Es el tiempo y lo que comporta. Es el tiempo y lo que nos hace. Como Nadal no podía retirar al tiempo, el tiempo ha retirado a Nadal. Se ha resistido Rafa, siempre con entereza, con sacrificio y, últimamente, con tozudez y un punto de ceguera que hemos sido incapaces de censurar porque era más atribuible al entusiasmo que a la inconsciencia. Llegamos a comprenderla, incluso a apoyarla, a través de la gratitud, la empatía y el contagio. Y el egoís
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A la hora de glosar la carrera de Rafel Nadal, que este jueves anunció su retirada del tenis el mes próximo en las Finales de Copa Davis, me resulta inevitable evocar nuestra primera conversación. Fue el 15 de agosto de 2004, tras dejar sobre la tierra de Sopot la huella prístina de una carrera difícilmente homologable, que registró, con el decimocuarto Roland Garros, el último de sus 92 títulos 18 años más tarde. En aquella charla, a través del teléfono, surgía la voz tenue de un muchacho que, como explicó en el vídeo testamentario de su adiós, estaba lejos de imaginar el viaje que iba a trazar en la historia del deporte.
No por esperada, desde que su cuerpo se negó a obedecer su apetito de insaciable competidor, deja de estremecer una noticia capaz de imponerse en las cabeceras de todos los diarios e informativos, de arrinconar por unas horas el impacto del fragor de las guerras y la tormenta política de su país. Se marcha uno de los más grandes deportistas de siempre, cuyos logros, entre los que se encuentran nada menos que 22 títulos de Grand Slam, cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1, un oro olímpico individual y otro en dobles, trascienden el puro valor del éxito y estarán siempre unidos a la forma de lograrlos.
Porque la figura de Nadal está asociada a un espíritu incombustible, a ese never say die que le acompañó también en la vocación de un cierto espíritu nietzschiano por su afán de reescribir un eteno retorno. Fueron muchas las ocasiones con motivos suficientes para firmar la rendición, y desde muy pronto, con la temprana aparición, a los 19 años, de los problemas endémicos en el escafoides del pie izquierdo que amenazaron con cortar el seco el majestuoso vuelo de su raqueta.
Pero el jugador al que ya hace tiempo echamos de menos, resignados al azote contumaz de los percances físicos que sólo le han permitido disputar 19 partidos esta temporada y únicamente tres el pasado año, se reveló capaz de abrirse paso una y otra vez, de reivindicar su nombre frente al empuje de las nuevas generaciones y de mantenerlo vivo en esa pugna irrepetible con Roger Federer, que le precedió a la hora de dejar caer la hoja roja, hace ya dos cursos, y con Novak Djokovic, aún en danza, agotando las últimas reservas de su combustible.
Nunca el tenis disfrutó de tres protagonistas tan ilustres conviviendo en un mismo y largo período, prolongado durante casi cuatro lustros, algo que proyecta aún más lejos su legado. Nadal fue el primero en cuestionar la rapsodia de Federer, de discutir con sus propias armas su reinado. Lo hizo ya derrotándole por sorpresa en el Masters 1000 de Miami, en 2003, y llevándole al límite en la final de ese mismo torneo un año después, y proclamó en voz muy alta, meses más tarde, superándole en las semifinales de Roland Garros, en la antesala de la primera de sus copas de los mosqueteros, que este juego entraba en una nueva era.
Nadal y Federer caminaron de la mano, separados por la red pero juntos a la hora de enviar un mensaje de profundo calado en su exclusiva narrativa, que incorporaba, al lado del hermoso contraste de personalidades y estilos, los principios de una sana disputa puramente deportiva que alcanzó los 40 partidos. En ella se detuvieron escritores como David Foster Wallace, autor de El tenis como experiencia religiosa (Ramdom House), donde, sin disimular su fascinación por Federer, a quien dedicó el libro, recoge la capacidad de retroalimentación que siempre hubo entre ambos.
