Cruel destino con Morata en el momento de su punto y final

Cruel destino con Morata en el momento de su punto y final

El destino es cruel con Morata, no hay duda. El fallo en el penalti nunca es únicamente el fallo de quien lo lanza, puesto que, una vez llegados a la tanda, es que han fallado otras cosas. España se descompuso después de avanzarse por dos veces en el marcador para entrar en una prórroga incierta. Tanto que Unai Simón se lo tomó con calma, mucha calma, a la espera de que el colegiado señalara el final. Esta vez, sin embargo, el destino no sonrió al portero como ocurrió ante Croacia, en la anterior Liga de Naciones. Escogió a otro compañero para señalarlo.

Morata no debía estar ahí. En el otoño de su carrera, con una diáspora que hace difícil situarlo en el mapa del fútbol, no jugó ni un minuto en la semifinal frente a Francia ni fue titular contra Portugal. Sin Nico ni Lamine ni Oyarzábal ya sobre el campo, alguien tenía que lanzar. El único error de los nueve lanzamientos fue el suyo. Un fallo que no lo derramó en lágrimas, como otras veces, con la mirada en el infinito mientras esperaba la entrega de trofeos, pero que tiene el aroma de un punto y final. La selección crece en calidad, competitividad y juventud, pese a esta caída de la que De la Fuente debe sacar conclusiones, más allá de los penaltis, como también de la pérdida de control en los últimos minutos ante Francia.

Al contrario que Morata, Oyarzábal es un nueve con silenciador, incluso para la polémica. No habita bajo los grandes focos de Madrid o Barcelona en la Liga. Tampoco bajo los focos de la Champions, aunque haya disputado la competición con la Real Sociedad. Ni siquiera bajo los focos de los debates permanentes. La influencia de sus apariciones con la selección es, en cambio, de un valor cualitativo enorme. Apariciones es, además, la mejor forma de definir su juego, porque no hablamos de un delantero que está en el área, sino que aparece y desaparece, sin ofrecer referencias, con el mismo silencio que le rodea.

El vasco asistió ante Francia y marcó contra Portugal, de la misma forma que fue el hombre que definió el gran título de esta generación ante Inglaterra, la Eurocopa, a la espera del Mundial, el próximo año. Sin un nueve puro en España a lo Haaland, Lewadowski o incluso el eterno Cristiano, es el señalado para el puesto, un jugador que también falló un penalti en una tanda fatídica, ante Italia, pero entonces fue un punto y seguido, no un punto y final.

El final de un sueño maravilloso

El final de un sueño maravilloso

Tuvo que ser Morata, el gran capitán del equipo, el que hiciera de diablo. España no sólo perdía otro título en su feria imperial, también perdía su imbatibilidad. Todo junto: ¿final de un sueño maravilloso? No lo sé, pero ni contra Francia ni contra Portugal, la selección española fue ese excelso equipo increíble, con un juego especial y majestuoso.

Bueno, no se puede ganar siempre, pero quizá la pérdida de este título signifique que habría que darle otra vuelta de tuerca a la deferencia de De la Fuente, a veces, persiguiendo demonios y con un rictus de no tener un carisma especial.

En todos estos gloriosos tiempos de la era Luis de la Fuente, Portugal ha sido la selección que más perjudicó al juego de los campeones. En ningún otro partido hemos visto un mediano Lamine Yamal, sin tirar, sin irse de la sombra de ese fenómeno que es Nuno Mendes, que hizo un gol y dio el otro a Cristiano Ronaldo. Lamine ni siquiera tuvo ganas de tratar de librarse de Mendes.

Tampoco Nico Williams fue especialmente vital, salvo en el primer tiempo, con ese lateral tan mediocre que no tuvo más remedio Roberto Martínez de sustituirlo por Semedo. Desde ese momento, el extremo del Athletic se fundió en rojo. Que fuera el mayor peligro en el primer tiempo fue porque Roberto Martínez se equivocó en empeñarse con Conceiçao, que fue borrado por las buenas o por las malas por el implacable Cucurella, pitado durante todo el partido.

Es curioso cómo baja hasta la desesperación la selección en el segundo tiempo, como ya pasó el otro día con Francia. Todo fue peor, como en el anterior caso, cuando desapareció Pedri y le dio la opción a Isco, que no es lo mismo y recorre muchos menos metros. No se sabe la razón de por qué el seleccionador utiliza tan poco Baena. No tiene la dinámica de los jugadores que hacen los rondos, pero es un jugador muy directo.

De La Fuente hizo bien en quitar a Lamine Yamal. Toda la primera fase de la prórroga fue de Portugal, hasta tal punto que amedrentaba al equipo campeón. No sucedió lo mismo en la segunda parte, aunque Zubimendi, que fue un héroe, ya estaba más cansado. Hasta Morata tuvo su oportunidad, pero el partido era muy cobarde. Uno y otro equipo preferían arrugarse y jugársela todo en los penaltis. Y eso fue lo que ocurrió.

