Yago Rojo, el maratoniano que quería ser Fernando Alonso: “Estudié ingeniería mecánica por la Fórmula 1”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 23:27

El sábado (8.00 h.), en la salida del maratón de los Juegos desde el Hotel de Ville, junto a Kipchoge o Bekele habrá un joven de Aluche que soñaba con ser piloto de Fórmula 1. A sus 29 años, Yago Rojo (junto a Tariku Novales e Ibrahim Chakir) debutará en unos Juegos en el espectacular circuito parisino, un recorrido que es un escaparate (la Ópera de París, la plaza Vendôme, el Jardín de las Tullerías, las Pirámides del Louvre, la Plaza de la Concordia, el Grand Palais, los Jardines del Trocadero, el Palacio de Versalles y la Torre Eiffel antes de la meta en 'Los Inválidos'), pero que también es una trampa, con rampas por encima del 13% de desnivel. El "premio a toda una vida dedicada al atletismo" para un chaval al que su padre le dijo que "era un paquete jugando al fútbol". Y entonces...

"Pues me apunté a una carrera en el instituto y quedé segundo", cuenta a EL MUNDO el madrileño, que comparte entrenamientos maratonianos con su novia, Laura Luengo (con mínima, se quedó a las puertas de compartir el sueño olímpico), en el grupo que dirigen Luismi Martín Berlanas y Juan del Campo, y que en el pasado Europeo del Roma finalizó 17º en el medio maratón.

Para saber más

¿Cómo se imagina mañana en la salida?
Va a ser algo mágico. Desde que lo supe hace unos meses llevo levantándome con una ilusión que no he tenido en mi vida. He disfrutado mucho del camino. Todo ha girado en cuanto a los Juegos. Es normal, es la competición más importante y lo entiendo.
Tiene 29 años, relativamente joven para la distancia. ¿Cuándo uno es consciente de que puede estar en unos Juegos?
Nunca había pensando estar en unos Juegos. Yo hacía 1.500, luego 10.000, una prueba en la que es muy difícil estar en los Juegos. Cuando debuté en maratón con el 2:09, era la mínima para Tokio pero no fui porque cuatro compañeros corrieron más rápido que yo. Ahí pensé, a lo mejor tengo alguna oportunidad. Luego fueron sucediendo varios acontecimientos, dos positivos por pasaporte biológico y un 2:07 que me ha valido para estar en París, aunque siempre quise ser muy cauto. Cuando vi la selección, fue una felicidad que nunca había sentido.
Con ese circuito, con dos rampas tan pronunciadas, ¿habrá sorpresas?
Para mí estar aquí ya era un premio. Y no quiero vender que vaya a ganar una medalla o un diploma. Pero ya que estamos en París, el circuito nos beneficia. Pueden pasar cosas. Nos abre un poco más el abanico. Un perfil tan agresivo y difícil, puede que los de detrás recojamos cadáveres y rasquemos algo.
Será apenas la quinta maratón de su vida
Todas en Valencia, más la de Múnich del campeonato de Europa. Que también tenía una cuesta, pero no tiene nada que ver con la de aquí.
¿Cómo empezó con el atletismo?
Siempre me ha apasionado el deporte. Yo era feliz cuando a los 12 ó 14 años quedábamos por las tardes con la bicicleta y nos zurrábamos por la Casa de Campo. O si jugábamos al tenis o al fútbol, pues estaba toda la tarde, nada de relax. No era el típico al que le gustaba dar un paseo. Como vi que no valía para el fútbol, quedé segundo en una carrera de mi instituto y se me abrió una oportunidad. Me enganché a esto... y hasta hoy.
Jesús España ha sido clave en su carrera deportiva
A él le debo todo. Los entrenadores que he tenido me han enseñado mucho. Pero Jesús... El entrenamiento invisible, la recuperación, la autoexigencia de un día tras otro. Y saber entrenar, no machacarse cada día. A veces hay que ir con el freno de mano. Le agradezco todo lo que me ha enseñado. Con él dejé de tener dudas sobre mí mismo. Una cabeza amueblada también es importante.
¿Se renuncia a muchas cosas en el deporte de élite?
He renunciado sí, pero no he hecho sacrificios. Un sacrificio es dejar de hacer algo que te gusta por algo que te gusta menos. A mi me gusta ir con mis amigos, pero no me importa irme pronto a la cama porque al día siguiente soy feliz entrenando. He dejado de hacer algunas cosas, pero disfruto mucho de este viaje.
Y mientras, se sacó una Ingeniería, casi nada
Fue duro. Porque en España la Universidad no apoya mucho. No me cambiaban los exámenes, tenía que ir a septiembre porque me coincidía con el campeonato de España... Es algo que deberíamos mejorar. Ahora que ya he llegado a la élite es más fácil, pero antes nadie me ha apoyado. ¿Ahora de qué me vale?
¡Quería ser Fernando Alonso!
Me gusta mucho la Fórmula 1. No me he perdido ni una carrera de F1 desde 2003. Y mis opciones eran o ser deportista o intentar llegar algún día a la F1. Pero como piloto... Mi padre me decía: 'Chaval...'. Entonces, ya que como piloto no podía, como ingeniero de competición. Me informé del camino, Ingeniería Mecánica, luego algún Máster en Inglaterra... Eso de momento lo tengo parado. Y mira que Alonso ha sido longevo. Si me hubiera dedicado sólo a ello, lo mismo hubiera llegado.
¿Dónde cree que puede estar su mejor marca en un futuro?
Soy muy cauto. Nunca había pensado hacer ni 2:08 y tengo 2:07. Tengo 29 años, soy joven y a lo mejor en el futuro puedo bajar. Que la vida me vaya llevando.
Para los mortales, ¿qué les sorprendería de sus rutinas de vida y entrenamiento?
Duermo en una cámara de hipoxia. Hago semanas de 215 kilómetros. Y luego, hay algo que me supone un gran esfuerzo. Yo, que soy muy casero, irme tres semanas a Sierra Nevada, a un sitio en el que estás encerrado, en altitud, sólo para entrenar y entrenar... A veces es realmente duro. Cuando llego allí, me compro hierro para la altitud. Son 21 cápsulas y siempre voy descontando para volver a casa.
¿Y después de un maratón olímpico?
Lo veré con mis entrenadores. Pero me apetece correr un 'major'. Boston, Nueva York...

