La maldición del balonmano en los Juegos y el cabreo por las paradas de Wolff: “Le hemos metido nosotros en el partido”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 23:47

Una oportunidad y otra y otra y... al acabar las semifinales ante Alemania, los jugadores de España no se podían quitar de la cabeza los últimos tres minutos de partido en los que pudieron marcar y no lo hicieron. La selección volvió a caer en las semifinales de unos Juegos Olímpicos, un muro histórico -ocurrió en 1996, 2000, 2008 y 2020-, y seguramente ésta fue la vez más dolorosa. Incluso si mañana (09.00 horas) se cuelga el bronce en la final de consolación ante Eslovenia, el pivote Javi Rodríguez recordará los dos lanzamientos a bocajarro que tuvo para anotar y estrelló contra el portero germano, Andreas Wolff.

Al acabar el encuentro, Rodríguez, el más joven del grupo, de sólo 22 años, lloraba en el banquillo tapándose el rostro con la toalla blanca mientras sus compañeros se marchaban hundidos a vestuarios. El golpe fue tan importante que esta vez no hubo unión. Cada uno por su lado trataba de superar lo ocurrido, de digerir la rabia, de tranquilizarse.

Era complicado. Más de la mitad del grupo ya sufrió el mismo golpe hace sólo tres años en las semifinales de los Juegos de Tokio y ayer se veía en la final, por fin en la final olímpica, la primera de la historia de España. «Ahora mismo no sé qué decir, no puedo animar a la gente, no puedo hablar. Es bastante jodido sacar palabras de ánimo porque lo hemos tenido en nuestras manos. Hemos tenido oportunidades y no las hemos aprovechado», comentaba Jorge Maqueda justo al acabar el encuentro. «Hemos sido claros dominadores del juego, pero no de la finalización, que al final es lo que te permite ganar el partido», analizaba el seleccionador, Jordi Ribera, en una zona mixta en la que se mezclaban los sentimientos. Hubo disgustos y hubo enfados.

El recuerdo distinto de Tokio

Pese al mérito en las paradas de Wolff, el portero alemán, algunos señalaban que faltó más paciencia y más puntería en los lanzamientos. «Wolff es un gran portero, pero le hemos metido nosotros en el partido con tiros mal seleccionados. Es más culpa nuestra que mérito suyo. Era una oportunidad única que no hemos sabido aprovechar. Duele más porque sabemos que no es un equipo superior a nosotros», aseguraba Gonzalo Pérez de Vargas con cierta razón.

Al contrario de otros equipos en estos Juegos, como Egipto, rival en cuartos de final, Alemania no impuso su juego por encima de España, pero igualmente dominó el marcador. Hasta dos veces el equipo de Ribera estuvo muy por debajo (10-6 en el minuto 18 y 19-16 en el minuto 42) y hasta dos veces tuvo que remontar. Su virtud: la defensa y los contraataques. La virtud de Alemania: sus lanzadores, especialmente Renars Uscins, el hombre que eliminó a Francia.

Contra ellos había que poner el pecho, todo el cuerpo, el alma detrás y delante dejar que hicieran Ian Tarrafeta o Agustín Casado. El plan funcionaba y el único obstáculo para la victoria era Wolff. Antes incluso de sus paradas salvadoras a Javi Rodríguez, el portero alemán ya llevaba una racha asombrosa y así acabó: detuvo 22 de los 45 lanzamientos que recibió, entre ellos el único siete metros que hubo a favor de España. Aleix Gómez, con un 100% en el torneo hasta entonces, contabilizó su primer fallo.

SAMEER AL-DOUMYAFP

«Estamos fastidiados, pero habrá que hacer borrón y cuenta nueva. Las fuerzas las sacaremos de dónde sea, pero costará, costará», reconocía Maqueda que sabía que la situación era muy diferente a la vivida hace tres años. Entonces en el Gimnasio Nacional Yoyogi de Tokio hubo una conjura entre veteranos y jóvenes: para algunos, como Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde o Viran Morros, el bronce suponía una fabulosa despedida y para los otros, como el propio Pérez de Vargas o Alex Dujshebaev, su primera medalla olímpica. Las semifinales, ante Dinamarca, también habían sido muy distintas, con pocas opciones de victoria. Ahora los que ya estuvieron en Tokio querían más y de ahí el enojo.

