Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

Draper refrenda su gran momento y se medirá con Ruud por el título en Madrid

Draper refrenda su gran momento y se medirá con Ruud por el título en Madrid

Jack Draper, acaso el tenista más en forma del momento, buscará este domingo en Madrid (18.30 h., Teledeporte) frente a Casper Ruud su segundo Masters 1000, tras vencer hace pocas semanas en Indian Wells. El gigante británico, que ya tenía asegurado su ingreso en el top 5, derrotó a Lorenzo Musetti, quien pese a la derrota se estrenará este lunes entre los diez mejores del ránking, por 6-3 y 7-6 (4), en una hora y 57 minutos. Se trata de un enfrentamiento inédito, entre un jugador de 23 años que asoma con una pegada descomunal y unas condiciones idílicas para hacerse fuerte en el tenis que se impone en el circuito, y un hombre de 26, ya con una historia detrás.

Será la tercera final de un torneo de este rango para Ruud, que perdió en 2024 en Montecarlo (Tsitsipas) y en 2022 en Miami (Alcaraz), y también se inclinó en las ATP Finals 2022 (Djokovic). Fue subcampeón en Roland Garros 2022 (Nadal) y 2023 (Djokovic), al igual que en el US Open de 2022 (Alcaraz). El noruego, que ganó al argentino Franciso Cerúndolo por 6-3 y 7-5, está ante la posibilidad de lograr su título más importante, el decimotercero en su global.

Musetti, fino estilista de revés a una mano, lo intentó frente a un rival que le había derrotado en sus tres disputas anteriores, pero se encontró con una tarea complicada. El zurdo londinense, que buscará su primer título en arcilla, salvó una pelota de rotura con 3-4 en el segundo set y neutralizó la crecida del finalista en Montecarlo, quien, no obstante, defendió su suerte hasta el desempate.

Aryna Sabalenka, número 1 del mundo y doble campeona del torneo, se mide hoy (18.30 h.) con Coco Gauff, que viene de arrollar a Iga Swiatek, defensora del título. La estadounidense manda en el cara a cara por 5-4 y ganó el último partido entre ambas, en las WTA Finals.

La sombra profunda de Swiatek, sometida en semifinales por Gauff: 6-1 y 6-1

La sombra profunda de Swiatek, sometida en semifinales por Gauff: 6-1 y 6-1

No hay consuelo para Iga Swiatek, destruida por Coco Gauff en las semifinales del Masters de Madrid, donde defendía el título. La número dos del mundo, tetracampeona de Roland Garros y ganadora de un Abierto de Estados Unidos, la otrora indiscutible dueña de la tierra, plasmó en una hora y cuatro minutos la profunda crisis que atraviesa desde hace casi un año, desde que conquistó precisamente en París el último de sus 22 títulos.

Hacía seis años que Swiatek no ganaba tan pocos juegos en un partido. Fueron sólo dos, 1-6, 1-6, frente a la estadounidense, ante quien nunca había perdido un parcial en arcilla, donde presentaba un cara a cara favorable de cinco victorias a cero, para un global hasta el partido disputado en la Caja Mágica de 11-4.

A duras penas pudo librarse de un rosco en el segundo set, tirando de su maltrecho orgullo. Cerca de los 24 años, golpeada anímicamente por la mancha del dopaje, Swiatek ha entrado en un territorio desconocido. Ni siquiera el polvo de ladrillo le facilita la redención. Derrotada en cuartos de final de Stuttgart por Jelena Ostapenko, sale de Madrid aún con menos certezas de las que llegó. El camino hacia semifinales ya denunciaba su precario estado de forma. Madison Keys sí fue capaz de asestarla un 0-6 en el encuentro de cuartos, antes de ceder en tres parciales. Únicamente sacó un partido diáfano, ante Linda Noskova, en segunda ronda. Le tocó sufrir de nuevo frente a Alexandra Eala, en el debut, tras la derrota padecida frente a ella en cuartos de Miami.

