El ciclista Enric Mas, baja definitiva para el resto de la temporada del Movistar Team por una tromboflebitis

El ciclista Enric Mas, baja definitiva para el resto de la temporada del Movistar Team por una tromboflebitis

Actualizado Martes, 5 agosto 2025 - 13:32

El ciclista mallorquín Enric Mas no volverá a competir en lo que queda de temporada, tras confirmarse que sufre una tromboflebitis en la pierna izquierda, según ha informado su equipo, Movistar Team. El diagnóstico se ha producido tras las últimas consultas médicas y exploraciones a raíz de su abandono en el pasado Tour de Francia. Según los facultativos, la tromboflebitis podría tener un origen postraumático.

El tratamiento de la lesión que sufrió requiere reposo y ausencia de actividad física intensa, lo que, según el comunicado del equipo, "imposibilita su participación en competiciones durante el resto de la temporada". El equipo médico y técnico continuará realizando un seguimiento estrecho de su evolución, con el objetivo de garantizar una recuperación completa del corredor de 29 años.

Mas, uno de los referentes del ciclismo español, tres veces segundo clasificado en la Vuelta a España, no podrá estar presente en La Vuelta ni en otras citas del calendario internacional, cerrando así de forma anticipada su temporada de 2025.

¿Qué es una tromboflebitis?

La tromboflebitis es la inflamación de una vena, causada por la formación de un coágulo de sangre (trombo) en su interior. Este coágulo provoca enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor en la zona afectada. Aunque puede ocurrir en venas superficiales (tromboflebitis superficial), lo que suele ser menos grave, también puede afectar a venas profundas (trombosis venosa profunda o TVP).

La TVP es más peligrosa porque el coágulo podría desprenderse y viajar a los pulmones, causando una embolia pulmonar, una complicación potencialmente mortal. Los factores de riesgo incluyen la inmovilidad prolongada, lesiones en las venas, venas varicosas, embarazo, obesidad y ciertos trastornos de la coagulación.

Narváez, el nuevo soldado de Pogacar nacido junto al Amazonas: su padre vendía gallinas para verle correr

Narváez, el nuevo soldado de Pogacar nacido junto al Amazonas: su padre vendía gallinas para verle correr

Sus padres tenían que vender gallinas para verle correr por las vegas del Amazonas. El ecuatoriano Jhonatan Narváez (El Playón de San Francisco, 1997) creció en una granja en la que cuidada y ordeñaba vacas. La austeridad, el sacrificio y el valor del trabajo moldearon a un chaval que comenzó a montar en bicicleta con menos de tres años. En su primera carrera, en la provincia de Sucumbíos, terminó último. «Llovía muy duro, llegué empapado a la meta, pero llegué», recuerda un corredor acostumbrado a sortear dificultades y que ahora atraviesa por un momento estelar como escudero de Tadej Pogacar en este Tour de Francia.

En la primera semana de la Grande Boucle, el ecuatoriano ha sido el primero de los gregarios del esloveno en neutralizar las acometidas de rivales e imponer el ritmo adecuado en esos finales en rampa en los que se siente tan cómodo. A pesar de realizar esa labor de desgaste, ocupa la 28ª plaza de la general, a 7.55 minutos del líder, Mathieu van der Poel.

Narváez rompe la norma del tradicional ciclismo sudamericano, especializado en la alta montaña. Él se desenvuelve con acierto en las clásicas y en rondas de una semana. «Es el más belga de los latinos», dicen sus compañeros. Es un cazador de etapas que el año pasado se consagró en el Giro de Italia y cautivó a Pogacar por su osadía. El ecuatoriano se impuso al esloveno en la primera jornada de la Corsa rosa en un espléndido sprint entre ambos y el germano Maximilian Schachmann. Esa victoria impidió que Pogacar fuera líder desde el principio al fin de la carrera. «Ese tío es bueno», susurró entonces el nuevo Caníbal. Al final de aquella temporada, Narváez abandonó el Ineos de Tom Pidcock y Carlos Rodríguez para integrarse en el UAE.

La clásicas y los adoquines

A Narváez ya le conocía Joxean Fernández Matxin desde su ciclo como Scouting Talent del Quick Step de Patrick Lefevere. En 2018, el ecuatoriano se incorporó a la escuadra belga, destacando por su rápida adaptación a las clásicas de los adoquines.