Resulta difícil contar la historia de Nadal sin la figura del estilista suizo, como fue inevitable acudir a su némesis a la hora de enfrentarse al también delicado ejercicio de despedir al ocho veces campeón de Wimbledon. También allí, precisamente allí, aconteció uno de los episodios medulares en la historia del zurdo, que es simultáneamente parte de la mejor historia del tenis. En una final, la de 2008, con la impronta de Alfred Hitchcock, sacudida por los azares de la climatología británica, interrumpida y dilatada hasta que la noche insinuó seriamente su aplazamiento, Nadal puso fin a la autocracia de Federer en su territorio sagrado y se convirtió en el primer español capaz de ganar el torneo en el cuadro masculino desde que lo hiciera Manolo Santana. Aquel partido fue considerado entonces como el mejor de siempre. Y diría que tal catalogación mantiene aún toda su vigencia.
Si Santana, a quien tampoco nunca terminaremos de decir adiós, puso al tenis español en el mapa, Nadal trascendió todas las categorías fronterizas. El chico que se inició bajo la estoica tutela de su tío Toni, cuyo nombre aparece en lustrosas versales en la construcción de todos sus logros, como un aparente especialista sobre tierra batida, devino en un profesional capaz de reinventarse para imponer su discurso en todas las superficies.
No sólo ganaría en dos ocasiones sobre el pasto del All England Club, sino que su constante deseo de aprendizaje y superación le llevarían también a tomar el poder en cuatro ocasiones en el Abierto de Estados Unidos y otras dos en el Abierto de Australia, la última de ellas, en 2022, en una plasmación catedralicia de su ardor y resiliencia, levantando un partido imposible a Daniil Medvedev cuando acababa de regresar de otro de sus largos períodos recluido en el arcén. Forma, junto a Donald Budge, Roy Emerson, Fred Perry, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer y Novak Djokovic, la ilustre nómina de quienes han logrado inscribir su nombre como campeones de los cuatro grandes.
Amor por la Davis
Ese permanente viaje de ida y vuelta sólo ha sido posible gracias al amor y la pasión por aquello que aún seguirá haciendo hasta que ponga el definitivo cierre en Málaga, precisamente en la Copa Davis, en la competición que le alumbró como un entonces insospechado líder. Hace dos décadas, en Sevilla, frente al Estados Unidos liderado por Andy Roddick, con la valentía y complicidad del equipo de capitanes formado por José Perlas, Jordi Arrese y Juan Avendaño, Nadal transgredió el guion para llevar a España a la conquista de su segunda Ensaladera, aunando voluntades junto a Carlos Moyà, el hombre que tomó el relevo de Toni en su rincón.
Su carácter inspirador tuvo un efecto inmediato en nuestro tenis, al frente de jugadores tan importantes como David Ferrer, que será su último capitán, Feliciano López, Roberto Bautista, Fernando Verdasco o Pablo Carreño, todos ellos nutridos por cualidades de las que no sólo adolecía el tenis sino el deporte español en su globalidad. Sin Nadal sería difícil entender un fenómeno como el de Carlos Alcaraz, tan distinto en su manera de desenvolverse en la pista, tan parecido a la hora de interpretar la esencia del juego. Pronto vio en él a alguien armado para tomar su relevo, incluso antes de someterle en su primer enfrentamiento, en Madrid, el día que el murciano ingresó en la mayoría de edad.
Nadal tocó de lleno el corazón de los aficionados de todo el mundo como ahora, con su propia singularidad, lo hace Carlos Alcaraz. Pudimos disfrutarles juntos en los Juegos de París, después de que el mallorquín recibiese el emocionante homenaje de la ciudad y el recinto donde luce su efigie como uno de los portadores de la antorcha olímpica. Aún nos queda un postrero disfrute a partir del 19 de noviembre, con su hasta ahora negada alianza en la Copa Davis, escenario elegido por Nadal para su último baile, quien sabe si para clausurar el formidable relato con un desenlace tan brillante como aquel que le dio comienzo.
Solo un día después de la eliminación de Carlos Alcaraz, el US Open sufrió este viernes otra conmoción con la partida de Novak Djokovic, eliminado en la tercera ronda por el australiano Alexei Popyrin. Nada pudo hacer el actual campeón del 'grande' neoyorquino, sobrepasado por un Popyrin que ocupa la posición 28 de la ATP y que firmó una victoria mayúscula por 6-4, 6-4, 2-6 y 6-4 en tres horas y 19 minutos.
Sin el serbio, número 2 del mundo, y sin Alcaraz (3), que cayó el jueves en segunda ronda, Flushing Meadows tiene nada más que a un campeón en competición tras solo cinco días de torneo: el ruso Daniil Medvedev (5), que venció en la Gran Manzana en 2021.
