¿Cómo la Fórmula 1 resucitó en Estados Unidos? “Netflix cambió las cosas”

¿Cómo la Fórmula 1 resucitó en Estados Unidos? "Netflix cambió las cosas"

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Una década después de su desaparición en el país, tiene tres carreras en el calendario, compite en audiencias con la NASCAR y es un fenómeno ‘cool’. La última frontera es conseguir un campeón yankee: de momento sólo hay un piloto en la parrilla, Sargeant

Fans de la Fórmula 1 en Miami, este viernes.Rebecca BlackwellAP

«Es gracioso que la Fórmula 1 se haya popularizado ahora en Estados Unidos. De hecho, se ha convertido en algo cool, hay gente siguiendo las carreras que hasta ahora no sabía ni que existían. Si incluso mi mujer se ha enganchado. El otro día me dice: ‘Hey, lo que hiciste en el Mundial estuvo muy bien’. Y yo pensaba: ‘Por fin se dan cuenta’».

La anécdota del estadounidense Scott Speed, piloto de Toro Rosso en 2006 y 2007, ilustra a la perfección la evolución de la Fórmula 1 en su país en los últimos años. Aquella competición puramente europea que ni tan siquiera pisó suelo norteamericano entre 2008 y 2011 se ha convertido ahora en un fenómeno que compite en audiencias en ESPN con la NASCAR, que ha atraído a más de 100 empresas yankees como sponsors y que ha generado tres huecos en el calendario del Mundial: este domingo se corre en el circuito urbano de Miami (21.30 horas, DAZN), en octubre se viajará a Austin y en noviembre, al nuevo circuito urbano de Las Vegas. El desarrollo tiene un motivo evidente: a finales de 2016 Liberty Media, una empresa de medios de comunicación estadounidense, compró la Fórmula 1 por 4.400 millones de dólares. Pero hay más razones.

«El documental de Netflix, Drive to Survive, cambió las cosas. Con esa parte de drama, el público empezó a conocer a los pilotos y creció mucho la popularidad del deporte aquí», analiza Speed y no le falta razón. Hoy hay miles de documentales deportivos desperdigados por todas las plataformas, pero el Drive to Survive, estrenado en marzo de 2019, es decir, poco antes de la pandemia, fue un éxito único. En todo el mundo tuvo millones de espectadores, pero arrasó principalmente en Estados Unidos, el mercado más importante para Netflix, donde cuenta con 74 millones de suscripciones.

Fans de la Fórmula 1 en Miami, este viernes.Rebecca BlackwellAP

Según un estudio de la consultora Morning Consult publicado a principios de 2022, «casi la mitad de los estadounidenses que se identifican como fans de la Fórmula 1 admiten que han empezado a seguir el Mundial en los últimos cinco años» y «casi tres de cada cuatro fans de la Fórmula 1 en Estados Unidos menores de 45 años atribuyen su interés por la competición al documental Drive to Survive».

Por ello, y como ejemplo, Daniel Ricciardo, gran protagonista de la primera temporada del Drive to Survive de Netflix y, al mismo tiempo, un piloto en decadencia, sin volante este 2023, sigue siendo famoso en Estados Unidos, con presencia en la última Met Gala -donde Anne Hathawayle admitió que era fan de la Fórmula 1- y apariciones recientes en prime time en programas de televisión como The Daily Show y The Late Show with Stephen Colbert.

La muerte tras Indy 2005

Qué lejos queda el escándalo de Indianápolis en 2005. Por problemas de seguridad generados por los neumáticos Michelin, sólo seis pilotos disputaron aquella prueba -con victoria de Michael Schumacher- y, entre aficionados lanzando objetos a la pista, algo se rompió entre Estados Unidos y la Fórmula 1. «Veremos si echamos de menos Estados Unidos», llegó a declarar Bernie Ecclestone, entonces amo y señor de la Fórmula 1, a la gresca con los dueños del circuito de Indiana. Y poco después el Mundial abandonó el país. En 2012 se incluyó Austin en el calendario, pero la competición continuó siendo residual, un certamen que no tenía ni televisión que lo emitiera, una competición de de escaso interés allí.

La llegada de Liberty Media -con un acuerdo con la ESPN bajo el brazo- y el Drive to Survive lo cambiaron todo. Ahora cada carrera de Fórmula 1 supera el millón de espectadores y en las pruebas propias, aquellas celebradas en Austin o Miami, en un horario propicio y con celebrities entre el público, se han llegado a superar los dos millones, es decir, se han rozado números propios de de la NASCAR.

Fans en Miami observan a Alex Albon.Rebecca BlackwellAP

El siguiente paso, más allá de organizar una cuarta carrera -hay proyectos cerca de Nueva York, en Long Beach e incluso en Charlotte, un escenario emblemático para la NASCAR-, es conseguir que un piloto estadounidense pelee por las victorias o, como mínimo, que se acerque al podio. La creación del equipo Haas en 2014 ya fue un éxito, pero que haya un campeón no es sólo cuestión de dinero. Es cosa de cultura. «Hay talento de sobra, pero se necesita todo un contexto, encontrar el momento adecuado. Que la Fórmula 1 sea popular aquí ahora ayudará a que algunos jóvenes prueben la aventura», comenta Speed, que detalla el problema.

Para alcanzar la Fórmula 1, un piloto estadounidense necesita pasar por los certámenes de formación, que se celebran principalmente en Europa, y/o entrar en la cantera de una de las escuderías. Hoy es difícil que un chaval de California abandone su camino hacia la NASCAR o la Indycar para irse a vivir a Reino Unido, por ejemplo, y participar en la Fórmula 4 Británica o en la Fórmula Regional Europea. Lo hizo Logan Sargeant, actual piloto de Williams, único norteamericano en la parrilla, penúltimo aún sin puntos, pero hacen falta más compatriotas. Si aparece alguien capaz de suceder a Phil Hill (1961) y Mario Andretti (1978) como tercer campeón yankee de la historia el boom sería enorme. Desde la nada, la Fórmula 1 ha resucitado a Estados Unidos y ahora puede crecer hasta el infinito.

kpd