En Europa se habla mucho de rearme, y nos recuerda al fútbol. La narrativa futbolística, tan épica a veces como la descripción de una batalla, se nutre en buena medida de referencias bélicas. Para empezar, hay dos equipos como dos ejércitos, con sus "capitanes" respectivos, que "luchan" para "ganar".
Hay "defensores" y "atacantes", "disparos", "misiles", "obuses", "cañonazos", "banderas", "himnos", "uniformes", "tácticas" y "estrategias". Los delanteros desacertados tienen "la pólvora mojada" o "el punto de mira desviado". Goleador es sinónimo de "artillero". Los porteros son "bombardeados". Los jugadores reservas serían comparables a los militares reservistas. Asencio era un infante de reemplazo, destinado en la retaguardia, en el Castilla, un reservista del Madrid. Su renovación y aumento de soldada semejan una prima de reenganche. Ha ascendido y luce galones. A los nuevos fichajes se les aplica la condición de "refuerzos". Llegan refuerzos a la plantilla. Al frente. El vestuario simboliza el cuartel.
Algunos futbolistas han tenido apodos bélicos: Cañoncito pum (Puskas). Panzer (Stielike). Torpedo (Müller) ... Las lesiones equivaldrían a heridas en combate. El "juego subterráneo" remite a la tarea de los zapadores. Un gol en propia puerta es "fuego amigo". Quienes se "infiltran" entre los defensas actúan como los comandos, que hacen lo propio tras las líneas enemigas. Aunque la denominación se halla hoy en desuso, se ha conocido de antiguo al árbitro como "el juez de la contienda"; alguien que aplica un reglamento que vendría a ser la metáfora de la Convención de Ginebra. Es célebre una famosa sentencia, en el sentido de sesuda afirmación personal y no de solemne dictamen judicial, de Manuel Vázquez Montalbán considerando al Barça "el ejército desarmado de Cataluña". Un ejército local con "mercenarios". Combatientes extranjeros a sueldo, complementando las autóctonas filas azulgranas, surgidas del juvenil West Point de la Masía.
Se habla mucho, sí, en Europa de rearme, aunque a Sánchez, que una vez consideró prescindible el Ministerio de Defensa, no le gusta la ruda palabra. La sustituye por vaporosos eufemismos para marear la perdiz (maniobras de distracción) ante la UE y, al mismo tiempo, interceptar los drones verbales de sus socios de Gobierno, provistos de un arsenal de armas de rendición pasiva. Pacifistas de parvulario que claman "¡no a la guerra!" como si negándola, la eliminaran. Sustituyen el kit de Von der Leyen por el cabás de la Señorita Pepis.
España está muy bien armada futbolísticamente. Pero en política necesita un rearme moral. García-Page le ha pedido a Sánchez, cuyo Gobierno, como los presupuestos, está prorrogado por Puigdemont en un permanente tiempo de descuento, que rompa con el de Waterloo para "salvar de la ruina al PSOE". Pero bastaría con que Don Emiliano, cuyo valor se le supone, diera un paso al frente y ordenara a sus huestes que se replegaran hasta los escaños éticos del Congreso y en ellos se atrincheraran. Cual VAR rectificador, sacaría de ese modo roja directa a Sánchez, doble amarilla a Puigdemont y regeneraría el PSOE.
Durante casi cinco semanas en Nueva Zelanda y Australia, Luis Rubiales nunca manejó otra opción en su cabeza. España, por primera vez en la historia, iba a proclamarse campeona del mundo de fútbol en categoría femenina. Lo repetía a modo de mantra. Con una convicción casi suicida. Así que sus colaboradores, entre la prudencia y el estupor, optaron por seguirle la corriente. Las futuras campeonas, con quienes había mantenido notorias discrepancias, también empezaron a observarle con creciente simpatía. En aquel verano de 2023, el ex presidente de la Federación ejercía como único enlace entre el vestuario y su técnico, Jorge Vilda. Porque ese vínculo se había roto tiempo atrás. Y no había reconciliación posible. Sin embargo, tras cada victoria en el Mundial, el entusiasmo de Rubiales empezaba a resultar más y más contagioso. De algún modo, cautivador. Su apuesta por el fútbol femenino, esta vez sí, era firme. Así se lo había repetido mil veces a Jennifer Hermoso. Con ella mantenía una relación muy estrecha, basada en la camaradería. En un visceral modo entender el fútbol y la vida. Sin embargo, el 20 de agosto de 2023, sobre el césped del Stadium Australia de Sydney, Rubiales propinó un beso no consentido a Hermoso que puso patas arriba el fútbol español y por el que, a partir de hoy, deberá rendir cuentas en la Audiencia Nacional. Se le acusa de dos delitos: agresión sexual y coacciones. La Fiscalía pide para él una pena de dos años y medio de cárcel.
