Su ligamento cruzado de la rodilla derecha se quebró como, de algún modo, había advertido el propio Rodri, víctima involuntaria de una profecía autocumplida. En apenas unos días, el mediocentro del Manchester City pasó de cabecilla de la revuelta a víctima de una lesión que le apartará durante el resto de la temporada. Otro ejemplo de la preocupante deriva del fútbol profesional, donde, día a día, aumenta el descontento ante la saturación del cal
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
El pasado 19 de agosto, Iván Penalba ganó las 100 Millas del Muro de Berlín con un tiempo de 13 horas y 56 minutos, junto a Carmen Pérez, su pareja, que también se impuso en categoría femenina. Sólo dos meses después, el ultrafondista valenciano tardó más de una hora en recorrer 60 metros. Los que tuvo que atravesar, con el fango hasta la cintura, para acceder a la casa de su padre, de quien no sabía nada desde dos días atrás. Cinco minutos por zancada entre pilas de coches y escombros en Alfafar. «Fueron momentos muy dramáticos, porque ni siquiera había cobertura de móvil. En ese momento teníamos que hacerles llegar lo primordial: algo de comida», detalla Penalba a EL MUNDO, con el alivio de quien no perdió a ningún familiar, con el horror de quien asistió a la devastación y con la esperanza de quien siempre vislumbra una meta, por lejana que sea.
Familiarizado con todo tipo de causas solidarias, Penalba se volcó desde el primer minuto con su pueblo. En las tareas más duras, como el desescombro y el reparto de víveres, y en otras que pasan desapercibidas. De este modo pretende ayudar a la Unión Deportiva Balompié Alfafar, con la que había empezado a colaborar a principios de octubre. Una escuela de fútbol, fundada en 1994, arrasada hoy por la DANA. Sin embargo, entre palada y palada, Iván aún saca tiempo para ayudar a los niños. «Ya no es por mí, sino por ellos, que han perdido muchas cosas. Así que estoy intentando reubicarlos para que sigan entrenando y no se queden un año sin hacer nada». Doce meses, ahora mismo, se antojan un horizonte inabarcable en Alfafar.
«Durante el día vives en una burbuja de pesadilla, con la mente enfocada solamente en el trabajo. Pero cuando por la noche te paras a pensar un poco, te dan ganas de llorar, de tirarlo todo por la borda y no salir de la cama. Dentro de un mes, cuando ya no salgamos en los telediarios, aquí no va a haber nada y nos enfrentaremos a una situación aún más dura», vaticina Penalba, el único español en subir dos veces al podio en la Badwater 135, una de las carreras más extremas del planeta, con 217 km a casi 50º C en el californiano Valle de la Muerte. Esa resistencia debe ponerse a prueba ahora en Alfafar, una población de 22.000 habitantes que deberá «empezar de cero». «¿Quién va a montar un negocio? ¿Quién va a comprar, si no hay dinero? Por eso le pido a la gente que no deje de donar».
«¿Cómo vamos a salir de esto?»
En ese mismo estupor, plagado de interrogantes, vive la nadadora Merche Peris en Paiporta. «Me siento colapsada y no veo la luz. Todos los negocios han quedado arrasados: la peluquería, las uñas, la tienda de fotos, el supermercado... ¿Cómo vamos a salir de esto? Si te soy sincera, mi mayor miedo es que dentro de una semana la gente ya no se acuerde o piensen que somos unos pesados», dice a este diario la campeona de Europa en 2012 de 50 metros espalda.
Desde hace dos semanas, Peris no encuentra descanso. Ni por la noche, cuando apenas logra conciliar el sueño, ni en sus extenuantes jornadas de faena, descargando camiones, moviéndose de aquí para allá en permanente misión humanitaria. «No sé cómo estamos aguantando. Me siento muy orgullosa de la gente joven que ha venido a ayudarnos. Es algo que me está llenando el corazón y me alivia de muchas otras cosas», reflexiona antes de alzar la voz. «Se nos avisó cuando ya había muertos y eso es intolerable. Ellos son los culpables de esas muertes. Tienen que asumir su responsabilidad y no señalarse entre sí. No somos imbéciles».
