El jugador de baloncesto ucraniano de 17 años Volodímir Yermakov ha muerto en Düsseldorf al ser apuñalado este sábado junto con un compatriota que también jugaba en el equipo sub-19 del club ART Giants de esta ciudad alemana, según explicó la Federación de Baloncesto de Kiev en un comunicado.
“En la víspera de su próximo partido los jóvenes jugadores de baloncesto fueron atacados con cuchillos en la calle simplemente por el hecho de ser ucranianos”, se lee en el comunicado, en el que se explica que el otro jugador atacado, Artem Kozachenko, está en cuidados intensivos.
Los compañeros de equipo de los dos menores ucranianos pasaron la noche en el hospital, donde los médicos no pudieron salvar a Yermakov, según la fuente.
La nota de la federación explica que la Policía alemana está investigando el apuñalamiento.
Yermakov nació en 2006 y jugó con la selección sub-16 de Ucrania el Europeo de Baloncesto celebrado en Bulgaria en 2022.
La Federación de Baloncesto de Kiev ha enviado sus condolencias a sus padres y ha empezado una colecta para enviarles ayuda económica a través de una entidad bancaria ucraniana.
Según el portavoz del Ministerio de Exteriores ucraniano, Oleg Nikolenko, las autoridades alemanas han detenido a una persona como responsable del ataque. Nikolenko ha agregado que la vida del ucraniano herido no corre peligro.
Medio siglo después de la era dorada del boxeo, los deportes de contacto vuelven a estar de moda en España. Quedó atrás la satanización, la aprensión e incluso la mojigatería alrededor de los combates, con su violencia, su sangre y sus posibles lesiones. Mientras se multiplican los seguidores y los practicantes, Topuria, un desconocido para el público general hace no tanto, planea llenar el Santiago Bernabéu en los próximos meses para defender su título del peso pluma en la UFC. Semejante boom merece una explicación.
«Hay muchos motivos, pero el principal es que ha desaparecido el tabú. Durante la transición en España se consideraba que los deportes de contacto ya no iban con los tiempos, que eran anacrónicos, y esa idea ya no existe, ahora son 'cool'. Es consecuencia de varias fenómenos: hay gimnasios que trabajan muy bien la base, hay mucho público interesado en la autodefensa, el boxeo fitness o boxeo recreativo ha atraído a aficionados diferentes, procedentes de las clases liberales...», analiza Raúl Sánchez, sociólogo del deporte por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) que desde hace años analiza la evolución de los deportes de contacto en España y que se apoya en datos para sus argumentos.
Antes del éxito de Topuria, varias disciplinas de contacto ya crecían exponencialmente en España. Entre 2012 y 2022, las licencias federativas del boxeo pasaron de 1.300 a 8.000, las del kickboxing aumentaron de 3.000 a 13.000 y las licencias de lucha se elevaron de 6.000 a 16.000. Todos esos nuevos aficionados, mayoritariamente adultos, eran la base ideal para un fenómeno así, pero faltaba público joven. ¿Y quién mueve hoy a más chavales?
Entre Ibai y Jordi Wild
«Tener a un campeón como Topuria es muy importante, pero también lo ha sido el auge de las veladas de streamers. Sin ellas, la Topuriamanía sería más pequeña. Ibai Llanos, Jake Paul y Jordi Wildhan hecho mucho para popularizar los deportes de contacto», explica Gonzalo Campos, comentarista de UFC en Eurosport, presentador del podcast Generación MMA y una de las caras visibles del Dogfight, el evento creado por Jordi Wild. Una semana antes de la pelea de Topuria y Alexander Volkanovski, unos 400.000 espectadores veían a través de Youtube los combates organizados por el creador de contenido en el Tarraco Arena de Tarragona.
La audiencia adolescente radicada en Youtube y Twitch -que en julio llenará el Santiago Bernabéu en la Velada del año 4 de Ibai- ha abrazado las artes marciales mixtas (MMA) o el boxeo como modalidades propias, algo generacional. «Y para ello ayudan factores como que los combates de MMA sólo duren entre 10 o 15 minutos o que ya no tengamos tantos remilgos. Los jóvenes podemos acceder a lo más gore en nuestro teléfono con un solo click; no nos parece fuerte que dos profesionales accedan a intercambiarse golpes dentro de los límites que establecen las reglas», añade Campos, que ha vivido el fenómeno UFC casi desde el principio.