Serbia obliga a trabajar a Estados Unidos, que gana tras remontar una desventaja de 17 puntos

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 23:16

Al acabar, JoelEmbiid bailaba solo en mitad de la pista el Freed from Desire para provocar el abucheo del público de la Arena de Bercy, miles de aficionados franceses que le detestan porque abandonó a su selección para irse a jugar con Estados Unidos. El Dream Team hacía como si no hubiera pasado nada, gestos triunfantes, golpes en el pecho, gritos, muchos gritos, pero en realidad había vivido su peor trance en unos Juegos Olímpicos desde las finales que le enfrentaron a España. En las semifinales de París 2024, Serbia empujó al conjunto yankee ante el precipicio a base de triples y para salir de allí éste tuvo que trabajar, que sudar, que ponerse a currar (95-91).

LeBron James, que vivió el gran desastre en aquellas semifinales de Atenas 2004 ante Argentina, estuvo cerca de pasar por lo mismo: un fracaso en su debut y otro en su despedida. Pero esta vez está mucho mejor acompañado. Pese a que su desventaja llegó a ser de 17 puntos, pese a que entró en el último cuarto 13 puntos por debajo, Estados Unidos defendió con uñas y dientes en el tramo final y sacó adelante la situación. Quedarán en el recuerdo los 35 puntos de Stephen Curry, tirador superlativo -nueve de 14 en triples-, pero fue incluso más importante como leyendas como él mismo, James o Kevin Durant encogieron a un rival crecidísimo.

Los triples de Serbia

No era el plan porque nunca es el plan. Las estrellas yankees no vienen a los Juegos Olímpicos a esforzarse como si estuvieran disputando unas finales de la NBA y sólo lo hacen si están obligados. Como siempre, Estados Unidos salió a jugar un All-Star: sin defensa, sin una idea de juego, espectáculo, puro espectáculo. Lo ofreció Curry, con 17 puntos en los primeros ocho minutos y algún baile de los suyos. Al quinto triple, de hecho, se giró antes que entrara para chocar la mano a sus compañeros del banquillo. "¡Oooooooh!", se asombraba la afición parisina, que iba contra el USA Team, pero que no podía dejar de maravillarse con alguno de sus movimientos. El problema para el firmamento NBA era que delante tenía un equipo de verdad.