Narváez es un tipo duro que se educó en un ambiente familiar en el que el deporte ocupaba un lugar destacado. A su padre y hermano siempre les apasionó el ciclismo. «Jhonatan nunca dejó de asistir a ninguna carrera por falta de dinero. Cuando había una competencia, juntábamos los realitos, vendiendo la gallina, vendiendo el cuy para ganar los 50 dólares que valía alquilar un carrito para la ida y vuelta», dijo su padre, Manuel, en Radio Sucumbíos en una entrevista realizada en 2020.

Narváez, durante el último Tour Down Under.

Narváez, durante el último Tour Down Under.TEAM UAE

Jhonatan, como no podía ser de otra forma, jamás olvidará los sacrificios realizados por su familia para que él, con 19 años, pudiera marcharse de su casa, a la orilla del Amazonas, y fichar por el Klein Constantia, filial del Quick Step, donde coincidió con Iván García Cortina y Enric Mas. Ahí arrancó su notable trayectoria, en la que figuran, entre otros logros, una etapa en el Giro de Italia, tres campeonatos nacionales de ruta, la Vuelta a Austria, la Semana Coppi-Bartali y un oro en la prueba de ruta de los Juegos Panamericanos.

En el actual curso se ha anotado la general y una etapa del Tour Down Under. Es rápido en sprints reducidos y con final en cuesta. Fue elegido por la Federación de Eucador para representar a su país en los Juegos Olímpicos de París, lo que generó una gran controversia porque su elección provocó que Richard Carapaz (el gran ídolo de su país) no acudiera a la cita olímpica. Una controversia que sirvió para curtir al nuevo y valioso soldado de Pogacar.

Un casco sin visera, la profecía cumplida de Pogacar y la contrarreloj más decepcionante de Vingegaard: "Me sorprendió, no voy a mentir"

Un casco sin visera, la profecía cumplida de Pogacar y la contrarreloj más decepcionante de Vingegaard: “Me sorprendió, no voy a mentir”

Hace un mes, en ese simulacro del Tour que fue el Criterium Dauphiné tan contundentemente ganado por Tadej Pogacar, el esloveno se dejó un resquicio, una tarea pendiente, una pequeña y aparente debilidad. En la contrarreloj entre Charmes sur Rhone y Saint Péray, poco más de 17 kilómetros, perdió 28 segundos con Jonas Vingegaard (y 48 con el ganador Remco Evenepoel). «No es algo que me estrese nada. Estoy seguro de que cuando llegue el Tour de Francia no voy a perder tanto tiempo», despejó, son su suficiencia habitual. Profecía cumplida.

Para saber más

Para saber más

En tierra de calvados, en la normanda Caen donde Óscar Freire ganara a Tom Boonen al sprint en 2006, todo el ímpetu inicial de Vingegaard sufrió un zarpazo. Pogacar, casi al nivel de ese dios de la aerodinámica llamado Evenepoel, no sólo se acercó al danés, le golpeó con una desmesurada ventaja de 1:05 en los 33 kilómetros planos y soleados, sin dificultades técnicas y sin viento que influyera. Le vino a revivir los fantasmas del pasado Tour, donde también le tumbó en las dos ocasiones en que se las vieron contra el crono.

Tadej tortura sin compasión a su rival. En cualquier muro final de estos días, a la mínima ocasión de rascar una bonificación o, más duro, en el terreno donde menos se le espera. Pero el esloveno no es sólo genialidad y talento. Es también trabajo. Su mejora individual contra el reloj se explica en el pasado invierno, en su obsesión por el túnel del viento, en los detalles de su Colnago, en sus días en el velódromo valenciano Luis Puig, con la afrenta de Combloux 2023 clavada con chinchetas en su amor propio. El pasado mes de mayo, a pesar de la lluvia y el tráfico abierto, ya viajó a Normandía a inspeccionar el trazado de esta quinta etapa. Nada al azar. «En el Dauphiné acabé muy decepcionado. Miré todos los detalles que hice mal, probé material y creí en mí mismo. Tal vez Vingegaard no haya tenido su mejor día. Me sorprendió, no voy a mentir», confesó. En unas semanas, más de un minuto y medio de mejora.