En el banquillo del Juzgado Central de lo Penal, presidido por el magistrado José Manuel Clemente, también se sentarán Jorge Vilda, ex seleccionador femenino, Albert Luque, ex director deportivo de la selección masculina y Rubén Rivera, ex responsable de marketing de la selección. A los tres se les imputa un delito de coacciones, por el que podrían ser condenados a un año y medio de cárcel.
Según la denuncia de Hermoso, Vilda, Luque y Rivera intentaron subestimar la importancia de lo sucedido, presionándola para que no tomase medidas legales. Respecto al beso de Rubiales, Jenni admitió haberse sentido «vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte». Así definía, el 25 de agosto de 2023, los hechos. Sin embargo, sólo unos minutos después del beso, ni Hermoso ni su entorno más cercano, incluido el sindicato FutPro, mostraban alarma alguna. ¿Qué sucedió en esos seis días para que la capitana cambiase el discurso? Tras consultar con varios testigos, EL MUNDO ha querido reconstruir, paso a paso, aquellos hechos.
«Estoy para lo que me pidáis»
Para comprender de forma más precisa lo que pasó aquel domingo en Sydney hay que remontarse unos días atrás. En concreto, hasta el acceso de España a las semifinales, donde se mediría a Suecia. «Estoy para lo que me pidáis. Si queréis que vengan más familiares, adelante», contó Rubiales a sus jugadoras. Aquello suponía otro paso en el plan de conciliación por el que ellas tanto habían peleado. El que les igualaba en derechos a otras selecciones de la elite.
Porque desde el inicio del torneo, Irene Paredes e Ivana Andrés, dos de las líderes, pudieron convivir en el hotel de concentración con sus parejas y sus hijos: Mateo, de dos años, y Jara, de apenas unos meses. Rubiales se había involucrado personalmente para que todas dispusieran de una bolsa económica destinada al desplazamiento de sus familiares. Aunque en el inicio del torneo ese reparto resultó algo caótico, con el paso de las semanas se hizo más flexible. De igual modo, las malas caras de los primeros días dieron paso a un ambiente más cálido. Salvo un par de excepciones, el equipo apreciaba el golpe de timón de su presidente.
Sin embargo, el clima interno distaba del ideal. Baste el caso de Misa Rodríguez, relegada a la suplencia tras el 0-4 ante Japón. A partir de ese momento, la guardameta rompió cualquier relación con Vilda. Sin olvidar la clásica rivalidad de clubes trasladada a la selección. Ivana Andrés, capitana, y Misa Rodríguez, jugadoras del Real Madrid, observaban con recelo a las del Barça, con siete titulares en la final ante Inglaterra. Cuando las azulgrana pidieron permiso a Ivana para que Paredes alzase la copa, la madridista se negó en rotundo. Ella había seguido con Vilda durante el plante de Paredes y otras 14 compañeras en 2022. «Si algo nos enseñó aquel Mundial es que, a diferencia de lo que suele decirse, un equipo con un vestuario roto sí puede alcanzar el éxito», explica a este periódico un ex trabajador de la RFEF.
