El juzgado número tres de Mataró, en funciones de guardia, ha acordado esta tarde la prisión provisional sin fianza para el presunto autor de haber apuñalado al padre de Lamine Yamal el pasado jueves en Rocafonda. Al mismo tiempo deja en libertad a los otros tres detenidos pero estarán obligados a cumplir una serie de medidas cautelares. Dos de ellos tendrán que personarse en el juzgado dos veces al mes, no podrán abandonar el país y tampoco acercarse a la víctima a menos de 300 metros durante un año. Para el último se ha decretado la prohibición de comunicación y alejamiento a menos de 200 metros de la víctima durante seis meses.
Esta decisión se conoce después de que el padre del jugador del Barcelona, Mounir Nasraoui, haya recibido el alta médica y abandonado el hospital Germans Trias y Pujol de Badalona donde se encontraba ingresado. Aun así, la causa todavía queda abierta por los delitos de homicidio en grado de tentativa y lesiones.
Los hechos ocurrieron cuando la víctima se encontraba en un parking detrás del campo al que solía acudir con su hijo cuando era pequeño. Allí le asestaron tres puñaladas en el abdomen que, según contó en el programa de televisión El Chiringuito a través de una llamada telefónica, le llevaron a estar “entre la vida y la muerte“.
La visita de su hijo
Alarmado por lo ocurrido, el delantero del Barcelona quiso acudir al hospital pero, una vez le tranquilizaron sobre su estado de salud, decidió ir al día siguiente al hospital para visitarlo.
Esta mañana el jugador ha entrenado junto a sus compañeros y todo apunta a que podrá jugar ante el Valencia en su estreno liguero. De hecho, su entrenador, Hansi Flick, admitió en rueda de prensa que “sí puede jugar”.
Hace cuatro años llegó la caldera que calienta el agua. Hace dos, la potabilizadora que ahora está estropeada y obliga a utilizar filtros. No hay cocina, sólo una brasa donde se colocan las más que desgastadas ollas de acero. Los muebles, como las camas, o la televisión tienen más de 10 años. En el gimnasio sólo hay una barra de pesas semiabandonada, una elíptica con telarañas y una bici del Decathlon con un rodillo viejo. Dentro del campamento del NN Running Team de Eliud Kipchoge en Kaptagat no hay ni rastro de lujo.
Si acaso, en el parking de la puerta, donde descansa el todoterreno del mejor maratoniano de la historia, un Izuku Mu-X gentileza de un patrocinador, un Mercedes E250 no muy nuevo de otro corredor y algunos Land Rover. La relación de las estrellas kenianas del atletismo y el dinero es curiosa: son de los más ricos de su país, Kipchoge cuenta con un patrimonio de unos tres millones de dólares -una barbaridad aquí-, pero viven en la austeridad.
"Deben aprender a invertir
«Es una de las cosas que intentar enseñar a los jóvenes. Deben estudiar, leer, aprender a ahorrar y a invertir. Yo tengo negocios inmobiliarios y agrícolas», explica el dos veces campeón olímpico a EL MUNDO, orgulloso de sus tierras donde cultiva té, de su granja y, sobre todo, de sus inmuebles. Entre otras cosas, en la ciudad más cercana a su campamento, Eldoret, Kipchoge cuenta con una gran casa familiar en Elgon View, una zona acomodada entre colegios y hospitales privados.
«Estoy ahorrando, la carrera de un atleta no es muy larga. Tengo algunas tierras y me interesa el mercado inmobiliario», desvela Laban Korir, Top 10 de maratones del nivel de Tokio o Boston y liebre de Kipchoge. «Me gustaría comprar pisos y alquilarlos, convertirme en casero», refrenda en la misma línea Victor Chumo, ganador de carreras como el medio maratón de Barcelona y también liebre de Kipchoge.
La aspiración es grupal. La mayoría de corredores kenianos siguen el mismo camino con lo que ganan de premios y patrocinios: primero compran tierras para construir una casa para sus familias y luego buscan invertir en el mercado inmobiliario. Todavía es bastante común hacerse con ganado, especialmente vacas, pero ya no es prioritario como lo fue décadas atrás.
De los hospitales al negocio
La evolución ha llevado eso. El atletismo keniano vivió una transformación con el aumento de los premios en maratones a partir de los años 90 y hoy en día es uno de los motores de la región. Antes, en los años 70, los primeros referentes, como Kipchoge Kenio, se dedicaron a construir infraestructuras como el hospital público de Eldoret o el mismísimo estadio, pero a partir del primer 'boom' del running y de figuras como Paul Tergat y Moses Tanui se pasó de la caridad a la rentabilidad.