La derrota del balcánico, tetracampeón en Nueva York, impedirá además que pueda conquistar su 'grand slam' número 25 para desempatar con Margaret Court (24) como el tenista con más títulos de 'grandes' de la historia.
Tampoco podrá igualar a Roger Federer, Pete Sampras y Jimmy Connors, que tienen el récord con cinco títulos del Abierto de EEUU en la 'era open'. Además, 2024 será el primer año desde 2017 en que Djokovic no gana un 'grand slam'. Incluyendo también a Rafa Nadal y Roger Federer, 2024 será el primero desde 2002 sin un 'grande' para el 'big three'.
Hay que remontarse también a 2017 para encontrar la última vez que Djokovic no alcanzó los octavos de final de un 'grand slam': fue en el Abierto de Australia, donde perdió en la segunda ronda y en cinco sets contra el uzbeko Denis Istomin.
Aún más lejos hay que viajar en el tiempo para hallar la última vez que Nole sucumbió en la tercera ronda del US Open: fue en 2006 y contra otro australiano, Lleyton Hewitt.
A sus 37 años, Djokovic viene de redondear un palmarés de leyenda con el oro olímpico en París 2024, pero a Nueva York ha llegado muy justo de físico, con la gasolina bajo mínimos y sin haber participado en ninguno de los torneos previos de la gira norteamericana de verano.
Para saber más
Además, en todo el 2024 solo ha disputado tres torneos en pista dura, que es la superficie del último 'grande' del año, y todos ellos ocurrieron en el primer trimestre del año: la United Cup (por equipos), el Open de Australia (eliminado en semifinales por Jannik Sinner) e Indian Wells (fuera en tercera ronda ante el también italiano Luca Nardi).
En cambio, Djokovic tenía esta noche al otro lado de la red a un Popyrin que llegaba de haber sellado su mayor éxito hasta el momento hace tan solo dos semanas y media: el título de Montreal, que supuso el primer Masters 1.000 de su vitrina.
Un Popyrin inolvidable
Con todo ello, Popyrin, imperial este viernes, dominó con mano firme los dos primeros sets en la sesión nocturna del Arthur Ashe Stadium frente a un Djokovic que no logró ni un solo 'break' en esas dos mangas y que acabaría el encuentro con 14 dobles faltas.
Pese a lo crítico de la situación, para el serbio era, de alguna forma, territorio conocido, ya que en 2023 y también en tercera ronda en Nueva York perdió los dos primeros sets ante su compatriota Laslo Djere y acabó remontando el partido tirando de épica.
¿Más motivos para el optimismo? En sus tres precedentes ante Popyrin, dos de ellos este mismo año y también en 'grandes' (Abierto de Australia y Wimbledon), terminó cantando victoria.
La reacción de la tercera manga fue ilusionante con tres 'break' para Djokovic y un set en el bolsillo por la vía rápida cuando peor pintaban las cosas. El cuarto set fue una pelea magnífica, con Djokovic y Popyrin intercambiando derechazos mientras el público del Arthur Ashe disfrutaba del show.
El momento clave de la noche llegó con 2-2. En un juego larguísimo de Djokovic al saque, Popyrin se inventó un trueno impresionante con la derecha y su grito, tras conseguir el 'break', se escuchó en cada rincón del estadio.
Poco más duró la resistencia de Nole mientras que Popyrin metió la directa para cerrar un triunfo gigantesco y dejar vacío y en busca de heredero el trono del US Open.
Paula Badosa, con una actuación impecable, encabezó este lunes el desembarco de la delegación española en el US Open con un balance desigual y tantas clasificaciones como eliminaciones.
Ocho tenistas españoles (dos mujeres y seis hombres) arrancaron este lunes en Flushing Meadows y la mitad de ellos hicieron las maletas a las primeras de cambio. Entre los que estarán en la segunda ronda destaca Badosa (n.29), que arrancó con excelentes sensaciones fulminando a suiza Viktorija Golubic (n.73) por 6-0 y 6-3 en una hora y nueve minutos.
La catalana que viene de firmar un gran verano en pista dura en Norteamérica (título en Washington y semifinales en Cincinnati), se medirá a continuación a la estadounidense Taylor Townsend (n.48) y tratará de superar por primera vez la segunda ronda en el 'grande' neoyorquino.