Vilda, durante el calentamiento previo a la final ante Inglaterra.AFP
La gravedad del asunto habría desesperado a otro presidente, pero no a Rubiales. En realidad, aquellos manejos le parecían peccata minuta. Al fin y al cabo había sido él, socialista de cuna, hijo del alcalde de Motril, quien pactó con Gerard Piqué una comisión de 24 millones de euros por el traslado de la Supercopa a Arabia Saudí. Era su peculiar modo de entender la presidencia. Después de mil escaramuzas con Javier Tebas, presidente de LaLiga; después de tantos devaneos con Pedro Sánchez para organizar el Mundial 2030; después de grabar en secreto sus conversaciones con José Guirao, ministro de Cultura y Deporte; después de la fiesta en un chalet de Salobreña con una decena de «chicas de imagen»; después del espionaje a David Aganzo, presidente del sindicato AFE, Rubiales se sentía invulnerable. Dos meses antes ya había gozado con la Nations League, un logro menor. Ahora necesitaba otro título a escala planetaria: el Mundial femenino.
Aferrado a su incombustible optimismo festejó desde el palco de autoridades el gol de Olga Carmona, maldijo el penalti errado por Jenni Hermoso y descontó, uno a uno, los 13 minutos de tiempo añadido. Tras el pitido final, la tensión se le iba a desbordar del modo más obsceno: una mano en los testículos ante la atónita mirada de la Reina Letizia y la Infanta Sofía. Pocos metros más allá, en la zona VIP donde se sentaban los representantes de clubes, federaciones territoriales y la gente de FIFA y UEFA, nadie iba a percatarse. La mayoría se enterarían al día siguiente.
«No descarto que lo llevara pensado, como muestra de lo cercano y cariñoso que era»
Entre tanta euforia, Rubiales bajó a la hierba. Las campeonas desfilaban hacia el podio, donde Gianni Infantino, presidente de la FIFA, y la Reina entregarían el trofeo. Una a una fueron pasando. Al llegar Jenni, ante casi nueve millones de españoles frente al televisor, Rubiales le lanzó un beso en la boca. «No descarto que lo llevara pensado, como muestra de lo cercano y cariñoso que era», apunta una fuente federativa.
Unos minutos más tarde ya se había formado un pasillo a modo de besamanos. «Cuando fuimos a felicitarle, el clima era de cachondeo, de cero importancia. Algunos le recordaban lo sucedido entre Iker Casillas y Sara Carbonero», rememora otra asistente, del círculo de Hermoso. Una anécdota para la mayoría de radios y televisiones que lo recogieron casi en directo. Mientras en el vestuario continúan con la broma («¡Presi, que nos casamos!») un tuit de Pablo Echenique, a eso de las 16:25 horas, hace saltar las alarmas en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
En el Airbus A350 de Iberia
«¿Esto de Rubiales no va a tener consecuencias penales?», se preguntaba el ex portavoz parlamentario de Podemos. La red X, a petición de la FIFA, iba a retirar su vídeo por una cuestión de derechos televisivos, aunque Echenique no cejaría en el empeño. «Aquí el fotograma del posiblemente delictivo acto de Rubiales. A ver si la FIFA me tumba esto también». Casi de inmediato, Yolanda Díaz, número dos del Gobierno en funciones, e Iñigo Errejón se sumaron a la censura.
Jenni, que había transmitido un directo por Instagram siguiendo la broma, decide atender una llamada de la Cadena COPE. Más chistes. El equipo viaja desde el hotel al aeropuerto y los responsables de prensa de la RFEF empiezan a detectar en las redes sociales un efecto de bola de nieve. Rubiales, cegado por el éxito, no da al tema trascendencia alguna. Tampoco ante los micrófonos de Juanma Castaño: «No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos, de verdad. Es un pico de dos amigos celebrando algo... no estamos para gilipolleces».
Según el escrito de la Fiscalía, durante ese vuelo Rubiales se dirigió a Jenni «para que accediese a hacer una manifestación pública conjunta» durante la escala en Doha. «Es verdad que hubo gente que habló con ella, pero sin ningún tipo de presiones para que grabara el vídeo», explica otro de los presentes. Mientras el escándalo alcanzaba ya cada rincón del planeta, en el interior del Airbus A350 de Iberia se sucedían escenas que rozaban lo grotesco. Con Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, en pijama por los pasillos; con las campeonas rechazando cualquier petición para colaborar; con Vilda aún pendiente de su hija, que dos horas antes de despegar había sido hospitalizada por un leve problema gástrico; con los brindis de cava, las porciones de tarta y las miradas de inquina; con el secretario de Estado, Víctor Francos, tranquilizando a Rubiales: «No te preocupes, que a la ministra portavoz [Isabel Rodríguez], le vamos a decir lo que tiene que contar»...
