Todavía es de noche, aún no son las seis de la mañana. Un renqueante Tiger Woods baja sigiloso los cincuenta escalones que separan la casa-club del campo de golf de Riviera Country Club. Quedan solo 48 horas para el comienzo del Genesis Invitational torneo del PGA Tour. Se protege el cuello, se pone una gorra y encima un gorro de lana, las mañanas de febrero son frías en Los Ángeles, es lo peor para el remendado cuerpo del ganador de 15 majors, para los dolores crónicos que siempre le acompañan.
Son los mismo cincuenta peldaños que tantas veces bajaron Humphrey Bogart o Katharine Hepburn, los que tanta gloria le dieron a Ben Hogan los mismos que recorrió un adolescente al que apodaban Tiger el 27 de febrero de 1992, tenía 16 años entonces y fue su primer torneo en le PGA Tour. Woods estaba todavía en el instituto, pesaba 20 kilos menos que el tigre actual y su primer amor, una rubia animadora de su clase llamada Dina, le acompañaba fuera de cuerdas. Caminaba discreta junto a los cincuenta periodistas acreditados que seguían en directo al que llamaban nuevo prodigio del golf. No pasó el corte. Y es que Riviera Country Club, conocido como el campo de las estrellas de Hollywood, no ha sido el mejor talismán para Woods. Ninguna de sus 82 victorias del PGA Tour llegó aquí, lo mejor fue un subcampeonato en 1999, y eso que ha jugado en 13 torneos en este campo.
Pero Tiger está de vuelta, a sus 47 años y posiblemente en uno de sus últimos estertores golfísticos, Woods competirá en un torneo regular del PGA Tour, el primero tras el Zozo Championship de 2020, 844 días después. “El plan era jugar este torneo. El tema era si tengo resistencia en mi pierna. He estado entrenando y recuperándome a diario, así que estoy emocionado por poder salir a competir”, afirmó Woods este martes en rueda de prensa, que concluyó con su contundencia habitual: “he mejorado mucho en los últimos dos meses. No estaría aquí si no pensara que puedo vencer a estos chicos y ganar el torneo, juego al golf para ganar y no como un pasatiempo”. No lo tendrá fácil el californiano (que jugará justo a Justin Thomas y Rory McIlroy a partir de las 21.04 horas peninsulares el jueves). Scotty Scheffler, el número uno del mundo y ganador la semana pasada, Rory McIlroy y Jon Rahm serán sus principales rivales. En las 16 rondas que ha disputado en este campo, Rahm promedia la mejor media de golpes con 69,38. Rahm se enfrenta en este segundo torneo regular ‘elevado’ con 20 millones de dólares en premios, buscando su tercer triunfo del año y afianzar su liderato en la Fedex Cup, y la posibilidad de optar de nuevo al número uno del mundo.
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LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Domingo,
26
noviembre
2023
-
00:05Continúan los récords para jugadores y equipo rojiblanco:...
Una anemia hemolítica autoinmunitaria es una enfermedad rara, tan rara que en la mitad de los casos no se llega a determinar la causa. Por un virus, la reacción a un fármaco o un coágulo, el cuerpo destruye sus propios glóbulos rojos, la sangre deja de transportar oxígeno y ¡plof! Ainhoa López, precisamente Ainhoa López, se desmayó el 24 de mayo del año pasado justo al llegar a casa de sus padres en Barcelona. Después de pasar por un linfoma de Hodgkin en 2022, la temporada pasada había vuelto a brillar como escolta del Spar Girona, en lucha por la Liga Femenina y la Eurocup hasta las semifinales, pero en cuanto acabaron los partidos se le agotaron las fuerzas. A sus 27 años tenía que iniciar otro largo camino, esta vez con un paso por la UCI y un cumpleaños en el hospital incluido, para volver a las pistas.
La semana pasada lo consiguió con cinco puntos ante el Osés Construcción que le supieron a vida. «Fue muy emotivo, sentí mucho cariño, y las sensaciones fueron buenas. Me encontré con más confianza de la que pensaba», reconoce López a EL MUNDO en el pabellón de Fontajau de Girona, donde todos los que pasan la felicitan y animan. Con dos graves dolencias ya derrotadas, a ver quien la para ahora.
¿Hasta el desmayo no notaba síntomas?
No notaba gran cosa. Al acabar la temporada me quedé entrenando una semana más en Girona y me notaba cansada, tenía dolores de cabeza, pero hasta que no llegué a casa de mis padres no me desmayé. Supongo que fue supervivencia, algo instintivo. Me iban bajando los glóbulos rojos y yo no lo sabía, casi ni me daba cuenta. Un hombre debe estar sobre los 15 de hemoglobina; una mujer, alrededor de los 12; y cuando llegué al hospital yo estaba a 3,5. Había riesgo de todo, me podía haber desplomado en cualquier momento.
¿Cuál fue el tratamiento?
Estuve ingresada en la UCI del Hospital del Mar y me hicieron 12 transfusiones de sangre hasta que los médicos dieron con el click de cómo frenar la anemia. Me hicieron muchas pruebas, muchísimas pruebas. Fue sobrevivir cada día, luchar hasta encontrar la medicación adecuada. Ahora, cada vez que me preguntan, intento animar a la gente a que donen sangre porque a mi me salvó la vida.