Antes de imaginar el porvenir. El año pasado agarró el liderato en la cuarta etapa y ya no lo saltó. Quizá, por sus palabras, esta vez pretenda otro escenario. Porque este jueves, camino de Vire Normandie, otra 'clásica', «puede que sea un día para la escapada, que alguien se meta en ella y se haga el maillot amarillo...». El viernes, el Muro de Bretaña. Él decidirá si quiere calma o no. «Llevamos cinco etapas y todas han sido rapidísimas. El recorrido de este año es muy nervioso, y te obliga a estar atento todos los días. Estoy muy contento de haber cogido el amarillo, pero también sabemos que la carrera puede hacerse muy larga de aquí a París. A partir de ahora, nuestra prioridad será mantener la ventaja que tenemos respecto a los rivales de la general, y no necesariamente el maillot. Vamos a mantenernos lo más tranquilos posible», deslizaba el líder del UAE, que actualmente es primero en la general, en la montaña y en la regularidad.

Pogacar, con el maillot de líder del Tour.

Pogacar, con el maillot de líder del Tour.LOIC VENANCEAFP

Pero también hay detalles en sus rivales. Remco ha acreditado desde hace tiempo que no hay nadie como él en la especialidad. Pero el belga honra su maillot arcoíris y su oro olímpico. La temporada pasada, tras sus éxitos, quiso ir más allá y pidió a la marca que fabrica los cascos para Soudal Quick Step (Specialized) una mejora, concretamente en la visera. Junto con los técnicos, la ahuecó en la parte frontal y le dio mayor altura en los laterales, para que el flujo de aire penetrara por ahí. Una evolución mínima pero efectiva. «En EEUU, en Morgan Hill (California), donde los ciclistas vienen a realizar pruebas en el túnel de viento, contamos con un maniquí Remco, lo que nos permitió trabajar en esta visera durante 2024 y ofrecerle algunos prototipos cuando vino en noviembre», confesaba en L'Equipe, el ex ciclista Léo Menville, ahora técnico de Specialized.

«Necesitaba que las piernas respondieran. Creo que no podría haber ido más rápido de lo que he ido, así que nuestros planes han dado su fruto. He procurado ser muy regular en el esfuerzo, yendo un poco más fuerte en las subidas que en las bajadas. La estrategia ha sido perfecta y todo ha salido bien», explicaba Evenepoel, segundo ya de la general -tras la victoria número 21 en contrarreloj en su carrera-, en un panorama similar al de estas alturas en el pasado Tour, aunque hasta él mismo es consciente de que aún no es su tiempo en la Grande Boucle: «Algún año vendré a por la victoria en la general... pero todavía es un poco pronto».

Evenepoel y su esposa Oumi Rayane, tras la victoria en Caen.

Evenepoel y su esposa Oumi Rayane, tras la victoria en Caen.EFE

En el otro lado... Ni su director se explicaba la decepcionante tarde de Vingegaard, que un rato de antes de partir había seguido desde el coche del Visma Lease a Bike la (gran) actuación de su compañero Edoardo Affini (tercero). «Esperábamos más. Aunque esto no cambia nada, la lucha sigue mañana», pronunciaba Grischa Niermann, a la espera de poder hablar con Jonas, de intentar conocer las razones de su mala tarde, peor incluso que la de Primoz Roglic.

Aunque para penurias, las de Enric Mas. Todas las buenas señales mostradas por el balear en los primeros días fueron echadas por tierra en Caen, donde se dejó más que ninguno de los que optan al Top 10, casi tres minutos. «Tengo que analizar lo que ha fallado. He dado todo», admitía, tan lejos de sus compañeros, séptimo Iván Romeo en la primera contrarreloj de su vida en el Tour, décimo Pablo Castrillo.

El 'maillot' desteñido

El ‘maillot’ desteñido

Los mejores ciclistas españoles no han participado en el Campeonato de... España. Ni Juan Ayuso, ni Carlos Rodríguez, ni Enric Mas, ni Pello Bilbao (excluimos a Mikel Landa, convaleciente) han tenido a bien tomar parte en ese encuentro anual reservado sólo a compatriotas y consistente en perseguir en buena lid el honor de vestir el maillot con los colores de tu país. Una distinción que convierte al poseedor de la prenda en alguien único e irremplazable durante todo un año. En cierto modo, durante toda una vida.

