El gran problema del Real Madrid es que Florentino Pérez —o la propia Casa Blanca— han permitido que un espectáculo bochornoso como el de Vinicius haya devorado a Xabi Alonso. Y, de paso, también a la estructura táctica inicial del entrenador.
Un Rayo Vallecano, casi muerto de cansancio pero con garra, frenético y eléctrico, fue capaz de descomponer a un Real Madrid que ya ni siquiera puede contar con Mbappé, también deprimido por el affaire Vinicius.
El culpable, en parte, es el propio Xabi Alonso por su falta de valentía y de personalidad. Su primera debilidad fue negarse a dirigir al Madrid en el Mundialito porque no conocía aún a su nuevo equipo. El club le respondió: "Estás con el equipo en junio o no vas a firmar".
La segunda debilidad llegó cuando pidió encarecidamente un centrocampista —Zubimendi—, que además quería jugar en el Madrid, pero el club no aceptó su criterio.
Y la puntilla, la gota que colmó el vaso, fue cuando Florentino, "su defensor del balón playa", ni siquiera quiso apoyar a Alonso cuando el brasileño se negó a pedirle perdón a su entrenador. Eso fue mefistofélico. Y me temo que, en la Casa Blanca, Xabi Alonso ya es un condenado al fracaso.
El momento de Mbappé
Francamente, me dio vergüenza la primera parte que jugó el equipo de Xabi Alonso: un Real Madrid deprimido, sin garra, sin personalidad. Con una falta de liderazgo extremadamente nociva.
Es lo de siempre. Tratan de desplazar el balón, pero tardan al menos tres segundos: la velocidad del juego recuerda a la de la época de Ancelotti. Nadie se atreve a tomar las riendas de un equipo que se dice líder, pero que ni siquiera tiene velocidad en los metros finales, los decisivos. ¿Por qué quien manda en ataque es Vinicius?
Empiezo a pensar que Mbappé ya está harto de Vinicius. Lo del brasileño es un escándalo de mediocridad, de ridiculez. Lo hace todo mal y sólo piensa en sí mismo, porque sus células grises —tan disminuidas— todavía le hacen creer que él es el Real Madrid, la estrella rutilante, cuando en realidad ya no es más que un espejismo. Nunca resuelve nada.
Del poder que ha acumulado Vinicius se ha empezado a dar cuenta Mbappé, lo que se convierte en un enorme problema para el entrenador, que está muy lejos de controlar la situación.
A Alonso le han carcomido toda su personalidad. Antes dominaba el balón y sabía recuperar situaciones de gol, pero todo eso se ha ido al infierno: en el Metropolitano, en Liverpool y ahora en Vallecas. Ya no es el mismo desde que Vinicius protestó, dejó en ridículo a su entrenador y comprobó que la directiva —sobre todo Florentino— lo mantenía como intocable.
Desde entonces, el francés se inhibe: "Que lo haga todo Vini". Y eso es lo peor que puede pasar entre una persona inteligente y un jugador con problemas en la cabeza: todo se vuelve irracional.
Ahora Alonso sabe que Vinicius es intocable. No puede sustituirlo por ningún otro jugador y está en manos de sus caprichos. Ya ni se atreve a quitarle un solo minuto. Conviene recordar que los cuatro últimos partidos de Mbappé han sido terriblemente mediocres.