Una rivalidad detenida

Número 1 del mundo durante 125 semanas, llamada a proseguir su rivalidad con Aryna Sabalenka, un contraste de personalidades y estilos muy nutritivo para el circuito, que ya alcanza los 12 partidos (el último de ellos el pasado año en la final de la Caja Mágica), la tenista de Varsovia, que ayer ni siquiera se dignó a pasar por la sala de prensa, como es preceptivo tras una semifinal, sino que resolvió el para ella cada vez más incómodo trance de atender a los medios con una fugaz presencia en la zona mixta («No voy a sonreír si recibo un resultado así. Todo colapsó», dijo), siente el persuasivo aliento de la nueva generación.

«Las jóvenes no tienen nada que perder», comentaba el pasado martes en un encuentro con este periódico y otros dos medios españoles. Mirra Andreeva, que acaba de ingresar en la mayoría de edad, le ha superado en dos ocasiones consecutivas este año, en cuartos de final Dubai y de Indian Wells. Eala, como quedó escrito, también lo hizo.

En noviembre del pasado año se supo que había dado positivo por trimetazidina, un medicamente prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje, en agosto, durante el torneo de Cincinnati. Acreditó que lo tomó de manera accidental y su castigo fue de tan sólo un mes. El perjuicio deportivo y económico fue escaso, pero el asunto aún parece pesar sobre una tenista irreconocible, que este jueves cometió 28 errores no forzados, 21 de ellos con la derecha, su mejor golpe.

Crédito para Gauff, impecable. «Siento que ha sido uno de esos días en los que saltas a la pista y todo sale bien», dijo la tenista de Florida, de 21 años, que nunca había pasado de octavos de final en el Masters de Madrid y sumó su tercera victoria consecutiva ante Swiatek, tras vencerla previamente a principios de temporada en la United Cup y en el cierre de 2024 en la fase de grupos de las WTA Finals.

Swiatek frente a Gauff, dos campeonas del Grand Slam en semifinales del Masters de Madrid

Swiatek frente a Gauff, dos campeonas del Grand Slam en semifinales del Masters de Madrid

Dos campeonas del Grand Slam se las verán este jueves en las semifinales del Masters de Madrid, en el partido más sugerente del torneo hasta la fecha. Iga Swiatek, defensora del título en la Caja Mágica, cuatro veces ganadora de Roland Garros y la mejor en el Abierto de Estados Unidos de 2022, jugará frente a Coco Gauff, que se llevó la copa en Nueva York un año después.

Si nos atenemos a lo acontecido hasta ahora en esta edición del torneo, Gauff, cuarta favorita, reúne mayores argumentos para la convicción. Este miércoles, en cuartos de final, superó por 7-5 y 6-1 a Mirra Andreeva, la adolescente rusa que hace pocas semanas ganó de manera consecutiva los WTA 1000 de Dubai e Indian Wells.

Desde que neutralizó dos pelotas de set en el primer parcial, la jugadora de Florida no dio un respiro a Andreeva, desolada por la oportunidad perdida. Sin ser una especialista en arcilla, Gauff cuenta con una final de Roland Garros, la que perdió 6-2, 6-1 ante quien será su próxima oponente en la Caja Mágica.

No viene Swiatek en su mejor momento. En cuartos, ante Madison Keys, venció por 0-6, 6-3 y 6-2. Un nuevo sobresalto para la polaca, segunda cabeza de serie, que ya se dejó un set en la ronda anterior frente a Schnaider y otro en su estreno frente a la joven Alexandra Eala, capaz de sorprenderla en cuartos de Indian Wells.

Son tiempos difíciles para la tenista de Varsovia, cuyo último título data del pasado Roland Garros. La sanción de un mes por dopaje a finales del pasado curso ha percutido emocionalmente en la ex número 1 del mundo, que también muestra un difícil trato con los medios de comunicación, lejos de la muchacha ingenua y cordial de los inicios.

No obstante, el cara a cara ante Gauff, que se ha llevado los dos últimos partidos, le sonríe de manera concluyente, con 11 triunfos en 14 disputas y un 5-0 sobre arcilla. "Es una rival muy difícil, pero ya no voy a pensar más en ese balance, como lo hice en el inicio de nuestra serie. Ahora afronto cada partido como uno nuevo, como una nueva oportunidad cada vez, y salgo a la pista con la idea de que puedo ganar", comentó la norteamericana en conferencia de prensa.