No fue un gran partido. Sólo tuvo pasión, inquietud y fue demasiado cerebral. Mucho miedo. Todo fue igualado, excesivamente conservador. Y Portugal está más acostumbrado al embrollo, más que la felicidad del juego español.

La versión gris de España (y de Lamine) pierde ante Portugal tras fallar Morata en la tanda de penaltis

La versión gris de España (y de Lamine) pierde ante Portugal tras fallar Morata en la tanda de penaltis

Al igual que hace dos años, España se jugó a los penaltis el título. Y, al contrario que hace dos años, lo perdió. Hace dos años, en Rotterdam, España comenzaba a fabricar un proyecto. Ayer, hoy, lo tiene perfectamente fabricado. Hace dos años, a Luis de la Fuente se le miraba de reojo. Hoy se le mira como lo que es, un buen seleccionador. España perdió ayer en los penaltis contra Portugal después de una noche discreta, encarnada como pocas veces por Lamine Yamal, desaparecido durante los 105 minutos que jugó. Esa versión gris de España pudo haber ganado el partido, pues le dio para ello, pero el ímpetu de Portugal, una selección mucho más hambrienta que la española, llevó la cosa hasta los penaltis, donde quiso el destino que Morata, que apenas ha jugado 10 minutos en toda esta Final Four, fallase el penalti que dejó a la selección sin algo único: haber sumado tres títulos consecutivos. [Narración y estadísticas (2-2, 5-3)]

No debería España, sin embargo, perder la perspectiva de lo que es: una de las mejores selecciones del mundo, un grupo que no va a ganar siempre todo, sólo faltaba, pero que va a estar siempre en disposición de hacerlo. Sin ir más lejos, el Mundial del año que viene, para el que inicia la clasificación en septiembre. España ha pasado de ser un tiro al aire, un equipo que podía ganar o perder con cualquiera, a ser un equipo que casi siempre gana. Aunque no siempre, claro. Sólo faltaba

Sería casualidad, o no, pero el caso es que el partido empezó un minuto y medio después de que Carlos Alcaraz se tirara al suelo de Roland Garros para celebrar su triunfo en un partido para la historia. Y no tiene este torneo, ni de lejos, partidos para la historia, apenas tiene de hecho historia, de modo que todo lo que ocurriera olía a mundano al lado de lo que acababa de suceder en París.

El lateral derecho

Ajenos a estas disquisiciones, españoles y portugueses se aprestaron a discutir por el título. De la Fuente repitió una maniobra que ya escenificó en los cuartos de final contra los Países Bajos. De un partido a otro, de jueves a domingo, cambió al lateral derecho y a un centrocampista. Lo del centrocampista era normal porque Fabián es muy titular en este equipo, pero lo del lateral derecho es la ejemplificación de que es ahí, en ese lugar concreto del campo, donde sin Dani Carvajal España tiene un agujero severo. Ahí, porque en la posición de delantero centro el debate, de momento, se aplaza.

Y se aplaza porque, al declive, quién sabe si definitivo, de Morata, se le ha opuesto el estallido de Oyarzabal. Ya no es que sea el máximo goleador de la era De la Fuente, que lo es. Ya no es que marque siempre en las finales, que marca. Es que además hace todo lo que se espera de un punta clásico. Tira desmarques, ahora de ruptura, ahora de apoyo, y en estos últimos descarga siempre bien. Así ocurrió en la jugada del primer gol, minuto 20, cuando se la dejó a Zubimendi para que su conducción, su apertura a la banda, el centro de Lamine y el barullo dieran paso a un pase a la red del propio Zubimendi.

A España le duró muy poco el alborozo pues Nuno Mendes (¡vaya futbolista!) empató cinco minutos después en una jugada donde España reclamó fuera de juego de Cristiano en el inicio. Ese empate en realidad era bastante justo, pues ningún equipo logró imponerse. Ni España a Portugal ni Portugal a España. Mirando en casa, se vio un equipo volcado hacia el costado de Nico, mucho más bullicioso que Lamine, irreconocible.

Momento del gol de Cristiano Ronaldo.

Momento del gol de Cristiano Ronaldo.AFP

Mirando al equipo de Roberto Martínez, sorprendió ver a Joao Neves de lateral derecho, una pequeña mentira del técnico español pues cuando tenían el balón, el jugador del PSG se metía en el centro del campo para crear superioridad. Aguantó España sin embargo ese trance (y ayudó lo suyo la poca faena defensiva que hace Cristiano) y sólo sufrió cuando los portugueses corrían. Andaba la cosa bastante calmada, con el descanso asomando por el Allianz, cuando España se puso por delante en un visto y no visto. Condujo Pedri la pelota a campo abierto tras un robo de balón y le puso un balón milimétrico a Oyarzabal, que remató como lo que es, un delantero centro. Portugal reclamó falta de Le Normand en el inicio de la jugada, pero el árbitro dijo que no.

A la vuelta del descanso España, entonces sí, agarró la pelota y se hizo fuerte con ella, ya con menos fuelle la presión lusa. Sin embargo, reapareció el gran ajugero negro que es el lateral derecho para que Nuno Mendes (¡vaya futbolista!), se deshiciera de Lamine y Mingueza sin mayores problemas y su centro, tras un rebote, lo enchufara Cristiano.