PAUL ELLISAFP

Desde la seriedad atrás, Serbia fue construyendo una ventaja que llegó a los 17 puntos (25-42, min.14) a base de mucho acierto exterior. Era una idea brillante, otra más de su entrenador Svetislav Pesic: sólo Nikola Jokic podía chocar por dentro que Embiid o Anthony Davis así que todo iba por fuera. Triples, triples y más triples, de Bogdan Bogdanovic, Aleksa Avramovic, de cualquiera. Al descanso, Serbia se fue con un 10 de 19 desde la línea de 6,75 metros y en consecuencia con una ventaja considerable (43-54). Desde la primera línea de sillas, Pau Gasol miraba el partido con su mujer, Catherine McDonnell, y su hija, Elisabet Gianna, y posiblemente pensaba: "Esto ya lo he vivido yo".

El despertar yankee

Estar por delante de Estados Unidos en cualquier momento no garantiza el éxito, pero el conjunto balcánico sostenía y sostenía la distancia (63-76 al final del tercer cuarto). Con su carácter, tan propio -Bogdanovic pasó todo el partido encarándose con LeBron James-, mantenía su plan hasta el final. Si Curry volvía a entrar en trance, ningún problema. Si Embiid empezaba a hacerse fuerte en la zona, ningún problema. Serbia incluso resistía al mareo de su líder, Jokic, que apenas encontraba el camino al aro. Para seguir con la racha en los triples, siempre alrededor del 50% de acierto, aparecían Vasilije Micic, Marko Guduric o Ognjen Dobric y así se llegaba al último cuarto.

Después todo cambió. En los últimos 10 minutos, los mitos se hicieron terrenales y empezaron a aislar, a empujar, a frenar a los tiradores balcánicos. Con los veteranos en la cancha, James, Durant y Curry, Estados Unidos, ¡Qué defensa! Serbia, que hasta el momento había sido letal, dejó de meter los triples y estuvo tres minutos sin anotar (del 77-84 al 84-84). Ahí ya lo tenía muy difícil. Ahí ya lo tenía imposible. Sus dos referentes, Jokic y Bogdanovic, lo intentaron, pero con 93-91, Curry sentenció con dos tiros libres. Después todos los jugadores estadounidenses vacilaban y Embiid lo llevaba más allá, bailando en mitad de la pista, pero el susto había sido serio.

La crisis del K4 justo antes del final, el bronce de los “casi hermanos” y el deseo de Craviotto: “Quiero ser un padre normal”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 22:42

Fuera del hangar de España, en el canal de Vaires-sur-Marne reinaba la calma, flores y vino en un pueblo entre París y Eurodisney, pero dentro... ¡Aaaaaaaaaah! En las dos horas que pasaron este jueves entre las semifinales y la final del K4-500, la prueba reina del piragüismo en los Juegos Olímpicos, hubo una reunión de urgencia del equipo, prácticamente un gabinete de crisis, porque las cosas no funcionaban.

«En la semifinal nos han dado un poqui

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¿Un pebetero eterno? París quiere perpetuar el globo para que forme parte de la herencia olímpica

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 22:41

Se eleva por las tardes, se reposa de día. Es como la herencia de Julio Verne. Lleva sólo unos días en el cielo y ya hay guías de los mejores sitios para verlo brillar. El día que se estrenó, antes de que la viera el mundo, lo hizo ante unos espectadores inesperados: los bomberos de París.

Fue poco antes de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos. El creador de la bola y su equipo la encendieron y la elevaron. Tenía que hacerse de manera

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Una noche tan luminosa... que cegó a Noah Lyles

Una noche tan luminosa… que cegó a Noah Lyles

El resplandor del récord del mundo de los 400 vallas femeninos cegó París. Sydney McLaughin incendió la noche. Pero hubo más cosas. Entre ellas el triplete de los estadounidenses en los 200. Es decir, se clasificaron uno detrás de otro. Pero ninguno en primer lugar, dominados nítidamente por un Letsile Tebogo (Botswana) que, en su brillo, se permitió el lujo de relajarse al final y, pese a ello, realizar 19.46 y mejorar su tope personal de 19.50.

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Lyles cae en 200, Llopis es cuarto en 110 vallas y Saint Denis vive su segundo récord, en 400 vallas

Lyles cae en 200, Llopis es cuarto en 110 vallas y Saint Denis vive su segundo récord, en 400 vallas

El 'show' de Noah Lyles fue el 'show' de la derrota. No hubo victoria en el 200, donde más seguro se sentía, sólo bronce, metal que no consuela a quien se siente un icono, como puede leerse en su pecho. Ni oro ni récord, un récord lejano, mucho menos que el de 400 vallas femenino, batido por su compatriota Sydney McLaughlin-Levrone (50.37), una atleta que agita la plusmarca en los últimos años con un dominio abrumador. Es el segundo récord en Saint Denis tras los 6,25 de Armand Duplantis en pértiga. Quique Llopis, por su parte, se quedó a un puesto del podio, al ser cuarto en 110 metros vallas.