Van der Zandschulp deja en el limbo a un devaluado Nadal

Van der Zandschulp deja en el limbo a un devaluado Nadal

Aún desconocemos si Rafael Nadal volverá a disputar un partido profesional. La Copa Davis deja una puerta abierta para que el legendario tenista español pueda tomar un nuevo tren si España saca adelante la serie y despedirse así de otro modo del juego que lleva honrando desde sus inicios, hace más de dos décadas. Su derrota ante Botic van der Zandschulp arroja, no obstante, un rastro desalentador. Parece difícil pensar que le veamos en un duelo individual.

El ganador de 22 títulos del Grand Slam está lejos del jugador que fue. Su tenis este martes no le alcanzó para plantar cara al número 80 del mundo, que sacó provecho de sus vías de agua y dio a Países Bajos el primer punto de la eliminatoria de cuartos de final ante España. Se impuso por 6-4 y 6-4, en una hora y 53 minutos.

Fue segundos antes de que estallasen los primeros gritos de "¡Rafa, Rafa, Rafa!" cuando el protagonista de esta Copa Davis vio deslizarse por sus mejillas las primeras lágrimas. Poco dado al llanto, ni siquiera en sus más afamadas conquistas, esta vez Nadal dejó traslucir la emoción que le producía disputar ante las 11.300 espectadores que colmaron el Martín Carpena de Málaga el que podía ser el último partido de su vida. El estruendo fue aún mayor una vez concluido el protocolo, interpretados los himnos y hecho el silencio en homenaje a las víctimas de la DANA en Valencia, una vez que el speaker recitó sus logros más relevantes.

Dos víctimas españolas

Van der Zandschulp sintió en el inicio el peso del papel que le correspondía, pero supo aprovechar las oportunidades brindadas por un tenista que está lejos de lo que fue. En el segundo juego el neerlandés cometió tres dobles faltas consecutivas, penitencia que no alcanzó para que Nadal pudiera llevárselo y abrir brecha. El neerlandés, no ha hecho gran cosa en lo que va de año, pero entre sus víctimas figuran nada menos que Nadal y Carlos Alcaraz, a quien venció en la segunda ronda del Abierto de Estados Unidos.

Nadal contaba con sendas victorias en sus enfrentamientos ante el número dos de Países Bajos, ambas en 2022, en Wimbledon y en Roland Garros. David Ferrer optó por él en lugar de Roberto Bautista, que venía de ganar recientemente el título en Amberes, también en pista cubierta. Veinte años después, en su cierre del círculo en la Copa Davis, sin el grado de sorpresa que supuso entonces su presencia en el equipo en la final ante Estados Unidos, Nadal volvía a disputar los individuales no por ránking, 155º frente al 46º, lugar de Bautista, ni por recientes créditos adquiridos, sí por calado histórico y, seguramente, por el nivel que ofreció en los entrenamientos.

Van de Zandschulp, con su 'drive' ante Nadal.

Van de Zandschulp, con su 'drive' ante Nadal.AFP

Comprensible o no, la apuesta resultó fallida. Lento en los desplazamientos laterales, errático, Nadal resistió hasta el noveno juego, cuando su oponente rentabilizó la segunda pelota de rotura, superándole con un passing cruzado. Refrendó el logro manteniendo su servicio para llevarse el primer set y amplió distancias con otra rotura en el inicio del segundo.

La última vez que Nadal había disputado un partido de Copa Davis fue para culminar el sexto título de España, el 24 de noviembre de 2019, al imponerse a Denis Shapovalov. La última vez que había jugado un partido de tenis individual fue el pasado 29 de julio, en la segunda ronda de los Juegos Olímpicos, cuando cayó en dos sets ante Novak Djokovic.

