La resurrección del Valencia solo alcanza para agarrar un empate ante el Betis en Mestalla

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 21:04

No está muerto el Valencia de Corberán a pesar de parecerlo. Ante el Betis fue capaz de resucitar su mejor versión, asfixiar al rival y coserlo a ocasiones, aunque cuando entró una ya era para remontar. Y es que los verdiblancos, con transiciones veloces comandadas por Antony, pudo haber hecho mucho daño. El punto es valioso para Mestalla más por las sensaciones que por el reflejo que tiene en la clasificación. El Valencia, que toma aire, suma siete jornadas sin ganar. [Narración y estadísticas: 1-1]

No hubo respiro en un duelo que viajó de área a área sin descanso. Los valencianistas sabían que la grada no perdonaría que no mordieran los tobillos, más cuando Antony ganó la primera carrera por la orilla para servir un centro perfecto que Abde, sin explicarse cómo, no logró encajar entre los tres palos. Al aviso respondió Danjuma contra contra endiablada que mandó por encima del larguero de Valles. Otra tuvo el neerlandés con un centro de Gayà que estrelló en el travesaño.

El Valencia estaba encerrando al Betis, que necesitó media hora para estirarse y salir del dominio valencianista. Corberán no apuntaló su defensa de manera evidente, con tres centrales, pero sí incrustó a Pepelu para darle salida de pelota y dejó al capitán y a Thierry el camino despejado para sumarse al toque de arrebato. Le funcionó la idea, con futbolistas más concienciados y entregados a una fórmula en la que se sintieron cómodos en ataque y fueron efectivos en defensa.

Cierto es que el acierto del Betis ayudó, porque no suele fallar Antony a puerta vacía regalos como el que le hizo Cucho tras una galopada por banda. Y es que no se sentían cómodos ante un Valencia que, por primera vez, era capaz de recuperar balones con soltura en el centro del campo, con Javi Guerra y Almeida multiplicados.

Por eso podían aparecer los laterales, como Gayà para volver a dibujar un centro que no acertó a cabecear Lucas Beltrán y que enganchó Diego López para forzar a Valle a hacer una de las paradas de la noche.

El Valencia se fue al descanso teniendo más balón, más ocasiones, más intensidad, una presión efectiva y haciéndose la vida más fácil en defensa. Lo único que faltaba es el gol.

Tras el descanso, otra vez avisó el Betis, otra vez Antony, que esta vez, atosigado, cruzó en exceso un remate desde la esquina derecha del área. Otra vez respondió el Valencia con una doble oportunidad de Diego López y Lucas Beltrán. Y de nuevo apareció Antony con un disparo que buscó ajustar al palo.

Del fallo al empate

Después de tanto fallo, el gol de los verdiblancos llegó por un error valencianista. Tárrega, obligado a sacar el balón, equivocó el pase y le entregó la pelota en el borde del área a Cucho, que encaró y batió a Agirrezabala.

No se hundió el Valencia ante el palo. El banquillo ya había echado mano de dos armas que se guardó de inicio, Luis Rioja y Hugo Duro, y fue el andaluz el que armó la revolución. Cazó una pelota rebotada en la medialuna y la pegó con la fe necesaria para convertirla en gol. No pasó desapercibido que buscó a su central para dedicárselo como bálsamo.

Nadie se conformó con ese empate, aunque quien más cerca estuvo de romperlo fue el Betis en un mano a mano de Cucho ante Agirrezabala que salvó el meta vasco para apuntalar el punto de crecimiento que puede haber encontrado el Valencia.

La crisis perpetua del Valencia y el estallido de la burbuja Corberán: en el bucle del descenso, con dos victorias pero la confianza de Lim

Actualizado Domingo, 2 noviembre 2025 - 21:00

¿Cómo ha podido el Valencia pasar en seis meses y 25 días de poner en problemas al Real Madrid en el Bernabéu y ganarle el partido 1-2 a ser arrollado dejando las peores sensaciones de un equipo de Primera, en puestos de descenso y descompuesto? Esa pregunta, con matices, se ha convertido en cíclica y explica la frustración en la que vive instalado el valencianismo. Ocurrió con Gattuso, cuando el equipo se deshizo en cuatro meses, también con Baraja después de una agónica salvación y una temporada tranquila, y vuelve a pasar con Carlos Corberán. Resucitó al Valencia, pero su burbuja ha estallado en menos de un año.

Su capacidad para obrar milagros se ha esfumado. De hecho, en 11 jornadas solo lleva dos puntos más (9) que Rubén Baraja hace un año, ha sumado dos en seis partidos y es el segundo equipo más goleado tras el Girona y uno de los peores atacantes, con 10 goles en 11 partidos. Solo Osasuna y Oviedo han marcado menos. No da Corberán con la tecla que active a sus jugadores y las dudas han provocado el hartazgo de Mestalla y la falta de confianza en una plantilla que no entiende los planes del entrenador.