Cuando Rubiales descubre que Jenni se niega en rotundo a comparecer junto a él, pierde los papeles. En Doha tuvo que ofrecer, solo ante la cámara, unas disculpas que sonaban a hueco. Aquel vídeo tuvo un efecto bumerán.
«En mitad de la negociación con Junts, a Pedro Sánchez le venía muy bien que se hablara de otra cosa»
Después de 22 tortuosas horas en el aire, la fiesta en la madrileña explanada del Parque del Rey tampoco despejaría los nubarro. Mientras atronaban los acordes de Juan Magán, Vicco o Camela, Francos y Rodríguez intentaban jugar, entre bambalinas, un papel de mediadores. Rubiales no quiso aparecer, convencido de que la celebración sólo correspondía a las campeonas. Un año antes, tras el éxito de la Nations League, ya había seguido desde casa los actos organizados en el WiZink Center.
Rubiales y Vilda, durante la recepción a las campeonas en La Moncloa.AFP
Él ansiaba su momento a la mañana siguiente en La Moncloa. Sin embargo, Pedro Sánchez se lo negó. Más allá de un frío apretón de manos a la llegada, el presidente del Gobierno no quiso ninguna foto con él. Durante el posado de grupo, Rubiales fue relegado a una esquina. Por aquellos días, Sánchez empezaba a negociar los votos de Junts para la investidura. «Le venía muy bien que se hablara de otra cosa, así que exprimió al máximo nuestro problema», apunta uno de sus ayudantes.
Los adeptos a la causa
Según quienes vivieron junto a Rubiales aquel final de agosto, los días siguientes en Las Rozas fueron «muy difíciles». Los gabinetes de crisis se sucedían en la tercera planta del edificio principal de la Ciudad del Fútbol. Por el despacho del presidente -más de 100 m², con terraza incluida- desfilaron los adeptos a la causa: su amigo Nene -imputado junto a él en la operación Brody-; Antonio Gómez-Reino, director de relaciones institucionales; Chema Timón, jefe de Gabinete, y su padre, Luis Rubiales López. Sin olvidar a los seleccionadores, Luis de la Fuente y Jorge Vilda o algunos presidentes de las territoriales. La inmensa mayoría, con la excepción de su padre, le animaba a resistir.
Hasta Ibiza, tratando de ablandar a Jenni, habían viajado Rivera y Luque. «Si en este momento le ayudaba seguramente le podría conseguir un puesto en la Federación», razona Marta Durántez, fiscal del caso, aportando algunos mensajes donde el ex futbolista del Deportivo acusa a Hermoso de «mala persona» y la desea «que se encuentre muy sola en la vida». A tenor de otras filtraciones, los contactos entre la jugadora y Rivera también incluían Whatsapp de diversa índole: «Rubén, puedes decir a tu mujer que no tengo bikini. Que me ha preguntado y le he dicho que sí tenía, jaja».
A última hora del martes 22, la Federación convocó una Asamblea Extraordinaria para el viernes 25. Según los más fieles a Rubiales, este fue su mayor error. Y lo atribuyen a la recomendación de Alejandro Blanco, presidente del COE, que pretendía escenificar el apoyo de todos los estamentos del fútbol. En cualquier caso, tras interminables conversaciones, el núcleo duro convence a Rubiales para que dimita en la Asamblea. El jueves 24, él mismo activa la maquinaria con la que dar por hecho su adiós. Llama al Consejo Superior de Deportes para informar de todo. La inmediata filtración de Francos no sólo le enfurece, sino que le impulsa a un último y triple salto mortal. «¡No voy a dimitir!, ¡no voy a dimitir!, ¡no voy a dimitir!».