«Lo más rápido que podamos habrá que levantar la cabeza y pensar que todavía podemos ganar el bronce», aseguraba Pérez de Vargas antes de meterse en el vestuario, donde ahí sí, había que recuperar la piña y empezar a rehacerse para mañana marcharse de los Juegos con un bronce, otro maldito bronce, el quinto, aunque perdure el recuerdo por los goles perdidos.

La anestesia que lastró a Alberto Ginés, el 'spiderman' español: "Estar aquí ya era un éxito"

La anestesia que lastró a Alberto Ginés, el ‘spiderman’ español: “Estar aquí ya era un éxito”

La grada en el estadio olímpico de Le Bourget era ayer de lo más variopinta. Estaba Carla, que iba con su hija, ambas con los colores de la bandera española dibujados en la cara. «Venimos a animar a Alberto», explicaba la mujer. Estaban también Cristina y un grupo de amigos, que practican todos escalada, e iban cubiertos de banderas nacionales. Forman parte de la tribu.

Luego estaba Amina con otra tropa: una veintena de chavales de entre ocho y 10 años, del centro de ocio de Drancy. Les han llevado a la prueba para que puedan »respirar el espíritu olímpico», decía la maestra. «Es la primera vez que ven una competición olímpica».

Los primeros iban a ver a Alberto Ginés, que quedó ayer en séptimo puesto en la final de escalada de los Juegos de París y no logró obtener una medalla. «Si alguien esperaba muchísimo más de mí y pensaba que podía llegar a ello es que no sabe de escalada, sin querer ofender a nadie», decía el deportista, ya entre bromas, en la zona mixta, tras la competición.

Problemas en el bloque

Ginés no pudo repetir la medalla que había logrado en los Juegos de de Tokio en 2020. El primer ganador del oro olímpico de la historia en esta disciplina tuvo una buena puntuación en dificultad (le dieron 92,1 puntos), pero se quedó fuera del podio. «Hace tres años, después de ganar el oro, ya veíamos complicado el simple hecho de estar aquí, en París», analizó en zona mixta el atleta extremeño, para quien alcanzar la final era «el objetivo principal de la competición».

En la prueba de dificultad, Ginés se quedó a poco de poder completar la pared de 15 metros. Obtuvo una puntuación de 92,1. Sin embargo en la primera parte de la prueba combinada, había obtenido el peor resultado de la jornada, con tan sólo 24,1 puntos. Los atletas trepaban con dificultades por el último bloque. «Es una pena no haber podido hacer una buena ronda de bloque, pero en la cuerda, sí lo he logrado», admitió, tras realizar su prueba en un estadio abarrotado, con mucho apoyo nacional y un gran ambiente.

Para él no fue fácil. Llegó cojo. «Llevo lesionado desde marzo, me infiltro con anestesia para poder competir, pero después duele. La lesión no está muy clara. Tengo ganas de descansar, irme a casa y poder recuperarme de la lesión, porque han sido muchos meses entrenando con dolor en el pie. Ahora ya toca pensar en los Ángeles», subrayó.

Oro para Roberts

La lesión en el pie de la pierna izquierda no le impidió trepar como un mono por las distintas secciones, cada una más complicada de superar. Todos caían en la zona azul, a punto de tocar los 100 puntos, donde las distancias ya obligaban a saltar. Ganó el británico Toby Roberts, aunque el favorito era el japonés Sorato Anraku, que tropezó antes de llegar a la cima. «¡Son como spiderman!», exclamaba entusiasmado uno de los chavales de la excursión de Drancy.

Ginés explicaba que los atletas esperan que se pueda separar esta modalidad, la de bloque, en los próximos Juegos de Los Ángeles. En bloque son cuatro tramos de presas sobre el muro, cada una con más dificultad. Ginés es fuerte en cuerda, pero no en la fase de bloque. «Me parece increíble que puedan trepar hasta ahí arriba», decía Franck, que fue a la prueba aprovechando que vive en Le Bourget.