El gol animó a Portugal, pero la cosa se volvió a calmar. Entró Isco a falta de un cuarto de hora junto a Merino. Cristiano sacó la bandera blanca a falta de cuatro minutos y el partido se marchó a la prórroga. Allí, la cosa se fue apagando al punto que entró Yeremi por Lamine. Es un jugador (Lamine) al que es difícil quitar porque siempre puede inventarse algo, pero ayer no era su día. No lo fue nunca, desnortado, impreciso, fuera del partido. No era el día. Ni el suyo ni el de España, que no ganó, pero que sigue en disposición de hacerlo.

El desquite de Cristiano Ronaldo ante España y un récord infinito con Portugal: 138 goles en 221 partidos

El desquite de Cristiano Ronaldo ante España y un récord infinito con Portugal: 138 goles en 221 partidos

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:53

Fue un desquite tras las despiadadas derrotas en los octavos del Mundial 2010 o las semifinales de la Eurocopa 2012. Cristiano Ronaldo festejó ante Pedri, Nico Williams o Lamine Yamal lo que momento su momento no pudo frente a Andrés Iniesta, Sergio Ramos o Xavi. En su primera final contra España, el astro de Madeira conquistó el tercer título para Portugal, el segundo de la Nations League. A los 40 años volvió a ejercer un papel decisivo, anotando el provisional 2-2, con el que aumenta su histórico récord con As Quinas: 138 goles en 221 partidos.

Desde el banquillo, con una contractura muscular en la pierna derecha, Cristiano volvió a festejar un título para Portugal. En el minuto 87 había tenido que ceder su sitio a Gonçalo Ramos. Un infortunio equiparable al de la Eurocopa 2016, cuando tuvo que retirarse por una lesión en la rodilla izquierda, tras un choque con Dimitri Payet. De aquel gol de Eder, el héroe del que nadie había oído hablar en el Stade de France, a esta resolución agónica de la tanda de penaltis en el Allianz Arena.

Nadie puede discutir que Cristiano ha cambiado la historia del fútbol portugués. Desde su debut, en 2003, su selección ha jugado cuatro finales, mientras en los 75 años previos ni siquiera disputó una sola. Tampoco puede cuestionarse el especial influjo que él mismo ejerce sobre el Allianz Arena, donde volvió a marcar. Su sexto gol en seis partidos en el coliseo muniqués, escenario de aquellas exhibiciones con la camiseta del Real Madrid en la Champions. De aquellos dobletes frente al Bayern, en las semifinales de 2014 y los cuartos de 2017, al decisivo 2-1 del miércoles frente a Alemania.

Otra vez con el VAR

Cumplida la cuarentena, aun sin saber cuál será su futuro en Arabia Saudí, Cristiano sigue siendo decisivo en el primer nivel. Desde luego, lejos quedan ya los partidos donde influía en cada rincón del ataque. Tampoco hay rastro de la voracidad anotadora que le hizo merecedor de cinco Balones de Oro (2008, 2013, 2014, 2016, 2017). No obstante, Cristiano aún sabe recibir de espaldas para contribuir al primer toque, incluso con el aliento de Robin Le Normand en el cuello. O en acelerar por el perfil izquierdo, justo después del 1-0 de Martín Zubimendi. Ese sector se antojaba delicado para un debutante como Óscar Mingueza. No por azar, Cristiano atraía la atención por allí para abrir camino a sus compañeros.

La jugada del empate, obra de Nuno Mendes, nació de uno de sus desmarques. Tan en el límite del fuera de juego que el árbitro suizo Sandro Schärer, sólo dio validez tras la intervención desde el VAR de su compatriota Fedayi San. Por segunda vez en esta Final Four, la moneda al aire del videoarbitraje trajo suerte al capitán, que el miércóles únicamente pudo respirar cuando validaron su tanto desde la sala VOR.

Había que ver a Cristiano la furia con la que Cristiano festejó la decisión de Schärer, a escasos centímetros de Mikel Oyarzabal. Como si se tratase del debut y no de su 221º partido con As Quinas. Tampoco iban a pasar desapercibidas las protestas al árbitro, poco antes de que se cumpliera la hora de juego, en uno de los peores momentos para Portugal. Apenas unos minutos más tarde, Cristiano volvía a anotar para su selección.

Cristiano besa el balón tras anotar el 2-2 en Múnich.

Cristiano besa el balón tras anotar el 2-2 en Múnich.AFP

Son ya 138 goles tras ese remate conectado a la espalda de Marc Cucurella. De nuevo tras la aceleración de Nuno Mendes por la izquierda. El festejo fue sencillo, con el dedo índice. Sólo había necesitado una oportunidad, una sola, para marcar la diferencia. En estas más de dos décadas 78 tantos con la bota derecha, 32 con la zurda y 28 de cabeza. Deben catalogarse también 11 de libre directo y 10 hat-tricks.

