Estaba fría la tarde, gris. Más para siesta que para fútbol. Y eso que la hora no era mala, tras la racha inicial esta temporada de partidos a las 21. Pero ya se sabe que la mediatarde es para el público y la noche, para los futbolistas. No estuvo el Atlético dormido, pero tampoco incisivo. Contundente, que le gusta decir al Cholo. Y luego lo peor es tener que remar contra fallos individuales. Pero el frío necesita frío. Y tuvo que ser Sorloth, el hombre de hielo, el Sicario, el que culminara la remontada en un partido que comenzó torcido. [Narración y estadísticas, 2-1]
Hay penaltis por errores concretos, por interpretaciones muy puntillosas y por locuras transitorias. Este de Galán ante el Alavés corresponde a la tercera categoría. Ocurren cosas en el fútbol profesional que son difíciles de explicar. La mano alzada del lateral rojiblanco tras el centro de Carlos Vicente y que costó el gol de Guridi tras pena máxima es una de ellas.
Tampoco es fácil encadenar cinco victorias consecutivas en el fútbol actual y eso fue lo que consiguió el Atlético de Madrid ante el Alavés. Pudieron los de Simeone honrar a su técnico por los 700 partidos que cumplía, aunque sobre la bocina.
El Atlético dominaba el juego, lo pausaba, pero le faltaba filo arriba. Con Julián y Sorloth en el banco, Sivera tenía un oasis por delante. Si encima el Alavés, bien plantado en el Metropolitano, se encuentra un gol tan tempranero, la misión de arrancar algo positivo se complicaba.
Debia el Cholo reaccionar desde el banquillo. El equipo se mostraba blando, característica muy alejada de las pretensiones de su entrenador y también del rendimiento medio de este año. Quizás le han faltado goles, pero el cerrojo que imponía sobre Oblak había valido muchos puntos en esta liga. De hecho, sigue siendo el conjunto que menos ha encajado con ocho tantos. Solo había marcado 19, pocos para la cabeza, seis menos que el Madrid y 21 menos que el Barça.
Así que salieron Sorloth y Giuliano para enmendar la plana. El primero contaba con el bagaje goleador que le da cada parón de selecciones y el segundo, el conocimiento de la escuadra de Luis García Plaza, en la que militó y destacó en el último tercio de la temporada pasada. Decía Antonio Blanco en una entrevista en este diario que el carácter del Cholito es el perfecto para el Atlético… y también para su padre.
El problema del Atlético se retrasó entonces una línea. Ahora, había delanteros, faltaba el jugador que les desplegara. Barrios y Koke estuvieron algo horizontales y Griezmann, desaparecido. Lleva algunos partidos así, en los que el francés los salva porque termina poniendo el centro final para el empate y la victoria y eso le vale para salvar su actuación. Se la puso a Lenglet mediada la segunda parte, pero el francés cabeceó fuera. Ese era el centro para subir nota.
Locura final
Aunque le quedaba la reválida. Fue la transformación de un penalti absolutamente surrealista. Una presunta mano de Abqar tras un forcejeo con Sorloth a centro de De Paul. Un balón que viene rebotado de su nuca. No hay quien entienda nada. El nuevo fútbol. Ese balón de oxígeno llegaba a 15 minutos del final. En un partido que comenzaba a parecerse al de Espanyol. Ese se empató, pese al acoso sobre la portería españolista.
Pero fue Sorloth el que decidió que esta historia sería diferente. Culminaría un gran pase de De Paul con un disparo potentísimo que sorprendió a Sivera al primer palo. Aparecía el Sicario, respiraba el Atlético y celebraba Simeone. Todo sonrisas.