Real Madrid 88 Bayern 73
El Real Madrid se impone al Bayern en el primer partido del técnico vitoriano en el WiZink tras ser despedido hace año y medio. Determinante Llull.
Tan extraño como ver a un público rendirse de una forma tan emocionante como no se recordaba al que fuera su gurú, el tipo despedido de mala manera por el club hace año y medio. Tan raro como comprobar después de las lágrimas a Pablo Laso desgañitarse como siempre, pero esta vez en el banquillo del rival. Fue una noche de esas que quedarán para siempre en la retina de quien allí estuvo, recibiendo como se merecía a la leyenda que cambió la historia del Real Madrid (22 títulos en 11 temporadas), que sobrevive sin él, lanzado en este frenético comienzo de temporada en el que suma triunfos como el que pasa páginas. [88-73: Narración y estadísticas]
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Tenía que ser Llull el protagonista, puro homenaje del capitán al que fuera su técnico. No hay mejor forma que en la cancha, por los viejos tiempos. Aunque no fue ante el Bayern la victoria más vistosa de la colección, como si todo lo que rodeó al duelo le hubiera despojado de colmillo a los de Chus Mateo, como si las trampas defensivas de Laso surtieran efecto. Plantaron cara los alemanes, pero contra tipos como Llull, Rudy (sin necesidad de anotar) y el Chacho no hay antídoto, por más que se les conozca. Un arreón en el momento de la verdad de los veteranos, al comienzo del acto final, y se acabó lo que se daba.
La emoción, un aplauso eterno de casi dos minutos, dejó paso al baloncesto, a un Bayern al que costó aterrizar (8-0 de salida), pero que pronto empezó a encontrarse cómodo en el WiZink, haciendo dudar a un Madrid algo espeso, que apenas vivía del rebote ofensivo. Como si Laso supiera algo más que el resto de rivales que han ido sucumbiendo este curso ante los blancos (27 victorias, dos derrotas), sus pupilos encontraban el camino hacia el aro con soltura, especialmente Isaac Bonga y después el eléctrico Sylvain Francisco. Serge Ibaka (otro que volvía, como el canterano Dino Radoncic) dominaba (aunque fallaba demasiados triples) y Campazzo, con su compatriota Bolmaro como su sombra, no brillaba como acostumbra. El Real Madrid se quedó en apenas cinco asistencias en los dos primeros cuartos, pero siempre quedarán Llull y sus destellos mortales: un par de acciones fugaces del balear llevaron a los de Chus Mateo al descanso con ventaja (42-37).
Esa trabada primera mitad fue lección aprendida, pues de vestuarios regresó otro Campazzo, otro Madrid. Siete puntos del argentino y dos triples de Hezonja (su ‘brate’ Musa tuvo una noche para olvidar), abusando del emparejamiento con Devin Booker, dispararon a los locales (57-45), mortales con el viento de cara. Aunque al Bayern aún le quedaba respuesta y algo de gas, en las manos de Carsen Edwards y sus penetraciones, un 0-8 de vuelta tras el tiempo muerto de Laso.
Eran demasiadas vidas salvadas por los alemanes, que no resistieron ya el embate final, un parcial de 14-0 para irse a la lona, ante un líder de la Euroliga sin fisuras, que no sucumbe ni ante lo emocional: es la herencia (que de manera tan excelente gestiona Chus Mateo) de quien ayer regresó a donde quizá nunca debió marcharse.