0-3 en Balaídos
Griezmann, con un ‘hat trick’, lidera la victoria rojiblanca en Vigo ante un rival que jugó más de una hora con 10 tras la roja a Iván Villar (0-3).
Si a perro flaco todo son pulgas, el Celta ya no es ni un galgo desnutrido. El equipo de Benítez, con un Aspas más reconocible que el de la pasada temporada, sabe jugar al fútbol. Lo que no sabe es castigar los errores y, lo que es peor, los concede tan monumentales que penalizan cualquier opción de victoria. Y el Atlético, claro, acepta los regalos encantado de la vida. Villar, esta vez, fue el Rey Mago celeste y Griezmann, el niño que recibió no uno sino tres presentes (0-3).
Ya avisó Diego Simeone sobre las capacidades del Celta y el conjunto de Rafa Benítez quiso dar la razón al entrenador rival. “Jugamos contra un equipo que ha sacado menos puntos de los que merece por su trabajo”, declaró el Cholo en la previa. En 15 minutos, los celestes habían acumulado tres ocasiones claras y cero goles a favor.
Ese fue el tiempo que tardó el Atlético en tener su primera posesión larga y, fruto de ella, una ocasión clara de Griezmann que el árbitro terminó anulando por fuera de juego de Morata.
Antes apenas había amenazado Lino, un futbolista que, para bien y para mal, se sabe poseedor de ese carril izquierdo. Por ese exceso de confianza cometió algunos errores de los que seguro Simeone tomó nota. Galán, uno de los mejores futbolistas del Celta la temporada pasada, los vio desde el banco. Terapia cholista que antes sufrieron Griezmann o Giménez, según explicó el propio técnico.
Corneta de rebelión
Y luego, la locura de Villar quiso hacer buena la frase del Cholo. El portero celeste tiró todo el trabajo de sus compañeros en un error garrafal, quizás castigado en exceso por Cuadra Fernández. Al guardameta se le escapó un centro blando de Hermoso, le cayó a las botas de Morata y este le trabó. Penalti clarísimo y roja.
El gol de Griezmann pudo suponer un varapalo a un equipo que aún no ha sido capaz de ganar como local en Liga y que ha perdido los últimos 10 encuentros contra los rojiblancos. Sin embargo, lo que podía ser una losa fue una corneta de rebelión y los pupilos de Benítez, con Aspas de director de operaciones y Larsen de finalizador, se crecieron ante la pasividad del Atlético de Madrid.
Y es que no sentó muy bien el parón de selecciones al Atlético de Madrid por mucho que Simeone se alegrara de recuperar a los internacionales sin incidentes, así como a Barrios y a Söyüncü tras su lesión. El equipo estuvo algo apático y eso que jugaron más de medio partido contra 10.
La actitud del Celta era admirable pese a sus adversas circunstancias tanto en el partido como en la tabla, en descenso con solo seis puntos. No dejaron de creer, como tanto le gusta escuchar a los atléticos, ni dejaron de amenazar la portería de Oblak. Al esloveno le salvó el larguero tras un zurriagazo de Bamba al inicio de la segunda parte.
Quizás el espíritu de Helenio Herrera tomó el alma de los jugadores celestes y por ello duplicaron sus esfuerzos para intentar dar la primera alegría de la temporada a su afición. Pero, cuando el Atlético muerde hueso, ya no lo suelta y, además, Benítez no ayudó quitando a Aspas del campo demasiado pronto a juzgar por cómo estaba lanzando las contras el de Moaña.
Suerte desigual
Y, si un equipo no tiene suerte, el otro se encuentra boletos de lotería premiados en el suelo. Los goles le entran al Atlético hasta con la tibia. Griezmann hizo el segundo de su equipo tras intentar centrar a Morata. Su golpeo fue tan malo que engañó a Guaita y el balón se coló en la portería. Unos minutos después, un fallo de Oblak a un tiro lejano casi se convierte en el primero, pero su pierna salvó involuntariamente el gol sobre la línea.
Minutos después, el Principito remataba su hat trick desde dentro del área con un Celta ya rendido y apaleado. Mala cara tenía Benítez en su banquillo, mala pinta tiene su equipo para lo que resta de temporada. Quizás no tenga tiempo el madrileño de que cambie su suerte por muy buen fútbol que muestre su equipo.