Cristina explicaba que han venido un grupo de unas 20 personas, la mayoría amigos del español, que hacen escalada con Ginés. «Hemos ido a todas sus pruebas», confesaba con orgullo. Hay ambiente de picnic parisino en este espacio, alejado de las zonas nobles de estos Juegos. Una de las trabajadoras explicaba: «Es de los sitios con mejor ambiente, no hay la competitividad de otras pruebas».

La legión de voluntarios de París: “Somos la alegría de estos Juegos”

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 00:21

Es mediodía y Florent guía la fiesta. Bandera en mano (francesa) grita: «Allez, allez» (Vamos). Junto a él, una decena de personas ataviadas con las camisetas azules de Paris 2024, le secundan. Han puesto la música a todo trapo y bailan en mitad del recinto, despidiendo al público que acaba de asistir a la final de escalada masculina, en Le Bourget, barrio al norte de París. Florent lleva así, aunque alternando escenarios y competencias, desde el

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Jordan Díaz salta al cielo de París: oro olímpico en una extraordinaria final de triple

Jordan Díaz salta al cielo de París: oro olímpico en una extraordinaria final de triple

Jordan Alejandro Díaz Fortún, un habanero de 22 años, un chico espigado y sonriente, con la calma de su tierra y todo el bagaje adquirido en sus tres años de perla pulida en Guadalajara a la vera de Iván Pedroso, es campeón olímpico de triple salto. En una de las mejores finales que se recuerdan, otro duelo fratricida con Pedro Pichardo, acento cubano en el foso del Stade de France (los tres primeros nacidos en la isla y ninguno compitiendo bajo esa bandera), logró para España una medalla que se recordará.

Le iba a bastar el primero de sus saltos, el 17,86 que tan lejos estaba de esos 18 metros que se había marcado como listón hacia el éxito. Ya los había superado en el Europeo de Roma, pero esta vez no lo necesitó para bailar y gozar, selfies aquí y allá, la bandera de España y los abrazos, el público parisino entregado al genio del foso.

El salto más importante de su vida Jordan Díaz lo había dado tres años antes. Un brinco vital, valiente y osado: dejar su país y a su familia sin mirar atrás. Un chico de 20 años que no ha vuelto a ver a sus padres. Y al que se le presentaba un futuro de incertidumbres, sin poder competir en aquello que le hacía único. Tuvo que ver por televisión los Juegos de Tokio, también el Mundial de Budapest, y hasta el pasado mes de julio no pudo vestir oficialmente la camiseta de esa España a la que ha impulsado a la historia.

Ante la mirada de Edwards

Pero como si ese tiempo de espera hubiera cargado todavía más la potencia de sus interminables piernas, con las que jugaba en las calles de La Habana, tanta energía que su madre lo apuntó a atletismo para que "dejara de joder". Su debut con la selección fue un oro continental con otro salto inmortal, derribada de un golpazo la barrera de los 18, el 18,18 para batir a su compatriota -que no amigo- Pichardo, la tercera mejor marca de todos los tiempos.

Pero quedaba París, el lugar de los dioses. Y la presión de un país que se ahogaba en un día de lamentos lejos del estadio. No iba a tardar Díaz, el joven que, entre partida y partida a la Play también estudia en Youtube los vídeos de Jonathan Edwards (presente ayer en Saint Denis para inaugurar la jornada, bastón en mano, menudo augurio), el que mostrara que los elegidos no entienden de malos días.

Uno de los saltos de Jordan en la final olímpica.

Uno de los saltos de Jordan en la final olímpica.AFP

Ya la lluvia detenida y el último sol del día asomándose en el cielo de París, el concurso empezó con contundencia, con saltos que eran más que una declaración de intenciones. Todavía dejando centímetros de seguridad, el campeón del mundo Hugues Fabrice Zango amagó con un 17,43 que fue contestados con un triple despegue ya con sabor a medalla de Pichardo (17,79). Ahora le tocaba a Jordan, su primer intento en una final olímpica, una barbaridad: 17,86. Ahí queda eso. Sólo tres tipos en toda la historia de los Juegos habían saltado más.