¿Ahora le limita de alguna manera? ¿debe seguir medicándose?
Estuve todo junio ingresada y al salir sí debía seguir una pauta de medicación, pero ahora ya no me medico. Sólo tengo que seguir controles mes a mes y, de momento, todo en orden. Me ha costado mucho ponerme en forma esta temporada porque quise volver muy rápido, me hice una fractura de estrés en el pie izquierdo y fue un tormento. Tenía unas ganas locas de volver a pista, pero tenía que quedarme en el gimnasio. Veía a mis compañeras jugar y yo ahí, haciendo ejercicios de fuerza. Fue duro porque, además, es una de esas lesiones en las que das dos pasos adelante y uno hacia atrás. Por suerte ahora ya me encuentro totalmente recuperada y sin secuelas.
¿La anemia hemolítica tenía relación con el linfoma de Hodgkin que sufrió hace tres años?
Cuando me llevaron al hospital fue lo primero que pregunté. Era mi principal preocupación. Pero después de todas las pruebas se descartó. La anemia fue el resultado de un proceso vírico, le puede pasar a cualquiera. Supongo que si me hubiera ocurrido de aquí a 10 o 15 años ni lo hubiera pensado, pero era inevitable relacionarlo con tan poco margen de tiempo. Lógicamente me venía a la cabeza la pregunta: «¿Cómo puede ser que me vuelva a tocar algo tan grave tan pronto?».
El diagnóstico del 18 de enero de 2022
Hija de Manuel López, que jugó al baloncesto en el Santiago Apóstol de L’Hospitalet, y de Loli Rodríguez, una de las pioneras del Barcelona de fútbol, Ainhoa López tuvo que escoger entre papá y mamá y lo tuvo claro. A los seis años ya formaba parte de el Club Bàsquet Grup Barna y después saltaría al Sant Adrià para destacar en categorías inferiores -fue subcampeona del mundo sub’16 con España- hasta debutar en Liga Femenina con el Spar Girona con apenas 19 años. Varias universidades de la NCAA le ofrecieron becas, pero decidió hacer carrera en España. Después de pasar por modestos como el Zamarat de Zamora y el Ensino Lugo, era titular en el Barcelona de Liga Femenina 2 cuando llegó un diagnóstico que no olvida.
«Fue el 18 de enero de 2022, siempre lo recordaré. Me empecé a notar unos bultitos en el cuello y fui al médico porque me insistía mi madre. Estuve unas semanas esperando a saber qué era y realmente yo seguía entrenando y jugando como siempre. Hasta que no tuve que parar a tratarme no me di cuenta de lo grave que era», rememora. Durante varios meses estuvo sometiéndose a sesiones de quimioterapia y radioterapia mientras seguía a sus compañeras que luchaban por ascender. Al final las dos alegrías llegaron juntas. El conjunto azulgrana subió a Liga Femenina y poco después, el 8 de julio, «remisión completa», el cáncer de López ya no existía. Su recuperación fue tan extraordinaria que poco después volvió a llamar el Spar Girona, uno de los cuatro mejores equipos españoles, junto a Valencia Basket, Perfumerías Avenida y Casademont Zaragoza
La autocompasión es normal en su caso. Es lógico pensar: '¿Por qué siempre me pasa a mí?'.
Obviamente cuando estaba en la UCI por la anemia no entendía por qué me había vuelto a tocar. Pero ya está, son cosas que pasan. Ahora digo que soy como un gato, que tengo siete vidas y sólo he gastado dos. Me quedan cinco. Tendréis que aguantarme mucho más tiempo. Sigo vivo y muy agradecida por haberme recuperado. Especialmente a la sanidad pública porque realmente la he utilizado.
¿Nunca se ha planteado dejarlo?
Ser deportista profesional implica un entrenamiento exigente y mi madre sí me lo sugirió, pero le respondí que ni de coña. No se me pasa por la cabeza. El baloncesto es mi pasión y lucharé lo que haga falta para seguir jugando. Si yo viera que me estoy haciendo daño, me retiraría, pero según los doctores no tiene nada que ver. Lo que me da rabia es que algo se tuerce siempre cuando estoy jugando mejor. La temporada pasada acabé muy bien, con mucha confianza, me notaba con chispa y tuve que volver a parar durante muchos meses. Pero resisto.
David RamirezAraba
¿Se nota diferente como jugadora después de todo lo vivido?
Diría que no. Tengo mi juego, mi carácter y sólo necesito más entrenamientos, más partidos, más ritmo competitivo. Me caracterizo por ser una jugadora explosiva, una luchadora, y esa personalidad sigue ahí.
Como le pasó recientemente a Tomás Bellas, ex base de Gran Canaria o Fuenlabrada que superó un linfoma de Hodgkin, todo el baloncesto se vuelca para apoyar.
Es normal. Cuando compartes una experiencia así, la gente empatiza contigo y realmente te intenta ayudar. Yo ahora en todos los campos siento mucho cariño, eso de que el baloncesto es una gran familia. Quiero devolver ese amor en la pista y ayudar estas entrevistas para dar visibilidad. Como deportistas podemos hablar de temas que muchas familias viven en silencio.