Hizo soñar a la hinchada cuando, ya 4-1 abajo, recuperó uno de los saques perdidos y se situó 4-3. Van der Zandschulp cometió una doble falta, envió una derecha a la red y quedó 0-30, antes de salir del apuro con su servicio, un arma definitiva. Corto de ritmo competitivo, esta vez Nadal no tendría argumentos para insinuar la remontada.

De Brno a Sevilla, la explosión de Nadal en la Davis de 2004: "Feli, tu gana tu partido, que yo voy a ganar el mío"

De Brno a Sevilla, la explosión de Nadal en la Davis de 2004: “Feli, tu gana tu partido, que yo voy a ganar el mío”

En el principio fue la Copa Davis. En el final será la Copa Davis. El futuro, incluso en el caso de Rafael Nadal, que con 38 años, a más tardar este domingo, en la hipótesis más optimista, con España en busca de su séptima Ensaladera, dará un definitivo paso al costado con su raqueta, aún está por escribir. El pasado, esplendoroso, no sólo desde aquella final de Sevilla ante Estados Unidos, en diciembre de 2004, sino sugerente incluso antes, en s

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Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

A la hora de glosar la carrera de Rafel Nadal, que este jueves anunció su retirada del tenis el mes próximo en las Finales de Copa Davis, me resulta inevitable evocar nuestra primera conversación. Fue el 15 de agosto de 2004, tras dejar sobre la tierra de Sopot la huella prístina de una carrera difícilmente homologable, que registró, con el decimocuarto Roland Garros, el último de sus 92 títulos 18 años más tarde. En aquella charla, a través del teléfono, surgía la voz tenue de un muchacho que, como explicó en el vídeo testamentario de su adiós, estaba lejos de imaginar el viaje que iba a trazar en la historia del deporte.

No por esperada, desde que su cuerpo se negó a obedecer su apetito de insaciable competidor, deja de estremecer una noticia capaz de imponerse en las cabeceras de todos los diarios e informativos, de arrinconar por unas horas el impacto del fragor de las guerras y la tormenta política de su país. Se marcha uno de los más grandes deportistas de siempre, cuyos logros, entre los que se encuentran nada menos que 22 títulos de Grand Slam, cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1, un oro olímpico individual y otro en dobles, trascienden el puro valor del éxito y estarán siempre unidos a la forma de lograrlos.

Para saber más

Porque la figura de Nadal está asociada a un espíritu incombustible, a ese never say die que le acompañó también en la vocación de un cierto espíritu nietzschiano por su afán de reescribir un eteno retorno. Fueron muchas las ocasiones con motivos suficientes para firmar la rendición, y desde muy pronto, con la temprana aparición, a los 19 años, de los problemas endémicos en el escafoides del pie izquierdo que amenazaron con cortar el seco el majestuoso vuelo de su raqueta.

Pero el jugador al que ya hace tiempo echamos de menos, resignados al azote contumaz de los percances físicos que sólo le han permitido disputar 19 partidos esta temporada y únicamente tres el pasado año, se reveló capaz de abrirse paso una y otra vez, de reivindicar su nombre frente al empuje de las nuevas generaciones y de mantenerlo vivo en esa pugna irrepetible con Roger Federer, que le precedió a la hora de dejar caer la hoja roja, hace ya dos cursos, y con Novak Djokovic, aún en danza, agotando las últimas reservas de su combustible.

Nunca el tenis disfrutó de tres protagonistas tan ilustres conviviendo en un mismo y largo período, prolongado durante casi cuatro lustros, algo que proyecta aún más lejos su legado. Nadal fue el primero en cuestionar la rapsodia de Federer, de discutir con sus propias armas su reinado. Lo hizo ya derrotándole por sorpresa en el Masters 1000 de Miami, en 2003, y llevándole al límite en la final de ese mismo torneo un año después, y proclamó en voz muy alta, meses más tarde, superándole en las semifinales de Roland Garros, en la antesala de la primera de sus copas de los mosqueteros, que este juego entraba en una nueva era.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.Lin CheongAP

Nadal y Federer caminaron de la mano, separados por la red pero juntos a la hora de enviar un mensaje de profundo calado en su exclusiva narrativa, que incorporaba, al lado del hermoso contraste de personalidades y estilos, los principios de una sana disputa puramente deportiva que alcanzó los 40 partidos. En ella se detuvieron escritores como David Foster Wallace, autor de El tenis como experiencia religiosa (Ramdom House), donde, sin disimular su fascinación por Federer, a quien dedicó el libro, recoge la capacidad de retroalimentación que siempre hubo entre ambos.