El Campeonato nacional de un deporte individual es algo más que una competición: una ceremonia de índole íntima dentro de su exposición pública. Pero el profesionalismo y el patriotismo no siempre se llevan bien en estos tiempos de valores líquidos y principios gaseosos. El ciclismo y el deporte en general también experimentan (¿sufren?) su "cambio climático" y se han globalizado a causa y como consecuencia de la difuminación y casi el intercambio y superposición de fronteras. La geografía no ha desaparecido, pero encoge. Se contrae y comprime. Lo interior y lo exterior se unen hasta confundirse. El sentimentalismo retrocede ante el pragmatismo. A menudo es sustituido.

En esta España políticamente fragmentaria y disolvente, ser campeón nacional ha perdido atractivo y prestigio. El maillot destiñe. Desde la óptica puramente ciclista, la carrera, incrustada, como los otros campeonatos nacionales en Europa, en un calendario minuciosamente programado, resulta un incordio, un trastorno. Altera la preparación, en especial para quienes van al Tour, desvía la atención de lo principal a lo secundario y, en definitiva, impone un paréntesis no deseado en el ritmo general.

Logos comerciales

Además, los patrocinadores se quejan de que el jersey nacional obliga a reducir el tamaño de los logos comerciales. Y eso que nuestro maillot es una acomplejada camisola frente a las del resto de países, cuyos campeones van, literalmente, envueltos en una bandera. El de Alex Aranburu, campeón saliente, era una estrecha franja en el pecho y la espalda, y una sucinta en las mangas. Había muy pocos colores y mucho Cofidis. Por otro lado, gran parte de la clase alta del ciclismo español milita en conjuntos extranjeros, de ahí el fastidio del tamaño del logo. Para esos equipos, el Campeonato de España es un cónclave doméstico, un asunto de familia que en casi nada les atañe ni beneficia.

Así las cosas, como una forma de prestigio recíproco, el Campeonato coronó a Iván Romeo, que, en el descenso a Granada, soltó a Parra y Barceló bajo una chichacherra. El chicarrón del Movistar está mostrando esta temporada una enorme versatilidad. No es sólo un contrarrelojista. En una carrera de casi 200 kms. y 3.782 metros de desnivel, mostró una superioridad física y una capacidad estratégica de primer orden. Dejó a Fernando Barceló (Caja Rural) a 56 segundos y a Roger Adrià (Red Bull) a 1:53. Al Campeonato le viene bien que triunfe un corredor del único equipo español de primera categoría. En cierto modo, Iván lo ha salvado y cubierto la baja de Enric Mas a quien, en principio, le venía mejor el recorrido.

El maillot destiñe menos cubriendo sus anchas espaldas.

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

El príncipe sigue extendiendo su imperio hasta las fronteras más lejanas. Infinita relación de conquistas para un emprendedor infatigable. Crece el territorio de Tadej Pogacar ante el asombro de unos rivales frustrados. El triple ganador del Tour de Francia se adjudicó este domingo su primera edición del Critérium Dauphiné, una ronda en la que ha arrasado con tres victorias de etapa. Una nueva exhibición que sirve para adornar un palmarés monumental, con 99 triunfos. El 100 llegará en el Tour de Francia. Lenny Martínez (21 años), el nuevo talento francés, se anotó la etapa de clausura tras aprovechar el impulso de la escapada buena de la jornada.

La carrera francesa ha sido el último test antes de afrontar el Tour de Francia (5-27 de julio). En esta semana se ha visto que Pogacar atraviesa por un óptimo estado de forma. Sólo mostró alguna debilidad en la contrarreloj del martes, en la que Remco Evenepoel firmó un ejercicio superlativo. El belga, que advirtió de que había acudido al Dauphiné sin intención de subir al último peldaño del podio, atesora un buen margen de mejora. Terminó cuarto en el Dauphiné. Pogacar le respeta mucho. Jonas Vingegaard (segundo) llega mejor que el pasado año, pero lejos del nivel del esloveno. Enric Mas (séptimo) ha acelerado y asoma como el español con más opciones de entrar el top ten. El balear estuvo este domingo muy activo y se metió en la fuga que animó la jornada, nacida a 115 kilómetros.

