En Mayakoba, un complejo turístico mexicano, el 13 de noviembre de 2014, cuando faltaban sólo unos minutos para las 8.00, un speaker pronunciaba por primera vez el nombre de Jon Rahm en el PGA Tour. Se escucharon unos tímidos y aislados aplausos. Contando la familia, no éramos más de una decena de personas en ese primer hoyo. Junto al español, los norteamericanos Hudson Swafford y Zac Blair. El silencio acompañó la primera ronda del jugador español en toda su carrera en el PGA Tour, todavía como jugador aficionado, tres días después de cumplir 20 años. Nadie hubiera profetizado que, 10 años más tarde, Rahm volvería a Mayakoba. Aunque hoy lo hace de una forma muy diferente.
Llega como número tres del mundo, con dos majors y una veintena de triunfos profesionales, y como el deportista mejor pagado de la historia. La influencia de aquel chico callado de Barrika ha llegado hasta tal punto que ha sido una de las bisagras que forzará el inminente acuerdo entre PGA Tour y LIV Golf.
“Corazón que no ve, corazón que no siente”, dijo el español sobre las críticas. “Tuve muy claro el día que decidí firmar por el LIV que iba haber gente que no estaría de acuerdo, obviamente hablé con mi familia y lo que mi familia piense es importante, teniendo su apoyo… El público ahí está, yo no puedo juzgar a nadie por lo que opine, no todos entienden, porque no saben la vida que tenemos en general y no saben nuestra situación, haga lo que haga siempre va haber alguien que no este de acuerdo, digamos que es algo que no me ha molestado mucho”.
Sin patrocinadores
Este miércoles, transcurrida esa década, Jon llegaba al mismo campo de prácticas a ritmo del reguetón más pegadizo y como líder del nuevo equipo de la Liga Saudí (LIV), el Legión XIII, con el que desde mañana inicia su aventura saudí jugando el primer torneo del circuito aquí en México. «Quería ir por el lado de la mitología del espíritu guerrero para el nombre del equipo», dice Rahm, vestido con bermudas y polo negro con el logotipo del equipo, un león rosa, en el pecho.
Eso sí, el león rosa está solo en su pecho. Los logos habituales de marcas como Mercedes Benz, Banco Santander o Blue Yonder han desaparecido, y ninguna de las empresas contactadas por este periódico ha querido aclarar cómo es su relación contractual con la estrella española. Una norma no escrita ni reglada impedía a marcas o empresas con relación con el PGA Tour llegar a acuerdos con el LIV. Una de las excepciones anunciadas hace sólo unas horas es el acuerdo de Movistar con los saudíes para emitir en directo durante las próximas dos temporadas los torneos del LIV, donde además de Jon Rahm están Sergio García, David Puig y Eugenio López-Chacarra como españoles, todos integrados en el equipo Fourballs que dirige Sergio García.
El formato
Además del dinero, es precisamente esta fórmula de juego por equipos la que de inicio más atrae a los jugadores como argumento para dar el salto. Sin embargo, parece que de momento no ha terminado de cuajar. En cada torneo del LIV, los jugadores compiten individualmente y en paralelo en un torneo por equipos. El formato utilizado en cada uno de los torneos es el siguiente: la suma de los dos mejores resultados de cada escuadra durante los dos primeros días de competición se suman para, en la última jornada, validar los tres mejores resultados, descartando uno.
Los nuevos leones de Rahm (Tyrrel Hatton, Caleb Surrat, Kieran Vincent) practicaban ya desde primera hora en las instalaciones de El Camaleón. El inglés Hatton fue el último fichaje anunciado en el día de ayer: «Estoy ansioso por este nuevo capítulo, unirme a Jon Rahm y al resto del equipo en esta semana en México», dijo. El joven amateur Caleb Surrat jugará ya en Mayakoba como profesional, tras haber dado el salto a la nueva categoría en estos días. El tercero de los integrantes es Kieran Vincent, uno de los tres jugadores que consiguió la tarjeta en la escuela de clasificación.
Cada equipo funciona como una especie de franquicia y sólo los capitanes tienen su sitio asegurado y un porcentaje en la explotación comercial de sus equipos. Si un jugador termina top-24 al final de la temporada en el ranking del LIV Golf, el equipo tiene la obligación de mantenerle, salvo que ambas partes acuerden otra opción. Los jugadores que terminen más allá del puesto 24º entrarán en la llamada ventana de transferencias, donde los capitanes podrían fichar a golfistas de equipos rivales. El ejemplo lo hemos vivido este año con la salida consensuada del mexicano Carlos Ortiz de los Fireballs de Sergio García y el posterior fichaje por parte del equipo español de David Puig, que quedaba libre en los Torque GC pese a haber contribuido en 2023 a lograr cuatro victorias por equipos.