Feyenoord – Atlético de Madrid (1-3)
Dos goles en propia puerta de los neerlandeses y uno de Hermoso aclaran el panorama para los de Simeone.
Era el día de hacer los deberes. El día en que no se podía fallar. No suelen ser malos días para el Atlético y tampoco para su centenario entrenador. Los rojiblancos funcionan mejor ante grandes retos que ante Qarabags y Brujas. Encima, media hora antes habían visto como el Lazio les pasaba por la derecha. Así que los rojiblancos aceptaron los favores de los neerlandeses para meterse en octavos. [Narración y Estadísticas, 1-3]
Y eso que el Feyenoord salió a muerte. Era su final. Una derrota y estaban fuera. Tuvo las primeras Minteh, un desordenado futbolista gambiano con mucho uno contra uno, pero entre Oblak y Hermoso las frustraron. En la segunda, Gimenez, el mexicano, estaba detrás del central madrileño con la caña.
Era un partido de ponerse en el escaparate. El mexicano se perdió los primeros duelos de esta fase de grupos por una sanción arrastrada de la temporada pasada. Pretendido por bastantes equipos grandes, el Atlético entre ellos, Giménez debía responder ante las expectativas en Europa, después de marcar 18 goles en 15 partidos, dos de ellos en Champions. Pero no lo hizo, o no para su equipo.
Quien las tuvo clarísimas fue su homólogo rojiblanco. La más evidente fue un mano a mano tras una preciosa descarga de Griezmann de semitacón para encarar a Bijlow con mucho terreno por delante. Se le hizo largo el campo. Cuando llegó, le faltó oxígeno para pensar y darse cuenta que el portero ya estaba en el suelo, que es desde donde le detuvo el disparo. Empieza Morata a perder el brillo que le ha ido acompañando desde el inicio de esta temporada y terminó sustituido por Memphis.
No hubo tiempo ni para lamentarse, porque el primer gol del Atlético vino apenas dos minutos después. Tras un saque de falta lateral, le cayó el rechace a Koke que abrió a Llorente para que pusiera un globito al área. Geertruida en lugar de un balón debió ver un ovni porque se quedó parado y la pelota le golpéo en el muslo y para dentro.
El gol mejoró al Atlético y aplacó los ánimos neerlandeses. Incluso Minteh, una amenaza constante, desapareció unos minutos. Le vino bien a Riquelme, obligado a esfuerzos sostenidos y muy largos para apoyar a Hermoso ante las amenazas del delantero gambiano. Reapareció para simular un penalti grosero. En tiempos de VAR es infame seguir viendo esas cosas, pero siguen ocurriendo.
El partido se embarulló y trabó en la parte final del primer tiempo. Una bendición para el equipo que va por delante y también para el Cholo, que este año tiene a los suyos preparados para cualquier envite, sea ofensivo o defensivo. Y Griezmann es el futbolista que mejor representa ese balance. De hecho, tras pasarse la primera parte en esa primera fase, casi hace gol en el primer minuto de la segunda sino fuera por el palo.
Noche de fallos
Y del empate que casi concede Witsel tras jugarse un regate en una zona prohibida, al segundo del Atlético un minuto después. Hermoso hizo buena la frase de la contundencia en las áreas que tanto le gusta al Cholo. El madrileño llegó forzado a un balón en profundidad muy escorado y decidió meter un ‘patapum parriba’ a ver qué salía. Lo que salió fue una vaselina perfecta que Bijlow solo pudo acompañar con la mirada. Ver para creer.
Como la noche resultaba demasiado sencilla. La defensa del Atlético decidió no comparecer en un córner neerlandés en busca de emociones fuertes. Wieffer puso picante al partido de cabeza casi sin saltar. Menos mal que Giménez, el mexicano, decidió lanzarle un guiño a uno de sus pretendientes con un gol en propia puerta tras una falta lateral botada por Molina. El Feyenoord lo seguiría intentando, pero la rampa era demasiado empinada.