Un tren que nunca debes dejar pasar

Actualizado Viernes, 26 julio 2024 - 23:14

Es un privilegio estar en París en el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos, por muy incómoda y caótica que se haya vuelto la ciudad, casi en estado de sitio ante la magnitud del acontecimiento. Volver a unos Juegos, ahora como observadora, junto al equipo de Adidas, me trae a la memoria aquellos en los que competí. Siempre preferí quedarme en la Villa Olímpica. A menos que seas Lebron James y estés incómodo por las dimensiones de la cam

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De Nadal a Alcaraz: del método al instinto

De Nadal a Alcaraz: del método al instinto

Hijo de la tierra, concebido sobre ella para su explotación y disfrute, Rafael Nadal ha obtenido en esta superficie buena parte de su inmenso patrimonio profesional. El mallorquín irrumpió en arcilla. Primero, en aquella final de la Copa Davis en 2004, cuando fue reclutado por la entonces capitanía colegiada del equipo español para disputar el individual frente a Andy Roddick, en perjuicio de Juan Carlos Ferrero, hoy entrenador de Carlos Alcaraz. Meses después, ya prologadas sus habilidades en la gira europea, Montecarlo, Barcelona, Roma, con la conquista de la primera de sus 14 copas en Roland Garros.

Recién cumplidos los 19 años, dos menos que Alcaraz, Nadal pasó por encima de Roger Federer, entonces número 1 del mundo e indiscutible dominador del circuito, en semifinales, antes de imponerse en la final al argentino Mariano Puerta. Estábamos, estamos, ante un auténtico especialista, un zurdo capaz de revolucionar la pelota hasta el infinito con su drive liftado, de crear ángulos que cuestionaban las reglas de la geometría. Un fajador curtido también en el arte de la defensa. Un danzarín que resbalaba sobre el polvo de ladrillo sin ofrecer flancos vulnerables.

Hay evidentes confluencias entre el flamante campeón del torneo y el hombre que ha establecido un registro tal vez inalcanzable. Les une la explosividad, el ardor mediterráneo, el sentido táctico, una cultura común que ya convirtieron en dominante en otro tiempo, cada una con sus propios matices, raquetas como las de Manolo Santana, Andrés Gimeno, Sergi Brugera, Carlos Moyà, Albert Costa, Ferrero, Arantxa Sánchez Vicario y Garbiñe Muguruza. Pero la génesis, la personalidad y la forma de desenvolverse en la pista de Nadal y Alcaraz es distinta.

Estreno en Nueva York

Alcaraz ganó el primero de sus tres grandes sobre el cemento de Flushing Meadows en 2022. El siguiente lo consiguió un curso más tarde sobre la hierba del All England Club. Ha sido en su cuarta participación en Roland Garros, asimilado el trance de la semifinal perdida en 2023 frente a Novak Djokovic, cuando ha tocado el centro de la tierra. Comparte la formación y el concepto de juego de los españoles, pero tiene mucho de librepensador, se mueve por instinto y cuenta con una versatilidad a partir de la cual se explican los éxitos que precedieron al conseguido este domingo en Roland Garros tras imponerse en la final a Alexander Zverev.

Nadal, poseedor de 22 majors, ganó el primero de sus dos títulos en Wimbledon en 2008, ya con cuatro victorias consecutivas en París. Fue el triunfo de la perseverancia y la capacidad de adaptación. Hasta su llegada, y sobre todo a partir de los años setenta, la hierba había sido mirada con cierto complejo y desdén por parte de los jugadores españoles. No así entre las mujeres, pues ahí están los triunfos de Conchita Martínez y Muguruza y las dos finales de Sánchez Vicario.

Nadal ponderó desde el principio el inmenso valor de un torneo como Wimbledon. Perdió en tercera ronda en 2003 y en segunda en 2005, perdió dos finales consecutivas contra Federer antes de destronarle en el inolvidable atardecer de 2008. Dos años después volvería a ganar el torneo y se haría también, en su octava participación, con el primero de sus cuatro Abiertos de Estados Unidos, en una de las mejores temporadas de su vida. En 2009 había ganado el primero de sus dos Abiertos de Australia.

