Mbappé impone su ley para impulsar al PSG a cuartos ante una Real impotente

Mbappé impone su ley para impulsar al PSG a cuartos ante una Real impotente

No quiere Mbappé imaginarse la vida del PSG sin él. No todavía. La cuenta atrás ha comenzado y el final parece escrito, pero el francés se esfuerza en preparar la gran fiesta de despedida. No quiere marcharse de París sin haber cumplido con la misión casi divina que le han encomendado. Ganar la Champions como la mejor terapia para matar las penas. Hasta Luis Enrique, que ensaya el futuro sin él mientras avasalla en la liga francesa, sabe que no puede privarle del último baile en la Champions. Y no sólo por pleitesía, sino por puro egoísmo. Imposible prescindir de un futbolista descomunal que impone su ley. Ante la Real Sociedad, el PSG se catapultó en su espalda hacia los cuartos de final. [Narración y estadísticas, 1-2]

No le hizo falta más al equipo parisino ni en el Parque de los Príncipes ni en el Reale para frenar a los descarados vascos y los sentenciaron antes siquiera de que comenzaran a dibujarse. Si alguien esperaba que la Real incomodara como lo hizo en París, se equivocó. Quiso y no pudo ni un segundo. Sin balón y sin forma de atrapar al rival en su presión, quedó a su antojo.

Tuvo la primera ocasión en un centro de Becker al segundo palo que buscaba la cabeza de Take Kubo y atajó de manera poco ortodoxa Nuno Mendes, claramente el lateral por donde se podía desangrar el PSG. Pero los donostiarras no encontraron cómo aprovecharse. Luis Enrique les había puesto una trampa de la que no pudieron huir. Acostumbrado a colocar a Mbappé como delantero centro, en San Sebastián lo devolvió a la orilla y no tardó en retar con dos endiablados cambios de ritmo a Traoré y buscar por un hueco imposible a Barcola. Suerte que apareció Remiro. Fue el primer indicio de que Mbappé, más lejos del área, iba a cocinar y a sentarse a la mesa al mismo tiempo.

El técnico asturiano buscó la movilidad de Dembélé y Barcola intercambiando posiciones casi como interiores para ganar en superioridad al centro del campo de la Real. Un plan que le salió perfecto. Fue el Mosquito lanzó la carrera de Mbappé. De dos zancadas se plantó en el área, recortó a Zubeldia, lo desquició con sólo amargar y, en una baldosa, cruzó un disparo que descosió la red. En el campo mandaba y del partido sólo había transcurrido 15 minutos.

No levantó cabeza la Real, y no por lo abultado del marcador de la eliminatoria. Es que no sabía cómo reaccionar al plan de partido que le había dibujado el PSG. En ese desconcierto apareció otra vez Remiro para salvar el segundo gol de Mbappé servido en bandeja por Barcola. El más mínimo error de los donostiarras lo convertían en un ataque que siempre pasaba por las botas de su astro mientras que Alguacil veía desde la banda con impotencia cómo sus futbolistas eran una sombra de aquel equipo firme en la fase de grupos que sometió al Inter. No está la Real en su mejor momento. Su fútbol se ha espesado justo cuando las temporadas empiezan a decidirse.

46 goles en Champions con 25 años

Quiso deshacer este argumento Kubo con un zurdazo desde la frontal al filo del descanso, pero nada cambió en la segunda mitad. Volvió a dominar el PSG, que echó mano del talento de Kang-In para alimentar las carreras de Mbappé. No pudo surtir efecto más rápido. El balón del coreano permitió al capitán ganarle la carrera a Zubeldia, impotente, pisar el área pequeña y colocarlo con un derechazo al palo corto de Remiro. Era su gol 46 en la máxima competición Europa para convertirse, con 25 años y tras Messi, en el segundo jugador más joven en conseguirlo. Era, además, el golpe definitivo que enterraba el sueño de la Real tras una década buscando la Champions.

Espoleados por la grada txuri urdin, los donostiarras quisieron crecer y al menos cerrar esta eliminatoria con algún gol en su marcador. Los cambios de Alguacil ayudaron. Lo buscó Barrenetxea, también Oyarzabal, pero quienes más cerca lo tuvieron, forzando a Donnarumma, fueron Zubimendi y André Silva con un remate a bocajarro. Hasta el canterano Olasagasti se atrevió. La Real se volcó en la portería del meta italiano hasta que Mikel Merino marcó para dar consuelo al Reale y cerrar una eliminatoria que tuvo un dueño: Kylian Mbappé.

Traoré, el musulmán de Anoeta, 'hermano' de Camavinga y recurso ''imprevisible'' para frenar a Mbappé

Traoré, el musulmán de Anoeta, ‘hermano’ de Camavinga y recurso ”imprevisible” para frenar a Mbappé

El antídoto de Anoeta para combatir a Kylian Mbappé en la vuelta de los octavos de la Champions es un musulmán practicante de Mali que abrigó a Eduardo Camavinga en sus inicios en el Rennes. Hamari Traoré (Bamako, 1992) quedó en evidencia por un despiste en el partido de ida contra el PSG y ahora quiere curarse las heridas con un marcaje impecable al fenómeno francés.

