Sólo el VAR afloja la soga de Diego Alonso, el peor revulsivo en la historia del Sevilla

Sólo el VAR afloja la soga de Diego Alonso, el peor revulsivo en la historia del Sevilla

1-1 en el Sánchez-Pizjuán

Actualizado

Un gol anulado a Brereton en el último minuto del añadido frustra la victoria del Villarreal (1-1).

Diego Alonso, en la zona técnica, el domingo ante el Villarreal.EFE

Diego Alonso ya es el peor revulsivo en la historia del Sevilla y sólo una providencial aparición del VAR le sostuvo ayer en el cargo. La llamada de Prieto Iglesias a Díaz de Mera, que sólo ellos mismos pudieron justificar, truncó el gol de Ben Brereton, por falta previa del chileno sobre Kike Salas. Tras seis jornadas ligueras sin victoria, el futuro del técnico se antoja cada día más delicado en el Sánchez-Pizjuán. [Narración y estadísticas (1-1)]

Un minuto había durado la alegría, lo que tardó el Villarreal en sacar de centro y José Luis Morales en aprovechar una indecisión de Marko Dmitrovic. Un minuto pudo festejar la hinchada el gol de Kike Salas, de fabuloso testarazo, porque el Sevilla volvió a desmoronarse para su cuarto empate consecutivo como local en Liga. Y aún pudo agradecer Alonso la cortesía del Villarreal, precavido y funcional, sin la codicia que hubiese abierto, esta vez sí, la caja de Pandora en Nervión.

Tras una tarde convulsa, plagada de alternativas y errores, Alonso redondeó un registro que no necesita mayor comentario. La última victoria del Sevilla en Liga se remonta al 17 de septiembre (1-0 a Las Palmas), con el único respiro del 0-3 en Copa del Rey ante el Quintanar de la Orden, de sexta categoría. Un triunfo de Alonso en 10 partidos. Demoledor.

En la línea de la 99-00

Porque después de 90 minutos en los que no se cansó de animar a sus hombres desde la zona técnica, el ex seleccionador de la Celeste se asoma al abismo. El raquítico balance de su equipo, con 13 puntos, a sólo cinco del descanso, guarda ya demasiados paralelismos con el del curso pasado. Y lo que es peor, con aquella funesta temporada 1999-2000, la del descenso de la mano de Betis y Real Oviedo.

Lo mismo parecen dar las piezas, aunque Alonso repitió ayer la alineación que se había suicidado ante el PSV, con las excepciones de Juanlu y Nianzou en lugar de Jesús Navas y Sergio Ramos, sancionados. Se siente tanta electricidad, tanto drama, que el Sevilla parece cada minuto al borde de un ataque de nervios.

Y la tensión, que todo lo emponzoña, también llega desde fuera del verde. A la espera de la Junta General de Accionistas de hoy, las medidas de seguridad debieron multiplicarse ayer para evitar otro lamentable episodio como el vivido el miércoles, con pintadas contra José Castro y Carolina Alés, denunciadas por José María del Nido Carrasco por delitos de incitación al odio. El aumento de efectivos de seguridad privada y la colocación de las vallas, cada vez más retiradas de las puertas de acceso del equipo, también miden la temperatura del club.

Gritos y pancartas

A su llegada al estadio, Erik Lamela se revolvió contra un hincha que le había mentado a la madre. Cuando ya se encendieron las luces del estadio, el equipo fue recibido entre división de opiniones. Dos pancartas de Biris Norte contra la dirigencia reflejaban la crispación: “Sin dinero, sin transparencia, sin estabilidad”; “Campamento base en la mediocridad”. La inmensa mayoría de los 33.898 espectadores siguió alentando, al menos mientras rodaba el balón. Pero en el momento en que Díaz de Mera paró el juego, las proclamas no dejaron lugar a la duda: “Directiva, dimisón”.

Al filo del descanso pudieron marcar Youssef En-Nesyri y Lucas Ocampos, en una doble oportunidad salvada bajo el travesaño. Nada más volver de los vestuarios, Dmitrovic salvó una clara ocasión de Álex Baena y poco después, Dodi Lukebakio erró una ocasión clamorosa en boca de gol. Poco importaba el intercambio de golpes, porque aquello no podía terminar bien para el Sevilla. Al menos, el VAR aflojó la soga en el cuello de Alonso.

kpd