Sólo cuatro 'intrusos'

Desde la victoria de Nadal hace 19 años y la conseguida ahora por Alcaraz, sólo otros tres jugadores levantaron la Copa de los Mosqueteros: Federer, en 2009, Stan Wawrinka, en 2015, y Djokovic, en 2016, 2022 y 2023. Nadal hizo valer sus aptitudes congénitas sobre la superficie en el momento más deslumbrante de la historia del tenis, en competencia directa con Djokovic, 24 grandes, y Federer, 20. Alcaraz vive en un tiempo distinto, con una rivalidad que se vislumbra intensa y longeva con Jannik Sinner, a quien derrotó en las semifinales del viernes, aún con Djokovic sin haber dicho su última palabra y a la espera de la progresión de otros jugadores que tratan de seguirle el paso, ya a una considerable distancia. Es "demasiado bueno", como apuntaba Stefanos Tsitsipas tras verse sometido una vez más en cuartos, y se puede esperar todo de él.

Nadal creció desde la tierra y forma parte del selecto grupo de ocho jugadores que han conquistado los cuatro grandes: Fred Perry, Donald Budge, Rod Laver, Roy Emerson, Andre Agassi, Federer y Djokovic. Lo suscribió con 24 años y 32 días. Fue el tercero más joven en lograrlo, el primero en la era profesional. Alcaraz podría superar en precocidad incluso a Laver y Budge si conquista el próximo Abierto de Australia. Cumplió los 21 el pasado 5 de mayo.

París, listo para el cambio generacional

París, listo para el cambio generacional

Actualizado Domingo, 26 mayo 2024 - 00:04

Nunca quise mirar los cuadros. "No me digáis nada", imploraba a mi equipo, sólo pendiente del primer partido. No quería hacerme muchas películas ni manejar hipótesis. Estaba en mi mundo, evitaba pasar tiempo en las redes sociales y navegar en internet para mantenerme a salvo. Mejor así. Miren sino. Rafael Nadal debutará ante Alexander Zverev en el que puede ser su último Roland Garros. Un duelo que supondrá de por sí un enorme desafío para el mej

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Garbiñe Muguruza: "No quería estar siempre agotada física y mentalmente"

Garbiñe Muguruza: “No quería estar siempre agotada física y mentalmente”

Basta observar el semblante, la forma de su sonrisa, sus reflexiones y el tono relajado con el que se desarrolla la conversación para constatar que a Garbiñe Muguruza (Caracas, 1993) no le ha supuesto trauma alguno dejar caer el telón. La ex número 1 del mundo, también ganadora del torneo de maestras, finalista en Wimbledon, antes de ganar el título, y del Abierto de Australia atiende a este periódico en el Palacio de Cibeles, donde se desarrolla la vigesimoquinta edición de los PremiosLaureus.

