UEFA Nations League
Las mejores actuaciones de La Roja llegaron siempre contra las grandes selecciones, como su rival del martes. Sin embargo, el equipo encaja casi un gol por partido y marca menos de dos.
Los domingos de estas concentraciones son los días que Luis Enrique aprovecha para dar un poco de cuartelillo a los chicos. Después de “la mejor semana, en cuanto a intensidad en los entrenamientos, desde que soy seleccionador”, este domingo el asturiano les dejó el día libre después de entrenar y hasta la noche. La plantilla aprovechó para irse a comer y pasar la tarde tranquilamente, algunos acompañados de sus familiares, otros de sus amigos y otros disfrutando de una siesta larga. No existe demasiada preocupación en el equipo por la derrota contra Suiza, pues sostienen que, con la victoria de Portugal en la República Checa, empatar hubiese dejado las cosas igual. Es verdad que en el discurso olvidan decir que habiendo ganado, el empate valdría el martes en el Estadio de Braga.
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En todo caso, lo dijo el técnico nada más terminar el partido. “Ha sido el día en el que hemos sido más imprecisos desde que estoy aquí. Pero nada, iremos a Portugal a ganar, no nos queda otra”, y eso, la búsqueda de la victoria, la no especulación con el resultado, el hecho de tener una identidad invariable más allá de las circunstancias concretas de los partidos, tiene aspectos buenos (la personalidad, la idea asimilada por los que vienen, incluso aunque no jueguen en sus clubes, las soluciones automatizadas, etc…) también tiene aspectos no tan buenos. Los números de la etapa Luis Enrique dan algunas pistas.
El técnico asturiano ha dirigido a la selección en 39 partidos contando sus dos etapas, interrumpidas por el tiempo que pasó al cuidado de su hija. Ha ganado 20, un pelo más de la mitad, ha empatado 13 y ha perdido seis (la del sábado ya es la última como local, sustituyendo a la derrota contra Inglaterra en el Benito Villamarín hace cuatro años). “El fútbol se ha igualado mucho”, es una de las cantinelas que emanan en las ruedas de prensa, y esgrime siempre el técnico los problemas que tienen las otras grandes favoritas. Por ejemplo, Inglaterra ha descendido a la Liga B de la Liga de Naciones, y Alemania perdió el otro día contra Hungría. De hecho, en la Final Four que se disputará, previsiblemente en Amsterdam y Rotterdam, en junio de 2023, jugarán previsiblemente Países Bajos, Hungría (Italia tiene opciones, pero ha de ganar en Budapest), Croacia o Dinamarca y Portugal o España. Es decir, ni rastro de ingleses, franceses o alemanes.
Goles
El estilo de juego de la selección, siempre tener el balón, siempre atacar, y correr como demonios para recuperarlo cuando se pierde, unido al nivel medio, que no alto, de la mayoría de los futbolistas, hace que la propuesta tenga fisuras por las que se cuelan los rivales. Y tiene dos fisuras principales: la dificultad para hacer gol y la facilidad con que se lo hacen. España ha marcado, con Luis Enrique, 76 golesen esos 39 partidos, lo que da una media de 1,9 por encuentro. Y ha encajado 31, lo que da una media de 0,8 en contra. Eso explica que marca casi dos goles por partido (estadística hinchada por algunas goleadas tipo el 6-0 a Alemania) y recibe casi uno. No es extraño, pues, que esos partidos tan ajustados, a veces, terminen cayendo del lado del rival, bien sea con un empate o bien con una derrota. De las 20 victorias logradas, la mitad, 10, han sido por apenas un gol de diferencia, argumento que viene a reforzar lo anterior.
De cara al partido del martes, el penúltimo antes de arrancar el Mundial de Qatar (en octubre no hay partidos y sólo jugará un amistoso contra Jordania el 17 de noviembre, seis días antes del debut), lo más ilusionante para el proyecto es que las mejores versiones del equipo se han visto siempre con grandes selecciones. España ha mirado a la cara, y ha ganado, a Inglaterra, Alemania e Italia. Perdió con Francia por aquel polémico gol de Mbappé, aunque mereció mucho más, y contra Portugal ha empatado las tres veces que se han enfrentado últimamente. “En esos tres partidos pudimos ganar, pero también pudimos perder, así que vamos a ver qué pasa”, dice Luis Enrique con una sonrisa. Está tan de buen humor el técnico últimamente, que incluso le hizo gracia cuando un periodista le recordó, tras la derrota con Suiza, que igual no estaba tan mal eso de perder contra ese equipo, pues así empezó el Mundial 2010 y ya se sabe cómo acabó. “Hombre, perder nunca gusta, pero…”. Pues eso, pero…