Las variantes tácticas, como jugar con cinco defensas, ya no funcionan, el balón parado sigue siendo una cruz, el centro del campo ha perdido contundencia y los jugadores no ven que la forma de apuntalarlo sea incorporando a los laterales. Futbolistas como Hugo Duro han perdido la titularidad y el rendimiento de otros se ha desplomado, y los refuerzos de lujo como Danjuma han ido diluyéndose. Tanto como la fe en que, un año más, se puede sobrevivir. Los únicos que a día de hoy la mantienen intacta son los dirigentes del Valencia, empezando por el CEO de fútbol, Ron Gourlay. No se niega la crisis, pero se opta por mantener la confianza.

Poder de decisión

Como ocurrió con Baraja tras una buena temporada 23/24, Corberán no ha podido crecer desde ese trabajo, aunque la diferencia entre ambos es que ha tomado mucho más partido en el diseño de este Valencia que naufraga. El buen final de curso llevó al valenciano a aumentar su crédito y, por primera vez, viajó a Singapur para planificar esta temporada junto a Kiat Lim, el presidente del club e hijo del dueño. Allí se anunció que Gourlay, ex del Chelsea y el United, se convertía en su nuevo jefe.

Ellos se conocieron hace años en Inglaterra y eso convirtió a Corberán en lo más cercano a un manager inglés, con poder de decisión en las contrataciones de refuerzos. El entrenador ha participado activamente en la decisión de qué jugadores reforzarían el equipo. Lo que no pudo impedir fue el adiós de su columna vertebral: Mamardashvili ya estaba vendido al Liverpool, Mosquera salió al Arsenal y Barrenechea volvió a Aston Villa para ser traspasado al Benfica. Sadiq era el único que se podía pelear, pero no hubo acuerdo con la Real.

Luis Rioja intenta controlar un balón, el sábado en el Bernabéu.

Luis Rioja intenta controlar un balón, el sábado en el Bernabéu.AFP

En el rendimiento de estos tres, unido al excepcional de Rioja y el de Rafa Mir asimilados sus problemas judiciales, se basó la recuperación. El fichaje de Corberán se anunció el pasado 25 de diciembre, por sorpresa y tras haber negociado con Quique Sánchez Flores. Lim aceptó pagar tres millones para que saliera del West Bromwich Albion y firmarle un contrato hasta 2027. Cogió el equipo colista, con 12 puntos en la jornada 18, y en las 20 restantes lo llevó a sumar 34. Cuando visitó el Bernabéu el 5 de abril, el Valencia estaba a siete puntos por encima del descenso. Incluso se soñó con Europa. Los únicos lunares negros fueron las contundentes derrotas ante el Barça en Liga (7-1) y Copa (0-5).

Las claves de esa metamorfosis fueron varias: la fe ciega por necesidad, las variantes tácticas que fortalecieron y un refuerzo acertado. Nada de eso se ha mantenido y el Valencia vuelve al bucle infinito y a las goleadas. Al Barça (6-0), se suma el Real Madrid (4-0). Justo ahora que el objetivo era sostener un crecimiento que, en dos temporadas, le llevara a estrenar el Nou Mestalla en Europa. Del sueño a la pesadilla.

Vinicius se redime hasta con un error: del penalti cedido por Mbappé al choque de manos con Xabi Alonso camino del banquillo

Actualizado Sábado, 1 noviembre 2025 - 23:18

Vinicius se redimió de sus pecados en el vestuario y obtuvo el perdón de Xabi Alonso que, benevolente, le dio la titularidad ante el Valencia, una apuesta para el lucimiento. Lo hizo a medias, pero fue suficiente. Ni siquiera le penalizó fallar un penalti. El Bernabéu, lejos de reproches, también optó por hacer borrón y cuenta nueva.

El brasileño tenía entre ceja y ceja que sus disculpas, públicas y polémicas sobre el papel, privadas en la caseta, pero que debían encarnarse en una celebración. Por eso buscó con ahínco la portería de una de sus víctimas favoritas. En los últimos cuatro años, Vinicius siempre le ha marcado al Valencia en el Bernabéu al menos un gol. Incluso el pasado año, cuando marcó el 1-1 y después estrelló un penalti en Mamardashvili. En total son seis, ante este Valencia empequeñecido y desnortado, parecía fácil que la cifra engordara cuando entre Mbappé y Güler lo inclinaron de manera irreversible antes del descanso.

Para entonces, Vinicius ya podía tener cumplido su objetivo. En el minuto 41, Busquets Ferrer pitó el segundo penalti de la noche en contra del Valencia. El primero fue por una mano de Tárrega —más discutible que el agarrón de Diego López a Mbappé en la misma jugada—; este, por el atropello de Thierry a Carreras. Con el Bota de Oro con dos goles en el zurrón, le cedió el lanzamiento a Vini para permitirle escenificar su arrepentimiento. No ocurrió. El brasileño encaró con serenidad a Agirrezabala pero el meta vasco adivinó y escupió el tiro.

