sancionar al lanzador por haber jugado el balón por segunda vez antes de que lo tocara otro jugador", escribía la organización en su circular.
El Atlético de Madrid mantiene la versión que dio en su momento respecto a esta modificación y sigue considerando que la anulación del penalti de Julián se trató de un "error arbitral" porque el árbitro del VAR no supo interpretar la norma.
Hubo cinco meses en los que Seydouba Cissé (Dabola, 2001) lloraba casi cada día. Cincos meses en los que llamaba a diario a Jorge Broto, director de fútbol base del Leganés CF, para pedirle que le llevara de vuelta al club pepinero, donde había maravillado en un torneo de juveniles. Había tenido que volver a Guinea Conakry a solicitar el visado para poder entrar en España, pero un golpe de Estado en 2021 paralizó todo y también la carrera del incipiente futbolista, apenas mayor de edad. "No sabía qué hacer, la gente ya me decía que me olvidara de Europa. Hubo clubes de allí que me ofrecieron un contrato, pero yo no escuchaba a nadie, sólo quería volver", cuenta a EL MUNDO.
Entonces, pese a los disparos y la rebelión militar, que se prolongó un mes por la capital guineana, Cissé fue durante una semana a diario a las puertas de la embajada española para intentar reclamar el visado para entrar en el país y cumplir su sueño. Pero nadie abría las puertas al chico de 19 años hasta que, el padre de Ilaix Moriba, que ejerció como su representante, consiguió que le escucharan y que estimaran la petición del Leganés, que le quería para el filial.
Desde entonces vive un sueño y lo demuestra a diario. Seydouba Cissé siempre sonríe. "Cuando llegué a Leganés pude decir que había cumplido mi sueño, que era firmar mi primer contrato profesional. Encima luego trajeron a mi madre para verme jugar, conseguimos ascender a Primera... es increíble. Es como si siguiera soñando y voy a seguir haciéndolo por este club y esta afición que me lo ha dado todo", reflexiona.
"Mi padre me escondía las botas"
Cissé dice que el Leganés es para él "como una familia". La de sangre, sus padres y sus cuatro hermanos, "la mayor es chica", puntualiza, están en una población a 400 kilómetros de la capital, Conakry, a la que tardan siete horas en coche cuando van para verle en sus visitas a su país. "Cuando era pequeño se tardaban 12", ríe el guineano. Allí, en los caminos de tierra de Dabola, que no pisa desde 2018, comenzó todo.
Cuenta que tenía siete años cuando comenzó a fascinarle el fútbol, pero que en su casa eran una familia humilde y no tenían dinero para sufragar su sueño. "En Guinea, para llegar a algo tienes que tener a alguien que pueda invertir en ti", explica. Su padre, profesor de filosofía, le insistía desde pequeño en la importancia de estudiar pese a que sus vecinos le decían que su hijo podría llegar a ser futbolista. Así, cuando no se esforzaba lo suficiente en el colegio, "mi padre me escondía las botas y los balones" que su madre le traía cuando volvía de viaje.
Después, sus progenitores le mandaron a un colegio de Conakry a seguir con la secundaria. Cissé aprovechó la estancia para seguir acercándose a su sueño desde la escuela deportiva del Atouga FC hasta que recibió la llamada de la selección sub'17. "Me llamó mi madre para decirme que mi padre venía de visita sorpresa a ver cómo me iban los estudios. Así que a él no le cogí el teléfono cuando llegó porque estaba a punto de jugar con la selección. Se lo dijeron y vino con un amigo a verme al estadio nacional. Cuando terminó el partido y vio cómo me animaba la gente, cambió de parecer y comenzó a motivarme", revela el jugador.
Cissé sonríe en la ciudad deportiva del Leganés.Ángel Navarrete
Poco después comenzó la odisea europea, que culminó con sus lamentos frente a la embajada española. Hizo pruebas en el Anderlecht y en un club danés, pero ninguna fructificó. "Me tuvieron en un hotel en Dinamarca una semana pendiente de la firma de un contrato que nunca se produjo y yo le dije al padre de Ilaix que me iba, que, o firmaba, o no seguía soportando ese frío", explica mientras estalla en una carcajada.
Así, tras pasar brevemente por París y Barcelona, aterrizó en Madrid para probar suerte en el club pepinero, que lo acogió desde el primer momento pese a esos problemas burocráticos contados al inicio. Cissé tiene agradecimientos para los entrenadores por los que ha pasado: "Todos me han ayudado mucho". Carlos Martínez, Imanol Idiákez, Mehdi Nafti y claro, Asier Garitano.
"Cada partido, como una final"
"Era el partido contra el Sporting, contra el que perdíamos por dos goles. No lo teníamos controlado y me dice Bustinza: 'Cissé, calienta'. No me lo creía y a los cinco minutos salgo y me pide Garitano: 'Sal y disfruta'", explica sobre su debut. Y Cissé siguió disfrutando claro, en Segunda, y ahora en Primera con equipos que admiraba en la televisión cuando era niño. "Veía al Barça del tikitaka con Xavi, Iniesta, Ronaldinho... y luego estar yo ahí jugando contra ese equipo...», recuerda el mediocampista, pero añade: "Cuando estás con ellos en el campo ves que son personas como tú y al final somos 11 contra 11". Cissé es fan de Iniesta, pero su espejo es Naby Keita.
Asegura Cissé que ya ha cumplido su sueño, pero que si tiene que pedir otro sería jugar con el Leganés en Europa y ser capitán del conjunto pepinero. Es de bien nacidos ser agradecido y la felicidad del jugador guineano se la debe a este equipo madrileño con el que juega cada partido "como si fuera una final" y por el que no pierde la sonrisa. "Dios me da paz, confianza y pensamiento positivo". En la vida, él ya ganó la Champions.
LaLiga EA Sports 2023 - 2024
Atlético de Madrid- Cádiz (3-2)
LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Domingo,
1
octubre
2023
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