La inolvidable noche de Rudy Fernández: se despide del WiZink dejando al Real Madrid a un paso del título

La inolvidable noche de Rudy Fernández: se despide del WiZink dejando al Real Madrid a un paso del título

Había run run de despedida en la previa, Rudy como centro de los comentarios, porque una victoria del Real Madrid era prácticamente el adiós de una leyenda, el último partido en el WiZink de quien conquistó con su talento y su sabiduría baloncestística a toda una afición. Y el destino tiene estos guiños, el balear iba a darse un baño de emoción pero también de protagonismo. Si la final ya no vuelve a Madrid, si los de Chus Mateo ganan uno en Murcia, quedará ese último rato de Rudy, esos cuatro triples, ese ímpetu irredento, esas lágrimas. [79-63: Narración y estadísticas]

Pudo ser la última noche de Rudy en el Palacio con la camiseta del Real Madrid, pero también la del Chacho o de la Causeur. Los blancos están a un paso de la reconquista de la ACB, de su tercer título del año, en una temporada cuya guinda se quedó en Berlín. Con su inercia demoledora fue demasiado para el UCAM, que le puso todos los ingredientes al duelo para pelearlo, pero que fue frustrado por el colectivo blanco; Chus Mateo maneja una navaja suiza, llena de armas con las que destrozar a cualquiera.

Será recordado el UCAM como un dignísimo finalista, un honor que forjó en dos eliminatorias históricas contra Valencia y Unicaja sin factor cancha y que honró ante un Real Madrid ante el que no salió a verlas venir. Dice Sant-Roos que son “las locuras” de Sito Alonso que todos siguen a pies juntillas. Pero cómo iban a llegar hasta aquí y no competir, no intentar disfrutar de la adrenalina de una batalla en la que la mayoría nunca estuvieron.

Rudy Fernández, en acción contra el UCAM Murcia.ACB Photo

Duró lo que duró y el miércoles en Murcia el Real Madrid puede ser campeón, pero el UCAM salió a competir con bravura y valentía, con la zona como cebo para intentar hacer dudar al rival (los blancos fallaron 10 de los 11 primeros triples que intentaron) y con los guerreros de Sito dispuestos a cualquier cosa. Mediado el segundo acto se veían plenos, por delante incluso en el marcador (22-23), con un oponente al que le señalaban dos técnicas por protestar.

Pero entonces apareció Rudy, que no quiere alfombras rojas como despedida. Quiere baloncesto, competición, lo que mejor hizo siempre. Con él en pista todo cambió. Un 18-7 de parcial hasta el decanso, con Yabusele como mejor acompañante y una respuesta táctica genial de Mateo. Zona contra la zona, Rudy a los mandos y el segundo round cuesta abajo.

No se iba a rendir tan fácilmente el Murcia. Y eso que Musa, con demasiado afán de protagonismo ofensivo, estiró la cuerda hasta el +13 (49-36). Se volvió a poner manos a la obra Sito, rigor táctico e intensidad, Sleva como respuesta y triples que se clavaban en el pecho del Madrid. El de Hakanson, volvió a acercar a los visitantes (55-51).

Y entonces volvió Rudy. Y robó un balón. Y levantó a las tribunas. Y se llevó el enésimo golpe. Y anotó su tercer triple, ya en el último cuarto, cuando estaba escribiéndose un guion maravilloso. Porque después también clavó, a una mano, una canasta sobre la bocina de la posesión. Para delirio del WiZink.

El Murcia siguió intentándolo, pero ahí seguía Rudy, que con su cuarto triple sin fallo sentenció el partido. Quedaban más de dos minutos, Chus Mateo lo cambió por Llull y se produjo un momento inolvidable. Una ovación infinita, más de 10 minutos de honor a la leyenda entre lágrimas. A un jugador irrepetible, un adiós único.

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