Una escapada en la que se coló Van der Poel, que intentó la aventura en solitario a falta de 56 km, e Iván Romeo, que hizo de gregario de Enric Mas. El mallorquín rompió el grupo con tres ataques en el último puerto. Descolgó a Van Gils, Lutsenko, Healy, Paret-Peintre y Armirail. Sólo aguantó su ofensiva Lenny Martínez. El francés, muy astuto, aprovechó un momento en el que Mas acudió a una moto de asistencia para recoger un bidón de agua para superarle e irse camino de la meta de Val Canis.

Al 11 km de la llegada, Martínez impuso un ritmo constante que hizo imposible la neutralización de sus perseguidores. Primero apretó Evenepoel, luego Vingegaard. A la estela de ambos Pogacar, impasible, exhibiendo una insultante superioridad. El esloveno, sin querer, se marchó con el danés y el cedió la segunda plaza de la etapa. En la meta fue aclamado por el público, también fue ovacionado Romain Bardet, que se despidió como profesional. Se retira un veterano e irrumpe un chaval que está destinado a firmar páginas gloriosas en el ciclismo francés.

La conquista de la general del Critérium Dauphiné sirve para que Pogacar adorne un palmarés soberbio en el que figuran, entre otros, Tour de Francia (tres ediciones), Giro de Italia (una), Lieja-Bastoña-Lieja (tres), Strade Bianche (tres), Giro de Lombardía (cuatro), Tirreno-Adriático (dos), Tour de Flandes (dos), Flecha Valona (dos) Mundial del ruta (una), París-Niza (una), Volta a Catalunya (una) o Amstel Gold Race (una).

El esloveno, con sólo 26 años y seis temporadas, suma 99 triunfos, ha superado a los míticos Miguel Indurain o Fausto Coppi y persigue a Jacques Anquetil (121) o Alejandro Valverde (133). Lejos, pero no imposible, queda Bernard Hinault (146). Insuperable se antoja Eddy Merckx (279).

Pogacar y Vingegaard, los colosos de las montañas, se retan 11 meses después y antes de la cita crucial

Pogacar y Vingegaard, los colosos de las montañas, se retan 11 meses después y antes de la cita crucial

Reencuentro de la pareja del siglo antes de la cita crucial del año. Tras 11 meses sin coincidir, Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard vuelven a cruzar sus respectivos caminos. El fenómeno esloveno reaparece este domingo en el Critérium Dauphiné tras su frenética temporada de clásicas, con triunfos en Lieja-Bastoña-Lieja, Tour de Flandes, Flecha Valona y Strade Bianche, con 15 días de competición y más de 2.750 kilómetros recorridos. El danés retorna tras una temporada con apariciones esporádicas. Hasta el momento sólo ha competido 10 jornadas, con 1.483 kilómetros cubiertos en dos pruebas: Vuelta al Algarve (con general y triunfo en una contrarreloj) y París-Niza (victoria en una crono por equipos y abandono por una caída).

Los mejores fondistas del mundo se retan en la ronda francesa que arranca con una etapa en línea entre Domerat y Montluçon y finaliza el próximo domingo. Es el último examen antes del Tour de Francia (5-27 de julio), en el que Pogacar persigue su cuarto título y Vingegaard, el tercero.

«Acabamos de terminar un buen entrenamiento en altura en Sierra Nevada con el equipo y me siento con ganas. Tengo las piernas bien y la motivación es alta. Hacía años que no iba al Dauphiné y estamos emocionados de volver a competir después de muchas semanas de entrenamiento. Hay muy buen ambiente en el grupo y estamos listos para demostrar lo que podemos hacer», señala Pogacar, que nunca se ha impuesto en la carrera francesa y no coincide con el danés desde finales de julio del pasado año.

Vingegaard, que se anotó la prueba en 2023, asegura que ha planificado su calendario sólo pensando en la Grande Boucle. «Claro que me fijé en el rendimiento de Pogacar en las clásicas de primavera. Fue impresionante, pero yo sólo estoy concentrado en mi gran objetivo del año: el Tour», explica de danés, que tiene previsto acudir a la Vuelta a España.

Esta edición del Criterium Dauphiné se decidirá en las tres últimas jornadas, con descarados perfiles montañosos. El viernes, se ascenderán Domancy y Combloux. Al día siguiente llega la etapa reina, con tres colosos: Madeleine, Croix-de-Fer y Valmeinier 1800. El domingo, la clausura en la cima de Plateau du Mont-Cenis.