Resulta difícil contar la historia de Nadal sin la figura del estilista suizo, como fue inevitable acudir a su némesis a la hora de enfrentarse al también delicado ejercicio de despedir al ocho veces campeón de Wimbledon. También allí, precisamente allí, aconteció uno de los episodios medulares en la historia del zurdo, que es simultáneamente parte de la mejor historia del tenis. En una final, la de 2008, con la impronta de Alfred Hitchcock, sacudida por los azares de la climatología británica, interrumpida y dilatada hasta que la noche insinuó seriamente su aplazamiento, Nadal puso fin a la autocracia de Federer en su territorio sagrado y se convirtió en el primer español capaz de ganar el torneo en el cuadro masculino desde que lo hiciera Manolo Santana. Aquel partido fue considerado entonces como el mejor de siempre. Y diría que tal catalogación mantiene aún toda su vigencia.

Si Santana, a quien tampoco nunca terminaremos de decir adiós, puso al tenis español en el mapa, Nadal trascendió todas las categorías fronterizas. El chico que se inició bajo la estoica tutela de su tío Toni, cuyo nombre aparece en lustrosas versales en la construcción de todos sus logros, como un aparente especialista sobre tierra batida, devino en un profesional capaz de reinventarse para imponer su discurso en todas las superficies.

No sólo ganaría en dos ocasiones sobre el pasto del All England Club, sino que su constante deseo de aprendizaje y superación le llevarían también a tomar el poder en cuatro ocasiones en el Abierto de Estados Unidos y otras dos en el Abierto de Australia, la última de ellas, en 2022, en una plasmación catedralicia de su ardor y resiliencia, levantando un partido imposible a Daniil Medvedev cuando acababa de regresar de otro de sus largos períodos recluido en el arcén. Forma, junto a Donald Budge, Roy Emerson, Fred Perry, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer y Novak Djokovic, la ilustre nómina de quienes han logrado inscribir su nombre como campeones de los cuatro grandes.

Amor por la Davis

Ese permanente viaje de ida y vuelta sólo ha sido posible gracias al amor y la pasión por aquello que aún seguirá haciendo hasta que ponga el definitivo cierre en Málaga, precisamente en la Copa Davis, en la competición que le alumbró como un entonces insospechado líder. Hace dos décadas, en Sevilla, frente al Estados Unidos liderado por Andy Roddick, con la valentía y complicidad del equipo de capitanes formado por José Perlas, Jordi Arrese y Juan Avendaño, Nadal transgredió el guion para llevar a España a la conquista de su segunda Ensaladera, aunando voluntades junto a Carlos Moyà, el hombre que tomó el relevo de Toni en su rincón.

Su carácter inspirador tuvo un efecto inmediato en nuestro tenis, al frente de jugadores tan importantes como David Ferrer, que será su último capitán, Feliciano López, Roberto Bautista, Fernando Verdasco o Pablo Carreño, todos ellos nutridos por cualidades de las que no sólo adolecía el tenis sino el deporte español en su globalidad. Sin Nadal sería difícil entender un fenómeno como el de Carlos Alcaraz, tan distinto en su manera de desenvolverse en la pista, tan parecido a la hora de interpretar la esencia del juego. Pronto vio en él a alguien armado para tomar su relevo, incluso antes de someterle en su primer enfrentamiento, en Madrid, el día que el murciano ingresó en la mayoría de edad.