A esa censura se suma Penalba, sin rubor en subrayar que «ningún político se ha tomado esto como si tuviese un hijo aquí» y muy consciente de que con el mero voluntarismo no alcanza. «Han tardado muchísimo en llegar y se han quedado cortos. Se requiere mucha más ayuda profesional, porque todo se ha convertido en un foco de infección brutal y va a ver muchísimas infecciones», manifiesta.
Peris, con sus perros, en Paiporta.EL MUNDO
Peris, olímpica en Pekín 2008, siempre se ha considerado de Paiporta, donde vive desde hace siete años y donde nacieron su padre y su abuela. No obstante, cada mañana recorre 30 km hasta su puesto de trabajo. El primer tramo, en coche hasta Valencia. Desde la capital, en tren hasta Puzol. «Si el día 29 ese tren llega a tardar 10 minutos más, la DANA nos hubiese pillado al volante a mi marido y a mí de vuelta a casa».
La pasada semana, la madre de Peris sufrió una caída cuando intentaba cruzar su calle, cubierta por el lodo. Y allí tuvo que esperar a ser atendida por una ambulancia militar. Esos resbalones, en cambio, se antojan una trivialidad en la zona cero de la tragedia. Merche aún no ha podido olvidar los gritos de auxilio de quienes sólo unos minutos más tarde perecerían bajo la riada. Hoy, cada vez que sale a la calle, lo cotidiano queda engullido por lo dantesco. «He visto portales donde el agua arrancó los marcos de las puertas. Ahora, frente al mío hay una cornisa».
Penalba tampoco puede quitarse de la cabeza la visión del agua, bajando «muy despacito». «Todo empezó, literalmente, a irse. Desde los coches a los contenedores. Sin dejar nada a su paso. Todo destrozado, como si hubiesen caído tres bombas. Fue alucinante», subraya el plusmarquista español de 24 horas (274,322 km). Muy consciente de sus raíces, rechaza cualquier ademán de heroísmo. Simplemente se ve «arrimando el hombro como cualquiera». Su mesura ni siquiera se tambalea a la hora de mirar hacia adelante. «No sabemos nuestras necesidades para dentro de una semana. Según avancen las cosas tomaremos iniciativas para que la gente vea cómo está la situación y cómo se puede ayudar», concluye.
El lenguaje corporal no engaña y menos en alguien que viene de donde viene. A los 24 años, Jadon Sancho ha rejuvenecido tras los últimos seis meses en Dortmund. De hecho, cada día se parece más al insolente muchacho que desafiaba a los mayores en los campos de hierba de Kennington Park. En ese barrio, entre las casas bajas por donde pululaba un mocoso llamado Charles Chaplin, la vida no resulta precisamente sencilla. Abundan inmigrantes de todas las razas y mares, aunque falten dotaciones del Ayuntamiento. La brecha entre ricos y pobres se agudiza año a año, pero bajo las paredes de ladrillo desgastadas por la intemperie también florece el talento. Según un estudio del diario The Guardian, en esa franja de poco más de 15 kilómetros al sur del Támesis han crecido el 10% de los futbolistas que juegan en la Premier League. Uno de ellos, el del más díscolo ingenio, disputará el sábado la final de la Champions ante el Real Madrid.
Sancho juega en Dortmund desde enero cedido por el Manchester United. Su contrato expira en 2026 y el préstamo, negociado por Matt Hargreaves, incluye 3,5 millones de euros, dado que el Borussia se viene haciendo cargo de parte de su nómina. Sin embargo, el monto total podría incluir medio millón más en caso de que los alemanes alcen en Wembley la segunda Orejona de su historia. Para ello necesitarán que Sancho repita el nivel ofrecido durante la semifinal ante el PSG. Jugando a banda cambiada, desde el perfil izquierdo, hizo trizas la cintura del desventurado Nuno Mendes. Imparable en el cara a cara con esos regates aprendidos en la calle, Jadon fue de nuevo esa estrella por el que el United había pagado, hace sólo tres años, 82 millones al Dortmund.