La forma en la que Lyles saltó al tartán, al ser anunciado como una 'primadona', fue el de alguien que ya celebra lo que todavía no ha ganado. Saltaba como un poseso ante la mirada, incrédula, de sus rivales. En especial la de Letsile Tebogo, su némesis y vencedor de un 200 muy rápido. Después de acreditar el récord de África, con 19.46, el atleta de Botswana se fue del mismo modo que lo hizo en semifinales, sin acelerar su paso, sin gesticular a nadie, con un autocontrol que no había tenido el estadounidense. Lyles, tercero y tendido sobre el tartán, se preguntaba qué había pasado.

El 'show' como terapia

El 'show' es parte del personaje y parte del atleta. La incógnita es si correría mejor sin semejante hiperactuación en la pista o si es precisamente al contrario. Después de su victoria en los 100, Lyles confesó a través de uno de sus perfiles en redes sociales: «Tengo asma, alergias, dislexia, TDAH, ansiedad y depresión. Pero te diré que lo que tienes no define lo que puedes llegar a ser. ¿Por qué no tú!?» Palabras propias de un libro de autoayuda. No es la primera vez que el velocista se refiere a problemas de salud mental padecidos en el pasado, lo que le convertía en un personaje vulnerable, presa incluso del 'bullyng' de niño.

Se puede ser fuerte y rápido, y al mismo tiempo débil. «La pista era el lugar donde todos esos problemas desaparecían», ha confesado el norteamericano. La pista es, hoy, el lugar donde puede permitírselo todo, pero donde no siempre gana. Después del bronce de Tokio en 200, sabía que en París llegaba su momento. La victoria en el 100 le reafirmó, pero quizás le vació de energía o le desconcentró, porque la realidad es que estuvo lejos de los 19.31 que realizó en los 'trials'. Fue tercero, en 19.70.

Las carreras y las bravuconadas van, pues, en paralelo, como si Lyles necesitara reafirmarse en todas partes. Es su forma de combatir la inseguridad, por lo que a las grandes victorias le han seguido grandes confesiones, no únicamente en París. Después de ganar su primer título mundial de 200, en Doha en 2019, escribió en Twitter: «He empezado a tomar medicamentos antidepresivos y ha sido una de mis mejores decisiones en mucho tiempo. Desde entonces, he sido capaz de pensar sin matices oscuros en mente, sin aceptar que nada importa. Gracias a Dios existe la terapia psicológica». Hay que ver si las derrotas, como la sufrida en esta final ante el atleta africano, inspiran las mismas reflexiones.

El título de 100 pertenece en París a Lyles, pero la forma de caer en el 200 no colma todos sus deseos. Le queda el relevo de 4x100. Veremos cuáles son los efectos físicos y morales de esta derrota.

Todos los grandes 'sprinters' han preferido el 100, aunque las características de algunos se adaptaran mejor al doble hectómetro. Incluso al dueño de ambas plusmarcas, Usain Bolt, le ocurría. El jamaicano tenía piernas para haber dominado del 100 al 400, pero decidió no afrontar la vuelta completa para concentrarse en la velocidad pura, en las distancias del rey y en el glamour. Lo era todo, atleta, campeón y 'showman'. Lyles y su equipo de trabajo han preparado mucho el 200, pero en París no han podido materializar lo que ya dicen sus registros.

Tercero del ranking de 200

Es el tercer hombre de la historia en el ránking del doble hectómetro, por detrás de Bolt (19.19) y Yohan Blake (19.26), pero no ha entrado en el top ten del 100 ni siquiera con los 9.79 de París. Está a 12 centésimas del récord mundial en 200. En estos Juegos, sin embargo, se quedó a 51. En el caso del 100, el tiempo que le separa de la plusmarca mundial es mayor (21), también en posesión del jamaicano con 9.58. Casi el doble de tiempo en la mitad de distancia.

Lyles está lejos, pues, de hazañas como las de McLaughlin-Levrono, que ha batido por cuarta vez el récord de 400 vallas desde Tokio, en 2021. Lo hace como lo hacía Bolt, como querría hacerlo Lyles.