Además de la mejor pareja de escaladores, en este Critérium Dauphiné estarán, entre otros, Remco Evenepoel (dice que acude sólo con la intención de ganar fondo), Van der Poel, Jorgenson, Bardet, Lenny Martinez, Guillaume Martin y el joven francés Paul Seixas. La participación española está encabezada por Enric Mas y Carlos Rodríguez.

Pogacar, insaciable, vence en su tercer día de competición y ya intimida a sus enemigos

Pogacar, insaciable, vence en su tercer día de competición y ya intimida a sus enemigos

En el rosado macizo de Jabel Jais, el fenómeno inauguró su casillero sólo tres días después del estreno de su temporada. Tadej Pogacar, en su primera ascensión del curso, volvió a imponer su eléctrica velocidad en subida, sumó su victoria 89 en su palmarés y envió un mensaje intimidador a sus enemigos.

Fiesta en Emiratos Árabes con la nueva exhibición de su estrella. El esloveno, a medio gas y dosificando esfuerzos, venció en la pétrea montaña de Omán, con 20 kilómetros de longitud y un 5% de pendiente media, surcada por una carretera de cuatro carriles con un asfalto perfecto. Una ascensión prolongada, sin paredes, en la que el UAE impuso un ritmo de desgaste. Pogacar sólo cedió los primeros puestos del pelotón a falta de cuatros kilómetros. No atacó de lejos, como en otras ocasiones, sólo le bastó con un sprint a falta de 200 metros. Segundo fue el británico Oscar Onley (Picnic PostNL). Iván Romeo (espléndido) fue séptimo y Pablo Castrillo, octavo. Pogacar, que es el nuevo líder de la carrera, invirtió en la subida un tiempo de 41 minutos y 36 segundos, pero el récord de ascensión fue para el colombiano Einer Rubio, con 41.07, que sufrió un percance mecánico al comienzo del puerto y que tuvo que escalar prácticamente en solitario, sin apenas ayuda de sus compañeros del Movistar, para reengancharse al grupo de los mejores.

Pogacar, que esta temporada, quiere alcanzar los 100 triunfos, es el gran favorito para conquistar la ronda del país que patrocina su equipo y que finaliza el próximo domingo, con otra subida en alto: Jebel Hafeet.

Pogi asusta mientras sus rivales comienzan a desperezarse. Este miércoles, Jonas Vingegaard y Primoz Roglic levantaban el telón en la Vuelta al Algarve en una primera etapa ganada por Filippo Ganna. El italiano se aprovechó de un error de la cabeza del pelotón, que tomó una trazada equivocada poco antes de la meta en Lagos.

La jornada se completó con el arranque de la Vuelta a Andalucía, con una etapa de cinco puertos, ganada por el belga Maxim Van Gils (Red Bull-Bora-Hansgrohe). Enric Mas (Movistar) y Tom Pidcock (Q36.5) son los principales reclamos de una prueba que celebra su centenario.

El Movistar levanta el telón con Pablo Castrillo como nuevo encargado de lustre al equipo más veterano

El Movistar levanta el telón con Pablo Castrillo como nuevo encargado de lustre al equipo más veterano

Listos para despegar. El Movistar levanta el telón para afrontar una nueva temporada en la que espera recuperar el lustre de añorados cursos en los que pugnaba por los podios de las grandes rondas. El grupo de Eusebio Unzué presentó este miércoles, en el edificio Telefónica de la Gran Vía de Madrid, los planes y novedades para un nuevo año en el que cambiará de piel: del azul al blanco. Sin desvelar si Alejandro Valverde, al que le han ofrecido el puesto de seleccionador nacional, continuará en el grupo como embajador, el técnico se mostró ilusionado con su renovada plantilla.

Entre sus fichajes sobresale Pablo Castrillo, el polivalente corredor nacido en Jaca hace 23 años, que se consagró en la última Vuelta a España con sus victorias en Cuitu Negru y Manzaneda. Desde principios de diciembre y hasta ayer ha estado preparándose en un training camp en la comarca de la Ribera Alta (Valencia) junto a sus 27 compañeros del Movistar. Unzué aún no tiene perfilado el calendario del oscense, que ha firmado contrato hasta 2027. Al ciclista le encantaría ir al Tour de Francia pero, de momento, sólo sabe que estará en la rondas de la Comunidad Valenciana, Tour de UAE y París-Niza.