Sólo su padre y otra persona, que no ha podido ser identificada por este diario, sabían de la pirueta. Después, tomó a sus hijas, las montó en su coche y puso rumbo a Valencia. Al mediodía del sábado 26, la FIFA, comunicó por mail a la RFEF que suspendía provisionalmente a Rubiales «mientras se tramita el expediente disciplinario». Aquello se tradujo en tres años de inhabilitación. Hasta ahí alcanzó la justicia deportiva. Hoy llega el turno de la justicia ordinaria.
El atxiki es la acción de atrapar levemente la pelota con la mano, acompañarla, en lugar de golpearla limpiamente, como exige el reglamento de la pelota vasca. Difícil de observar, es la argucia que utilizan, con disimulo, algunos pelotaris. El nacionalismo, en cambio, no necesita disimular ni esconderse, ya no. Los pactos de Gobierno de Pedro Sánchez le han dado instrumentos de los que carecía en el pasado, fuera con PSOE o PP en la Moncloa. Lo
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La Liga, antes del parón, se ha puesto al día en la cuarta jornada. Pero con la tercera en pleno desarrollo, los equipos andaban aún ajustando las plantillas. En unas faltaban jugadores. En otras sobraban, tratando todos de encajar en un puzle con el tablero en movimiento. Sujetos a las distintas circunstancias de transacciones o de inscripciones, había nombres llamativos: Dani Olmo, Dani Ceballos, Julián Álvarez, Conor Gallagher, Vitor Roque, Er
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El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha acudido este sábado al pabellón del Campo de Marte, construido temporalmente para los Juegos de París, para animar a los judocas Fran Garrigós y Laura Martínez.
Vestido de rojo con la equipación oficial española, Sánchez ha aplaudido las victorias de Garrigós (-60 kilos), que ganó a Ryuju Nagayama (6º) por ippon por estrangulamiento y se clasificó para semifinales, y de Martínez (-48), que se deshizo en el alargue de la serbia Milica Nikoli (sexta) y accedió a cuartos.
A pesar de contar con luchadores de primer nivel, España no gana una medalla en judo desde que Isabel Fernández logró el oro en Sídney 2000.
Sánchez ha conversado animadamente con el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco. También ha estado presente en el pabellón a ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría.
En las fotografías de la delegación española en París también aparecen José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del Consejo Superior de Deportes, y Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez.
El viaje de Pedro Sánchez y Begoña Gómez a París se produce unos días antes de que el próximo martes 30 de julio el presidente del Gobierno preste declaración como testigo ante el juez Juan Carlos Peinado, que investiga a su esposa por tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
Sánchez solicitó que esa declaración -prevista para las once de la mañana- se realizara por escrito, una petición que el juzgado de instrucción 41 de Madrid desestimó, por lo que finalmente tendrá que responder de forma oral y en el complejo de La Moncloa, adonde se desplazará el juez Peinado.
Así que ya no te gusta la selección, fatuo progresista. Ahora que esos chicos a los que tanto elogiabas por la mañana no se prestaron por la noche a encarnar dócilmente tus obsesiones ideológicas; ahora que no han rendido la debida pleitesía al oportunismo de tu señor en horas bajas, marido de una imputada por corrupción y tráfico de influencias; ahora que cantan Gibraltar español en vez de llamar genocida a Israel; ahora que vocean estribillos d
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"Gracias por vuestro esfuerzo, por jugar como jugáis... Y no sólo técnicamente, sino con esa alegría". Sin poder esconder su sonrisa, con estas palabras recibió en la tarde de ayer el Rey Felipe VI a la Selección masculina de fútbol en el Palacio de la Zarzuela. Capitaneados por el aún rojiblanco Álvaro Morata, los 22 futbolistas, acompañados por su entrenador, Luis de la Fuente, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Pedro Rocha, y el resto del cuerpo técnico ocuparon las escaleras que dan acceso al jardín de Zarzuela para hacerse la fotografía oficial junto al Jefe del Estado, la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía.