Ante el desarrollo de los resorts en la costa de Kenia y El Masai Mara, los atletas kenianos intentaron incluir al valle del Rift en el circuito y durante un tiempo lo habitual fue construir hoteles. Mary Keitany tiene el Windsor de Eldoret, Wilson Kipsang, el Keellu Resort de Iten... Pero esa línea de negocio tenía un recorrido limitado. Aún sin mucho turismo en la zona, actualmente los atletas prefieren comprar o construir edificios de viviendas o de oficinas para alquilar y asegurarse así vivir de las rentas. El pionero fue Moses Kiptanui, que posee varias fincas en el centro de Eldoret, pero le han seguido muchos. De hecho se estima que el 35% del mercado inmobiliario del condado de Uasin Gushu pertenece a atletas.
Después de su profesionalización y de normalizar la relación con los agentes europeos que negocian sus contratos -ahora se llevan entre el 15% y el 20%, antes hubo muchos abusos-, los corredores saben como asegurarse su futuro, mientras viven en la austeridad.
Detrás del Real Madrid brillante, de la fiesta que montó Campazzo para dejar a su equipo a un pasito de la Final Four, de la competitividad recuperada, de los 101 puntos, de las 24 asistencias y del 2-0 al Baskonia, hubo una extraña acción que dejó al público de WiZink boquiabierto y enrarecido. Mario Hezonja, ángel y demonio, fue expulsado por una doble técnica cuando estaba ya todo resuelto.
Corría el minuto 37, 20 arriba el Madrid, todo visto para sentencia, alegría colectiva y puñados de buenas noticias para un equipo que se dispone a atravesar la hora de la verdad del curso. Una penetración de Hezonja por línea de fondo, una falta que quizá se debió pitar (o no) por un choque con Dani Díez, un mal golpe contra los fotógrafos y las protecciones y unas protestas desde el suelo que acaban en técnica. Y, camino del tiempo muerto, la segunda. Y el huracán. El croata, desquiciado instantáneamente con el veterano árbitro Sasa Pukl, sigue con el enfado y acaba expulsado.
El cabreo continuó en el banquillo, durante el tiempo muerto. Botellas contra el suelo, patadas y la cólera cuando le indican que tiene que abandonar la cancha. Bracea, desafía desde la distancia a Pukl y varios miembros del staff se tiene que llevar a Hezonja al vestuario. Sin él, vuelve la calma.
No es el primer cortocircuito de un jugador tan genial como visceral. Ya en la primera parte se las tuvo con Chus Mateo y con Musa. En el partido del martes, también mostró sus malas pulgas por los ajustes defensivos con Markus Howard. En la Copa se las tuvo con Llull... Y así, cientos de ocasiones.
El contexto de la combustión de Hezonja se explica también en su floja segunda parte, tras un primer cuarto de siete puntos (un precioso triple desde el logo incluido) y de ocho lanzamientos. En la jugada previa al volcán, había fallado un lanzamiento precipitado desde seis metros. Y justo después Rogkavopoulos le enchufó un triple en la cara.
La polémica rodea de nuevo a Hezonja, que llegaba al segundo envite de cuartos lastrado por un golpe que recibió el martes. Su futuro sigue en el aire, pues no ha aceptado las propuestas de renovación del Madrid y aumenta el ruido de su posible marcha al Panathinaikos griego.
En sala de prensa nadie entró a valorar el penúltimo enfado de Hezonja. Chus Mateo hizo un balance positivo de un triunfo que les deja a las puertas de Berlín. Su equipo es el único de los cabezas de serie de la Euroliga que ha logrado mantener el factor cancha. "Ofensivamente hemos estado bien, pero defensivamente hacemos un esfuerzo para cubrir las fortalezas de un gran equipo como el Baskonia. Juega muy bien al contrataque, tira muy bien y rebotea muy bien. En la primera parte han hecho 10 de 20 (en triples). No por mala defensa nuestra. Hemos mantenido ese ritmo y si lo hacemos así y no dudamos, aunque cometamos fallos, podemos estar en disposición de ganar el partido. Hemos tenido fe hasta el final y hemos conseguido abrir brecha", reflexionó.
El domingo comenzó con la victoria del niño Alcaraz que, finalizado su trabajo, dijo que la pelota estaba en el tejado de la selección. Toda España se preparaba para la gran cita y las calles se llenaban poco a poco de camisetas rojas. En la capital, pequeños grupúsculos de todas las edades peregrinaban hacia las pantallas gigantes colocadas para ver la final de la Euro.
De entre todos destacaban los niños, pertrechados con la bandera de España a
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