El Bayern no da tregua al Arsenal y vuelve a colarse en semifinales

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El Bayern vuelve a las semifinales de la Liga de Campeones, el halo de luz que puede iluminar una temporada aciaga. Se atrincheró ante un Arsenal que logró llevar la eliminatoria viva pero que fue incapaz de dañar al equipo de Tuchel. Apenas tuvieron oportunidad porque, como obreros de una siderurgia, los bávaros se arremangaron para que la eliminatoria no se escapara hasta que se agarraron al solitario gol de Kimmich.

Hubo demasiado respeto entre los dos equipos en el arranque del partido, como si el duelo en Londres hubiera dejado una profunda huella en ambos además de un empate que no daba ventaja a ninguno. Para el Bayern el 2-2 en el Emirates fue un aviso de que en un segundo se le puede escapar la única competición en la que sigue vivo. Para el Arsenal un recuerdo de que los errores se pagan caros y no siempre se pueden enmendar en el último instante.

Se tantearon y se protegieron, sin querer descubrir las cartas, pero los alemanes, jaleados, despertaron a los 20 minutos, justo cuando Musiala cogió el mando empezó a entrar en juego. Lanzó primero el ataque por la banda derecha para que Guerreiro y Mazraoui se plantaran en el área y el marroquí sacara un disparo cruzado que rozó en White para desviarse junto al poste de David Raya. Después fue él mismo quien probó con un disparo desde la frontal.

No se asustó el Arsenal. Buscaba Arteta que Jorginho mordiera los tobillos del alemán y logró incomodarle lo justo para que le costara lanzar al Bayern. Lo sufrió Harry Kane, desesperado y pasando de puntillas por el duelo, sin poder acercarse con peligro a la meta del Arsenal. Esa idea tenía un coste, y es que Havertz y Saka anduvieron tan perdidos como el goleador inglés.

La prioridad de los gunners era no equivocarse, manejar la pelota con ritmo mientras encontraba cómo acelerar para crecer. Encajado el primer golpe de los bávaros, Odegaard apareció para provocar que Neuer, a mano cambiada, salvara su disparo y para servir un centro a Martinelli que no logró empujar la pelota desde el punto de penalti. Era el aviso de que serían valientes y que la pelea por las semifinales estaba muy viva.

Se lo debió recordar Tuchel a sus jugadores en el vestuario. La Champions es la tabla de salvación a la que se agarran los alemanes, poco acostumbrados a cerrar las temporadas en blanco. La efervescencia con la que arrancaron la segunda parte tuvo pronto premio. Un testarazo de Goretzka se estrelló en la escuadra y el rechazo lo cazó Guerreiro y lo desvió al poste Saliba. Empezaba a engrasarse el Bayern y logró que apareciera Sané, se colara hasta la linea de fondo para colocar un centro pasado al segundo palo que recogió Guerreiro para pensar, colocarse y telegrafiar un centro perfecto que no dudó en rematar Kimmich en plancha.

El Bayern acababa de dar un pase de gigante en una eliminatoria incómoda que estaban logrando domar. Pudo sentenciarla Sané, pero envió a la grada el balón raso que le sirvió Guerreiro. No era capaz del Arsenal de crearles problemas, pero seguían expuestos a que un latigazo de los ingleses les llevara a una peligrosa prórroga.

Lo sabía Arteta y buscó a Trossard y a Gabriel Jesús para conectarse y asustar más. Contrarrestó Tuchel buscando piernas frescas con las que resistir lo que suponía que iba a ser el asedio gunner y encomendarse a rápidas transiciones que dibujaba Musiala.

Lo primero no ocurrió. El Arsenal no fue capaz de agitar el partido ni en la locura de los instantes finales. Tenían vida extra a un gol, pero la desesperación guiaba sus ataques. Tanto que desperdició una falta en la frontal en el tiempo añadido con la que Saka quiso sorprender. Murió el equipo de Arteta sacando de córner, incapaz de tumbar al Bayern.

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