"Aprovechando que estáis tan formales queríamos transmitiros la enorme alegría que ha sido para todos. Habéis visto de sobra que ha sido un gran triunfo para España. Lograr en la fase final siete victorias consecutivas es algo que no se ha dado nunca. Me imagino que se os han pasado todo tipo de recuerdos e imágenes por la cabeza, pero esto es un recuerdo de generaciones, espero que de verdad lo disfrutéis. Gracias por lo que le habéis regalado a España, que nos venía bien una alegría como esta", les dijo el Rey a todos los deportistas, en una imagen que no se repetía desde hacía 12 años, cuando lograron su última Eurocopa.
Fue el propio domingo, tras la constatarse la victoria ante Inglaterra en Berlín, cuando Zarzuela realizó una ampliación de agenda donde se informó el encuentro de ayer lunes con los jugadores. Durante el acto, Felipe VI recibió una camiseta de la Selección, en cuya espalda se podía leer Reyes de Europa, de manos de Morata. Todos los jugadores reconocieron y agradecieron las palabras del Monarca con un sonoro aplauso y, tras compartir un breve coloquio con él y su familia, volvieron a subirse al autobús dirección Moncloa.
Felipe VI, con la camiseta que le entregó Álvaro Morata.EFE
Una vez en la morada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, éste, que estaba acompañado por la ministra de Deportes, Pilar Alegría, dio la mano uno a uno a todos los integrantes de la Selección. Aunque durante el saludo a Dani Carvajal, el defensa reaccionó de una manera fría, girando la cara sin apenas mirarle a los ojos al socialista.
A la cabeza de la expedición, Eurocopa en mano, estaba de nuevo el capitán Álvaro Morata, quien le regaló otra camiseta a Sánchez. "Enhorabuena a cada uno de vosotros. Y quiero, además, daros las gracias por ofrecer la mejor versión de España, mostrar la capacidad de esfuerzo, de remontada, de sacrificio... y también de juego limpio y bonito. A veces, en el deporte, queda la sensación de que no gana el mejor, o de que se juega muy bien pero no se ganan torneos. En esta ocasión tenemos una Selección que ha jugado de cine, y que además ha conseguido la cuarta Eurocopa", pronunció el presidente del Gobierno.
Tras la protocolaria foto a los pies del Palacio de la Moncloa, Sánchez quiso ensalzar «el espíritu de equipo» de los futbolistas españoles y agregó: "Sé que ayer tuvisteis una noche larga, y no quiero que se posponga más vuestra celebración por las calles de Madrid, pero quería señalar que es muy importante lo que sucedió anoche. Conseguir nuestra cuarta Eurocopa, no hay otro país que lo haya logrado. Como tampoco hay selección que haya ganado siete partidos en una Eurocopa... Y no contra cualquiera. Nos hemos enfrentado a grandes potencias futbolísticas como Francia, Alemania o Inglaterra. Lo que se logró ayer es formidable, merece el aplauso de todos".
Antes de que el combinado español continuara con su hoja de ruta, Sánchez recordó las figuras de Luis Aragonés y Vicente del Bosque, y lanzó un mensaje a Luis de la Fuente: "Queremos más, tenemos un mundial en 2026... Os deseo lo mejor".
Tras estas dos citas institucionales, los jugadores emprendieron la marcha hacia la parte más festiva de la celebración: el contacto con los ciudadanos. A lo largo de toda la jornada de ayer, y a través de las redes sociales, la Selección hizo un llamamiento a todos los españoles que quisieran acompañarles en su Rúa de los Campeones, para celebrar juntos la conquista de la Eurocopa a lo largo de los más de cuatro kilómetros de recorrido, desde Moncloa al Ayuntamiento de Madrid, en la calle Montalbán, para terminar rematando la fiesta en una abarrotada plaza de Cibeles.
La recepción del presidente del Gobierno a los flamantes campeones de la Eurocopa dejó una imagen llamativa en el Palacio de la Moncloa. Dani Carvajal, uno de los capitanes de La Roja, dio la mano a Pedro Sánchez con gesto frío y sin mirarle a la cara. Un apretón mucho menos efusivo que el resto de sus compañeros de vestuario, que sí cumplieron con el gesto protocolario con normalidad.
