La forja del tricampeón Verstappen: del niño al que le “bailaba el casco” al ogro que “no puede perder”

La forja del tricampeón Verstappen: del niño al que le "bailaba el casco" al ogro que "no puede perder"

El 2 de junio de 2013, con 16 años, Max Verstappen conquistó el título mundial de karting en la categoría KZ1. Lo hizo en Genk, en un circuito donde podía rodar con los ojos cerrados, ya que allí mismo, bajo la supervisión de Jos, su padre, se había subido por primera vez a un kart con cuatro años y medio. Hoy, sólo una década después de aquel aldabonazo, Mad Max es el absoluto jerarca de la F1, donde acumula tres títulos consecutivos y récords sin número con Red Bull. Un camino a la cima tan trepidante como erizado, tan impetuoso como plagado de vaivenes. Para desemarañarlo, EL MUNDO ha conversado con cuatro hombres que han tratado al genio desde mucho tiempo atrás.

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«Era tan pequeño que cuando intentaba ajustarse el casco siempre le bailaba en la cabeza», recuerda Koel Lemmens, propietario del circuito de Genk, sobre sus primeros días con Max, entre 2002 y 2003, cuando Jos aún competía en el Gran Circo al volante de un Minardi. «No tenía problema para atreverse ante rivales de 11 años, porque desde el principio contaba con la velocidad, especialmente durante las dos o tres primeras vueltas, donde mostraba un nivel increíble. Siempre hizo la diferencia durante esos tramos iniciales», apunta Lemmens.

Hasta el trazado belga, 15 km al este de Hasselt, su ciudad natal, Max viajaba en compañía de su padre, un tipo muy temperamental y con un estricto sentido del deber. «Siempre lo llevaba al límite», subraya Lemmens, sin dejarse en el tintero aquel célebre episodio, cuando, tras una mala carrera, bajó a su hijo de la furgoneta en una gasolinera de la localidad italiana de Sarno. Las lágrimas de Max sólo fueron enjugadas por Sophie Kumpen, su madre, que acudió minutos después al rescate. Estos métodos de Jos, a menudo rayanos en el sadismo, son puestos sin embargo en tela de juicio por alguien que pasó mucho tiempo a su lado.

«Muy amables y amigables»

«Se ha exagerado un poco su dureza, sobre todo si tenemos en cuenta su gran nivel como formador», arranca Jan Lammers. «He visto a Jos trabajar con gente más joven y te puedo decir que tiene un nivel muy, muy bueno. Si escuchas atentamente lo que dice puedes aprender mucho de él, seas quien seas», desarrolla el ex piloto neerlandés. A su juicio, Max cuenta con «los mejores genes» de sus progenitores, incluida Sophie, tan rápida en la adolescencia como para competir mano a mano con Jenson Button o Giancarlo Fisichella. «Los tres son muy amables y amigables, por lo que te puedes divertir mucho con ellos. Eso sí, cuando las cosas no marchan bien por supuesto que sale a relucir su ambición y su fuego», remata Lammers, con 23 GP de F1, entre 1979 y 1992, en su palmarés.

Don MacPherson también conoce los secretos de la familia Verstappen, ya que colaboró con Jos a mediados de los 90, cuando ofrecía sus servicios de coaching en el Gran Circo. «Era parecido a Max, aunque no tan salvaje como su hijo cuando llegó a la F1», comienza el británico, cuya visión sobre el aterrizaje de Max resulta reveladora. «Los jóvenes siempre han tenido que correr el riesgo de ser demasiado temerarios o demasiado tímidos. Por desgracia, hoy en día la F1 exige que sean rápidos casi de inmediato, especialmente para Helmut Marko», detalla MacPherson sobre el capo de Red Bull, cuya paciencia compara con la de «un buitre que lleva semanas sin comer».

A estas alturas, tras 49 victorias, 30 poles y 29 vueltas rápidas, tampoco conviene olvidar que entre 2015 y 2018 Verstappen acumuló siete abandonos entre trompos y accidentes, así como las sonadas penalizaciones del GP de Abu Dhabi 2015 o el GP de China 2018. «A los 18 años, recién llegado, no sufría del miedo al fracaso de los veteranos, aunque estaba claro que necesitaba dominar su adrenalina», puntualiza el autor de How To Master Your Monkey Mind (Bantam Press, 2021). «Por eso mismo tengo en muy alta estima la influencia tranquilizadora de Christian Horner, sobre todo en lo que respecta a la gestión interna. La madurez emocional de Max se debe al excelente, sabio y experimentado equipo que le rodea», precisa.

Claro que en la estructura de la escudería austriaca también se cuentan los damnificados. Desde su debut en el GP de Australia 2015 con Toro Rosso, Verstappen ha competido con cinco compañeros, a quienes ha batido, sin excepción, en la batalla particular. Desde Carlos Sainz (13-10 en parrilla y 12-9 en carrera), a Daniel Ricciardo (33-25 y 32-24), Pierre Gasly (11-1, 11-1) o Alexander Albon (25-1, 17-9). Hasta llegar a Sergio Pérez (51-10, 51-10) quien llegó con mucho brío en 2021 antes de diluirse como sus predecesores.