LA OPORTUNIDAD DE LLOPIS

El cuarto puesto de Llopis en los 110 metros vallas es un excelente resultado para este atleta, aunque deje el mal sabor de boca de quedarse a un puesto de las medallas. Las medallas podrían haber estado a su acceso si hubiera realizado su marca de este año (13.09), que es con la que se repartieron la plata y el bronce. El oro olímpico, en general, exige bajar de 13 segundos. Grant Holloway lo alcanzó con 12.99.

El valenciano, de 23 años, acabó en 13.20, tres centésimas más que en la semifinal, y admitió que "he acusado el esfuerzo de la semifinal", además de lamentar haberse quedado tan cerca de las medallas por puestos, aunque para ello debería haber realizado su mejor carrera de siempre. Su margen de mejora es importante, especialmente en los primeros apoyos. Centésimas que le pueden acercar al podio en una prueba con un excelente nivel en España.

Los “despistes” le cuestan un bronce a Javier Pérez Polo: “Siento rabia y frustración”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 22:01

Javier Pérez Polo intentaba no romper a llorar, pero una cosa son las intenciones y otra la emoción. Explicaba «los despistes» que le acababan de costar una medalla de bronce olímpica, la recompensa a años de dedicación. Pero cuando la voz se le quebró definitivamente fue cuando se acordó no de su derrota reciente con el brasileño Pontes, sino de la de su amigo y compañero de entrenamientos Adrián Vicente el día anterior.

Para saber más

«Los dos con diploma nos hemos quedado. Duele. No he tenido mucho tiempo de hablar con él. Me ha estado ayudando todo el día a calentar. Es que le quiero como un hermano». Tras el miércoles negro del taekwondo amaneció un jueves de esperanza en el Grand Palais, el escenario cubierto más imponente de todos los Juegos. Adriana y Adrián fueron lágrimas inesperadas y Pérez Polo, otro madrileño, no lo pudo arreglar por bien poco. Cayó (-68 kilos), en un parejo duelo (2-1). «Ese final del primer asalto que me da arriba, un despiste. El tercero me como dos acciones abajo, otro despiste», enumeraba.

Le consolaba Miguel Ángel Herranz, su entrenador en el CAR de Madrid, como intentando explicar lo cerca que había estado de una medalla olímpica. Efectivamente, fue cuestión de detalles con el brasileño Netinho, un rival que acudía de la repesca con bastante peor ránking que él. Javier no pudo cumplir con la tradición nacional en la especialidad, siete medallas en la historia olímpica.

Tokio

Era la segunda cita olímpica -en realidad, la tercera, pues en Río, acudió como sparring de Jesús Tortosa- para el de San Fernando de Henares, que en Tokio recibió una de esas lecciones que se graban en la piel. Aunque acudía con el cartel de su subcampeonato del mundo de 2019, a las primeras de cambio el egipcio Abow le arrebató cualquier opción.

En París fue avanzando tras su contundente victoria de primera ronda contra el tailandés Baulung Tubtimdang y luego, silenciando el Grand Palais, ante el local Souleyman Alaphilippe, al que todo el mundo le pregunta por su inexistente parentesco con el ciclista Julian. Ya en semifinales le tocó vérselas con el gran favorito, el campeón olímpico en Tokio. El uzbeco Ulugbek Rashitov, pese a sus problemas en un pie, no le dio demasiadas opciones. Perdió Javier el primer asalto (3-7) y también el segundo, mucho más igualado (3-3).

La presentación en el Grand Palais es asombrosa. Los dos púgiles bajan desde lo alto, por unas imponentes y largas escaleras hasta el lugar donde se lo jugarán todo. Pero ahí, el madrileño, estudiante de criminología y novio de Cecilia Castro -su turno en París es hoy: «La tía es una guerrera. Va a hacer un buen papel seguro. Ojalá se lleve esa medalla que tanto ansía»-, no fue capaz de aprovechar la oportunidad de su vida.

Perdió el primer asalto por una técnica de golpeo de Netinho que dio en su cabeza y que el árbitro sólo vio en la revisión. Logró imponerse, no sin apuros, en el segundo. Pero el tercero, de nuevo igualadísimo, se le fue en uno de esos «despistes» y el brasileño supo jugar con las salidas del tapiz para hacerse con el bronce olímpico. «Ahora, obviamente, siento rabia y frustración», concluía.

La venganza más agónica posible: España derrota en los penaltis a Países Bajos y disputará la final olímpica de waterpolo femenino

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 19:37

En la piscina de La Defense se vivió una monumental semifinal olímpica, la agonía absoluta para una venganza y para un hito. España, la gran España del waterpolo femenino, estará otra vez en la final olímpica, esta vez contra Australia, buscando ese oro que persigue con ansia. En un partido de idas y vueltas, de locura, los penaltis, con una parada para el recuerdo de Martina Terré, dieron el pase a la selección (18-19).