Xabi Alonso, expectante en el banquillo, solo pudo cabecear lamentándose. Porque no hubiera cerrado el partido para poner ya la mente en Liverpool y porque ese gol podía poner el mejor cerrojo posible a la polémica. Lo primero lo arregló Jude Bellingham enseguida con su tercer gol en los últimos tres duelos, lo que significa que el inglés, superada la lesión del hombro, ha vuelto.

En el descanso, para la visita a Anfield guardó a Güler, brillante en su asociación con Mbappé, y a Tchouaméni, pero Vini iba a tener más minutos para buscar su gol. Minutos y ocasiones, porque el Valencia era un rival grogui, incapaz de aguantar la pelota y menos aún de hilvanar alguna jugada que inquietara a los blancos. Solo era capaz de perseguir sombras intentando que la humillación no fuera mucho mayor del 3-0. Parecía un milagro que el marcador acabara con esa diferencia.

Por eso el Bernabéu se levantó cuando Vini arrancó por la banda en el minuto 61 y asistió a Mbappé, sin que el francés armara un tiro que complicara a Agirrezabala. Hasta ahí llegó su peligro. Le puso Corberán a Cömert como nueva pareja de baile solo para frenarle y, aún así, esperó Xabi Alonso hasta el minuto 79 para sacarlo del partido.

Lo hizo bajo los aplausos de la grada, dándole la mano a Rodrygo y Hendrick y chocándole al entrenador. Como si nada hubiera ocurrido hace una semana. Gestos contenidos que repitió con todo el banquillo.

Todo está olvidado. "A mí Vini no me tiene que pedir perdón. Le adoro, es un compañero ejemplar", reconoció Carreras, que marcó el cuarto gol con un increíble zurdazo.

Vini había aprendido la lección y así se lo reconoció todo el Bernabéu, que se guardó energía para despedir con una ovación a Mbappé. Nunca Xabi lo había sacado de un partido antes del minuto 80, pero ya había hecho todo el trabajo. 44 goles en 45 partidos, ocho jornadas consecutivas marcando y un partido tan cómodo que merecía la pena guardar energías.

Un Valencia azotado por su enésima crisis sueña con otra gesta en el Bernabéu

Actualizado Viernes, 31 octubre 2025 - 22:05

El Valencia siempre ha sido mal enemigo para el Real Madrid, con partidos cargados de electricidad y polémica aunque los puntos se quedaran en el Bernabéu. Ahora, ni las sensaciones son esas. En abril, un cabezazo de Hugo Duro en el añadido, y un penalti fallado por Vinicius, hicieron que los valencianistas volvieran a ganar después de 17 años. Casi nadie cree en que la proeza se repita.

Este partido es el peor para la crisis que vive el equipo de Calos Corberán. No consigue el entrenador que rescató al equipo casi del descenso que este funcione. Dos puntos en cinco partidos y un juego que ha provocado la bronca de Mestalla. Con siete puntos, otra vez está en la cola de una clasificación muy apretada, se ha de reconocer, pero sin transmitir sensaciones de mejora. El equipo se ha acostumbrado a vivir sobre ese alambre por el que transita desde hace tres años. De hecho, de todos los que merodean por la zona de peligro, es el que más jornadas lleva con la luz roja: 27 en los tres últimos cursos.

«En el fútbol los resultados condicionan muchísimo las sensaciones y los análisis. La línea entre un resultado positivo y negativo es muy fina; sin embargo, las consecuencias a nivel de sensaciones, análisis e interpretaciones son muy dispares», argumenta Corberán, el artífice del milagro que parece haber perdido su don. El Valencia no sólo no gana, sino que su juego es pobre y los jugadores son un manojo de nervios. Eso, ante el Barça, le costó recibir un escandaloso 6-0 en el Johan Cruyff. Ante un Madrid con Kylian Mbappé afilado aún podría ser peor.

Un Madrid "más redondo"

Para el entrenador, la mano de Xabi Alonso se traduce en un equipo «más redondo» que aprovecha «la verticalidad, pero da pausa al juego y ataca más y mejor». «El hecho de que el Madrid use más pases antes de finalizar las acciones hace mas difícil que le puedas sacar contraataques», analizó el valenciano.

En sus 90 visitas a Chamartín, el conjunto che apenas pudo rascar 10 victorias y 14 empates, sin encadenar nunca dos triunfos consecutivos. Tras este duro compromiso completará el mes de noviembre con dos partidos en Mestalla: el domingo 9 ante el Betis (18:30 horas) y el viernes 21, después del parón de selecciones, frente al Levante.

Con esta acumulación de esfuerzos, el partido de esta noche representa un reto mayúsculo, porque el Valencia ni ha conseguido solidez defensiva ni fluidez en ataque . No arranca en colectivo que, con la marcha de futbolistas como Giorgi Mamardashvili, Ezequiel Mosquera, Enzo Barrenechea o Umar Sadiq tiene menos pólvora para resistir en el Bernabéu.