Para entener mejor la comparativa baste mencionar a los pichichis históricos de otras potencias como Brasil (Neymar, 79 goles), Alemania (Miroslav Klose, 71), España (David Villa, 59), Francia (Olivier Giroud, 57), Holanda (Robin van Persie, 50) o Italia (Gigi Riva (38).

La ambición de CR7 por alcanzar los 1.000 goles sigue ahí. Como en su momento para Pelé y Romario, que dijeron alcanzar la legendaria cifra, aunque con todo tipo de amistosos de dudosa procedencia de por medio. Hasta ahora contabiliza 938: 450 para el Real Madrid, más los cantados para Manchester United (145), Portugal (138), Juventus (101), Al-Nassr (99) y Sporting de Lisboa (5).

Mbappé, con gol y asistencia, da el bronce a Francia ante Alemania

Mbappé, con gol y asistencia, da el bronce a Francia ante Alemania

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 18:06

El madridista Kylian Mbappé lideró, con un gol y una asistencia, la victoria de Francia ante Alemania por 0-2, que dio al equipo de Didier Deschamps el tercer lugar en la Liga de Naciones, tras superar una primera parte difícil en la que permitió muchas llegadas de su rival.

Alemania, que había caído derrotada en semifinales ante Portugal, tuvo un buen arranque. En los primeros cinco minutos llegó dos veces con claridad ante la portería: la primera vez en el minuto 2 con un remate central de Nick Woltemade a pase filtrado de Niclas Füllkrug; después hubo un remate desviado de Pascal Gross y otro de Karim Adeyemi al cuerpo de Mike Maignan a pase de Woltemade.

El comienzo del partido mostraba a una Alemania con intensidad, que tenía más la pelota que los franceses y que llegaba al área pero era imprecisa en el remate. Francia, víctima de España en las semifinales, tuvo un momento alrededor del minuto 20 con dos buenas llegadas, un remate de Rayan Cherki y un cabezazo de Loic Badé y, en ambas ocasiones, Marc-André Ter Stegen reaccionó con buenas paradas despejando a saque de esquina.

Pero Alemania seguía pareciendo dominante. En el 37 Florian Wirtz estrelló un remate contra el poste y en el 43 hubo otra ocasión en los pies de Woltemade con un remate desde corta distancia ante el que Maignan firmó una gran parada.

Poco antes del descanso, aparecería Mbappé con una efectividad implacable. El capitán francés recibió un centro cerca del vértice del área pequeña. se deshizo de Joshua Kimmich con un regate y anotó frente al guardameta del FC Barcelona con un remate cruzado al segundo poste.

En la segunda parte Alemania siguió atacando. En el 53 Deniz Undav marcó, pero su gol fue anulado tras consulta de las imágenes del VAR por falta previa de Füllkrug sobre Adrien Rabiot, mientras que Francia lanzó desde la reanudación contragolpes peligrosos.

El segundo gol francés estuvo cerca varias veces: en el 59 lo evitó el poste, tras un remate de Marcus Thuram; en el 70 y el 79 fue Ter Stegen el que apareció con buenas paradas ante el propio Thuram y Mbappé.

Sin embargo, la sentencia terminó por llegar, en otro contragolpe, facilitado por un error de Jonathan Tah en la raya central que le dejó una autopista a Mbappé, quien, al acercarse al área, entregó un pase a Michael Olise, quien había entrado apenas 15 minutos antes en el campo, para que este marcase a puerta vacía y diera el premio de consolación al combinado francés.

Veteranos y pipiolos

Veteranos y pipiolos

Los deportistas veteranos van contracorriente. A medida que el tiempo avanza, ellos retroceden. Pero algunos, por tiempo indefinido, aunque siempre de modo provisional, logran ralentizar hasta detenerlo el declive precursor de la retirada.

Hace unos pocos días, casi simultáneamente, Simon Yates ganaba el Giro y Marcelinho Huertas le endosaba 39 puntos al Joventut en el primer partido del playoff de la ACB. Otro brasileño, Felipe Perrone, recién retirado, y con doble nacionalidad, reconsideraba su decisión al ser reclamado para entrar en la lista previa de la Selección de waterpolo, que prepara el próximo Mundial.

Por su parte, Griezmann renovaba por el Atlético hasta 2027 e Isco era llamado a filas por De la Fuente. Gente con peso, poso y solera. Yates tiene 32 años. Huertas, 42. Perrone, 39. Griezmann, 34. Isco, el de mayor edad de los convocados, 33, uno más que Morata. Por añadidura, Santi Cazorla, a los 40, ha llevado durante toda la temporada la batuta de un Real Oviedo que está luchando por el ascenso.

A mayor abundamiento, Marcelinho ha sido elegido MVP de la temporada de la Liga ACB, con otro "carcamal" en segundo lugar: Ante Tomic, de 38 años. En la alabanza general hemos incluido a un Griezmann más cercano al homenaje nostálgico que al aplauso vigente. En su caso, la sombra ya ocupa más espacio que el cuerpo. De todas formas, su renovación por dos temporadas en lugar de una, que sería lo lógico, no deja de suponer por parte del club un gesto de confianza tanto como de gratitud.