Alzaba el puño Miki Oca camino de vestuarios, se abrazaban las españolas a aficionados y familiares, el éxtasis de la victoria, suspiros de alivio. Se habían sentido arrolladoras y a la vez derrotadas ante un rival que es algo más. El mismo Países Bajos que les había despojado del oro Mundial en Fukuoka 2023 y del europeo este mismo año en Eindhoven. Pero no hay quien detenga a este grupo de ganadoras, que va saldando cuentas pendientes en París.

La heroína fue Tarré, una parada en el último lanzamiento de la tanda a Brigitte Sleeking. Y después la veterana Maica García no iba a fallar.

Lo había merecido y lo había tirado España, inmaculada en estos Juegos en los que también fue capaz de ganar a EEUU en la primera fase tras 11 años de derrotas. Fue un inicio fulgurante, como una apisonadora sobre el agua de La Defense. Como si hubiera cuentas pendientes. Que las había, claro. Un primer acto para enseñar en las escuelas de la competitividad, un 1-6 'imposible' en nada menos que unas semifinales olímpicas. Igual daba el ambiente en contra, igual los precedentes. Desde el sprint inicial ganado por Anni Espar a los goles de todos los colores, en jugada, en contra o de disparo lejano. En cinco minutos y medio ya tuvo que parar Eva Doudesis, desesperado ante el ko técnico.

Elena Ruiz, en la semifinales contra Países Bajos.

Elena Ruiz, en la semifinales contra Países Bajos.ANDREAS SOLAROAFP

Había sido tan eléctrico que costaba creer. En el segundo round Países Bajos trató de recomponerse, más aguerridas atrás, un pequeña reacción. El paradón con el rostro de Terré volvió a meter a las de Miki Oca que, con los tantos de Elena Ruiz y Judith Forca, mantuvo la ventaja. En el último segundo, un balón a la boya no lo iba a desaprovechar Leitón (5-10).

Pero ese gran augurio no sirvió de nada. Increíblemente, tras el descanso, todo se dio la vuelta de manera calcada. Ahora España era incapaz de resolver las defensas neerlandesas, malos disparos y peores defensas, los tantos como puñaladas de Van de Kraats, las paradas de Aarts, crecidísima. Ni el fallo de un penalti quitó la iniciativa a las campeonas mundiales en 2023, que devolvieron el 6-1 para dejar el choque igualado (11-11) con el último cuarto por disputar.

Las sensaciones de repente eran terribles para España. Aunque los primeros minutos fueron de tanteo, rápidamente llegó la primera ventaja de todo el partido para Países Bajos con un gol, tras una excelente combinación, culminada por Rogge. Llegó la respuesta de Forca, su quinto tanto ya, inspiradísima, en una superioridad. Pero era sólo el segundo de toda la segunda mitad.

Los últimos minutos fueron de taquicardia. Nervios templados, balones a los palos para ambos equipos. A falta de 30 segundos, Maica García, su primer gol de toda la tarde, llevó la esperanza, que se diluyó en la última posesión: a falta de siete segundos, Sleeking llevó el intensísimo duelo a la tanda de penaltis.

Allí no fallaba nadie, ni con los cambios de portero. Pero el destino tenía un guiño para España, con esa estirada a la derecha de Terré y su grito en una Defense abarrotada, para esta escuadra que desde 2010 ha ganado ya tres metales olímpicos (quintas en Rio 2016), un Mundial (y tres finales), tres Europeos, la plata de enero en Eindhoven... Leyendas que quieren el primero oro olímpico por equipos para España desde Atlanta 96, entonces la selección masculina precisamente de Miki Oca.

La estrategia del oro deja a Xammar y Brugman fuera del podio en 470

La estrategia del oro deja a Xammar y Brugman fuera del podio en 470

El viento, el poco viento, es el mismo para todos en el campo de regatas de Marsella, hecho que penaliza a los buenos navegantes, como Jordi Xammar y Nora Brugman, los mejores del año en 470, pero fuera del podio, cuartos, cuando partían en busca del oro. La estrategia más ambiciosa, al salir a plantear casi un 'match race' frente a la embarcación austriaca, que salía primera, les acabó por costar la medalla, de cualquier metal. Acabaron la Medal novenos, penúltimos. La vela, que aportó el primer oro a la delegación olímpica española, no puede sumar otra más en una clase histórica, con campeones olímpicos como los de Theresa Zabell o Jordi Calafat. La Medal Race de las ilusiones fue, finalmente, la de la frustración.

