El Athletic encuentra su premio en los penaltis y gana su 24ª Copa 40 años después

El Athletic encuentra su premio en los penaltis y gana su 24ª Copa 40 años después

Desde hora, desde este domingo ya recién iniciado, varias generaciones de seguidores del Athletic, de Bilbao, del País Vasco, de toda España y de distintos lugares del planeta, ya no sólo vivirán de la memoria de sus ancestros, de las imágenes tantas veces contempladas en vídeos de un pasado que empezaba a adquirir carácter remoto, sino que son ya, desde esta noche que se consume entre el ardor de una hinchada que ha tomado el estadio de La Cartuja, testigos, cómplices y partícipes de la historia renovada de un club único, capaz de llegar hasta aquí, hasta su vigésimocuarta Copa del Rey, 40 años, media vida después, sin desprenderse de las señas de identidad marcadas a fuego desde su fundación. [Narración y Estadísticas, 1 (4)- 1 (2)]

El tanto de Berenguer en la tanda de penaltis condujo al Athletic al destino negado durante décadas, después de que Agirrezabala detuviera el lanzamieto de Morlanes y Radoncic lo enviase alto. La hinchada, temerosa de un desenlace fatal, estalló de merecido gozo.

Frente al vértigo de los tiempos y el capitalismo desbocado, el triunfo del Athletic, que tuvo en Nico Williams, elegido mejor jugador del partido, a uno de sus grandes valedores, tiene mucho de mensaje contracultural, de reivindicación de un ideario que transgrede la normativa vigente, el devenir de un deporte que hace tiempo que viaja en otra dirección, sacudido por la megalomanía de fastuosos emporios, alejado de su origen callejero y fabril.

Este Athletic, distinto a aquel de los primeros ochenta, más evolucionado en su juego, también en su esencia, como corresponde a un tiempo nuevo, de movilidad e integración, el Athletic de los hermanos Williams, de Prados, Guruzeta y Sancet, de Oscar de Marcos e Iker Muniain, recompensados finalmente tras una larga trayectoria renuente a la feliz culminación, este Athletic de todos y cada uno de sus socios, que aquí, en La Cartuja, allá en San Mamés, donde se siguió el partido a través de pantallas gigantes como si se jugase en casa, y en cada uno de los hogares donde alcanza su singular filosofía, le dispensaron su apoyo indesmayable, vuelve a ser campeón, a lo grande, tras las dos Supercopas de España que ni mucho menos habían colmado sus aspiraciones.

El primer tiempo transcurrió bajo el dictado de aquello que pretendía Aguirre. Bien armado en defensa, con severas vigilancias individuales, el Mallorca mordía por cada pedazo de terreno. No circulaba la pelota como pretendía el Athletic, nervioso e impreciso, sin opciones para que corrieran los Williams. Fue Ruiz de Galarreta, el mejor de su equipo en el primer acto, quien puso a prueba a Greif al cuarto de hora, en un falso indicio de que los rojiblanco trataban de asomar en el gobierno de juego. Replicó Muriqi, tras una pelota perdida por Nico en el centro del campo, obligando a intervenir a Agirrezabala.

Nervios de inicio

Varios rechaces en el interior del área a la salida de un córner terminaron en el tanto de Dani Rodríguez, que aprovechó la impericia de la defensa del Athletic. El tanto fue una fiel representación del estado anímico del Ahletic. Superado por la responsabilidad, por la magnitud del momento, por la bien ganada etiqueta de favorito en la final, era un equipo temeroso, despersonalizado, irreconocible, traicionado por la ansiedad.

Bien guiado por Dani Rodríguez, el conjunto isleño se mantenía firme y negaba a un Athletic al que le urgia una reacción cuanto antes. Llegó ésta tras el descanso La precisa definición de Sancet tras un pase al espacio de Nico despertó al equipo y a su hinchada, adormecida cuando se torció la noche. Valverde dio entrada a Vesga en lugar de Prados y el Athletic se corrigió, adelantando la línea de presión y mucho más fluido con la pelota, aunque todavía expuesto a alguna aproximación del Mallorca.

Valverde optó por la veteranía y dio entrada a Muniain y Raúl García, además de Berenguer, que ocupó la banda derecha de un desafortunado Iñaki Williams. Era el Athletic el único que intentaba eludir los penaltis. Fue hasta ahí, sin embargo, hasta donde encontró su premio. El Athletic es de nuevo campeón de Copa. Al fin.

kpd