No lo iba a descender la intensidad, como dos púgiles enfurecidos, tantas cuentas pendientes. En su siguiente brinco, el campeón olímpico portugués se arrimó a dos centímetros del oro. Hizo nulo en el tercero y justo antes de la mejora, Jordan, con sus pendientes, su reloj, su collar y su pulsera de oro y su show, pidiendo palmas a las gradas, dejó otro mazazo que denotaba su tremenda facilidad (17.85). Y al cuarto, calcando asombrosamente, 17,84. En un ratito en París había firmado tres de los mejores saltos de su carrera.

Juego mental

Todo lo iban a dejar para el final, Díaz y Pichardo y su bendita rivalidad. El veterano portugués renunció al quinto. Juego mental. Sabía que el oro estaba en un alarde, en una de esas genialidades que dejan huella y que era mejor guardar cada gramo de energía. Y Jordan lo abortó en el último de los tres apoyos. Una bala para cada pistolero en el Far West.

Jordan Díaz, en el foso del Stade de France.

Jordan Díaz, en el foso del Stade de France.EFE

Que no fue necesaria. Pichardo se quedó en 17,81 y Jordan era campeón sin saltar. Ahora tocaba bailar.

Es la quinta medalla del atletismo español, la segunda en París tras la del relevo mixto de marcha de María Pérez y Álvaro Martín. La segunda en saltos, tras el de altura de Ruth Beitia en Río. Es, en definitiva, sólo un anticipo de lo que este genio pregonado, campeón del mundo sub 18 y sub 20, tiene en sus piernas de diamante.

El día más "jodido y cruel" para Alexia y para España: "Ayer en el entrenamiento metí todos los penaltis"

El día más “jodido y cruel” para Alexia y para España: “Ayer en el entrenamiento metí todos los penaltis”

España sufrió ante Alemania la primera gran derrota de esta generación acostumbrada a ganarlo todo. Hicieron historia en el último Mundial y vencieron en la Liga de Naciones poniendo al fútbol femenino español en la cima del planeta. Pero en Lyon, en la pelea por el bronce olímpico, sus errores fueron su condena. El error de Cata Coll en el penalti del 0-1 y el error de Alexia Putellas en la pena máxima que podía provocar la prórroga. Era el minuto 96, un momento de máxima tensión, y la doble ganadora del Balón de Oro falló.

"No sé ni qué decirte...", avisaba Putellas, capitana nacional, al periodista de Televisión Española que le entrevistó a pie de campo. "Esto es muy duro", añadía. "Lo siento mucho, porque no hemos conseguido la medalla, lo hemos intentado, hemos tenido la oportunidad de llevar el partido a la prórroga... He fallado... Me ha parado el penalti...", intentaba resumir, emocionada.

Putellas situó el balón en el punto de penalti y estuvo 30 segundos observando la portería alemana. Respiró hondo varias veces y vio cómo Berger le adivinaba la idea. "Creía que se iba a tirar a donde tiré en la primera final de Champions contra ella (en el Barça-Chelsea de 2021), pero no ha sido así", explicó, y recordó las horas previas, los ensayos y los entrenamientos. "Ayer estuvimos entrenando penaltis y los metí todos. Me sabe fatal por todo el mundo, por mis compañeras, por las familias, por toda la gente que estaba ayudándonos. Confiaba en que entraba. El próximo que tenga lo meteré seguro, aunque no cambie nada sobre este. El resultado es el que es", comentó.

En un primer momento, parecía que el penalti lo iba a lanzar Mariona Caldentey, que se acercó al balón, pero era una estrategia. "Hemos hecho eso para despistar a la portera. Cada partido el staff dice quién tira los penaltis, hoy me tocaba. Pero nada. Me revienta, me revienta... Ese penalti tenía que ir dentro, por todos, y no ha entrado. Estamos jodidas", analizaba Alexia, ya en rueda de prensa, media hora después del momento del penalti. "Ha pasado media hora y sigo dándole vueltas".

