El Real Madrid anunció este jueves el fichaje de Arda Güler, procedente del Fenerbahçe. El mediapunta, de 18 años, firmará un contrato por seis temporadas y será presentado a mediodía del viernes en la Ciudad Real Madrid, poco después de pasar las pruebas médicas. Se estima que el club blanco ha tenido que desembolsar algo más de 30 millones de euros por el internacional turco (20 por el traspaso al Fenerbahçe y algo más de 10 en diferentes bonus por objetivos).
La cláusula de rescisión del turco, cifrada en 17,5 millones de euros, resultaba demasiado tentadora y Estambul se había convertido en el gran bazar del fútbol europeo. Durante los últimos días, los mejores clubes del continente visitaron las oficinas de Ali Koç, el dueño del Fenerbahçe, y emplearon sus mejores dotes persuasivas ante Ümit Güler, el padre del futbolista. Mejor no concretar la lista de candidatos, porque resultaría inasumible. Sólo por citar los representantes españoles, el Sevilla fue el primero en retirarse de la puja, mientras el Barça confió su suerte a Deco. El flamante director deportivo se reunió con Koç, ante quien debió admitir las limitaciones financieras azulgranas, impuestas por la Liga, y el consabido pago a plazos.
Con la subasta en plena efervescencia, el padre de Güler había llegado a plantear comisiones desorbitadas que, según filtraron algunos interesados, casi duplicaban el precio del traspaso. Lógicamente, el Real Madrid no iba a dejarse arrastrar por la marea. Más bien se limitaría a administrar su magnetismo. Güler -como Eduardo Camavinga, Aurelien Tchouameni o Jude Bellingham, sólo por citar los ejemplos más recientes- quería dar el gran salto y seguir los pasos de uno de sus ídolos: Mesut Özil.
“Será una estrella mundial”
Aún no ha transcurrido un año desde que Arda tomó el 10 del Fenerbahçe, que había dejado vacante Özil tras ser apartado de la disciplina del equipo. Ese dorsal, el mismo que también lucieron Robin van Persie o Jay-Jay Okocha, suponía algo más que un cambio de guardia en el estadio Sükrü Saracoglu. Güler causaba sensación cada vez que le daban minutos. Y los periódicos locales llenaban sus portadas con una comparación tan exagerada como incorrecta. Porque Arda nunca ha sido el Messi turco. Y si hubiese que elegir algún parangón, quizá se ajustase mejor el de el nuevo Özil.
De hecho, el propio Mesut fue el primero en rendirse incondicionalmente. “Será una estrella mundial”, vaticinó el mismo domingo en que Arda se apuntó un gol y una asistencia en 15 minutos frente al Alanyaspor. Era marzo de 2022 y se percibía tal expectación que Koç debió apresurarse para extender tres años más de contrato y los célebres 17,5 millones de la cláusula. Porque en aquella jornada de la Super Liga ya se había concretado el relevo generacional, con la icónica imagen de Özil, portador del brazalete, cediendo su sitio a Güler. Enfrentado con el técnico, Ismail Kartal, el campeón del mundo con Alemania jamás volvería a defender la camiseta de su amado Fenerbahçe. Arda tampoco pudo cerrar aquella temporada con una sola presencia en el once. Su bagaje se redujo a 286 minutos en 12 partidos.
La hinchada del Fener, harta de reclamar oportunidades para el chico, acrecentó sus esperanzas con la llegada de Jorge Jesus, acreditado experto en el lijado de diamantes en Lisboa. Pero nada de eso. El técnico sólo iba a ofrecerle oportunidades en la Copa de la UEFA, donde Arda impresionó en el 0-2 ante el Dinamo de Kiev. No jugaba como como mediapunta creador, sino a pie cambiado en la banda derecha. Su asombrosa habilidad con la zurda no se confirmaría hasta abril, cuando al fin se hizo con la titularidad.
A la luz de estos hechos resulta pertinente preguntar: ¿Hay razones para semejante expectación por un futbolista de 18 años que sólo ha jugado cinco partidos completos con el Fenerbahçe? La respuesta del equipo de ojeadores del Madrid, con Juni Calafat al frente, podría ser equiparable a las que en su día ofrecieron por Rodrygo, Fede Valverde o Vinicius: mejor arriesgar ahora que exponerse a cantidades exorbitantes. A este argumento cabe añadir el bonus que supone arrebatar al Barça un jugador que hace sólo unos días parecía destinado a vestir de azulgrana.
Además, desde Valdebebas apuntan a que la plantilla precisaba de un mediapunta como Güler, con imaginación para el último pase frente a defensas cerradas y con excelentes cualidades para desplegar los contragolpes. Un puesto que en su momento parecía a la medida de Martin Ødegaard, pero que ha ido quedando en el olvido tras el fiasco del noruego y las salidas de Marco Asensio, Isco o James Rodríguez. Durante las dos últimas temporadas, el plan ofensivo de Carlo Ancelotti renunció al clásico enganche que cuela balones por dentro. Y si alguien asumió este rol, ése fue Karim Benzema, cuyo vacío aún se sentirá durante meses por Chamartín.
Una década después
El Bernabéu, de hecho, debe remontarse una década atrás para encontrar a otro 10 zurdo de físico y técnica similares. De nuevo aquí surge la figura de Özil. “Es un futbolista único. No existe ningún jugador que se le parezca, ni siquiera hay una mala copia suya”, dijo en su momento José Mourinho, adjudicándole facultades a medio camino entre Luis Figo y Zinedine Zidane. Aquella historia de amor terminaría sólo regular, con el indecoroso epílogo de una renovación frustrada. “Mi padre no es perfecto y las negociaciones le vinieron grandes. No fue una cuestión de avaricia. Sólo pedíamos lo que considerábamos justo y el Madrid no nos lo dio en su primera oferta”, explicó el propio Özil en su biografía.
Estos detalles no deberían pasar hoy inadvertidos para Güler, expuesto ya a los vaivenes de cualquier promesa blanca, que oscilan entre la cesión, el éxito inmediato o el paso atrás con el Castilla. En cualquier caso, la inversión no parece excesiva para un jugador que el pasado curso generó 40 ocasiones de gol -una cada 23 minutos- el mejor promedio en la Super Liga desde 2015. A nivel cualitativo, su efectividad para generar una asistencia sólo quedó ligeramente por detrás de las de Kevin de Bruyne, Lionel Messi,Neymar o Jordi Alba. Parece claro que, entre las generaciones de 2004 y 2005, su proyección debe equipararse a las de Gavi (Barça), Youssoufa Moukoko (Dortmund), Alejandro Garnacho (Manchester United) o Julio Enciso (Brighton). Y fuera de las grandes ligas cabe mencionar a Vitor Roque, en la agenda del Barça para el próximo mercado invernal.
El golazo que estos días da vueltas por todo el planeta fútbol lo anotó con Turquía el pasado 19 de junio ante Gales. Era su cuarto partido a las órdenes de Stefan Kuntz y con ese zurdazo a la escuadra se convirtió en el futbolista más joven (18 años y 114 días) en marcar con la absoluta otomana. Sólo una semana antes alzó la Copa de Turquía, con asistencia incluida en el 1-0 de Michy Batshuayi. Si encuentra acomodo en el Bernabéu, ese palmarés debería aumentar de modo exponencial.