"Se trata simplemente de confianza. En un ambiente adecuado, el que le ha ofrecido su entrenador, ha recuperado su encanto. Parece un jugador diferente", explican a EL MUNDO fuentes cercanas al futbolista. A las órdenes de Edin Terzic, Sancho ha asumido una ética de trabajo. No sólo cuando encara, sino cuando ha de presionar al lateral. "Le ha sentado muy bien pertenecer a un equipo que, a diferencia del United del primer tramo de la temporada, cuenta con un estilo y un plan de juego muy definidos. Ahora sabe que su salida tenía una justificación", abundan.
Un pez grande en un estanque pequeño
Durante el citado partido ante el PSG completó 13 regates, la mayor cifra en una semifinal de Champions desde los 16 de Leo Messi ante el Manchester United en 2008. "Superó a Kylian Mbappé, el mejor del mundo. Le vimos más en forma y más cómodo", completan desde su círculo más cercano. El mejor modo de interpretar esta metamorfosis cabe en una expresión muy británica: Sancho, de amarillo, se siente un pez grande en un estanque pequeño.
Desde su 4-3-3 o 4-2-3-1 Terzic ha otorgado mucha libertad a sus extremos. No sólo para cambiar de perfil, sino para sorprender por el interior. Puede que Sancho haya perdido parte de la explosividad con la que pudo saciar el apetito de Erling Haaland, auque ahora cuenta con mejor visión periférica y más recursos globales. De su duelo frente a Dani Carvajal, una bestia competitiva, dependerán las opciones del Borussia, dado que Karim Adeyemi no debería resultar un adversario demasiado temible para Ferland Mendy.
El Borussia, además, ha aprendido a ofrecerle cierta manga ancha, algo crucial para un chico que desde la adolescencia venía mostrando preocupantes niveles de indisciplina. En 2018, nada más aterrizar por vez primera en el Westafalenstadion, su impuntualidad en los entrenamientos tuvo que ser castigada por Peter Stöger. Dos años más tarde, poco antes de un partido de Champions ante el Barça, se quedaría dormido durante una charla técnica. Y la Federación Inglesa tuvo que multarle con 130.000 euros por llegar con un día de retraso a la convocatoria de Gareth Southgate. Y aún cabrían un puñado de episodios más, incluidas sus estrepitosas apariciones ante los micrófonos.
Rechazar 30.000 libras semanales
Los padres de Jadon, procedentes de Trinidad y Tobago, velaron día y noche para que el niño esquivara las tentaciones de la calle. El primer paso se dio en el Adventure Playground, un proyecto comunitario en Kennington que había acogido, décadas atrás, a otro renacuajo llamado Rio Ferdinand. A los 13 años pudo hacerse un hueco en la academia del Watford, aunque empezase a asomar ese inmenso ego que aún hoy le define. Algunos analistas británicos consideran a Sancho el jugador más sobrevalorado de la última década. Y uno de los más petulantes y autocomplacientes.
Durante el verano de 2017, en plena pretemporada estadounidense, dio portazo al Manchester City de Pep Guardiola. Aún no había cumplido la mayoría de edad y ya rechazaba 30.000 libras semanales, una cifra capaz de eclipsar la de muchos compañeros. Pronto, su fama de glotón e intemperante hizo fortuna en las portadas de los tabloides. Especialmente durante el pasado otoño, cuando Erik ten Hag quiso enviarlo a Países Bajos para que recibiese ayuda psicológica.
Hoy, en Old Trafford aguardan a resolver la continuidad del técnico, impulsado por su flamante éxito en la FA Cup, para desatascar la situación con Sancho. Gran parte de la afición aún recela de un extremo que apenas sumó 12 goles y seis asistencias en 82 partidos. No obstante, bajo la espada de damocles del fair play financiero, el United tampoco puede regalar un activo de semejante calibre.