El Villarreal liquida a un Valencia abandonado

Actualizado Sábado, 25 octubre 2025 - 23:10

La metáfora de la desesperación que se vive en Mestalla fue ver a Parejo, con la camiseta del Villarreal, ovacionado por la grada en pie mientras Gayà, capitán del Valencia, minutos antes, había salido silbado del campo sin más pecado que el 0-2 que reflejaba el marcador. [Narración y estadísticas:0-2]

El Valencia parece condenado esta temporada a remar siempre contra la marea y eso tiene desesperada a una grada que busca culpables incluso en quien no lo es. Nada se le pone de cara, ni siquiera cuando lo merece. Los jugadores están atenazados y Corberán ha perdido el manual de cómo sacarlos del atasco. No les ayuda.

El ritmo cansino con el que saltó el equipo de Marcelino a Mestalla le brindó la oportunidad de verse con ocasiones de hacerle daño. Asustó Mikautadze en el arranque y respondió Danjuma por instinto, pero nadie se atrevía a acelerar un duelo que acabó en un tanteo de golpearse sin conseguir hacerse daño.

El Villarreal no llegaba al área con claridad y el Valencia, que sí encontraba espacios para correr, tomaba siempre mal la última decisión, por precipitada o imprecisa. De esas dos cualidades hizo especialmente gala Javi Guerra. Con canterano tiró en zancada para estar siempre en el borde del área, pero los disparos se estrellaban en la maraña de cuerpos groguets.

Marcelino veía cómo su equipo dejaba salir al Valencia para atosigarle una vez pasado su mediocampo. Porque ahí moría. Interpretaba mal los ataques y ni siquiera a balón parado conseguía inquietar. Encadenó ocasiones Guerra, que cruzó en exceso una asistencia desde la línea de fondo de Thierry al primer palo en la mejor de ellas. Hasta en tres ocasiones consecutivas, con Rioja y, de nuevo, Guerra, complicaron a Luiz Junior sin lograr batirle.

Gayà se retira de Mestalla.

Gayà se retira de Mestalla.M. BRUQUEEFE

El Valencia había regalado en exceso y cometió un error que pagó caro. Un pisotón de Copete a Gerard Moreno lo cazó el VAR y Alberola Rojas pitó el riguroso penalti que el delantero no falló para mandar al Valencia al vestuario con toda la presión. Y eso, acabó de descoserlo en la segunda mitad.

El Villarreal encadenó ocasiones con Moleiro y Comesaña, que a la tercera, y aprovechando un despeje forzado de Agirrezabala a centro-chut de Mikautadze, lo rebañó para marcar el segundo. Mestalla se incendió, Corberán castigó a Gayà y Guerra condenándoles a la pitada y el equipo no despertó.

No encuentra el entrenador la forma de activar a una plantilla, renovada en su columna vertebral, ya no responde de la misma manera que hace unos meses. Ha perdido confianza y el favor de Mestalla. Si el abandono es un síntoma demasiado peligroso.

Un Valencia desnortado araña un punto de milagro en Mendizorroza

Un Valencia desnortado araña un punto de milagro en Mendizorroza

¿Se puede ganar un partido en Primera sin imponerse en un duelo y sin generar ocasiones? La respuesta es sencilla: es imposible. Pero por si alguien tenía dudas, el Valencia lleva semanas demostrándolo. En Mendizorroza sobrevivió y salió con un punto porque el Alavés anduvo falto de puntería, y porque apareció una mano de Agirrezabala en la segunda parte y un poste donde se estrelló la falta primorosa de Denis Suárez en los instantes finales. Golpes de fortuna que no entierran una crisis galopante de juego y resultados. [Narración y estadísticas:0-0]

Necesitaba demostrar el Valencia mucho más de lo que enseñó en este arranque liguero, pero el ímpetu le duró 20 minutos, los únicos en los que, por intensidad, fueron algo más reconocibles. La intención era ahogar al Alavés y convertir cada robo en una carrera hacia Sivera. Justo lo que hizo Javi Guerra, pero sin errar en la decisión de asistir a la incorporación de Danjuma en lugar de armar un tiro. Como declaración de intenciones, valía. Para ganar el partido, no. Era necesario convertir esa actitud en costumbre, algo que no lograron.

Había confiado Corberán en un once reconocible, con el regreso de Thierry y la apuesta por Pepelu en el eje, con Diego López en la media punta y Hugo Duro dispuesto, como siempre, a la brega con los centrales. Una alineación en la que Copete y Danjuma eran la diferencia con alguna de las que pudieron verse hace ahora un año. Sin embargo, esa sensación de despertar desapareció de un plumazo en cuanto la pelota empezó a llegar a Lucas Boyé.

Antonio Blanco y Pablo Ibáñez bajaron las revoluciones del partido y empezaron a encontrar al argentino con una movilidad que producía crujidos en la defensa valencianista. La primera ocasión la envió por encima del larguero; la segunda, doble, la salvaron también, pero el equipo de Corberán ya vivía atrincherado, con dudas y problemas de idea de juego. El plan se había agotado muy pronto y nadie sabía cómo pasar la página. Solo en la primera parte, el Alavés fue capaz de generar más ocasiones que la media que había alcanzado en las ocho jornadas anteriores.