Por esas mismas fechas contrastaron tamaños ejemplares otoñales con el primaveral Lamine Yamal (17), renovado por un dineral del que el Barça carece. Otra muestra de ilusionismo financiero del "mago" Laporta, un David Copperfield de pacotilla. No se comprende cómo se le permite que le funcionen los torpes trucos con toda la tramoya de cartón a la vista. Puede que lo sepan en Waterloo.

El Madrid ya tiene a su "Lamine" en los, también, 17 años de Franco Mastantuono, que ha firmado, como Yamal, hasta 2031. En una decisión técnica y también psicológica, Florentino ficha cada vez con más frecuencia a futbolistas de la edad de sus nietos. Son su segunda familia, a través de la cual prolongarse. Los años pasan para el club, pero las plantillas reponen sin cesar su lozanía. El presidente y los aficionados beben en ellas el elixir de la eterna juventud.

Pero no engañan al tiempo, que nos devora a todos, incluso a los madridistas. Lamine y Mastantuono, pipiolos gemelos, serán también veteranos un día, antes de abandonar la escena en tránsito imparable hacia la vejez física y sus estragos. Preludio a su vez de un último, definitivo viaje con gratuito billete de regreso a la vacía estación de origen.

Pero hoy, en el centro embriagador de su fama y su éxito, tan cerca todavía de la infancia, felices en su Disneylandia particular, no piensan en nada de eso. Ni en por qué han sido bendecidos por el azar en forma de habilidad con el balón, un objeto que ni mejora ni redime al mundo: sólo lo divierte. No reparan en que perderán la juventud, sus dones y privilegios. Gozosos, despreocupados, se limitan a exhibirla y disfrutarla.

Ocho nonatos y adultos de 10 años: ¿dónde estaban los jugadores de la selección cuando debutó Cristiano?

Ocho nonatos y adultos de 10 años: ¿dónde estaban los jugadores de la selección cuando debutó Cristiano?

En Portugal juegan, entre otros, Ruben Dias, Vitinha, Leao, Neves, Conceiçao, Bernardo Silva... Pero en Portugal juega, sobre todo, Cristiano Ronaldo. A sus 40 años, cumplidos en febrero, arrastra el aura de la gran estrella que fue, y que de algún modo todavía es. Porque, a sus 40 años, esta noche será el capitán de Portugal, con la que ha jugado la salvajada de 220 partidos, marcando, otra salvajada, 137 goles.

Ayer, en la sala de prensa del Allianz Arena, desplegó al nuevo Cristiano. Dijo, atención, cosas como estas. "No creo mucho en los premios individuales como el Balón de Oro, porque sé lo que hay detrás". "En el fútbol, como en la vida, no siempre se puede ganar". "¡Boludo!" (esto bromeando con un periodista argentino). "A Messi le tengo mucho respeto y cariño, igual que él a mí". "Vivo el presente, no pienso en el futuro". Y una última. "El niño lo está haciendo muy muy bien, pero pido que le dejen crecer tranquilamente por el bien del fútbol".

"El niño" es Lamine Yamal, la estrella no sólo de la selección española. La estrella del torneo, la estrella, hoy, del fútbol mundial. "Siempre que llega una final se dice Cristiano contra no sé quién, Cristiano contra no sé cuánto... No es así. Es Portugal contra España", dijo CR. Pero, quiera él o no, la final de esta noche es legítimo plantearla como un cambio en el ciclo de la vida del fútbol.

Y quizá reducirlo a un Lamine-Cristiano sea demasiado, pero resulta llamativo comparar la figura del portugués, lo que representa, los años que lleva en este mundo, con los miembros de esta selección española jovencísima (media de 25 años) con la que discute hoy la Liga de Naciones, donde los chicos buscan su tercer título consecutivo.

Crisitano celebra la clasificación para la final.

Crisitano celebra la clasificación para la final.EFE

Cristiano hace su aparición en el fútbol profesional el miércoles 14 de agosto de 2002. Entró (sustituyendo al español Toñito) en el minuto 58 del partido entre el Sporting de Lisboa y el Inter de Milán. Desde ahí hasta hoy, ya se sabe casi 1.000 goles, un montón de títulos, Balones de Oro... Pues bien. ¿Dónde estaban los hoy internacionales españoles hace casi 23 años? Un repaso a las fechas de nacimiento revela una realidad asombrosa.

Para empezar, había ocho jugadores que hoy estarán en el campo (tres titulares y cinco en el banquillo) y que ese 14 de agosto de 2002 no habían nacido. Lamine, Cubarsí, Huijsen, Gavi, Samu, Fermín Pedri y Yeremi Pino.

Nico Williams tenía un mes y dos días de vida.

En 2002, cuatro jugadores cumplían tres años: Vivian, Pedro Porro, Mingueza y Zubimendi, y por lo tanto no jugaban al fútbol todavía.

Un jugador cumplía cuatro años: Cucurella. Y jugaba, dicen, al fútbol sala en el Alella, el equipo de su pueblo.

