Giulia Manfrini, de 36 años y natural de Venaria Reale (Italia), recorría el mundo persiguiendo las olas. Aunque había establecido su base en el Algarve, al sur de Portugal, en el Océano Atlántico, siempre estaba en movimiento, desde Cantabria hasta Maldivas, buscando constantemente la mejor ola. El viernes encontró la muerte en Indonesia.
“Inesperadamente, el pez le saltó encima y le atravesó el pecho”, explicó Lahmudin Siregar, responsable de la gestión de accidentes de las islas Mentawai. “Lamentablemente no se pudo hacer nada”. Según el padre de Giulia, el impacto del pez aguja que le causó una herida de cinco centímetros en el costado izquierdo.
No está claro si Giulia estaba sentada sobre la tabla, de pie o cerca del barco. Lo que es seguro es que los primeros en socorrerla fueron dos surfistas que estaban con ella, Massimo Ferro y Alexandre Ribas, quienes la llevaron de regreso a la orilla antes de trasladarla al centro de salud de Pei Pei Pasakiat Taileleu, donde lamentablemente no pudieron salvarla.
Precisamente, uno de los surfistas que acompañaba a Giulia compartió una fotografía tomada 24 horas antes del accidente. Giulia muestra su hermosa sonrisa y, detrás de ellos, el sol está a punto de ponerse sobre el Océano Índico. «¿El último atardecer podría ser mejor que este? Adiós, Giù».
A la espera de noticias sobre la repatriación del cuerpo a Italia, en Venaria, el alcalde Fabio Giulivi le rindió homenaje en nombre de toda la comunidad: “Nos sentimos impotentes ante la tragedia que ha arrebatado a Giulia de la vida. A su madre Chiara y a su padre Giorgio, un abrazo de toda la ciudad”. Para el mundo entero, Giulia será recordada como “la italiana de la sonrisa eterna”, tal como la recuerdan en la escuela de surf en Cantabria: “La única consolación es que te has ido haciendo lo que más amabas”.
“Era buena en todo lo que hacía”
Licenciada en derecho en Turín, campeona de snowboard, surfista de nivel internacional, instructora de apnea, influencer y cofundadora de una agencia de viajes, Giulia Manfrini era muchas cosas, imposible encasillarla en una sola “etiqueta”.
Nacida en Turín el 11 de agosto de 1988, hija única del abogado civilista Giorgio Manfrini y de Chiara Pittarello, una conocida médico de familia de Venaria, siempre practicó deportes a un gran nivel competitivo, desde que era niña.
“La recordamos bien cuando iba a hacer equitación con sus padres”, cuentan en el bar de debajo de su casa, frente al Ayuntamiento, a dos pasos del Palacio de Venaria. “Era bellísima, adoraba los caballos y era buena en todo lo que hacía. Se notaba que Venaria le quedaba pequeña“.
Entre el surf y el snowboard
La pasión por la tabla la conquistó cuando tenía 15 años y, en 2003, decidió dedicarse por completo al snowboard. Bajo la guía de su primer entrenador, Alessio Vivanet, tres años después ganó la Copa Italia de snowboardcross juvenil y el campeonato regional de eslalon. Y en la siguiente temporada debutó en la Copa de Europa, participando también en los campeonatos mundiales junior de snowboard.
“Giulia era la vida en persona”, recuerda emocionado Vivanet, su mentor, quien con la voz entrecortada añade: “Tenía energía, inteligencia y una determinación fuera de lo común. Tuve la suerte de entrenar a una atleta con cualidades técnicas y humanas únicas. Apenas se subió a la tabla de snowboard cuando empezó conmigo en San Sicario y ya se veía su talento. Estoy desconsolado, aún no puedo creerlo”.
En el Mundial Junior de 2008, quedó en la vigésima segunda posición y al año siguiente participó en sus primeros Juegos Universitarios en Harbin, China, donde compitió en halfpipe, snowboard cross y eslalon gigante. Después vinieron otros Juegos Universitarios en Turquía y Trento, las pruebas para convertirse en instructora de snowboard de segundo nivel, que superó con facilidad, y la licenciatura en Derecho en 2013: “Giulia eligió esa carrera para seguir los pasos de su padre”, cuenta Federico, un viejo amigo, “pero siempre tuvo claro que su vida sería otra. Con el surf fue amor a primera vista y ya vivía entre el Atlántico y el Pacífico”.
De hecho, dependiendo de la temporada, pasaba con facilidad de un continente a otro. Para continuar cultivando sus pasiones, había fundado una agencia de viajes para aficionados al surf y la montaña.
Ahora, su muerte ha conmocionado a sus amigos repartidos por todo el mundo, desde Portugal (donde vivía desde el año pasado) hasta Australia, pasando por España y Maldivas. «Querida, fuerte e increíble Giulia, no debía ocurrir algo así», escribe Mary. «Te llevaremos siempre en el corazón. Sigue surfeando en la inmensidad».