La otra española en competición era Marina Bassols (n.114), que en su primer partido en el cuadro principal de un 'grand slam' cayó frente a la checa Barbora Krejcikova (n.8 y campeona de la última edición de Wimbledon).
En el cuadro masculino, a la espera de que Carlos Alcaraz (n.3) debute este martes, tres representantes españoles se sacaron el billete para la segunda ronda. Así, Roberto Carballés (n.55) sufrió pero terminó derrotando al británico Jan Choinski (n.276) por 6-2, 6-3, 5-7, 6-7(5) y 6-3 en más de cuatro horas y media. Su próximo rival será el chino Juncheng Shang (n.72).
Otro español que también tuvo que dejarse todo en la pista para no caer eliminado fue Pedro Martínez (n.43), que sometió al polaco Maks Kasnikowski (n.194) por 6-7(6), 6-1, 6-2, 3-6 y 7-6(6) en cuatro horas y 21 minutos. El siguiente reto para Martínez será el australiano Alexei Popyrin (n.28). También participará en la siguiente ronda Roberto Bautista (n.67), que doblegó al italiano Luca Nardi (n.90) por 7-5, 7-6(3) y 7-6(5) en tres horas y 16 minutos. A Bautista le espera un importante desafío con un duelo ante el estadounidense Ben Shelton (n.13).
En cambio, Pablo Carreño (n.213) perdió frente al francés Arthur Cazaux (n.91), Alejandro Davidovich (n.59) cayó contra el australiano Rinky Hijikata (n.62) y Albert Ramos (n.122) no pudo con el italiano Matteo Berrettini (n.44).
Djokovic
El US Open descorchó su edición de 2024 sin apenas sorpresas ni resultados llamativos en una jornada en la que los principales favoritos no fallaron. Así, el serbio Novak Djokovic (n.2) y la estadounidense Coco Gauff (n.3) arrancaron la defensa de sus títulos del año pasado en Queens sin ningún tipo de problema.
También avanzaron a la segunda ronda otros aspirantes destacados para llegar muy lejos como la bielorrusa Aryna Sabalenka (n.2), la mencionada Krejcikova, el alemán Alexander Zverev (n.4), el ruso Andrey Rublev (n.6) o el noruego Casper Ruud (n.8).
En cambio, la griega Maria Sakkari (n.9) se retiró por lesión y el danés Holger Rune (n.15) se estrelló en tres sets contra el estadounidense Brandon Nakashima (n.50). Además, este lunes se vivió un momento muy especial con el adiós del torneo neoyorquino de dos tenistas con espléndidas carreras que están a punto de retirarse: el austriaco Dominic Thiem, campeón del US Open en 2020, y el argentino Diego Schwartzman.
A veces conviene tomar distancia para percibir las cosas de otro modo. Aquí, en Nueva York, asumiendo ya mi nueva responsabilidad como directora de las WTA Finals, puedo asomarme a una ciudad negada durante mi época en activo, mirar también desde una nueva perspectiva este torneo que a menudo consume a sus protagonistas. El US Open llega en el último tramo de la temporada, con los jugadores golpeados por un calendario que, además, este año ha agr
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El tenista español Carlos Alcaraz encabeza la lista de los tenistas mejor pagados en 2024 que ha publicado este viernes la revista Forbes, en la que el mallorquín Rafael Nadal es sexto.
Campéon de Roland Garros y Wimbledon este año, plata en París 2024 y número 3 del mundo, Alcaraz ingresó 42,3 millones de dólares (antes de impuestos y de pago a agentes), según la estimación de Forbes que, para esta clasificación, tomó como inicio el Abierto de EE.UU. de 2023 y como final la edición de este año que arranca este lunes.
De esos 42,3 millones, la revista atribuye 10,3 millones a sus ingresos sobre la pista y 32 millones a sus actividades fuera de ella, que incluyen patrocinios y acuerdos con multinacionales como Nike, Rolex o BMW.
El murciano de 21 años arrebató el primer puesto de esta lista al serbio Novak Djokovic, con unos ingresos en los últimos doce meses de 37,2 millones.
La estadounidense Coco Gauff completa el podio con 27,1 millones y a continuación aparecen los dos números uno del mundo en la actualidad: la polaca Iga Swiatek (26,7 millones) y el italiano Jannik Sinner (26,6 millones).