España no sólo ha tenido que superar obstáculos deportivos para alcanzar la final de la Eurocopa, sino que lo ha logrado inmersa en el huracán institucional que sacude a la RFEF de forma periódica desde hace 11 meses. Nada se ha tambaleado en Alemania, a pesar de que se trata de una calma tensa que precede a la enésima tormenta: la posibilidad de que el presidente Pedro Rocha sea inhabilitado por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) la próxima semana y la Federación vuelva a cambiar de cara.
Las intrigas entre el ente federativo y el Gobierno no han traspasado las puertas del cuartel general en Donaueschingen, donde Rocha no se ha dejado ver. El jefe de la expedición ha sido su vicepresidente, Alejandro Morales Mansito. El extremeño, eso sí, ha acompañado al equipo en todos los partidos pese a las reticencias del Gobierno, que creó a través del Consejo Superior de Deportes (CSD) la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación y colocó a Vicente del Bosque a la cabeza. «Será la cara del fútbol español», anunció la ministra Pilar Alegría. El ex seleccionador, campeón del Mundial 2010 y la Eurocopa 2012, debía ejercer como la máxima figura institucional en este torneo y en los Juegos de París, pero en Alemania ha sido así. De hecho, sólo ha acudido al partido frente a Albania, con la fase de grupos resuelta, y la semifinal ante Francia. El respeto que genera se debe a sus logros deportivos, no a su condición de «cara» del fútbol español. En eso, la UEFA es estricta y sólo reconoce a quienes son autoridad federativa.
Rocha ha ido ganando foco con el avance del torneo. Ha encabezado la delegación en cada partido, se ha sentado en la primera fila del autobús junto a Luis de la Fuente, ha bajado al césped a felicitar a los jugadores y hasta ha cantado en las celebraciones. Tampoco, y por primera vez, ha tenido reparos ante la prensa, de la que hasta hace muy poco huía.
A la espera de Sánchez
Todo con el respaldo de la UEFA, que no ha dudado en colocarle en el palco, junto a su presidente, Aleksander Ceferin, y la máxima autoridad nacional. En el caso del duelo ante Italia, Felipe VI. En el resto, la ministra Alegría, pero no el secretario de Estado y presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes que, aunque lo quiso, no pudo ocupar el lugar de honor, provocando un baile de sillones.
Es el protocolo de la organización, que sólo cede la presidencia a los jefes de Estado y de Gobierno. Sin embargo, Pedro Sánchez no quiso la foto con Rocha y prefirió compartir palco en los cuartos de final con el canciller alemán Olaf Scholz. A las semifinales ante Francia no acudió, pero se le espera el domingo, de nuevo junto al Rey. Esta vez puede que le resulte difícil sortear al presidente de la RFEF, que aún lo es a pesar de la amenaza de inhabilitación que pesa sobre él.
Las opciones de García Chaves
El próximo jueves, el TAD podría pronunciarse sobre la solicitud de inhabilitación a Rocha durante seis años por tres infracciones graves: cesar al secretario general Andreu Camps, rescindir la relación con el asesor Tomás González Cueto y firmar la personación de la RFEF en el caso Supercopa. Rocha, que también está imputado en el caso Brody, recusó a los miembros del TAD que deben tomar la decisión, pero su escrito fue rechazado. En unos días puede darse la situación de que el presidente tenga que dejar el cargo por decisiones que su entorno defiende como necesarias y hasta exigidas por el propio Gobierno.
En el caso de que esa inhabilitación se produjera, y como las elecciones se deben convocar en menos de seis meses -podría ser el 10 de septiembre- las riendas de la RFEF quedarían en manos de la vicepresidenta María Ángeles García Chaves. De esta forma, y durante unos meses, una mujer se convertiría, por primera vez, en presidenta del fútbol español.
La reputación ha preocupado siempre a los hombres que pretendían trascender, porque el poder y la riqueza, por sí solos, no lo consiguen. La grandeza necesita a la reputación. Napoleón la comparaba con un gran ruido que podía hacer caer leyes y naciones. Para Abraham Lincoln era como la sombra de un árbol, porque la reputación no define a una persona, sino al conjunto de los pensamientos que inspira. La sombra de Vicente del Bosque es alargada, c
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