«Siempre es difícil lidiar mentalmente con esto y aun así completar al menos un buen papel de apoyo. Pero este es el rol de Pérez: secundar a Max. En mi opinión, lo lleva bastante mejor que otros en el pasado. ¿Podría Checo acercarse al ritmo de Max trabajando con un entrenador mental? Me gustaría tener la oportunidad de hablar con él», sugiere MacPherson sobre el escudero contratado por Horner.

Para saber más

Antes que el team principal de Red Bull, Frits van Amersfoort fue el primero en sufrir en sus carnes el volcánico carácter de Verstappen dentro de un garaje. El 11 de octubre de 2013, en el circuito galés de Pembrey, el jefe de la escudería MP Manor sentó por primera vez a Mad Max al volante de un monoplaza. Se trataba de un simple test para la Formula Renault, aunque sus repercusiones en la historia del automovilismo alcanzan hasta nuestro días. «Sólo corrió con nosotros un año y de aquí marchó directamente a la F1. Gracias a la labor de Jos creció tremendamente rápido y eso sólo se debe a su inmenso talento. Siempre he dicho que tanto Jos como Max tienen un problema: no pueden perder, así que siguen adelante donde otros se detienen», detalla el director del equipo VAR, una de los equipos con más solera dentro de la F2.

En los años 80, con 16 años no habría sido físicamente capaz de sacar el máximo de un F1

Jan Lammers

Van Amersfoort, que fundó su escudería allá por 1975, aún guarda en el recuerdo una carrera en Imola en octubre de 2014. «Debido a una rotura previa del motor, Max fue penalizado con 10 posiciones en la parrilla, así que aunque firmó la pole tuvo que salir undécimo. En un F3 de aquellos días siempre era difícil adelantar, pero Max lo hizo como si dispusiera de 10 CV más que el resto y cruzó segundo la bandera a cuadros. Es algo que jamás olvidaré».

Al rosario de elogios se suma de nuevo la voz de Lammers, que considera a Verstappen, el piloto «más impresionante» de las cinco últimas décadas en la F1. El ganador con Jaguar de las 24 Horas de Le Mans (1988) hace hincapié en el aspecto emocional y en el valor de una «auto-reflexión muy sincera». «Ha sabido extraer las conclusiones correctas de sus errores, lo que le ha servido para crecer y aprender. Quien no lo hace, mete la cabeza bajo la arena. Y quien culpa a los demás no crece y vuelve a cometer los mismos fallos», reflexiona.

No obstante, Lammers también considera que su compatriota llegó a la elite en el «momento perfecto». «En los años 80, con 16 años no habría sido físicamente capaz de sacar el máximo de un F1, ya que aún no existía la dirección asistida y los pedales del freno y el embrague resultaban muy duros para alguien tan joven», pormenoriza.

Verstappen, tras su triunfo del domingo en Losail.F1

Hoy, la fama de Verstappen no se ciñe a las fronteras neerlandesas ni debe considerarse patrimonio de la leal Orange Army que le alienta cada fin de semana. Según una encuesta de Nielsen Sports, publicada en octubre de 2021, el dorsal 1 encabezaba el ránking de popularidad por delante de Lando Norris y Lewis Hamilton. «En mi país ya no podía dar un paso por la calle. Allí somos bastante respetuosos, pero ciertamente la gente no lo dejaba en paz. Por eso cuando sale de su casa en Mónaco, la mayoría de su tiempo libre lo pasa cerca de Maaseik, la localidad belga donde creció», cuenta Lammers, cuyo vínculo con Max se afianzó gracias a Frits van Eerd, propietario de los supermecados Jumbo, hasta hace unas semanas el patrocinador de máxima confianza del campeón.

«Sólo él conoce la respuesta»

Norris y Hamilton, ambos británicos, encarnan los dos extremos generacionales con los que Verstappen ha debido lidiar a lo largo de 180 carreras. Desde su estrepitoso triunfo en el GP de España, el más precoz de la historia (18 años, siete meses y 15 días), se ha mostrado implacable con veteranos y noveles. Hoy, con 26 años recién cumplidos, ya se siente capaz de afrontar cualquier desafío. Si basta el dato, Hamilton contaba con 30 años y nueve meses cuando se proclamó tricampeón. Y Michael Schumacher, 31 años y nueve meses.

Por tanto, visto el apabullante dominio de Red Bull y el apetito insaciable de su líder, cabe preguntarse por lo que deparará el futuro. Ya no sólo se trata de mejorar hasta final de año aquel 72% de triunfos de El Kaiser en 2004, cuando se impuso en 13 de las 18 carreras, sino de hitos verdaderamente colosales. «Espero que iguale los siete títulos de Michael y Lewis, aunque ahora mismo no sé, sinceramente, si tiene el hambre suficiente», concluye Van Amersfoort. «Cuando coincidí con él, hace una década, diría que sí, pero todos cambiamos cuando maduramos. Así que el único que conoce esta respuesta es el propio Max».

kpd