Dos jugadores cumplían cinco años. Oyarzabal y Unai Simón, que jugaban en el Eibar y en el Zuia, el equipo de su pueblo.

Dos jugadores cumplían seis años: Le Normand y Merino, ambos jugando en sus lugares de nacimiento (Lamballe y C. D. Amigó)

Tres jugadores cumplían siete años: Grimaldo (Atlético Vallbonense), Raya (UE Cornellá) y Remiro.

Un jugador cumplía ocho años. Fabián (Betis).

Y dos jugadores cumplían 10 años. Isco (Atlético Benamiel) y Morata.

Nico Williams y Lamine Yamal, entrenando.

Nico Williams y Lamine Yamal, entrenando.EFE

Estos datos traen consigo una conclusión sencilla: todos los miembros del vestuario de España han crecido viendo a Cristiano compartir con Messi la hegemonía del fútbol mundial. Todos han sido testigos, con sus ojos infantiles, de una época quién sabe si irrepetible.

"Es un ejemplo. Yo no me veo con 40 años como él, jugando al máximo nivel. Es el ejemplo de cómo hay que sacrificar mucho espacio y tiempo de tu vida para seguir jugando a alto nivel. Personalmente, es un privilegio y un orgullo poder enfrentarme a él y me alegro mucho de ver cómo sigue marcando. Ojalá llegue a los 1.000 goles que está buscando, pero que no sea contra nosotros, claro". La frase, las frases, son de Unai Simón, que tenía, escrito queda, que tenía cinco años y jugaba en el equipo de su pueblo. Pero el sentimiento de Unai es compartido por todos.

"Es una de las mayores figuras del mundo del fútbol. Que siga con esa ambición y esas ganas dice mucho de él. Es un goleador que la que tiene, te la enchufa", concede Fabián, mientras Zubimendi recuerda que son el espejo de toda una generación, quizá de más de una. "Junto a Messi han sido los icones del fútbol que yo he vivido, un ejemplo de hambre, trabajo y talento. Seguir con la misma hambre a esta edad le hace muy poderoso".

"¡Inyusticia, Inyusticia!"

A lo largo de su carrera, de estos 22 años (porque con la selección debuta en 2003), Cristiano se ha enfrentado a España muchas veces. Salió victorioso en la primera de ellas, en la Eurocopa de Portugal, allá por 2004, cuando los anfitriones eliminaron a la selección de Iñaki Sáez ganando el último partido de la fase de grupos. Pero, después, casi todo han sido disgustos para el mito. Las derrotas más dolorosas fueron, sin duda, las de 2010 (en octavos de final del Mundial que ganó España, un 1-0 con gol de Villa) y 2012 (en semifinales de la Eurocopa que también ganó España, esta vez en la tanda de penaltis). De este segundo choque quedará para la historia las palabras de Cristiano dirigiéndose a la cámara que le perseguía: "¡Inyusticia, inyusticia!".

Más reciente es la victoria de España en la fase de grupos de la Liga de Naciones que terminó ganando en 2023. Un gol de Morata casi al final dio el pase a la selección todavía de Luis Enrique. "Ellos están más acostumbrados a ganar que nosotros en los últimos años. Por eso creo que España será candidata a ganar el Mundial de 2026, y nosotros ya veremos", concedía ayer el eterno 7, que hoy se enfrenta a una muchachada que ha crecido viéndole a él por televisión. Hoy le tendrán enfrente.

Luis de la Fuente: “Lamine es especial. Lo que para otros serían situaciones de máximo estrés, para él es algo natural”

Actualizado Sábado, 7 junio 2025 - 18:35

Cuando ya se iba, Luis de la Fuente vio a un periodista quejarse porque no había podido preguntar, e hizo darse la vuelta al responsable de comunicación de UEFA y al de la Federación, ambos con cara de sorpresa. El seleccionador ha estado suelto en la rueda de prensa que ha ofrecido esta tarde en el Allianz Arena, previa a la final de la Nations contra Portugal de este domingo.

Lo primero que hizo fue agradecerle a Cristiano las palabras de elogio que por la mañana había tenido hacia él la estrella portuguesa. "Agradezco sus palabras, cómo no. Pero las palabras de admiración deben ser mías hacia él. Es un ejemplo de todos los valores que son importantes para mí. Trabajo, esfuerzo, perserverancia, constancia...", le devolvió los cumplidos antes de centrarse, ¡sorpresa!, en Lamine Yamal.

"Lamine transmite una calma, una tranquilidad... Os sorprendería verlo. Lo que para otros serían situaciones de máximo estrés, él lo vive desde la naturalidad. Resuelve los inconvenientes, las exigencias de estas situaciones, con una madurez impropia de su edad", ha explicado el seleccionador, que no parece que vaya a hacer cambios en el once respecto a los que jugaron contra Francia a excepción de la entrada de Fabián por Merino.

Corroboró las sensaciones del entrenador Mikel Oyarzabal. "A todo el mundo nos sorprende Lamine, tiene una seguridad en sí mismo que es importante. Hasta ahora le ha tocado vivir todo cosas buenas, y creo que en el proceso seguro que le tocará vivir momentos malos. Eso le hará crecer como jugador y como persona. La gente no es consciente lo que supone ser campeón de Europa con 16-17 años", dijo el delantero de la Real Sociedad.