¿Qué tal el día después de hacer oficial su retirada?
¡Uf! ¡Madre mía! De todo, de todo un poco. Emociones buenas, porque no hay motivo para la tristeza, se trata de un buena celebración a una carrera muy bonita, pero por otro lado se acaba una etapa de mi vida que me ha dado mucho.
¿Qué va a extrañar del tenis?
Sobre todo esos momentos de sacar el puño, esa emoción de estar jugando y decirte "¡vamos!", cuando ganas un punto o haces un ace, esa satisfacción que te da hacer las cosas bien. Y también a mi equipo, porque aun tratándose de un deporte individual siempre es bonito tener un equipo que te arrope.
¿Cuándo toma la decisión de retirarse definitivamente?
El año pasado me dije: "no voy a pensar en nada, voy a ir a casa, voy a descansar". No imaginaba que iba a sentirme así de bien. Cuando llevaba un par de días llamé a Conchi [Conchita Martínez, su entrenadora], y le dije: "¿sabes qué, Conchi?, que quiero seguir así, descansando, no siento las ganas de volver a entrar en pista con la misma determinación". Poco a poco fue pasando el tiempo y dije, "bueno, voy a darme este año". Y cuando empezó 2024 no tenía ganas de ir a Australia. Me di cuenta de que ya no pensaba tanto en tenis y que al nivel en el que estaba jugando si no estás a muerte estás fuera.
¿El tenis es malo para la salud mental?
A alto nivel, sí. Es tanta exigencia, sacrificio... No sólo el tenis, sino que en cualquier deporte en el que pretendas ser el número 1 del mundo te vas a dejar todo por ello. Te lleva al límite de tu capacidad.
Dice que quiere recuperar el tiempo perdido. ¿Se sentía encapsulada?
Sí, al final toda la vida haciendo lo mismo, mismos torneos, misma rutina todos los días. No existía nada más que levantarme y dedicarme al esfuerzo físico. No quiero decir que me he perdido cosas, porque he ganado muchas otras, pero se trata de hacer cosas básicas, estar con mis seres queridos y no siempre estar extremadamente agotada, física y mentalmente. Porque mi cuerpo tampoco era el mismo. Lo notaba en la recuperación, con mis problemas de tobillo. Era muy duro el día a día al final.
¿Deja amigas en el circuito?
Siempre he tenido una personalidad en el tenis bastante solitaria. Hay jugadoras que saben diferenciar mucho eso, la relación personal y la competición. A mí me costaba mucho hacer amigas y al día siguiente enfrentarme a ellas en la pista. Es difícil hacer amigas en un deporte individual.
¿El tenis fue un destino casi irremediable?
Yo iba a ser tenista sí o sí. Empecé a jugar a los tres años. Mis hermanos ya lo hacían. Enseguida se vio que tenía facilidad, talento, y poco a poco fui dándome cuenta de que a los 15 años, bien, a los 16 también... Nunca tuve una duda.
¿Hubo algún momento, aún cuando jugaba, en el que se empezase a sentir extenuada?
Sí. Cuando gané las WTA Finals [en noviembre de 2021], acabé supertarde el año. Llegué a Australia [enero de 2022] y me dije: "¡otra vez!". Y ahí fue cuando empecé a notar un poco de dificultad, semana tras semana, un cúmulo de sensaciones. Los resultados no acompañaban. No iban bien las cosas. Y ya empecé a sentir que la satisfacción no era la misma. Creo que es un proceso natural.
¿Siente algún pesar?
Sí, hay momentos, claro. Por ejemplo, las finales del Grand Slam que no pude ganar. La final de Australia me dolió mucho, fue el momento más duro de mi carrera [cayó ante Sofia Kenin, en 2020]. La de Wimbledon menos, porque era muy novata. Una medalla olímpica, que estuve cerca junto a Carla [Suárez]. Siempre te queda algo, "si hubiese, si hubiese". Pero al final ya fue.
Con una vida tan teledirigida como la de los tenistas, ¿siente algo de vértigo ahora?
Sí, una vida teledirigida, como caballos. Como me han dicho Evert y Navratilova, ahora todo serán vacaciones. Ahora se trata de disfrutar un poco de la vida, como me han dicho siempre mis padres. No todo es esa vida frenética, de trabajo y de tener que hacer cosas. Te llega tu momento y ya está. 30 años es una buena edad.
¿Se ha planteado entrenar?
¡Uf! Entrenar es como ser jugador, realmente. Haces la misma vida, pero encima pendiente de otra persona. Yo lo veo durísimo. Ahora mismo ni me lo planteo.
¿Cómo le gustaría ser recordada?
Como una persona y una tenista muy cercana, con mucha determinación en lo que se propone y creo que valiente.
Garbiñe Muguruza confirma su adiós al tenis

Garbiñe Muguruza confirma su adiós al tenis

No por esperada, la noticia deja de tener la trascendencia que le corresponde a una doble campeona del Grand Slam, ganadora de las WTA Finals y ex número 1 del mundo. Garbiñe Muguruza, campeona de Roland Garros en 2016 de Wimbledon en 2017, y de la Copa de Maestras en 2021, anunció este sábado en Madrid, en la ceremonia de entrega de los Premios Laureus, que no volverá al circuito.

"He ido tomando la decisión poco a poco, estos meses han sido clave cuando volví a casa y dejé de competir. El descanso lo recibí con los brazos abiertos. No echaba en falta la disciplina y la dificultad de la vida que llevaba antes. Me he ido dando cuenta de que lo que más me apetece mirar es mi siguiente capítulo y no el del tenis", dijo este sábado en conferencia de prensa.

La jugadora venezolana, de 30 años, decidió tomarse un tiempo fuera de las pistas en febrero de 2023, después de una profunda crisis de resultados, dejando abierta la puerta a un posible regreso. Más de un año después de aquella tregua en principio parcial, ha ratificado que ya no volveremos a verla compitiendo. "El tenis y cualquier cosa a nivel máximo te priva de muchas cosas. Quiero recuperar ese tiempo perdido y hacer cosas normales. Tengo planes de formar una familia, casarme, tener un perro. No soy una persona que se queda sentada, así que surgirán cosas", explicó.