A su lado, Montse Tomé elogiaba a sus jugadoras a pesar de la "tristeza". "Duele, pero hemos dado la cara. Lo hemos merecido. Hemos tenido ocasiones, la jugada del penalti del 0-1, luego el penalti en el último momento para empatar... Es muy cruel, estas jugadoras hoy merecían más. En semifinales nos faltó intensidad, pero hoy hemos sido la España que queremos ser", analizó la seleccionadora. "Tengo aquí a Alexia, que tiene dolor, que lo va a sentir y lo vamos a sentir, pero ha dado la cara", finalizó.

Una de las ocasiones más claras del tramo final, sin tener en cuenta el penalti, la tuvo Jenni Hermoso, cuyo cabezazo salió demasiado centrado. "Hemos tenido cerca la medalla, pero hoy el fútbol y la suerte no estaba de nuestra cara. Te vas a casa sin nada y a seguir. No hemos tenido la suerte de cara en ese penalti", declaró la delantera, que quiso valorar de forma positiva el cuarto puesto.

"Cuando acostumbras a la gente a algo bueno y vienen derrotas parece que todo es una mierda, pero ni cuando ganas eres tan bueno ni cuando pierdes eres tan malo. No tenemos que mirar nada más. El fútbol es así", finalizó Hermoso.

Balonmano: España se estrella contra el muro de siempre en los Juegos y jugará por el bronce

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 18:36

Siempre en las semifinales, una pesadilla: siempre que España roza la gloria en los Juegos pierde antes de la final. Ocurrió en Atlanta 1996, en Sidney 2000, en Pekín 2008, en Tokio 2020 y este viernes en París 2024. Esta vez fue Alemania (25-24) la culpable, una selección que tenía las virtudes y los defectos que mejor le encajaban a España. Con la épica como rutina, la selección que dirige Jordi Ribera estuvo a punto de volver a remontar, de volver a sobrevivir, de resurgir como venía haciendo durante todo el torneo, pero no pudo ser. En los últimos ataques desaprovechó sus oportunidades y se estrelló contra su muro histórico.

Justo al acabar el encuentro lloraban los más jóvenes, quienes nunca habían vivido tan desagradable experiencia, mientras los alemanes se abrazaban a su portero, Andreas Wolff, héroe absoluto. Si España vivió del trabajo colectivo, del sudor en defensa y de los contraataques, Alemania vivió de su guardameta. En trance desde el primer minuto hasta el último -hizo 22 paradas de 45 lanzamientos-, Wolff frenó los últimos cuatro lanzamientos de la selección para desesperación de todos, especialmente del pivote Javi Rodríguez. Él era uno de los afectados: se sentía culpable. Él era uno de los más afectados: se veía en la final.

Porque España la tuvo en la mano. Después de todo el partido por detrás en el marcador, se presentó en el tramo decisivo con ventaja (23-24, min. 56) y no la supo aprovechar. Hasta dos veces Rodríguez se estrelló contra Wolff entonces y los lanzadores alemanes no perdonaron. Un gol de Juri Knorr a falta de dos minutos desequilibró el duelo y ya no hubo más. La selección se jugará el bronce, el quinto de su historia, contra el perdedor del duelo entre Dinamarca y Eslovenia. En principio los daneses son muy favoritos, pero no se puede descartar la sorpresa.

En todo caso, el trabajo del equipo de Ribera será rehacerse, como viene haciendo todos los Juegos. De la fase de grupos salieron con una remontada ante Croacia, de los cuartos se salvaron con otra ante Egipto y este viernes contra Alemania iban por el mismo camino. Hasta dos veces la selección estuvo muy por debajo (10-6 en el minuto 18 y 19-16 en el minuto 42) y hasta dos veces se rehízo a base de esfuerzo atrás. El conjunto germano lo fiaba todo a sus lanzadores, especialmente en la segunda parte a Renars Uscins, el hombre que eliminó a Francia, y contra ellos había que poner el pecho, todo el cuerpo, el alma. Lo hicieron mientras Ian Tarrafeta y Agustín Casado peleaban también delante, pero todo se truncó al final.