Porque la principal competición de artes marciales mixtas del mundo ha explotado en España este año, pero antes ya contaba con fans en el país y fuera era un éxito rotundo. Hace una década, mientras en Estados Unidos, parte de Asia y algunos países de Sudamérica superaba las audiencias del boxeo, a España llegaban los ecos de las peleas de Jon Jones o Ronda Rousey y empezaba a crearse una comunidad de fans alrededor de Conor McGregor. Con un personaje como él como gancho, con sus KOs, con sus celebraciones, con sus escándalos, con su combate con Floyd Mayweather, la UFC generó interés, hasta el punto que en enero de 2022 Eurosport España compró los derechos en exclusiva. Eran unos pocos y hoy son muchos, pero... ¿Todos tienen el mismo perfil?
¿Una respuesta a lo 'woke'?
«Bienvenidos al Estirando el chicle de la gente que no sabe que es Estirando el chicle», presentaba el controvertido cómico David Suárez al inicio del último evento Dogfight de Jordi Wild y luego estiraba la caricatura del público presente, muy mayoritariamente masculino: «Se quejan de que en los premios Esland hay pocas mujeres. Eso es porque todavía no han visto esto».
«No podemos negar que el éxito de las artes marciales mixtas tiene mucho que ver con la masculinidad clásica. Una reacción de aquellos que piensan nos estamos pasando con lo woke, que los hombres están discriminados, como señalaba el último CIS», afirma el sociólogo Raúl Sánchez, que encuentra respuesta en el comentarista Gonzalo Campos: «Los deportes de contacto siempre han sido de nicho, para hombres de entre 25 y 45 años. Ahora, con este boom, al llegar al mainstream, no son deportes más de hombres, todo lo contrario. El target se está abriendo y están llegando más mujeres. Si seguimos la comparación, es como Estirando el chicle: era un programa para un público mayoritariamente femenino y ahora que es mainstream lo escuchan más hombres».
Un WiZink lleno o "dos telediarios"
Sea como sea el fenómeno está en plena expansión, con una Federación Española de MMA en ciernes y varias organizaciones apostando fuerte por la expansión de los deportes de contacto en España. El pasado domingo 3, de hecho, la más importante de ellas, WOW, abrió la temporada con un llenazo en Vistalegre: 7.000 personas para ver artes marciales mixtas. «Topuria es como Pau Gasol para la NBA en España o Fernando Alonso para la Fórmula 1. Es la mecha para encender el fuego. Pero si no pusiéramos combustible todo se apagaría rápido. En cuatro años hemos producido 600 combates y cada vez viene más gente a ver nuestras veladas. La última pelea de Topuria en la UFC, en California, tuvo unos 18.000 espectadores, aquí ya casi estamos en la mitad. Es una locura», acepta David Balarezo, el CEO de WOW, que acaba de cerrar una ronda de inversión serie A con un fondo estadounidense y numerosos socios, entre ellos varios futbolistas.
Sus combates son emitidos en exclusiva en Movistar y la competición planea una gira por toda España que llenará el Cartuja Center de Sevilla o la cúpula de Las Arenas en Barcelona. «Con Topuria hemos notado un incremento de un 30% de nuestros seguidores. En un futuro no muy lejano quizá podamos llenar el Wizink o Vistalegre, que son unas 14.000 entradas, pero todavía nos falta un poquito», cierra el ex luchador apodado Bala. Aunque hay voces que no son tan optimistas.
Al fin y al cabo, en los últimos 50 años en España los deportes de contacto estuvieron a punto de asomar la cabeza en varias ocasiones y nunca antes lo consiguieron. Hubo muchos chascos. «Para mí, es una moda y está bien, pero no durará mucho. En España lo único que se mantiene todos los años es el fútbol», proclama Javier Castillejo, quien casi fue Topuria antes de Topuria.
En los años 90 y los 2000 fue ocho veces campeón del mundo de boxeo y, como después harían Sergio 'Maravilla' Martínez o Joana Pastrana se hizo un hueco en las televisiones, en las radios, en la prensa, pero no duró mucho. Las peleas estuvieron cerca de volver a ser moda, pero quizá por el tabú, quizá por la ausencia de una base, quizá por la falta de una organización como la UFC o quizá porque no existían las veladas de 'streamers', no llegaron a convertirse en un fenómeno de masas. «Ahora es un buen momento, los medios están interesados y me parece fenomenal. Ojalá dure muchos años, hay mucha gente joven interesada. Pero por mi experiencia durará dos telediarios», cierra Castillejo con la dureza propia de estas disciplinas.