Los secretos de la vuelta de Ricky Rubio al Joventut tras un año pensando en la retirada: whatsapps, “cuatro cosas que me pasaron” y la comida del “vamos para adelante”

Los secretos de la vuelta de Ricky Rubio al Joventut tras un año pensando en la retirada: whatsapps, "cuatro cosas que me pasaron" y la comida del "vamos para adelante"

Un epílogo redondo, un último baile con la Penya, donde todo empezó. Y, sin embargo, las nubes negras de la salud mental habían alejado tanto a Ricky Rubio de su deseo que casi lo dio por zanjado. El invierno, después de un intento de retorno al baloncesto profesional con el Barça con más sombras que sonrisas en el final de la temporada 2023/2024, fue largo y oscuro. Pero la luz terminó por abrirse paso. De visita en visita al Olimpic de Badalona, de whatsapp en whatsapp con los que nunca se olvidaron de él. De comida en comida, hasta que en la última, a mediados del pasado mes de junio, el base se levantó de la mesa y, ante los presentes -entre ellos Jordi Martí, el director deportivo del Joventut que narra la escena, y Dani Miret, quien iba a ser su entrenador-, pronunció: “Vamos para adelante. Te doy el sí delante de todos. Apúntame al carro”.

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Ayer, guiño del destino, en el Palacio de los Deportes de Granada -20 años después y en idéntico lugar del debut de aquel niño de 14- se consumó la noticia más luminosa con conoció en mucho tiempo el baloncesto español. Porque el retorno de Ricky (que brilló con 18 puntos y 30 de valoración en apenas 19 minutos para la victoria) es también un triunfo de la vida. De la felicidad de quien la perdió por completo. De quien vio todo tan oscuro que un 30 de julio, concentrado en el Meliá Castilla con la selección que siempre fue el patio de su recreo, en víspera de otro Mundial (en el anterior, el de 2019 fue oro y MVP, la cima de su carrera), pensó: “Yo no quiero seguir con la vida”.

“Aquel niño nos pintó la cara”, rememora hoy para EL MUNDO Nacho Ordín, el base rival ese domingo de 2005, cuando Aíto hizo debutar a Ricky en Granada para batir un récord de precocidad en España. Ese mismo verano, con la selección sub 16, había protagonizado una asombrosa actuación que hinchó todavía más su burbuja: en la final del Europeo, en Linares, firmó 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y siete robos para el oro que España consiguió después de que Rubio forzara la prórroga con un triple desde el medio del campo. “Yo no sabía quién era. Ese vídeo famoso lo vi después. Antes del partido, hablando con Gianella (el otro base del Granada ese día), comentamos que podría jugar y que, como no tenía experiencia, deberíamos aprovecharnos de ello. Pero fue todo lo contrario, nos robó varios balones, nos volvió locos”, rememora Ordín, que nunca olvidará la “seguridad en sí mismo” de aquel niño: “No se amedrentó”.

Ricky, con sus compañeros, en el partido contra el Granada.Álex Cámara / ArabapressAraba

Jordi Martí, como siempre en la trayectoria de Ricky, no andaba lejos ese día de hace dos décadas: por entonces era ya el director de la cantera de la Penya. Cuando acabó el curso 23/24 con el Barça se produjo el primer contacto. “Él valoró la posibilidad, pero entonces no estaba en su mejor momento, no le terminaba de encajar. Necesitaba tiempo”, reconoce. Poco después el base renunció a disputar con España los Juegos de París. Y el director deportivo empezó a vislumbrar que quizá la oportunidad de volverle a ver de verdinegro nunca se daría.

En mayo, Ricky no quiso perderse la despedida profesional de su gran amigo Pau Ribas. “Antes del verano ya le vi con otras sensaciones. Más positivas, con ilusión. Se le había encendido una chispa”, desvela Martí. El propio Ricky, el día de su presentación, desgranó los hechos que le hicieron cambiar: “Yo ya tenía claro que hasta aquí había llegado, pero a finales de abril me pasaron cuatro cosas que me hicieron tomarme la vida de otra forma. Todo empezó con una conversación con una persona que no conocía y eso dio como resultado tres o cuatro acciones en tres días seguidos que me hicieron replantear la situación”.

En junio, sin embargo, Rubio lanzó una serie de mensajes que muchos tradujeron como un avance de su retirada: “Después de un año reflexionando sobre mi carrera y mi vida, me he dado cuenta de que si he llegado donde he llegado no es gracias a las asistencias que he dado, sino a las que he recibido. Esto no es una despedida, es un gracias a todas las personas que me han ayudado”.

Pero los encuentros “con gente que ha ido poniendo piezas en su carrera”, continuaron, siempre sin presión, y la semilla germinó. “Él ha marcado su vuelta”, dice Martí, quien reconoce que también resultó decisiva una reunión con los propietarios, concretamente con Tomás Dagà, consejero de Grifols. Porque Ricky siempre sintió el club como algo suyo. “Nunca dejó de mandar guiños, ni cuando era un ‘Beattle’ en la NBA. Incluso en los momentos bajos, cuando tuvimos problemas económicos y casi descendemos, él aparecía en las ruedas de prensa en EEUU con la camiseta del Joventut”, elogia Martí.

Evidentemente, lo económico fue lo último importante para Ricky, “unas letras al final del contrato”. Le convenció su papel de “mentor”, las propuestas de intereses sociales del club y que no habría ninguna exigencia deportiva en su caso: “Jugará para pasarlo bien. Para disfrutar y ayudar”. “Ha vuelto a eso, tranquilo, en paz. A que el club crezca, completamente implicado”, asegura el director deportivo. “En mi cabeza solo estaba la Penya. No había otra opción. Esto no va de conseguir títulos, va de sentimientos”, proclamó el base.

Ricky dobla un balón, ante el Granada.Álex Cámara / ArabapressAraba

El impacto de su vuelta ha sido “un terremoto” en el Joventut. Cuentan desde el club el desborde en las peticiones de entrevista, el incremento del número de abonados y cómo se quedaron “justos” de camisetas al sacar el nuevo modelo con el nueve a la espalda. Hace unos días, en el partido de presentación contra el Benfica, las entradas casi se agotaron: “Venían a ver a Ricky”.

Conviviendo con su estrella mediática, el día a día con Ricky, sin embargo, es de lo más normal. Se ha propuesto un reto con los jugadores de cantera, cada vez más efímeros por las tentaciones económicas de dar el salto a la NCAA. Los detalles lo marcan todo. Hace unos días, cuando Ruzic se incorporó tarde a la plantilla por sus partidos con la selección croata, Ricky lo primero que hizo fue irse a tomar un café con él. “En una sociedad que está perdiendo valores, esto es un cuento de respeto. De hacer que el club piense en positivo. Es bonito y difícil de encontrar”, celebra Martí. Ahora más que nunca se hace latente el término japonés que Ricky utilizó tras sus problemas de salud mental el verano de 2023: Nankurunaisa (“Con el tiempo todo se arregla”).

kpd