Nadal tocó de lleno el corazón de los aficionados de todo el mundo como ahora, con su propia singularidad, lo hace Carlos Alcaraz. Pudimos disfrutarles juntos en los Juegos de París, después de que el mallorquín recibiese el emocionante homenaje de la ciudad y el recinto donde luce su efigie como uno de los portadores de la antorcha olímpica. Aún nos queda un postrero disfrute a partir del 19 de noviembre, con su hasta ahora negada alianza en la Copa Davis, escenario elegido por Nadal para su último baile, quien sabe si para clausurar el formidable relato con un desenlace tan brillante como aquel que le dio comienzo.

La estupidez de odiar a Rafa Nadal

La estupidez de odiar a Rafa Nadal

Al principio me hacía gracia, todo melena, gestos y testosterona sin refinar. Luego le cogí manía, más por la turra con la tóxica 'cultura del esfuerzo' y los "Don Rafael Nadal Parera" ajenos que por los tics y las quejas propias. Ahora no sé qué será mi vida sin él. Nuestras vidas.

Como loco del deporte, no hay muchos síntomas de respeto mayores que querer que alguien pierda con tanta ansia como deseas que los tuyos ganen. Nadie va contra el insi

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La celebración de Jannik Sinner: su tía enferma, su amistad con Seal y ni rastro de polémica sobre su positivo

La celebración de Jannik Sinner: su tía enferma, su amistad con Seal y ni rastro de polémica sobre su positivo

El domingo por la noche, Jannik Sinner, campeón del US Open unas horas antes, aparecía con una chaqueta Gucci frente a la fachada de la Arthur Ashe, la pista central de Flushing Meadows, para hacerse las típicas fotos con el trofeo. Ahora de enfrente, ahora de un lado, ahora del otro y ya está. Normalmente el posado se realiza al día siguiente de la final en algún lugar emblemático de Nueva York, como el Empire State, Central Park o Times Square -donde lo hizo Carlos Alcaraz en 2022-, pero Sinner optó por hacerlo rápido y sencillo. Sin ruido. Ni medios ni fans.

En silencio encontró la tranquilidad para hacerse con el segundo Grand Slam de su vida y en silencio lo celebró. Si a su alrededor continuaba la polémica por haber dado positivo en dos test antidopaje, con más críticas del mediático Nick Kyrgios a través de las redes sociales, ya no iba con él. Con su victoria en la final ante Taylor Fritz y el cierre de su caso por parte de la Agencia Mundial Antidopaje, Sinner ya ha pasado página.

"He mejorado mi mentalidad"

«Lo que ocurrió seguía en mi mente durante todo el torneo, no se había ido, pero en la pista me centré en el juego. No fue fácil, lo aseguro, pero estuve concentrado, así que puedo decir que he crecido, que he mejorado mi mentalidad. Me ayudó mucho mi gente, las personas con las que estoy desde que era un niño, mi equipo y mi familia», explicaba Sinner después de la final y de una celebración comedida. Con su serenidad, el italiano se llevó el último punto, subió a las gradas a abrazar a los suyos y bajó sereno, calmado, dispuesto a recibir el trofeo sin aspavientos. No hubo gritos ni lágrimas. No hubo ni un gesto para el público estadounidense ansioso como siempre por presenciar un show. Si acaso, dos detalles.

En primer lugar, la emoción contenida de Sinner al nombrar a su tía enferma y recordar los días en los que ella le llevaba a entrenar mientras sus padres trabajaban en el refugio Fondovalle, en los Dolomitas. Y en segundo lugar, su complicidad con el cantante Seal. Dos años atrás el autor de canciones como Kiss from a rose o Crazy comentó que Sinner era su tenista favorito, los presentaron y en los últimos meses ambos han construido una bonita amistad. De hecho, Seal presenció el partido en el palco de invitados del italiano, justo detrás de su novia, la tenista Anna Kalínskaya, eliminada en tercera ronda del mismo US Open.

