El silencio administrativo sigue primando en el golf. De vez en cuando algún rumor interesado que afirma que el acuerdo es inminente, pero nada sustancial que unifique de una vez el golf. Mientras tanto, la guerra fría sigue latente en los campos. La cuestión se escenifica cuatro veces al año, la penúltima en el reciente en el US Open, donde el Bryson DeChambeau, uno de los pilares del LIV Golf, celebró la victoria como si fuera la primera de su carrera.
Sergio García fue el primero en felicitar in situ a Bryson Dechambeau en Pinehurst y de los pocos o únicos que lo hizo en televisión. “Siempre que un miembro del LIV lo haga bien en un grande es bueno para todos nosotros, nos refrenda”, aseguró el español, capitán de los Fireballs. Abraham Ancer, otro de los pilares de su equipo, apostilla: “Nosotros sabemos el nivel que hay, pero está bien que el mundo también se dé cuenta”.
Si hay un motivo por el que en el LIV están deseando el fin del conflicto es volver a sentirse valorados. Jon Rahm ya reconoció en el Masters la incómoda situación con sus ex compañeros del PGA Tour y Sergio tampoco ha ocultado ese malestar.
García y sus tres compañeros de los Fireballs atendieron a un reducido grupo de medios españoles en la antesala de la que sería la única parada del LIV Golf en España, el torneo de Andalucía que se jugará del 12 al 14 de julio en el mítico Real Club de Golf Valderrama, la joya del golf continental, tan temida como deseada. Desde la Ryder Cup 1997 o los campeonatos del Mundo de 1999, no ha vuelto a juntarse en España un grupo de golfistas tan importante, con Jon Rahm y los Fireballs ejerciendo de anfitriones.
Si hay algo que transmite Sergio ahora mismo, es ilusión. Y no solo ante la cita que se disputará en su campo favorito. El jugador de Castellón ha recuperado la motivación por competir, algo que quedó patente con su 12º puesto en el US Open. En otro momento de su carrera, tras varios fallos en su ronda, habría bajado los brazos. Sin embargo, García no lo hizo en ningún momento en Pinehurst.
Nueva motivación
“He sido muy afortunado de jugar muchos grandes, desde 1999 hasta 2023 solo fallé un Major. Y esto tiene cosas buenas y malas, la buena es obviamente jugar y la mala es que no le das la importancia que requiere. Y este último año, al jugar las clasificaciones, te das cuenta de lo difícil que es disputar un Major, la cantidad de jugadores que lo intentan y de lo difícil que es clasificarse. En el US Open estaba más emocionado de lo que lo he estado en muchos otros grandes en los últimos años y eso me ayudó a llevar la semana de forma diferente. Todo esto es gracias a haber firmado por el LIV. Nunca le había dado el valor que tiene y esto, mentalmente, me ha ayudado… “, se sincera el español.
García tuvo alguna remota opción de clasificarse para los JJOO en el US Open, si hubiera terminado entre los tres primeros. “Ni me lo planteé, ni lo sabía, solo quería jugar el US Open”. En el caso de que hubiera logrado la gesta, tampoco hubiera podido disputar la cita olímpica, al no tener la documentación que requiere el COI al día.
Quien sí lo llevó todo a rajatabla confiando en sus posibilidades fue David Puig, el nuevo integrante de los Fireballs. Jugó un gran torneo en Valderrama el año pasado compitiendo en las filas de los Torque y parece liberado una vez que ha conseguido asegurar su plaza olímpica. “Muy orgulloso de formar parte del equipo olímpico español, uno de mis sueños que ha llegado antes de lo que podía esperar. Cuando di el salto al LIV sabía que iba ser difícil. Este año mis participaciones en el LIV han sido bastante malas (quitando Houston), pero fuera he jugado muy bien y he aprovechado todas las oportunidades que he tenido”, explica el catalán tras confesar que ha dado un par de vueltas al mundo para lograr la clasificación para París. Eso llegará en verano, antes, Valderrama le espera. “El campo es un desafío, ves la tarjeta antes de salir y es un campo corto, pero cuando empiezas a jugar, te encuentras otra cosa. El juego corto es algo muy importante en Valderrama, además de pegarle recto”.
El equipo Fireballs de Sergio García es el más español de la gira saudita. Está compuesto por un catalán, un madrileño, un castellonense y el ‘adoptado’, mexicano Abraham Ancer. El buen rollo entre el equipo es una constante e incluso Abraham se ha españolizado y no duda en demostrarlo pronunciando algunos de los tacos más nuestros forzando la erre. Con respecto a Valderrama, fue amor a primera vista para el mexicano. “Fue muy primera vez jugando Valderrama, todo el mundo me decía que me iba a encantar y así fue”, comenta Ancer recordando aquella primera experiencia hace un año. “Es un campo que rápidamente se convirtió en uno de mis favoritos del mundo”, añade rotundo.
Sergio, como buen capitán, lleva la voz cantante en un encuentro. “Estamos todos con muchas ganas de volver a Valderrama. El año pasado fue un éxito. A todos los jugadores les encantó el evento, la comida, la zona y por supuesto Valderrama y es muy especial para nosotros estar allí”. El historial de García en su campo fetiche es deslumbrante y a esas sensaciones se une un buen momento de forma. “Me encuentro bastante cómodo con mi juego, hace un par de semanas jugué el mejor grande de los últimos siete años. Es una combinación del trabajo mental que vengo haciendo desde los últimos tres años, y que estoy muy cómodo con el nuevo driver. Además, estoy tirando mucho mejores putts. Todo esto suma para darte confianza”, concluye el español, que aprovechará la cita del LIV para pasar unos días de vacaciones en España con su familia.
Eugenio López Chacarra, el madrileño de los Fireballs, está recuperando su nivel semana tras semana. Ya ha dejado atrás sus problemas de cadera y espera volver a pelear por los títulos, aunque para ello debe arreglar algún problemilla con su driver. El único español que hasta ahora ha ganado en el LIV Golf cree que los Fireballs tienen una ventaja con respecto al resto de equipos: “Tener a Sergio nos ayuda mucho, nos da muchos consejos, el año pasado nos sirvió de mucha ayuda”.
El capitán, por su parte, confiesa que que intenta que la relación del equipo sea siempre cercana: “Solemos compartir casa en los torneos, estamos siempre juntos, nos divertimos, reímos y lloramos juntos”, dice García.