Tras el descanso, poco cambió. Los valencianistas seguían persiguiendo sombras blanquiazules. La única diferencia es que el peligro que había creado Boyé lo retomó Toni Martínez. El murciano calentó con un disparo al lateral de la red para, poco después, rematar una falta telegrafiada por Abde obligando a Agirrezabala a lucirse bajo los palos.

El Valencia necesitaba soluciones y Corberán parecía dudar de por dónde empezar a taponar fugas que Coudet iba alimentando con Carlos Vicente, Denis Suárez, Guridi o Aleñá. Todos los duelos eran babazorros porque el rival había decidido cavar la trinchera y jugársela a la fortuna de no recibir gol. Cömert y Santamaría, para intentar apuntalar; Lucas Beltrán para entorpecer, pero el partido seguía estando en las botas del Alavés. Y pudo llevárselo si la falta magistral de Denis Suárez no se hubiera estrellado en un poste ante la impasible mirada de toda la zaga valencianista. Cosido a córners, solo se esforzaban en resistir en una batalla absolutamente imposible de ganar.

Palestina irrumpe en el basket: cargas policiales, una herida y el Hapoel Tel Aviv, ‘sordo’ en un Roig Arena fantasmal

Actualizado Miércoles, 15 octubre 2025 - 20:41

"Deporte sí, genocidio, no" rezaba una de las pancartas. Pero, no, el baloncesto no salió indemne en el Roig Arena. El partido entre el Valencia Basket y el Hapoel Tel Aviv se jugó en un recinto casi fantasmal, blindado por un dispositivo de seguridad de 500 agentes que protegieron al equipo israelí hasta detrás del banquillo. 11.000 abonados del conjunto taronja se quedaron sin poder alentar a su equipo, aunque alguno lo dio por bien empleado y acudió a las concentraciones con la camiseta y la bufanda entrelazada con la bandera palestina.

La protesta tomó las calles aledañas para clamar por la libertad de Palestina y el apoyo al pueblo de Gaza, durante mucho tiempo de manera muy pacífica, pero sin poder evitar que las protestas más enérgicas de un pequeño grupo que invadieron la calzada con la intención de cortar el Bulevar Antonio Ferrandis acabaran provocando una carga policial, dejando cinco detenidos y una mujer herida trasladada en ambulancia. No fue una batalla campal, pero los ánimos por momentos estuvieron encendidos. Y es que la protesta contra "un partido que blanquea un genocidio" congregó a mucha más gente que la manifestación convocada en el centro de Valencia. Antes de que arrancara el partido a las 20.30, la Policía lanzó varias salvas al aire y la concentración se dispersó.

Los colectivos propalestinos habían pasado dos horas apostados en las cuatro esquinas de la nueva casa del Valencia Basket desde primera hora de la tarde con balones pintados de rojo simulando la sangre, con banderas palestinas al viento y de "Israel asesina, basket patrocina", que mutó después la coletilla final para convertirla en "Roig patrocina" o "Europa patrocina". Las consignas llamando a la resistencia al pueblo de Gaza y los ataques verbales a Netanyahu fueron una constante. Pero el Hapoel ni los vio ni los escuchó.

Pocos minutos antes de las seis de la tarde, el equipo accedió directamente en autobús a las entrañas del Roig Arena sin que casi nadie lo percibiera. Un acceso pensado para estrellas del rock acabó convirtiéndose en su refugio. Fue el mismo trayecto que hicieron a las 12 de la mañana para entrenar en una cancha que nunca han visitado porque está de estreno.

Arena desierto con barreras antiavalancha

Para entonces, el perímetro del arena estaba blindado. La tienda del equipo y los restaurantes de los anillos exteriores tuvieron que cerrar y hasta el entrenador del Valencia Basket Femenino, Rubén Burgos, tuvo que suspender la rueda de prensa previa a su partido de Euroliga de este jueves. Nadie podía entrar en el Roig Arena y hasta las alcantarillas fueron revisadas minuciosamente por los cuerpos y fuerzas de seguridad. Tampoco los gritos se filtraban porque si de algo presume la casa del Valencia Basket es de una insonorización casi absoluta.

Concentración propalestina junto al arena del Valencia Basket.

Concentración propalestina junto al arena del Valencia Basket.A. ESCOBAREFE

Sin público -lo que provocó las protestas de las peñas-, el dispositivo se centraba en controlar que nadie pudiera irrumpir en el recinto, donde en cada puerta de acceso se colocaron barreras antiavalancha y la seguridad privada se reforzó. Una de las razones que llevó al club a cerrar las gradas fue la amenaza de sanciones de la Euroliga si el partido tenía que suspenderse en algún momento por razones de seguridad.