Para saber más

A Xammar le comparan algunos en la vela con Marc Márquez por su ambición y su carácter, extrovertido. Había sido bronce en Tokio, pero esta vez quería más. Como patrón, toma las decisiones principales, y la decisión era el oro, para lo que partieron pendientes del barco austriaco, al que había que desbancar de la primera posición en la Medal Race. Japón, que había salido tercero, se benefició y tomó la delantera en el primer tramo, en ceñida, para llegar primero a la boya de barlovento, de la que España salió octava. Las cuentas del oro no salían. Las del podio todavía no peligraban.

Había que remontar con viento a favor, de empopada, pero lo cierto es que Xammar y Brugman tampoco lo consiguieron y empeoraron el puesto en la boya de sotavento, perjudicados, además, por el gran tráfico en el giro. Lo mejor es llegar limpio, que es lo que hicieron los japoneses, adelantados en la Medal por Francia. Para los locales es siempre una ventaja el conocimiento del campo de regatas, como le pasó a los españoles en los Juegos de Barcelona'92. El podio podía todavía salvarse, pero la pareja sueca, que había partido cuarta, mejoró para acabar cuartos la Medal (47 puntos), con dos puntos menos de penalización que los españoles (49), y hacerse con el bronce, tras Austria (38) y Japón (41).

Segundos antes de la Medal

La pareja española había llegado en segunda posición a la Medal Race, después de que la última jornada de regatas, el martes, hubiera de suspenderse una de las tres previstas, una vez más, por la falta de viento. Lo mismo sucedió el miércoles, en la primera tentativa de la Medal Un suplicio. Antes de los Juegos, buena parte de los regatistas temían a la potencia del Mistral. Una vez en la cita, deseaban que apareciera debido a las incesantes interrupciones. De las 10 previstas, en 470 únicamente realizaron ocho antes de la regata por las medallas. Lo mismo ha ocurrido en todas las clases.

Esa jornada estaba marcada con una cruz por Xammar y Brugman. Querían la remontada. Fueron terceros en la primera regata, en una gran actuación, mejor que la de sus rivales por el podio, Austria, Japón y Suecia. En la segunda, en cambio, concluyeron sextos, con un barco austriaco que dominaba y se despegaba en la general. El oro, pues, dependía de que España sacara cuatro barcos a la pareja centroeuropea, formada por Lara Vadlau y Lukas Maehr. Complicado. Intentarlo les dejó, posiblemente, fuera del podio.

El barco de la paridad

Después de su bronce en Tokio junto a Nico Rodríguez, el cambio en el 470 tras buscar la Federación Internacional embarcaciones en las que pudiera darse la paridad sin que las mujeres se vean perjudicadas, Xammar decidió llamar a Nora. La razón es que, al tratarse de una clase donde prima la técnica y la estrategia, una mujer puede realizar las labores de tripulante, en este caso Nora, sin verse en desventaja frente a un hombre. En el 49er, muy físico, no sería posible. La elección entre patrón y tripulante depende de cada equipo. Si en el 470 español es Jordi, en el austriaco y vencedor la patrona es Lara.

Nora era una amiga de la infancia con la que Xammar ya había regateado cuando eran niños. Hija de padre norteamericano y madre española, había regateado en la élite integrada en el equipo de Estados Unidos. Ahora tenía la oportunidad de competir por España, algo permitido por la Federación Internacional de Vela y, consecuentemente, por el Comité Olímpico Internacional. La potestad normativa, del mismo modo que los jueces, dependen en los Juegos de las federaciones internacionales.

La compenetración fue prácticamente inmediata. Carismático y extrovertido Jordi, especialmente cuando sale del barco, a Nora no se le escapa detalle alguno de la organización o la logística. Los resultados no se hicieron esperar. En 2022, un año después de Tokio, fueron subcampeones del mundo y de Europa, y en 2023 repitieron la plata mundial. En el año olímpico llegó el salto definitivo, al dominar tanto el Europeo como el Mundial. Los Juegos eran su siguiente objetivo, pero ni el viento ni la estrategia adecuada les permitieron replicarlo bajo los aros, ni siquiera subir al podio.

