Masters de Madrid
La bielorrusa ganó por 6-3, 3-6 y 6-3, logrando su segunda victoria en la capital y su quinto WTA 1000
Un temporal pasó por Madrid, que sufre las consecuencias del dilatado período de sequía. Incontenible, Aryna Sabalenka desató las anheladas precipitaciones, aunque éstas se circunscribiesen al estricto terreno tenístico. La bielorrusa venció a Iga Swiatek por 6-3, 3-6 y 6-3, en dos horas y 26 minutos de un fantástico partido de tenis, a la altura de lo que se podía esperar de las dos mejores jugadoras del mundo. Sabalenaka logró así su decimotercer título, tercero esta temporada y quinto WTA 1000 en su trayectoria.
No es una tarea sencilla vencer a Swiatek, y menos aún sobre tierra. Desde que ganó hace tres años en Roland Garros el primero de sus tres títulos del Grand Slam, la polaca sumaba 46 victorias en 49 partidos. Dos semanas después de derrotarla en la final del WTA 500 de Stuttgart, volvió a encontrarse con Sabalenka, a la que había superado en sus tres enfrentamientos en esta superficie.
Los aficionados respondieron por encima de lo acostumbrado, seducidos por la mejor final posible. Sabalenka, fuego en la raqueta, tomó ventaja al romper en el octavo juego, después de haber dejado pasar dos opciones en su anterior turno de resto. La campeona del Abierto de Australia, ganadora en el Mutua en 2021, conseguía desbordar a una rival que suele hacerse fuerte en cualquier rincón de la cancha.
Continuas alternativas
Swiatek domina el circuito desde que en la primavera del pasado año se subió al lugar más alto del escalafón y encadenó 37 victorias consecutivas. Tardó poco en reaccionar tras dar muestras de dudas infrecuentes ante el derroche de virulencia de Sabalenka, dispuesta a envidar en cada pelota. Tomó ventaja en el segundo parcial, pero la bielorrusa no perdió el rastro del partido, insistiendo en la esencia de su juego. Fue Swiatek, más certera a la hora de convertir las opciones de rotura, quien, no obstante, se llevó el set e igualó el partido.
La vencedora en Melbourne se escapó pronto en el tercer set, en una confrontación de permanente ida y vuelta. Regresó Swiatek, pero sin la suficiente estabilidad como para sobreponerse al azote inmisericorde de su oponente, quien hizo prevalecer su manera de entender el juego, ese continuo percutir que la condujo a una victoria cargada de contenido a tres semanas del comienzo de Roland Garros. Necesitó cuatro pelotas de partido ante la tenaz resistencia de Swiatek, pero hizo suyo el triunfo, demostrando que la conquista del primer Grand Slam a principios de curso le ha dado la convicción que necesitaba.