Max Verstappen se proclamará el domingo campeón del mundo si cruza la meta del GP de Las Vegas por delante de Lando Norris. Una premisa a la que hay que añadir otra: si el piloto de McLaren termina por debajo del noveno puesto, el holandés alzará automáticamente su cuarto título. Considerando el momento actual y el único precedente en la Ciudad del Pecado, ambas hipótesis entran dentro de lo probable. Mad Max llega eufórico tras su asombrosa victoria en Interlagos y pretende repetir su triunfo de 2023, cuando Norris, víctima de un accidente, terminó con sus huesos en el hospital. Sin embargo, ni el equipo Red Bull suspira tanto por un rápido desenlace como la propia F1.
Los motivos apuntan a lo de siempre. Liberty Media, empresa propietaria del Gran Circo, ejerce también como promotor en Las Vegas, donde ya ha invertido más de 500 millones de dólares. Hay demasiado dinero y prestigio en juego como para que Verstappen postergue otra semana lo inevitable. Más si cabe, cuando su siguiente jaque mate se ejecutaría el próximo sábado, durante la sprint race del GP de Qatar. Idéntico escenario al de 2023 y muy lejos de las pretensiones de la F1, que viene apostando fuerte por el glamour del Strip Circuit.
"A día de hoy, la F1 es el mayor entretenimiento deportivo del planeta y dentro de 30 años seguirá siendo así". Este eufórico mensaje, emitido el pasado miércoles por Stefano Domenicali, supone sólo el aperitivo del menú gourmet en Las Vegas, la niña bonita, la carrera predilecta del CEO de Liberty. Un evento a medio camino entre el negocio y la competición. Entre el lujo más exclusivo y el show más americano.
Apuesta por el lujo
Hace 12 meses, Verstappen dijo sentirse "como un payaso" en un gran premio que consideraba "99% espectáculo y 1% deporte". Tras desobedecer las órdenes y saltarse un acto VIP, tuvo que agasajar a Shaquille O'Neal y Kylie Minogue. Y tras su triunfo, quiso cambiar de enfoque: "Ha sido una carrera muy bonita y muy divertida. Tengo ganas de volver".
Según las estimaciones de la consultora Applied Analysis, el retorno económico para la ciudad alcanzó los 1.500 millones de dólares. Un voto de confianza para Liberty, que en 2023 disparó sus ingresos un 25% hasta los 3.222 millones, pero que también cerró su ejercicio fiscal con pérdidas que rondan los 200. De momento, tras el abrupto adiós de Rolex tras 11 temporadas, Domenicali ya ha rubricado un acuerdo con LVMH. Durante la próxima década, la gran multinacional del lujo, propietaria de firmas como Dior, Louis Vuitton, Givenchy, Moët Hennessy o TAG Heuer, se convertirá en patrocinador global de la F1. La definición del título en Las Vegas supondría otro espaldarazo para el promotor.
Verstappen, el miércoles, en el 'paddock' de Las Vegas.AFP
"Que el campeonato siga en juego tiene una influencia increíble, sobre todo en el mercado estadounidense", admitió el martes Renee Wilm, CEO del GP de Las Vegas. De momento, la reducción de la demanda ha obligado a una rebaja en los precios de las entradas, que oscilarán entre los 600 dólares en los alrededores del Hotel Flamingo, sin asiento asignado, y los 12.500 en el exclusivo hospitality del Hotel Bellagio. Asimismo, las quejas de los residentes, relativas a los cortes de tráfico y el cese de actividad de los pequeños negocios, parecen haber sido atendidas. A diferencia del año pasado, se planificó con mayor anticipación el montaje de las enormes tribunas.
Sin embargo, las críticas de los pilotos a propósito del nulo agarre caen otra vez en saco roto. La F1 ha optado por no reasfaltar, por mucho que Carlos Sainz perdiese sus opciones por una alcantarilla mal sellada y las manchas de aceite esparcidas durante la Drivers Parade o que Fernando Alonso se saliera a su llegada a la primera curva "sin grip, sin visibilidad, rebotando como un demonio". Este fin de semana, lo primordial es que Verstappen alce su cuarto título.