En la cancha, nada ocurrió más allá de los gritos de un speaker que nadie podía alentar. Hapoel, a diferencia de lo que ocurrió con Maccabi hace dos años, cuando lució camisetas pidiendo la liberación de los rehenes de Hamas, y una gran bandera de Israel en el banquillo. Eso no se repitió. Se vistió de normalidad un partido anormal.

Los mensajes de Ron Gourlay al vestuario del Valencia: más liderazgo, más competencia "contra 14 o 15 equipos" y Europa será una exigencia para estrenar el Nou Mestalla

Los mensajes de Ron Gourlay al vestuario del Valencia: más liderazgo, más competencia “contra 14 o 15 equipos” y Europa será una exigencia para estrenar el Nou Mestalla

Ron Gourlay aterrizó como director general de fútbol del Valencia hace tres meses y ya se enfrenta a la primera crisis. Las derrotas ante el Oviedo en Mestalla y en Girona han abierto una brecha entre la afición y el equipo que el escocés ha querido suturar con un mensaje de unidad que ha alcanzado a todos, desde los seguidores a los jugadores. Eso sí, ha repetido durante hora y media su confianza en la plantilla y el cuerpo técnico, ha reclamado que se le juzgue a final de temporada, se ha querido sacudir el peso del pasado de Meriton en el club y, regañadientes, ha reconocido que en los planes no está la exigencia de volver a Europa hasta la temporada de traslado al Nou Mestalla, fijada para la 27/28.

"Entiendo la frustración de los aficionados cuando las cosas no van, pero estamos en un momento de transición. Hemos identificado cuáles son los retos y ahora se trata de abordarlos", explicó. "Llevo muchos años en el mundo del fútbol y este equipo no se encuentra en la clasificación donde merece. Pero el entrenador, los jugadores y el staff tenemos muy claros los objetivos y no tengo duda de que evolucionaremos como equipo. La unión del equipo es increíble y Carlos [Coberán] hizo un trabajo importante la temporada pasada y lo conseguirá de nuevo", resumió.

¿Cuáles son esos errores? Gourley apunta a las "22 transacciones" que hubo en el mercado de verano, que dejó a jugadores sin pretemporada, pero también apuntó, aunque tímidamente, a los jugadores. "Hay que valorar gestión de los partidos, por qué concedemos gol en los últimos minutos. Los jugadores están comprometidos, pero tienen que estarlo todos los minutos. Debemos ser más competitivos y tenemos que aprender a matar los partidos", sentenció.

Esa es labor del entrenador, a quien Gourley describe como el hombre con autoridad en el vestuario. "Estamos en los compases iniciales de esta fase de transición. El equipo tiene un entrenador muy capaz de lidiar en el vestuario y hablo con él cada día. Soy el jefe, y podría jugar esa carta, pero no es necesario. Tengo absoluta confianza en los jugadores y en el técnico. Necesitamos hombres, no niños. Líderes. No es momento de apuntar con el dedo a nadie y Carlos tiene todo el apoyo del club. Nadie le hace la cama, porque es una mentalidad que no está permitida en este club", aseguró.

El nuevo CEO, que aseguró haber dedicado el 80% del tiempo que lleva en el Valencia al mercado, quiso sacudirse de las promesas incumplidas de Meriton en la década que lleva en el club. "Yo no puedo responder del pasado. Hacer promesas en el fútbol no es bueno, pero hay que ser competitivos, agresivos y valientes. Se me juzgará a final de temporada. Ahora tenemos que estar tranquilos y establecer objetivos que podemos cumplir. Es muy importante ser realistas y recordar que no se hace magia ni hay secretos. Todo el mundo en el club ambiciona estar en Europa. Pero tenemos que ganarlo siendo competitivos en cada partido", insistió.

Insistió Gourley en el plan a "cinco o diez años" que le ha trazado la familia Lim, para hacer crecer el equipo, la academia, "muy importante en la estabilidad del club", y la expectativas que genera el nuevo estadio. Llegar al Nou Mestalla es las mejores condiciones deportivas parece el objetivo.

"El Nou Mestalla está muy cerca y queremos tener una excelente plantilla para cuando lo inauguremos. Tenemos cuatro ventanas de mercado para hacer el equipo más fuerte, una de un mes y otra interrumpida por un Mundial. No va a ser fácil. Necesitamos tiempo, pero todos estamos comprometidos. No juzgo al pasado. Estoy enfocado en lo que va a pasar en los próximos dos, tres años y que se me juzgue entonces. Tengo el apoyo del presidente para llevar el club adelante y se me han dado las herramientas", reconoció sin poder rehuir el discurso sobre el regreso a las competiciones europeas.

"No voy a prometer que vamos a conseguir estar en Europa. No se llega a un club y en cuatro meses se está en Europa. No tenemos una varita mágica. Es importante reconocer dónde estamos. No podemos compararnos con cuatro o cinco clubes, que tienen más nivel económico, pero contra 14-15 clubes deberíamos estar compitiendo", advirtió.