El descubrimiento que dio el bronce a España, la celebración con Carbonell y la calçotada china de Tarrés: "Es la mejor entrenadora del mundo"

El descubrimiento que dio el bronce a España, la celebración con Carbonell y la calçotada china de Tarrés: “Es la mejor entrenadora del mundo”

"¡Vengaaaa!", llegaba Anna Tarrés a la zona mixta del Centro Acuático de París y montaba la fiesta. De repente no habían pasado 12 años ni por supuesto un escándalo que acabó en los tribunales. En los pasillos, Tarrés, ahora seleccionadora de la China campeona, celebraba junto a Andrea Fuentes y Alba Cabello, entrenadoras de la Estados Unidos subcampeona, e incluso con Paula Klamburg, encargada de la Australia novena. El equipo español de natación sincronizada que asombró en los Juegos de Londres 2012 volvía a estar reunido en la victoria, aunque esta vez no era española. La selección volvía a celebrar una medalla, un bronce por equipos, el primero desde entonces, pero la alegría, el ruido, el jolgorio lo ponía la generación anterior, ahora dispersa por los banquillos de todo el mundo.

"Es la mejor entrenadora del mundo", aseguraba Fuentes sobre Tarrés y ésta hablaba y hablaba sobre su adaptación a la cultura china de la mano del cámara de televisión español Roger Vicente, de sus paseos en bici por Pekín y de cómo incluso organizó una calçotada con salsa de romesco para el equipo asiático. "Su punto diferencial es la capacidad de trabajo, la disciplina y el físico. Trabajan a unos niveles muy científicos, tienen un control total de la preparación de las nadadoras", comentaba Tarrés sobre su selección, China, que ofreció una exhibición. Muy superior al resto, tuvo siempre el oro al cuello, mientras Estados Unidos brilló con las acrobacias para llevarse la plata y España aseguró un bronce para recuperar su lugar en la historia.

La celebración de España

Cuando acabó su actuación, España se reunió ante los televisores para ver qué hacía su principal rival, Japón, que terminó cuarta y después estalló la celebración. En las entrañas del Centro Acuático hubo carreras, lágrimas, abrazos, hasta que todas se reunieron alrededor de Ona Carbonell, que las esperaba en la puerta del vestuario. La que fuera líder de esta generación había sido invitada por el Comité Olímpico Internacional (COI) para dar los tres golpes de bastón que dan inicio a todas las sesiones en estos Juegos y pudo festejar con el grupo.

Lavandeira JrEFE

"¡Por fin!¡Por fin!", celebraba Carbonell mientras felicitaba de una en una a todas las nadadoras españolas, Iris Tió, Alisa Ozhogina, Marina García, Lilou Lluís, Meritxell Mas, Paula Ramírez, Blanca Toledo y Meritxell Ferré. "La peque, ¿Dónde está la peque?", preguntaba la ya ex nadadora sobre la última incorporación de la selección, la que hizo cambiar los programas.

Hace tres meses, sólo tres meses, la seleccionadora española, Mayuko Fujiki, consideró que para dominar las acrobacias, el nuevo mantra de la natación artística, necesitaba alguien que rotara con su saltadora, Meritxell Mas, y en el Terrassa encontró a una chica pequeña y ligera que a sus 17 años era capaz de volar: Ferré. "Después del Mundial de Doha [de este año] vimos que teníamos que aumentar la dificultad, que arriesgar más para aumentar nuestro margen si había una base mark [una penalización]. Ella nos ha ayudado mucho en eso", analizaba Fujiki que anunciaba a la propia Ferré como "líder del equipo en el futuro".

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La propia Fujiki, que también fue seleccionadora de China y Estados Unidos, felicitó a Anna Tarrés, que fue su mentora en los banquillos, y ambas tuvieron una bonita conversación: "Anna me ha dado las gracias porque este bronce es muy importante para España, para que las niñas se apunten a los clubes".

Ahora, el equipo se irá a celebrar y Tió y Ozhogina se centrarán en el dúo, donde tendrán más competencia, pero también podrían colgarse una medalla el sábado. La propia Tió era la primera en salir a zona mixta y lamentaba que, mientras sus compañeras se irán por la noche a "quemar París", ella y Ozhogina tenían que volver de inmediato a la Villa a descansar. "Ha sido un camino muy largo, llevamos muchos años detrás de esto, ahora hay que ir a por más", anunciaba Fujiki que se imaginaba en un futuro, en los Juegos de Los Ángeles 2028 siendo el centro de la fiesta, por encima de la generación anterior, Tarrés, Fuentes y compañía, y sus equipos repartidos por todo el mundo.