Descanso hasta la gira asiática

«Sólo mi equipo y mi familia saben lo que he sufrido en los últimos meses. No fue sólo el ruido de la semana previa del US Open, fueron los meses anteriores. Ha sido difícil disfrutar de ciertos momentos durante el torneo, no lo he vivido igual, pero eso me ha permitido conocerme mejor. Ahora me irá bien tener un tiempo de descanso», asumía Sinner que, al contrario que Carlos Alcaraz, esta semana no disputará la fase de grupos de la Copa Davis que empieza hoy en Valencia y la semana próxima no estará en la Laver Cup de exhibición. Después de su victoria en el US Open, el italiano volverá en el ATP 500 de Pekín, en la última semana de septiembre y lo hará sin preocupaciones.

Cuando se hizo público su positivo, pese a la exculpación por parte de la Federación Internacional de Tenis (ITF), se conjeturó con una posible desbandada de patrocinadores, pero no le ha abandonado ninguna de las muchas marcas que le apoyaban -Nike, Head, Rolex, Gucci, Lavazza, Alfa Romeo, Technogym...-. Y en el circuito tampoco se han multiplicado sus críticos. Más allá de Kyrgios, con quien mantiene cierta tensión personal -el australiano fue novio de Kalinskaya- y de tenistas modestos como Lucas Pouille y Denis Shapovalov, las estrellas del deporte no han ahondado en su caso, más bien todo lo contrario. El propio Alcaraz, amigo suyo, defendía su inocencia y le apoyaba públicamente.

«Salieron cosas, pero creo que la reacción general de los jugadores fue positiva. Que haya críticas es normal, pasa en todos los deportes, no puedo hacer nada al respecto», asumió Sinner que, pese a todo lo vivido, acabará la temporada con dos Grand Slam, muy posiblemente como número uno del ranking y con el futuro en sus manos.

¿Quién es Rafa Jódar, el campeón español del US Open júnior? Sus inicios en un garaje, el estilo de Sinner y el madridismo de Nadal

¿Quién es Rafa Jódar, el campeón español del US Open júnior? Sus inicios en un garaje, el estilo de Sinner y el madridismo de Nadal

Aparece Rafa Jódar, con sus 17 años, y sus 1,90 metros, y su juego directo, y sólo queda una certeza: el tenis español tiene futuro. En los últimos tiempos no ha celebrado muchos éxitos que no fueran de Carlos Alcaraz, pero la cantera sigue rebosando talento. En el US Open júnior, por ejemplo, en las últimas cuatro ediciones ha habido tres campeones españoles: Dani Rincón en 2021, Martín Landaluce en 2022 y Jódar este 2024, una racha que no había encadenado ningún país. En la final del Grand Slam estadounidense de este sábado, en la inmensidad de la pista Arthur Ashe, Jódar al noruego Nicolai Budkov Kjær, el ganador del último Wimbledon junior, el número uno del mundo en menores de 18 años, por 2-6, 6-2 y 7-6(1).

"Estoy viviendo un sueño ahora mismo. Ha sido una batalla preciosa y me gustaría felicitar a Nicolai por el partido. Ha sido un placer jugar contra él", comentaba Jódar en sala de prensa con una educación exquisita.

De Leganés, formado por su padre y por los entrenadores del Club de Tenis Chamartín, Jódar empezó a pelotear en su garaje, para luego practicar en unas pistas de pádel cercanas a su casa y descubrir la competición a los siete años. El año pasado ya dio la campanada al ganar por sorpresa y con sólo 16 años el Campeonato de España junior y desde entonces combina las sesiones en su club con 'stages' en la academia BTT de Sant Cugat, donde aprende de Francis Roig, ex entrenador de Rafa Nadal. Precisamente Nadal fue su ídolo de infancia -el primer partido que vio en televisión fue la final del Open de Australia de 2012 perdida ante Novak Djokovic- y un espejo en el que mirarse, madridista como él, aunque el estilo de ambos es muy distinto.

Con su físico, Jódar se acerca más al tenis de Jannik Sinner, el actual número uno del mundo, pese a que todavía le queda mucha formación. Antes del US Open junior, el español se había comprometido con la Universidad de Virginia para jugar allí a partir de enero, aunque ahora podría intentar un salto temprano al circuito ATP. "No puedo decir lo que voy a hacer. Para ser sincero, todavía no lo he decidido", aseguraba después de levantar el título más importante de su corta carrera.