En sexta posición figura otro tenista español: Rafa Nadal, con 23,3 millones.
Con cuatro mujeres en el 'top ten', la lista la completan, en este orden, el ruso Daniil Medvedev (20,3 millones), la japonesa Naomi Osaka (14,6 millones), el noruego Casper Ruud (13,9 millones) y la bielorrusa Aryna Sabalenka (13,7 millones).
Es la primera vez este año que, sin mediar lesión, Carlos Alcaraz pierde dos partidos consecutivos. A la derrota contra Novak Djokovic en la final de los Juegos Olímpicos de París le ha seguido la sufrida ante Gael Monfils en su debut en el Masters 1000 de Cincinnati. Desde que en el último otoño cayese de entrada ante Roman Safiulin en Paris-Bercy y volviese a hacerlo frente a Alexander Zverev en el primer partido de las ATP Finals, el número 3 del mundo no había tropezado dos veces seguidas. (En el inicio del curso se retiró lesionado en Río frente a Thiago Monteiro tras perder contra Nicolas Jarry en semifinales de Buenos Aires).
El partido de este viernes ante Monfils vino acompañado de un arranque de ira tras perder el servicio en el tercer juego del tercer parcial: Alcaraz destrozó su raqueta con saña, golpeándola reiteradamente contra el cemento.
La situación no es, ni mucho menos, dramática. Alcaraz venía de ganar Roland Garros y de revalidar su título en Wimbledon con un considerable margen frente a Djokovic, siete veces campeón sobre la hierba londinense. Alcaraz es el máximo favorito para ganar el Abierto de Estados Unidos, que comienza el día 26. Resulta difícil discutir que estamos ante un jugador de cualidades superlativas, con tenis para romper barreras, como ya ha hecho con sucesivos récords de precocidad. En Nueva York, con Jannik Sinner lejos de su mejor estado físico y a la espera de medir los efectos de la implosión que el oro olímpico tenga en el rendimiento de Djokovic, su nombre resalta aún más en la rampa de salida.
Alcaraz posee más recursos técnicos que nadie. Más que Nole. Más que Roger Federer. Más que Rafael Nadal. Con buen criterio, el murciano ha tratado de eludir desde su despegue las analogías con el 14 veces ganador de Roland Garros, un jugador a todas luces irrepetible. La imagen de Alcaraz haciendo trizas su raqueta daña más su reputación en el contraste con Nadal, que a lo largo de más de dos décadas en las pistas nunca dejó un gesto semejante. La figura del zurdo está asociada a la ejemplaridad, sin entrar ahora en determinadas decisiones tomadas en el tramo final de su carrera, como la de convertirse en embajador tenístico de Arabia Saudí.
Innumerables recursos
Alcaraz no es Nadal. Posee su propia personalidad y, si bien, como ha quedado escrito, puede jugar mejor que nadie, su cabeza aún está lejos de la de quien ha sido su compañero de dobles en los Juegos. No le hubo ni le habrá más fuerte anímicamente que Nadal. Nadie duda del potencial de Alcaraz. Sí, y es algo lógico, a sus 21 años, de la gestión que sea capaz de hacer de sus innumerables recursos. En muchos momentos, y así él mismo lo ha dejado caer, sin que deba colegirse jactancia de sus palabras, de la impresión de que Alcaraz sólo puede perder contra Alcaraz.
Hay que poner en contexto su actitud en Ohio, una réplica casi idéntica a las frecuentes salidas de tono de Djokovic, a quien no le ha hecho falta fair play para convertirse en el mejor de siempre. Alcaraz viene de suscribir en París, culminado con la medalla de plata, el mayor compromiso con su país.
A diferencia de Nadal, que empezó a tomar vuelo precisamente como líder del equipo campeón de la Copa Davis, poco después de ingresar en la mayoría de edad, el tenista de El Palmar, bien haya sido por lesión o por otras prioridades en el diseño de su carrera, sólo ha disputado tres partidos en esta competición, con dos victorias y una derrota. De algún modo, se sentía en deuda con los aficionados que reclamaban una mayor coherencia con su propio discurso, en la defensa de intereses también colectivos, algo que le pesó en su rendimiento en la final ante Djokovic, como también el desgaste, más emocional que físico, de sumar voluntades en dobles junto a Nadal.
