Lille, Milán, Liverpool, Athletic, Barcelona dos veces, Espanyol, Betis… Y ahora b. No son sólo nueve derrotas, cinco en Liga, tres en Champions y una en la Supercopa de España en Arabia, son una lista de avisos sobre el nivel del Real Madrid. Vivo en el torneo continental, con los cuartos contra el Arsenal empezando mañana en el Emirates, vivo en la Copa del Rey, cuya final disputa el próximo día 26 ante el Barça, y vivo, aunque menos que el sábado por la mañana, en la Liga, a cuatro puntos de un cuadro azulgrana que el sábado le perdonó la vida empatando contra el Betis.
En números, se podría que decir que el conjunto de Carlo Ancelotti no está mal. Mantiene sus constantes en las tres competiciones cuando encaramos el mes de abril, algo que es una novedad en la historia reciente del Madrid, que por el camino del triplete siendo había dejado alguna batalla de lado. Suma una Supercopa de Europa y una Intercontinental este curso y aguarda el inicio del primer gran Mundial de Clubes una vez se terminen los trofeos tradicionales. Pues eso, «no estamos tan mal», como diría el culé Joan Laporta.
Pero la realidad también es otra: ha estado a un suspiro de llegar a estas alturas de año sin nada en juego. Las moneda de las prórrogas contra Celta y Real Sociedad en Copa y los penaltis contra el Atlético le salieron cara, por lotería y por el talento de una plantilla galáctica que no ha conseguido carburar y encajar todas sus piezas a la perfección desde el inicio de curso.
La lesión de Carvajal fue un palo mental y futbolístico, con la duda de en qué apartado ha influido más. Ancelotti ya le ha pedido que se sume a las concentraciones, como en la última eliminatoria de Champions contra el Atlético, porque necesita su voz, su empuje y sus gritos de vez en cuando. Porque no todo es fútbol.
En el césped, Lucas Vázquez sufre en el lateral derecho. El gallego ha sido titular en ocho de esas nueve derrotas y aunque el desastre ha sido grupal, con errores en diferentes posiciones, se le ha visto más superado que nunca. Una realidad que obligará al italiano a colocar a Valverde en el lateral derecho y a perder al uruguayo en el centro del campo. Y ahí, en ese movimiento, reside ahora la gran duda del once: el centro del campo. ¿Quién manda en el juego del Madrid?
A la ida contra el Arsenal no llegará Dani Ceballos, que se había hecho con el timón del juego en invierno, y Valverde pasará al lateral, por lo que Tchouaméni, Camavinga y Modric se disputarán dos puestos. El croata asume la varita, deseando renovar una temporada más, pero su edad no es sólo un número y se nota en algunos momentos de los encuentros. Y entre Tchouaméni y Camavinga, con virtudes extraordinarias ambos, ninguno ha dado el paso en la creación de juego.
El tercer hombre en esa construcción de la casa blanca podría ser Bellingham, pero en muchos encuentros de la temporada, como ante el Valencia, el inglés ha sido más delantero que centrocampista. Y Ancelotti, amante del 4-3-3 o el 4-4-2, observa ahora que el esquema se convierte en un 4-2-4, roto muchas veces entre atacantes y defensores. Volvemos a algunas palabras del inicio de curso: «Compromiso» o «actitud». Después de caer ante el Valencia, el italiano no recurrió a ellas, insistiendo en que habían merecido ganar, pero la primera parte y el tramo final fueron de suspenso.
Ahí hacen daño sus rivales, especialmente a balón parado, donde la actitud es primordial: el Madrid ya ha concedido cinco goles en saques de esquina en La Liga, récord en los últimos siete años. Y en ataque, se espera la mejor versión de Vinicius, esa que se ha visto a chispazos durante el curso. Los focos de la Champions y de Londres le aguardan para dar un golpe en la mesa.