El mallorquín, que le dio una patada a una botella hace poco más de un mes porque el técnico no le sacaba, es ahora clave como suplente. “Tengo que centrarme en que mis minutos sean de calidad”, dice. La confianza de Luis Enrique, otra ayuda.
Marco Asensio tiene sólo 26 años y está en la mitad de su carrera profesional, pero ha vivido mucho, quizás demasiado. Debutó en Segunda con 17 años, fichó por un gigante como el Madrid con 18, se estrenó en Primera con 19, fue decisivo en una Supercopa de España con 20, marcó y venció en una final de la Champions con 21, jugó un Mundial con 22, se rompió el cruzado y el menisco con 23, volvió a jugar a los 24, anotó el primer hat-trick de su carrera a los 25 y levantó su tercera Liga y su tercera Copa de Europa con 26. En números, es la vida futbolística de una leyenda resumida en un jugador que no termina de encontrar su lugar, que se puede perder una Copa del Mundo que por edad le pertenecía y que en unos meses terminará contrato con el Real Madrid.
Pero Asensio, al que en algunos momentos de su carrera le han faltado tablas para asumir la responsabilidad de su talento (“no soy yo quien debe tirar del carro”, dijo en 2020), parece ahora dispuesto a pelear su sitio en el conjunto blanco y en la selección. Su despertar, concretado en un gol y una asistencia en los últimos dos partidos, llega después de tocar fondo. Como llegan casi siempre estas situaciones.
Un enfado, un punto de inflexión
El pasado 11 de septiembre, ante el mismo Bernabéu y el mismo Mallorca contra los que hacía doce meses había anotado el primer hat-trick de su vida, Asensio estalló. El balear calentó durante la segunda mitad, pero la lesión de Lucas Vázquez hizo que Ancelotti gastara la última ventana de cambios, por lo que Mariano y Asensio, que estaban preparándose para salir, se quedaron en el banquillo. Era la jornada 5 de Liga, ya con el mercado de traspasos cerrado, y el mallorquín acumulaba su cuarto encuentro sin disputar ni un sólo minuto.
Con el Mundial en la mente, Asensio volvió al banquillo negando con la cabeza, tiró el peto hacia los asientos, dio una patada a una botella y dejó la camiseta con rabia. Ni siquiera el consuelo de Hazard, que vivía una situación similar, le sirvió. Mientras Chamartín era una fiesta por el 4-1 del equipo, él no podía evitar su malestar. “Se ha enfadado y estoy de acuerdo con él“, dijo Ancelotti.
Aquel enfado fue un punto de inflexión en la temporada de Asensio y en su relación con Carletto. Y fue, también, la consecuencia de un verano extremadamente convulso para el balear. El interés del Madrid en Kylian Mbappé y la confianza en su llegada abría de par en par la puerta de salida a Asensio, que termina contrato el próximo 30 de junio de 2023. La directiva del conjunto blanco tenía, y tiene, máxima confianza en Vinicius y Rodrygo para ser parte de su futura delantera, por lo que el ex del Mallorca no entraba en los planes.
Mbappé, Mendes…
Sin embargo, el “no” final de Mbappé cambió un poco la situación para el español, que se vio con posibilidades ante la negativa del Madrid a peinar el mercado en busca de un delantero. La cercanía del Mundial y lo complicado de cuajar pronto y bien en un nuevo equipo antes del inicio de la Copa del Mundo convencieron al balear de que la mejor opción era quedarse. En el Bernabéu, mientras tanto, no gustó que cambiara de agente y contratara a Jorge Mendes y no hubo acercamientos para renovar durante el verano, pero las necesidades de la plantilla, la confianza de Ancelotti y la escasez de ofertas por él le hicieron continuar.
A finales de agosto saltaron multitud de rumores, pero la realidad es que el futbolista no estuvo cerca de irse. El Madrid asumió que sería una pieza interesante para la rotación si Ancelotti era capaz de gestionarlo y Asensio se centró en hacerse un hueco en la lista de Luis Enrique. Por eso estalló en septiembre. Porque acumulaba 17 minutos entre un partido de Liga y otro de Champions y se le escapaba todo de las manos.
Por suerte para él, Luis Enrique y Ancelotti no le soltaron la mano. El asturiano le convocó para el parón de finales de septiembre y le puso de titular ante Suiza, mientras que el italiano, aunque no lo ha sacado de inicio todavía, no le ha vuelto a dejar sin jugar y le ha convencido de su rol. “La temporada es larga y tengo que esperar mis oportunidades. Estoy teniendo pocos minutos pero me centro en que sean de calidad”, aseguró el balear, con palabras que podría usar el propio Carletto, tras ser clave ante el Sevilla. “Está aprovechando los pocos minutos que le estoy dando. Merece más“, admitió el técnico, que ha vuelto a evidenciar su excelente mano izquierda.
Hoy ante el Leipzig, sin Benzema, Modric ni Valverde y con la clasificación asegurada a octavos de final, todo apunta a que Asensio recibirá el premio a su implicación del último mes: la primera titularidad de la temporada.