Un año atrás, la euforia era colosal en Kaunas. La canasta de Llull bien lo valía. Dos años atrás, la tristeza era enorme en Belgrado. Esta vez en Berlín, tercera final seguida (no obviar el mérito) tocó otra vez la rabia por la derrota, por lo que se le escapó de las manos a un Real Madrid que se imaginó bien temprano con la Duodécima, cuando mediado el segundo acto mandaba alegre y pletórico por 14 ante el Panathinaikos. Ahí ya habían aparecidos los problemas sin embargo, como larvas que luego pudrirían la fruta, las faltas de los interiores como primer síntoma.
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- Redacción:
LUCAS SÁEZ-BRAVO (Berlín)Enviado especial
El amargo adiós europeo de Rudy FernándezEstaban avisados con Mathias Lessort, que ya en el WiZink (28 puntos), en la que entonces era la primera derrota del Madrid en Euroliga, allá por finales de febrero, había dominado la pintura. El francés es un portento. Tan poderoso como Tavares y Poirier y quizá más rápido aún. Cuando el africano cometió la segunda falta no habían pasado ni cuatro minutos y Chus Mateo se cogió tal cabreo con los árbitros que vio una técnica. A Poirier no le fueron mucho mejor las cosas. Acabó expulsado y también vio una técnica por protestar en la segunda parte.
Al entrenador madridista, que se mostró "orgulloso" de sus jugadores en todo momento, le extrañó mucho esta circunstancia. No fue una queja radical contra el arbitraje de Rocha, Belosevic y Difallah, pero sí disparó con intención. "Las faltas nos han sacado sin duda del partido. Estoy confuso con el arbitraje. Pronto nos pusimos con faltas con los grandes. Durante el año en Euroliga no nos había pasado. Facu también tuvo muchas faltas, pero en su caso fue cierta frustración (acabó eliminado con cinco). Una técnica a Vince que también le cargaron. Pero son cosas del juego. Hay que saber asumirlo. Seguramente no fue el mejor día en ese aspecto para nosotros. No me quejo, pero uno espera que el nivel sea un poco parejo a la hora utilizar las manos", explicó el entrenador, al que Ataman, como bromeó en la previa, acabó impidiendo meterse en el club de técnicos con dos Euroligas seguidas.
No hubo demasiadas excusas en las entrañas del Uber Arena, donde retumbaban los cánticos enfervorecidos de los aficionados griegos, reyes de Europa 13 años después. "Mentalmente no ha habido problema. Lo hemos intentado, como siempre, hasta el final. Cuando nosotros estábamos acertados, ellos respondían. No nos han dejado encadenar acciones en ataque. Han sido mejores, han estado más acertados y han merecido ganar", admitió un Llull que esta vez comprobó como el héroe era un viejo rival, un jugador con tantas cosas en común con él, el MVP Kostas Sloukas. "No supimos encontrarle solución a la intensidad en defensa que le metieron. Fuimos muy previsibles en ataque, no movimos muy bien la pelota... Podríamos haber jugado un poco más en el interior también. Eso nos ha hecho no ser eficaces en el ataque. Ellos atacaron bien, tuvieron paciencia", reconoció un Facundo Campazzo que lo intentó todo.
Coincidieron las palabras del argentino con una de las claves que también criticó Mateo. Sus jugadores no supieron conectar con sus pívots. "Después del descanso, empezamos a perder el control. No jugamos con la misma disciplina que al principio. Tenemos que crear de dentro a afuera. Pensamos que el camino fácil era jugar sólo de forma perimetral. Y nuestro baloncesto es ganar primero en la pintura. Perdimos cierta agresividad. La zona nos dio un resultado momentáneo, un efecto. Pero Sloukas metió dos tiros importantes", expuso.
La segunda parte fue un completo desastre. El Madrid pasó de 56 en la primera a sólo 26, siete apenas en el tercer cuarto. Un guion parecido al del viernes contra Olympiacos, aunque ahí los blancos lograron mantenerse. Esa precipitación en el perímetro tuvo una cara visible. Mario Hezonja lanzó tantas veces sin sentido. Y sin acierto, uno de siete desde el perímetro. Junto a Yabusele, fue el más señalado. Eso sí, el croata, siempre tan duro en sus declaraciones, no dudó en culparse a sí mismo. "La derrota ha sido culpa mía totalmente, he perdido un título muy importante para mi equipo. Absolutamente. Es la verdad y hay que decirlo como es. En baloncesto si no metes canastas no vas a ningún lado. Se puede hablar de defensas y todas estas mierdas que parecen muy guapas para internet, pero si no metes, no puedes hacer nada. Pero hoy he perdido un título muy importante para mi club. Siempre hablo de corazón. Lo grandes jugadores ganan torneos", dijo en Onda Cero a David Camps.