Nadie le conoce mejor que su entrenador, Juan Carlos Ferrero, quien sabe bien que el principal déficit en el joven a quien ha moldeado casi desde niño está en algunas inclinaciones a la distracción y en la tendencia, ya bastante subsanada, al embellecimiento, por la propia concepción del tenis como un juego que sólo tiene sentido cuando prima la diversión. La derrota ante Monfils puede quedarse en algo anecdótico, sólo magnificada por un gesto feo, del que ya ha manifestado públicamente su pesar. Hace unas semanas perdió ante Jack Draper en segunda ronda de Queen's, adonde sólo acudió a rodarse. Poco después saldría a hombros del All England Club.
Carlos Alcaraz cayó este viernes eliminado en la ronda de dieciseisavos de final del ATP Masters 1.000 de Cincinnati ante el francés Gael Monfils por 4-6, 6-7(5) y 6-4. El murciano, número 3 del mundo y que reaparecía en este partido tras colgarse la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París, no pudo con el veterano tenista galo de 37 años, número 42 del mundo.
El cruce entre Alcaraz y Monfils empezó el jueves pero tuvo que suspenderse por lluvia cuando ambos disputaban el desempate del segundo set.
Anoche, el español había ganado 6-4 el primer set y el resultado en el segundo era de 6-6 con 1-3 en el tie break a favor de Monfils tras 1 hora y 25 minutos de juego cuando el partido fue suspendido.
Para saber más
Después de casi dos horas esperando a ver si paraba la lluvia, la organización decidió cancelar lo que restaba de jornada. El partido se reanudó finalmente en la tarde del viernes, con Monfils llevándose ese desempate del segundo set para igualar el partido y forzar la tercera manga.
Durante el tercer set, tras perder la oportunidad de recuperar un rotura que ya había cedido a Monfils y ver como el marcador se le ponía 3-1 en contra, Alcaraz perdió los nervios y destrozó a golpes su raqueta. Una imagen inaudita del murciano, que no se encontró cómodo y falló algunos golpes de los que no acostumbra.
Los dos tenistas defendieron su saque durante el resto del set, para el resultado final de 6-4 para el francés tras disputar este viernes 1 hora y 5 minutos para un total de 2 horas y media de partido.
Cincinnati es el último torneo de pista dura al que suelen acudir los tenistas antes del Abierto de Estados Unidos. Alcaraz pierde así la oportunidad de añadir a su palmarés un torneo que todavía no ha conseguido y de adelantar a Novak Djokovic en el ránking ATP de cara al sorteo del cuadro del US Open, el último Grand Slam del año.
Novak Djokovic ha decidido renunciar al premio de 200.000 euros que el Gobierno de Serbia entrega a sus deportistas que logran alzarse con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.
Así, el tenista más laureado de la historia, ha decidido donar esa cuantía a organizaciones benéficas de su país, para que lo destinen en el desarrollo de servicios sociales.
Durante los Juegos Olímpicos, el serbio, en su camino hacia el Golden Slam, mostró un nivel excepcional, a la altura del más alto de su carrera y avanzó en todas las rondas sin perder ni un solo set. Tendencia que repitió en su enfrentamiento contra Carlos Alcaraz en la final del torneo, donde, pese a que el murciano plantó cara, logró hacerse con la victoria en dos sets que se decidieron en el tie break. "Todo lo que sentí en ese momento cuando gané superó todo lo que pensé o esperé que sucedería. Este es, sin lugar a dudas, el mayor logro de mi carrera", expresó tras la final.
La donación del premio es uno más de los numerosos gestos filantrópicos que Djokovic ha demostrado durante su carrera. Y es que, junto a su esposa Jelena, 'Nole' dirige 'The Novak Djokovic Foundation', una organización sin ánimo de lucro a través de la que ha ayudado a más de 54.800 niños y ha financiado proyectos sociales como la construcción de jardines de infancia en comunidades desfavorecidas.
A lo largo de toda la competición, Carlos Alcaraz ha ido justo de energía, condicionante que ha neutralizado gracias a su calidad y al plus que siempre ofrece disputar unos Juegos Olímpicos. Después de ganar dos títulos consecutivos del Grand Slam, sólo la circunstancia excepcional de un torneo que se disputa cada cuatro años y su gran afán competitivo le han permitido navegar hasta la orilla. Ha sabido manejarlo todo y no anduvo demasiado lejos
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