Joxe Mari, como le conocen los seguidores de la Real Sociedad, despuntó como juvenil en Mali. Este hijo de un joyero y de una comerciante creció bajo la inspiración de Drogba, Kanouté y Yaya Touré. Sus compañeros en la academia Jean-Marc Guillou le llamaban Ronaldo porque le gustaba hacer bicicletas. A los 20 años fichó por el París FC de tercera división, luego ingresó en el Lierse belga, en 2015 pasó al Stade Reims y en 2017 fichó por el Rennes. Es capitán de la selección de Mali, con la que ha disputado 53 partidos y marcado dos goles. Este verano fue contratado por el club donostiarra tras un exhaustivo seguimiento del director deportivo Roberto Olabe y del técnico Erik Bretos. «Hamari no es un jugador africano al uso. En él podemos ver un nivel de fundamento técnico muy alto, lo que le hace ser muy fiable en la recepción y el pase. Defensivamente domina las acciones de uno contra uno defensivo. Tácticamente es suficientemente ordenado», explica Olabe.

Traoré fue señalado por Imanol Alguacil como culpable de la derrota contra el PSG. El lateral, tras sufrir un golpe en la rodilla, se desentendió del marcaje de Mbappé. «No me lo explico. Que un jugador que ha tenido que salir del campo, cuando el rival tenía un córner a favor, no acabe en el hospital no lo entiendo. Ese jugador se ha ido del partido y el equipo también. Si queremos competir contra estos rivales no podemos hacer estos regalos». Luego, el entrenador matizó que el mensaje no era para Traoré, sino para todo el equipo. «Con Hamari no hay ningún problema. Él sabe que estoy encantado, que es para mí importantísimo», señaló.

Traoré ha sabido ganarse el aprecio del técnico y de sus compañeros con su cercanía y compromiso. «Hamari no viene de la cantera, tiene una cultura y una religión distintas, pero no desentona con el resto, es muy buena gente», ha dicho el portero Álex Remiro.

«Hamari es de origen africano, pero con cultura francesa, algo que en San Sebastián es bastante natural, dada la realidad socio-política-geográfica que tenemos con Francia. Tiene una gran capacidad de socialización, algo que fue clave para su rápida adaptación al club, y una energía especial para conectar de manera afectiva con el entorno, con el trabajo del día a día con sus compañeros, con el staff y con los fans», añade Olabe.

Admirador de Sergio Ramos y Cafú

Traoré, que vive en Donosti con su mujer e hijo, nacido el pasado julio, se define como familiar y seguidor del Corán. «Mi religión habla de no perjudicar a nadie y de respetar a todas las personas. El trabajo y la humildad es fundamental. He conocido jugadores 10 veces más fuertes que yo y que no llegaron a ser profesionales. Tuve la oportunidad de ser profesional, estoy muy agradecido a Dios», señaló en el portal Onze el defensa realista, que admira a Sergio Ramos y a Cafú.

El maliense ha coincido con jugadores de alto nivel, pero siente especial cariño por Camavinga, ex compañero en el Renns. «A Eduardo le conozco hace tiempo, es como mi hermano pequeño. Es muy, muy buen jugador, ha progresado mucho», decía a Marca poco después de firmar contrato con la Real.

El lateral no olvida sus raíces y regresa a su cuna siempre que puede. «Cuando llego a Mali no bebo la misma agua que los demás, porque mi cuerpo ya no está acostumbrado. Así que pido agua mineral. Me quejo del calor y me dicen que mi comportamiento ha cambiado. Allí me llaman El blanco. Me río con ellos cuando me lo dicen, no es peyorativo», recalcaba en Onze un jugador que, si no hubiera sido futbolista, se habría dedicado al periodismo y que tiene un hermano, Adama Noss, que juega de mediocentro en el Hull City inglés.

Ahora está centrado en el partido de esta noche y en el objetivo de superar el 2-0 del partido de ida y meterse en los cuartos de la Champions. Será una pieza fundamental en el marcaje de Mbappé, un delantero al que conoce muy bien, dado que en la Liga francesa se enfrentaron durante ocho temporadas. Olabe confía en las aportaciones de Traoré: «A jugadores como Mbape, de talla mundial, no importa demasiado cuánto lo conoces, si no cómo compites contra ellos, para defenderles y atacarles, ahí Hamari, es muy competitivo y confiamos mucho en él», insiste el director deportivo.

En Anoeta destacan la experiencia del defensa, pero algunos alertan de sus reacciones «imprevisibles». A demás del despiste con Mbappé, en la última Copa de África fue expulsado tras discutir con el árbitro del partido contra Costa de Marfil. Joxe Mari Traoré, un singular txuri urdin.