Volvió también a poner en valor un título como la Liga de Naciones, de la que por cierto su colega en el banquillo de Portugal, Roberto Martínez, ha dicho por la mañana que era la competición más difícil de ganar, más incluso que un Mundial o una Eurocopa. "¿Y como Roberto ha dicho eso ahora sí que le dais importancia no? Lo pensamos muchos profesionales. En esta Final Four estamos cuatro de los cinco mejores equipos de Europa. No hay más que decir", afirmó.

Capítulo aparte mereció el capitán, Morata, que ha perdido foco en esta concentración. "Sigue siendo el mismo líder, independientemente del número de minutos que juegue. Es un jugador muy querido, muy respetado, muy valorado... Habrá momentos que participe más, que participe menos, pero para nosotros es fundamental"

La increíble metamorfósis de Cristiano en su reencuentro con la prensa española: cercano, cariñoso con Messi y Lamine y agarrado al ‘Carpe Diem’

Actualizado Sábado, 7 junio 2025 - 13:06

Hacía muchos, muchos años, casi siete, que Cristiano Ronaldo no se ponía delante de los micrófonos de los periodistas españoles, que esta mañana se han movilizado rápidamente en Múnich al conocerse que era él quien hablaría en nombre de Portugal antes de la final de la Liga de Naciones de este domingo.

Entre los periodistas, había muchos que lo habían tratado durante su época en el Real Madrid, y a esta hora todavía no se les han bajado las cejas de la estupefacción. Porque, de no ser porque tenerle a 10 metros despeja las dudas, se podría decir que Cristiano ya no es Cristiano. En la sala de prensa del Allianz Arena compareció un tipo de 40 años maduro, cercano, humilde... Sí, todo eso es hoy Cristiano, que conquistó al personal, del primero al último.

Habló de todo. Lo primero, de su ¿inagotable? Ambición. "Con 40 años, tengo días buenos, días malos, no sólo en el fútbol, también en la vida, con mi familia. Pero siempre encuentro mecanismos para seguir", explicó el portugués, dueño de un currículum en cuanto a títulos impresionante. Conviene subrayar esta frase, pues. "No se puede ganar siempre, es parte de la vida".

Decir "no se puede ganar siempre" es una obviedad, pero viniendo de quien viene resulta llamativo. Fue el primer indicio de que algo ha cambiado en el mito. Luego llegaron los elogios, tremendos, a España. "Es uno de los mejores equipos del mundo, con mucha confianza. Desde que empecé a jugar España siempre ha sido una potencia, ha ganado más que nosotros. Sabéis que tengo un cariño grande por España, parte de mi familia es española", dijo el portugués, que además despejó las dudas que había sobre si jugará o no el Mundial de clubes. "Hubo muchos contactos, pero tengo prácticamente decidido no jugarlo".

Llegó la hora, cómo no, de hablar de Lamine, y producto de su experiencia, analizó la situación del chico. "Desde que empecé, cada vez que llegamos a una final es Cristiano contra este, Cristiano contra el otro... Esto no es así. El niño está haciendo las cosas muy, muy bien. Lo que pido es que le dejen crecer tranquilamente, porque para el bien del fútbol, para disfrutar de un talento así muchos años, hay que dejarle crecer con tranquilidad". Cristiano, por cierto, tiene un hijo de 14 años. "Sí, se parecen. Los dos son morenitos... A mis hijos también les gusta Lamine Yamal", bromeó.

¿Le daría un consejo? "Lo haría en privado, face to face", resumió antes de completar el panorama del nuevo Cristiano al ser preguntado por cuántos años más estará jugando. "Hace años que implanté en mi vida que es vivir el presente y no pensar demasiado en el futuro. No tengo muchos más años, está claro. No lo sé, a lo mejor mañana me levanto y digo: 'no me apetece jugar más, estoy hasta las...'. Y no juego más. No lo sé".

Por último, llamaron mucho la atención las palabras hacia Messi. "¡Boludo!", bromeó primero con el periodista, argentino claro. "Le tengo un gran cariño. No creo que ya podamos jugar juntos, pero le tengo un gran cariño y respeto por los 15 años que los dos estuvimos en el escaparate. No sé si ahora habla inglés, pero recuerdo que antes no y yo le traducía cuando nos explicaban cómo iban a ser las galas del Balón de Oro y nos reíamos. Fue una época muy bonita". El nuevo Cristiano y su 'Carpe Diem'

Los obstáculos de Unai Simón con España: de un debut en plena pandemia a un "maltrato" de origen incierto

Los obstáculos de Unai Simón con España: de un debut en plena pandemia a un “maltrato” de origen incierto

Dos detalles de cómo es Unai Simón (Vitoria, 27 años).