Fútbol femenino: Alexia Putellas falla un penalti en el 96 y la España de los errores se despide de París sin medalla

Fútbol femenino: Alexia Putellas falla un penalti en el 96 y la España de los errores se despide de París sin medalla

España, esa España campeona del mundo el verano pasado, esa España que parecía tener segura una medalla antes de empezar el fútbol femenino de los Juegos Olímpicos, fue en París la España de los errores. Los de semifinales, concretados en las lágrimas de Cata Coll, y los de la lucha por el bronce, con la portera provocando un penalti 'tonto' al calcular mal en una salida y con Alexia Putellas, doble ganadora del Balón de Oro, errando una pena máxima en el minuto 96 para forzar la prórroga. El gol de Gwinn condenó a las de Tomé. No hay medallas para esta generación, que sufre su primera gran derrota tras la conquista del Mundial y de la Liga de Naciones.

En la primera parte España dominó, reaccionando con fútbol y talento a los baches del torneo olímpico. Las de Montse Tomé, aparentemente cansadas durante los cruces y lejos de la chispa mostrada en el último Mundial, se levantaron del palo de las semifinales y fueron superiores a Alemania en los primeros 45 minutos.

La seleccionadora fue simple en su decisión: las mejores, dentro. Formó su centro del campo con Abelleira, Aitana, Alexia y Hermoso y situó en punta a la veloz Salma Paralluelo. Y España tuvo sus opciones, con las germanas encerradas atrás y viviendo única y exclusivamente de la rapidez de su extremo Buhl, la más peligrosa.

En el 20, Abelleira intentó sorprender a Berger con una falta desde lejos, pero se encontró con el larguero alemán. Las campeonas del mundo tuvieron la paciencia necesaria para aspirar a derribar el muro rival. Movieron el balón de un lado a otro, buscaron paredes entre líneas y se pudieron ir al intermedio por delante si la suerte hubiera estado de su lado. Pero Francia no es territorio amigo. Allí donde se ilusionaron en el Mundial de 2019, tampoco encontraron luz en los Juegos.

Las imprecisiones de Salma en los últimos metros impidieron varias ocasiones claras, y en el 43 Aitana estrelló en el larguero un buen disparo desde la frontal. Hermoso, en el rechace, disparó contra la defensa. Se desesperaba Tomé, que tenía algunas balas en la recámara: Carmona, Guijarro... El camino del bronce parecía dibujar la bandera de España, pero el fútbol es duro. Contundente en su castigo.

El paso por vestuarios encerró todavía más a Alemania, incapaz de enlazar siquiera un contraataque, y decantó el juego hacia la portería de Berger. Salma, de nuevo, no supo aprovechar varios acercamientos de peligro.

Con el paso de los minutos el partido se rompió por pura fatiga, España comenzó a fallar en salida y Alemania encontró huecos al espacio. Minge rozó el palo, Gwinn cabeceó alto, Salma disparó desde lejos al centro... Parecía que el gol se acercaba.

Y llegó el error. Y el castigo.

En el minuto 62, Gwinn arrancó hacia el área para llegar a un balón largo de una de sus compañeras. Fue casi un despeje, una pelota alta que parecía fácil para Cata Coll, que salió a detenerla. Pero la portera del Barcelona dudó en sus últimos pasos, la alemana se adelantó y cabeceó antes que ella y la guardameta, con las manos encogidas, la arrolló en el camino. Error y penalti. Otro fallo para una Coll que ya no estuvo fina en las semifinales.

Desde los once metros, Gwinn adelantó a una Alemania inferior pero sólida en defensa. No cometió errores. Sí los hizo España.

El tanto noqueó a las de Tomé, que se pudieron ver 0-2 abajo si Cata Coll no hubiera salvado el mano a mano con Schuller. Ahí estuvo gigante la portera.

La reacción

España reaccionó como la campeona del mundo que es y asedió la meta germana durante los últimos quince minutos. Hermoso tuvo un cabezazo a un metro de Berger que la guardameta salvó con una mano milagrosa, Salma intentó varios disparos sin éxito, Aitana no acertó a rematar con la zurda ante una rival... Y cuando la pelea por el bronce moría, Lucía García llegó antes que Minge a un balón y la alemana cometió penalti. Era el minuto 96, la salvación de España justo en la orilla para provocar la prórroga.