Para Gourlay, el momento en que Europa será imprescindible está claro: "Creo que en un estadio del calibre del Nou Mestalla, debemos estar en Europa. Vine a trabajar al Valencia para garantizar que en el nuevo Mestalla se juegue en Europa", insistió. Eso, según los planes del club, debería ocurrir en la campaña 27/28, porque la previsión es el que nuevo campo esté listo en julio de 2027. Queda, por tanto, toda esta temporada y la próxima para conseguir ese objetivo. Encaja con los cuatro mercados a los que también se refirió el CEO, que ahora pide "paciencia" y unión a la grada.

"Necesitamos la energía de Mestalla. Sabemos que si cumplimos con nuestro trabajo, no habrá silbidos, pero eso solo se podrá lograr juntos. Lo siento si antes habéis escuchado palabras similares a las mías, pero me siento optimista y tenemos las herramientas, la calidad. Ahora todos sentimos la frustración, los jugadores también, pero, sin dar fechas, sé que veremos la mejoría. Veo la luz al final del túnel", aseguró.

El Valencia sigue dando pasos atrás y resucita al Girona

El Valencia sigue dando pasos atrás y resucita al Girona

El Valencia sigue siendo un espectro en los campos, sin identidad y transparente para los rivales que, aunque vivan angustiados, encuentran la manera de imponerse y hacerle daño en el marcador... y en el orgullo. Sin demasiado esfuerzo o, incluso, sin merecerlo. Eso fue lo que hizo el Girona, resucitar amparado en Gazzaniga y exprimiendo cada una de las ventajas que se encontró. Cuatro disparos entre los tres palos y dos goles, máxima efectividad del conjunto de Michel, que acabó con 10 en el campo. [Narración y estadísticas: 2-1]

En Montilivi, el equipo de Corberán volvió a tropezar en la misma piedra. Sin juego, sin patrón y sin tensión. Ni en jugada ni a balón parado. Como ante el Espanyol o el Oviedo. Solo durante diez minutos de la segunda mitad se vio algún brote verde, arrancado de cuajo y sin piedad. La cura que necesitaba el vestuario después de tanto arañazo acabó convertida en más sal en las heridas.

El técnico mandó mensajes, quizá demasiados para la necesidad que tenía el equipo de reconciliarse consigo mismo y con la propuesta que desde el banquillo se viene haciendo. Sentó a Javi Guerra, Gayà, Almeida y Hugo Duro, y mandó al campo a un tierno Thierry que pronto salió en la foto de los errores groseros, letales.

No tardó ni tres minutos el Girona en avisar de que quería curarse de un mal inicio de temporada que le mantenía en la cola de la tabla justo en este partido. Portu se coló entre Jesús Vázquez y Diakhaby, obligando al central a una carrera que le reventó el isquio y a Agirrezabala a atajar la pelota con un palmeo extraño. La lesión del guineano provocaba otro cambio con la salida de Copete en una línea donde solo Tárrega tiene el mando. Y no es infalible.

Despiste de Thierry

Al Valencia le penalizan cada uno de sus errores porque le falta jugar al fútbol. Ni Pepelu ni Santamaría ni Lucas Beltrán hilvanaban un pase que pudiera dejar en ventaja a Danjuma o encontrar a Diego López y Rioja en los costados. Era misión imposible y el Girona lo aprovechó. Una pelota en largo de Vitor Reis buscando a Asprilla a la espalda de Thierry. Con el portugués despistado, la encontró de manera literal, y el rebote lo cazó Vanat incorporándose al área con un derechazo a la escuadra. Dos disparos había tenido el Girona en 18 minutos y uno fue gol.

No fue hasta pasada la media hora cuando el Valencia empezó a reaccionar, tímidamente. Un disparo de Diego López tras un ataque comandado por Danjuma, otro de Jesús Vázquez desde la frontal a las manos de Gazzaniga y Agirrezabala apareciendo para evitar que Portu, otra vez por el pasillo entre Copete y Vázquez, se plantara en la línea de fondo.

Algo tenía que hacer el banquillo valencianista para espabilar, y fue mover las fichas del frente de ataque. Con Danjuma pegado a la orilla izquierda ganó presencia y hasta un disparo que rozó el larguero. Pero los errores se sucedían y Tárrega, obligado a ser quien sacaba la pelota, puso en apuros a su portero, antes de salir cual general de caballería, para forzar una falta en la frontal que Pepelu no pudo ajustar.

Reacción en la segunda parte

En el descanso, el Valencia se encomendó a Javi Guerra y despertó. Sus arrancadas buscando el área intimidaban, y de una de ellas, aunque a trompicones, nació un disparo de Diego López al travesaño. Avisó el asturiano y no tardó el golpear cuando Danjuma telegrafió un centro al primer palo que convirtió en el empate. La irrupción del centrocampista y la decisión de acostar a la banda al neerlandés hizo que el Valencia sometiera al Girona. Sufrió Gazzaniga para sacar un derechazo desde la frontal de Guerra con el que arrancaron seis minutos de locura.