Uno. Ayer, el día después de ganar a Francia, fue uno de los elegidos para hablar con la prensa. El departamento de comunicación dispuso tres 'corrillos': televisiones, radios y prensa escrita. Unai, Zubimendi y Fabián habían de hacer las tres postas del circuito. Después de hablar en las teles, Unai se iba al vestuario hasta que una empleada de la Federación le dijo: "No no, te quedan dos". "¡No jodas!", bromeó él, que respondió a todo lo que se le preguntó.

Dos. El sábado pasado, los jugadores de la selección, al terminar el entrenamiento, estaban obligados a firmar autógrafos y hacerse fotos con los aficionados. Los hubo que pasaron de puntillas por el asunto (Nico y Lamine) y los hubo que llegaron tarde a cenar. En este último grupo sólo había un jugador. Unai Simón (Vitoria, 27 años) salió pitando a las nueve menos dos minutos, azuzado por un miembro del departamento de comunicación, hacia la residencia, donde a las nueve en punto estaba prevista la cena. Aunque no hay imágenes que lo confirmen, llegó tarde seguro a la mesa. A la mesa y a la televisión, donde el PSG ya estaba pasando por encima del Inter de Milán.

El portero de España está de nuevo bajo el foco. En realidad nunca ha dejado de estarlo desde que Luis Enrique le hizo debutar, en plena pandemia, noviembre de 2020, ante Países Bajos. El asturiano le eligió, en parte, porque era (es) uno de los mejores porteros del mundo jugando con los pies, y eso en este fútbol moderno se valora mucho. Sin embargo, su tranquilidad, excesiva en ocasiones, ha motivado en estos casi cinco años cierta controversia en torno a su figura. No para los técnicos (tras Luis Enrique, Luis de la Fuente nunca dudó), pero sí entre la prensa y los aficionados.

Sin embargo, un vistazo a los números solventa el debate. De los 48 partidos que lleva en la selección, ha perdido cuatro, y dos más (Italia en semifinales de la Euro'20 y Marruecos en octavos del Mundial'22) por penaltis, empatando en el tiempo reglamentario. Al tiempo, fue decisivo en varias tandas de penaltis (cuartos de la Euro'20 ante Suiza, final de la Nations'23 ante Croacia y cuartos de la Nations'25 ante Países Bajos). El jueves ante Francia se vio en una situación curiosa: encajó cuatro goles y vio dos tiros a sus palos, pero salió como un héroe gracias a las seis paradas que hizo, alguna de ellas, como una a Mbappé en la primera parte, espectacular.

Unai intercepta un disparo de Mbappé.

Unai intercepta un disparo de Mbappé.AFP

Quizá por eso Luis de la Fuente salió con los tacos por delante para reivindicarle, algo que probablemente a estas alturas de la película no hubiese hecho falta. "Me alegro especialmente por él, porque es un futbolista al que habéis maltratado", soltó el entrenador ante la cara de sorpresa de alguno. "Bueno, quizá tú no, pero sí sí, se le ha maltratado", insistió.

"Maltratar quizá no es la palabra. Se nos ha criticado, pero hay que convivir con esa crítica. Quizá el míster se refiera a una etapa después del Mundial de Qatar, que fue difícil en la selección, pero el tiempo todo lo cura", suavizó él mismo ayer, dejando también un detalle de su personalidad. "A todos los gusta que nos halaguen los oídos. Pero no hago demasiado caso ni de las críticas buenas ni de las malas si no vienen de mi entrenador, de mis compañeros o de mi madre"

En realidad, y más allá de que los futbolistas y entrenadores confundan, de manera consciente, a un puñado de agitadores con "la prensa", así en general, Unai nunca ha sido maltratado. Ha sido criticado por sus fallos sobre el campo, como cualquier otro, y probablemente quien mejor lo entiende es él mismo, al que no se le mueve un pelo de la barba porque tiene muchísima personalidad.

La tiene para decirle a un periodista que no le contesta a una pregunta porque le faltó al respeto y la tiene, por ejemplo, para defender a Vinicius, alto y claro, cuando ocurrieron los episodios más lamentables de racismo. "Entiendo que hay jugadores como Vinicius que estallen. No vemos lo que pasa en categorías inferiores, chavales de Basauri y de Santutxu que pasan por cosas parecidas. Es algo que deberíamos de cambiar todos. Es un problema de la sociedad. No entiendo por qué pasa. Nunca lo voy a entender ni compartir", expresó en 2023. Y eso en Bilbao, uno de los feudos más hostiles para el Madrid y sus futbolistas polémicas. Es Unai un tipo sin ataduras.

Desde esa calma, es hoy el líder del vestuario en ausencia de Laporte y de Rodri. De hecho, ante Francia era el capitán del equipo y lo volverá a ser mañana contra Portugal, donde podría levantar su tercer título consecutivo con una selección a la que lleva viniendo desde que tiene 15 años. El primer seleccionador que le llamó para viajar a Madrid fue Santi Denia, hoy al mando de la sub'21. "Su trayectoria es espectacular, y es un gran compañero. Siempre suma, desde el lugar que le toque. Espero que alguno ahora reconozca su trabajo", finalizó De la Fuente, pidiendo algo que ya existía.