Y ahí, en el momento de máxima responsabilidad, asumió galones Alexia Putellas, dos veces ganadora del Balón de Oro. Respiró hondo, disparó y se encontró con un destinoamargo. Berger voló hacia su lado izquierdo y le entregó el bronce a su país, dejando a España sin una medalla que el país daba por segura.

La campeona del mundo, histórica campeona del mundo, se va de París sin nada en el bolsillo tras un torneo irregular. La medalla olímpica tendrá que esperar para ellas.

Agonía y esperanza de Moha Attaoui, en la final del 800: “Por las tardes tengo una energía…”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 16:36

Mohamed Attaoui, a sus 22 años, ya está donde quería. Aunque para conseguirlo tuviera que estirar el cuello y apurar en la línea de meta del Stade de France esta viernes durante la semifinal. Disputará la final olímpica del 800 (hoy, 19:05) -dicen que la más difícil e igualada del programa-, con "un nivel increíble", el chico de Torrelavega que asombra con su progresión: salta escalones de dos en dos.

Para saber más

Para saber más

También en el Europeo de Roma, hace mes y medio, alcanzar el desenlace de la prueba le supuso un suplicio. Entonces fue en la primera eliminatoria, donde, admitió, «peor no se puede correr». Acabó al límite y vomitando. Y cambió de estrategia de acuerdo con su entrenador en el AOC Athletic de St. Moritz, Thomas Dressigacker. Esperar atrás y confiar en su acelerón en los últimos 200 metros. En la final sólo el francés Gabriel Tual pudo con él. Una medalla de plata que era un aviso, corroborado después en la Diamond League de Mónaco con el 1:42.04, récord de España y novena mejor marca mundial de la historia. Un aval para París.

Imagen de la semifinal del 800, con Attaoui cuarto.

Imagen de la semifinal del 800, con Attaoui cuarto.JEWEL SAMADAFP

Hoy puede pasar de todo. Su cambio de ritmo es temido. Y, una vez fuera la presión clasificatoria, Moha puede desplegar su talento innato sin importar ya tanto esa táctica de carrera que aún debe pulir. Es la segunda vez en la historia olímpica -tras Adrián Ben, eliminado en París el jueves en la repesca, en Tokio 2020- que un español disputa la final olímpica del 800.

«Sabía que las dos series anteriores habían sido bastante lentas y que ser cuarto me metía en la final porque en la nuestra con Wanyonyi y Burgin se iba a correr. Quería clasificarme por puesto», confesaba en zona mixta el cántabro nacido en Marruecos: «He sufrido bastante, pero el objetivo está conseguido».

Moha es consciente de que es en la táctica donde se encuentra su dilema. Y también avisa de que por las mañanas responde peor su rendimiento. "Me levanto a las 6 de la mañana para rodar. Me sigue costando, por las tardes me encuentro con una energía..,", contaba en Corredor. «De nuevo he corrido muy mal. En el toque de campana he podido adelantar unas plazas por el interior, aunque luego me he encontrado encerrado. Podía haberme abierto y haber atacado a falta de 300 metros, pero los rivales eran muy duros y me arriesgaba a que en los últimos 50 metros me pasaran varios como aviones. En el último 100 pensaba que iban a pinchar y podría meterme bien, pero no veía hueco y tuve que bracear y bracear para meter la cabeza y ganarle la plaza a Crestan». La final es una moneda al aire, con Sejdati, Wanyonyi y Tual como favoritos a priori. Sólo ellos tienen mejor marca personal que el talento español.

El abanderado Marcus Cooper se queda a nueve centésimas del doblete en el piragüismo: “Joder, hemos estado cerca”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 14:52

En mitad del canal de Vaires-sur-Marne, un montón de hombres fortísimos sobre sus kayaks, nerviosos, casi temblando mirando a la pantalla. "¿Bronce, Marcus?¿Bronce?", preguntaba el joven AdriándelRío y MarcusCooper, su compañero, el abanderado español en estos Juegos de París, evitaba la respuesta: "No sé, no sé, Adri". El día anterior la foto finish había otorgado el bronce al C2-500 de JoanAntoniMoreno y DiegoDomínguez pero esta vez no pudo ser.