El guardameta argentino vio cómo Tárrega le ponía en aprietos con una media volea, Thierry estrelló un zurdazo en el larguero y Copete a punto estuvo de sorprender con un testarazo. Pareció que el Valencia había encontrado el camino... pero no fue así. Salió el Girona del agobio para encontrarse con una falta que se sacudió Agirrezabala ante el primer remate de Vanat pero, mientras Thierry miraba, apareció Arnau con más colmillo. Otra vez al equipo le penalizaba la pelota parada, la falta de tensión y competitividad, como hizo Puado en el 90+6 en Cornellá y como imitó Ilic en Mestalla en el 86.

Competir era la única manera que tenía el Valencia de remontar, con Hugo Duro, Ramazani y la ventaja que le daba la expulsión de Iván Martín, por doble amarilla. No pudo rentabilizarla a pesar de un asedio muy improductivo.

El Oviedo remonta y noquea al Valencia en un minuto con dos zarpazos

Actualizado Martes, 30 septiembre 2025 - 22:16

Un minuto le bastó al Oviedo para desnudar a un Valencia obtuso, que solo jugó a ráfagas, sin acierto, ni de penalti, y con falta de mucha calle. Como si fuera el recién ascendido. Se le escaparon entre los dedos tres puntos por errores groseros defendiendo un balón parado, del que se aprovechó Ilic, y permitiendo la carrera a la espalda de la defensa del veterano Salomón Rondón. Dos zarpazos que provocaron los pitos de una afición desesperada. [Narración y estadísticas: 1-2]

Se relamió Mestalla cuando, en solo cuatro minutos, su equipo tomó ventaja con un picotazo de muchos quilates. Danjuma, de media bolea, cazó un centro que el diablillo Luis Rioja se sacó dentro la línea de fondo bregando con la defensa carbayona. Apenas había pasado el balón por las botas valencianistas, pero el brillo de su estrella auguraba una noche plácida, despejada como el cielo tras la tormenta. En la grada se frotaron las manos cuando otra vez el neerlandés, esta vez asistido por Gayà al primer palo, forzó a Aarón a mantener con vida al Oviedo. Sin embargo, las expectativas murieron muy rápido. El Valencia ya no volvió a tener una ocasión clara antes del descanso.

Si bien es cierto que el Oviedo no encontró balón en los primeros 15 minutos, condenado a perseguir sombras, también lo es que poco a poco se acercó al área de Agirrezabala y, sobre todo, fue capaz en su pelea hombre a hombre, de ganar todos los duelos a un Valencia que parecía desbravado tras el gol. No se encontraban los de Corberán, dubitativos e incapaces de dar un paso al frente que les devolviera el control.

Así, entre los remates de Federico Viñas y hasta del lateral Lucas, comenzó en runrún en Mestalla, que poco tardaron en convertirse en pitos. Demasiada debilidad estaba mostrando el Valencia, que solo se estiró una vez más con una carrera por la orilla izquierda de Danjuma para sentar a Hassan y a Lucas sin que su centro encontrara rematador. Tanto creció el Oviedo que fue Paunovic quien se echó las manos a la cabeza cuando Colombatto forzó a Agirrezabala en la mejor ocasión para los asturianos al filo del descanso.

Como si no hubieran pasado por vestuarios, el partido regresó con el mismo guion. El Oviedo se volcaba buscando el empate y encontrando la manera de provocar que todo el estadio se desesperara con los errores que iban acumulando sus jugadores. El banquillo lo detectó y rompió esa dinámica reforzándose. En el centro del campo con Pepelu y en la banda con Diego López, además de Lucas Beltrán para apretar en ataque. El Valencia volvió a dominar a su antojo, sin prisas... y con poca claridad. Al Oviedo le quedó un centro-chut cruzado en exceso de Brekalo. Justo lo mismo que hizo Danjuma cuando Diego López lo dejó mano a mano con Aarón.

Errores groseros

Que no iba a ser una noche cómoda para los valencianistas quedó claro cuando hasta Danjuma falló desde el punto de penalti. El VAR avisó a De Burgos de un codazo en el cuello a Diakhaby y el neerlandés le pidió a Pepelu, con el balón agarrado, ser él quien se plantase ante Aarón, que le adivinó el lanzamiento en el minuto 74. El Valencia solo tenía que agarrarse y defender su marcador ante un equipo que había marcado dos goles en siete partidos, pero no lo hizo. Lo peor acababa de empezar. En un minuto, el Oviedo se metió los tres puntos en el bolsillo.

Fue primero Ilic en el que, tras un saque de esquina que Rondón cabeceó para meterlo en el área pequeña, cazó de rebote el mal despeje de Santamaría para empatar el duelo. Al marcador le dieron la vuelta los asturianos robándole la pelota a Gayà -desde entonces pitado- por intentar un mano a mano en el lateral de su área sin que De Burgos viera falta. La pérdida provoca que el Oviedo lance una contra perfecta para que su veterano delantero venezolano se fajara con Tàrrega y tumbara al Valencia.