Cooper y Del Río acabaron cuartos en el K2-500 a sólo nueve centésimas del bronce, de la pareja australiana formada por Jean VanderWesthuyzen y TomGreen, e incluso a sólo 23 centésimas de la plata, del dúo húngaro formado por BenceNadas y SandorTotka, los vigentes plusmarquistas del mundo. Cooper estuvo muy cerca de completar un doblete de medallas, pero se le escapó al final por un suspiro.

"Joder, hemos estado cerca. Da la sensación de que, cuanto más cerca estás, más te duele, pero no es así. No es dolor lo que sentimos. Hemos competido muy bien, hemos seguido nuestra estrategia y hemos acabado cuartos, ya está. Nuestra idea era mantener nuestro ritmo, muy acoplados y luego ir superando a rivales a los que les afectara más el viento. Ha sido así, pero nos hemos quedado cerca al final", analizaba Cooper, con sus tres medallas olímpicas: el oro de los Juegos de Río, la plata de los Juegos de Tokio y el bronce conseguido este jueves en el K4-500.

"Al acabar Adrián me preguntaba y yo ya me temía que habíamos sido cuartos. Pero bueno hasta que no vimos la pantalla no podíamos estar seguros. A veces en esas últimas palada, esos últimos metros, te metes, te metes, pipipipí, y acabas con la medalla", añadía el piragüista de 29 años, que en esta cita olímpica había cambiado su papel.

Maestro y alumno

Cooper, que fue alumno de SaúlCraviotto, todavía compañero suyo en el K4-500, ahora es maestro de un Del Río que a sus 21 años también apunta a la gloria. Madrileño, formado en el Club de Piragüismo de Aranjuez, siempre estuvo entre los mejores juniors y juveniles, aunque hace no tanto dejó el piragüismo. En 2020, harto de que los resultados no salieran, abandonó el equipo junior y sus concentraciones para volver a su casa y empezar sus estudios de Psicología.

Del kayak no se puede vivir, sólo hacen muy pocos. Pero llegó la pandemia, se suspendieron las clases, y empezó a anhelar dar paladas. Después de pensarlo mucho volvió. Y en un par de años estaba compartiendo equipo con Cooper en el Centro de Alto Rendimiento de Trasona, en Asturias, y colgándose un bronce junto a él en el Mundial de Duisburgo 2023. En estos Juegos de Río se imaginaban juntos en el podio, pero al final, pese a la remontada, no pudo ser por nueve centésimas.

Detenido el luchador egipcio Mohamed Elsayed por agredir sexualmente a una mujer en un bar de París

Detenido el luchador egipcio Mohamed Elsayed por agredir sexualmente a una mujer en un bar de París

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 12:49

El luchador de la delegación olímpica de Egipto, Mohamed Elsayed, ha sido detenido por agredir sexualmente a una mujer tras ser eliminado de los Juegos Olímpicos de París.

Según la Fiscalía de la capital francesa, el deportista, que fue medalla de bronce de lucha grecorromana en Tokyo 2021, fue detenido a la salida de un bar de la capital francesa a las cinco de la mañana, acusado de "ponerle una mano en las nalgas de una cliente". Además, revela Le Parisien, el arresto se produjo cuando Elsayed estaba "completamente borracho".

Esta no es la primera agresión sexual que se ha producido en los Juegos Olímpicos de París, ya que, padre de la croata, Barbara Matic, campeona olímpica de judo en la categoría de menos de 70 kilos, fue arrestado por dar un beso no consentido a una voluntaria justo después de que su hija lograse una victoria, aunque finalmente ese asunto ha sido archivado por la Justicia.

Además, otros atletas participantes en la cita olímpica, como Thomas Craig, del equipo australiano de Hockey Hierba, también han sido detenidos, en este caso, por comprar cocaína en un barrio de París.