La nómina de novedades la completan cuatro corredores de segundo escalón, como el venezolano Orluis Aular (Nirgua, 1996), seis veces campeón de su país (dos en línea y cuatro en contrarreloj); el ecuatoriano Jefferson Cepeda (Quito, 1996), cuarto en la general de O Gran Camiño de 2024 y quinto en la Flecha de Brabante; el colombiano Diego Pescador (Quindio, 2004), séptimo en el Tour del Porvenir, y el eritreo Natnael Tesfatsion (Amara, 1999), tercero el año pasado -tras Julian Alaphilippe y Richard Carapaz- en una etapa del Critérium Dauphiné.

El peso de la escuadra de Unzué, que afronta su 46ª temporada en la máxima categoría (el más veterano), volverá a recaer en Enric Mas (29 años). El balear se siente más ligero tras desprenderse de la presión de ganar una grande. Este año fue tercero en la Vuelta a España, prueba en la que ofrece sus mejores prestaciones, con tres segundos puestos.

Los técnicos del Movistar consideran que 2024 debería ser el año del despegue de Iván Romeo (21 años), ganador de la medalla de oro en el Campeonato Mundial de contrarreloj de 2024 en categoría sub-23 y de una plata en el Campeonato Europeo en ruta de 2023.

En el equipo femenino destacan las llegadas de la suiza Marlen Reusser (tres veces campeona de Europa contrarreloj), de la británica Cat Ferguson (cuatro veces campeona mundial juvenil) y de la española Paula Ostiz (subcampeona de ruta de Mundial Júnior en 2024 y medalla de oro en el Europeo de contrarreloj).

Pogacar, en el Giro de Emilia, vuelve a exhibir su grandeza portando por primera vez el maillot arcoíris

Pogacar, en el Giro de Emilia, vuelve a exhibir su grandeza portando por primera vez el maillot arcoíris

Tadej Pogacar continuó engrandeciendo su figura y rindiendo homenaje al ciclismo obteniendo, en el boloñés Giro de Emilia, su victoria número 87 y la 24ª de la temporada. Una menos que, en 2005, Alessandro Petacchi, "sólo" un sprinter, sin ánimo de ofender, récord de lo que llevamos de siglo. En su estreno con el jersey arcoíris, al que también honró de modo sumo,Poggy ofreció al mundo su enésima demostración de poderío y ambición con un triunfo que nadie discutió, al que nadie osó oponerse, del que nadie podía dudar.

Esta vez, "modestamente", Tadej no atacó a falta de 100 kms. para la llegada, sino a 37. Pero donde podía y debía hacer daño. En la primera de las cuatro subidas al Santuario de San Luca (1,8 kms. al 11% de pendiente media y una máxima del 19%), demarró, como de costumbre, sin levantarse del sillín, a pura potencia sin descomponer el gesto ni desbaratar la postura. Y se acabó la carrera. "Finito". Cuando puso pies en polvorosa, estaban a su lado o a su espalda, Evenepoel, Roglic, Mas, Tiberi, Pidcock, Yates, Woods, Jorgenson, Healy, Gaudu y compañía. Dio igual. Ellos sabían que, en esa subida, tarde o temprano, atacaría el esloveno. ¿Y qué? Bajaron la cabeza, doblaron la rodilla y se dedicaron a tratar de ser segundos.

Pogacar, segundo a su vez en 2022 tras Enric Mas y en 2023 tras Roglic en sus dos anteriores participaciones, ataca desde tan lejos que los demás no se atreven a seguirle. Ni lo intentan, aunque sólo fuera para salvar la cara. Temen una humillación que, de todas formas, se produce. Tal vez si Poggy arrancara desde más cerca, tratarían de resistirse porque aún les durarían las energías. Pero a esas distancias asumen la convicción de que aguantarle la rueda es una tarea destinada al fracaso. Así que para qué esforzarse. Eso se llama impotencia física e inferioridad psicológica. No importa la longitud o la dureza del trazado, Pogacar vuela; otros, los mejores, andan. El resto repta.

Llovía, pero el arcoíris no desteñía. Había niebla, pero la figura de Pogacar no se desdibujaba. Sólo una caída podía privarle de la victoria. No se cayó, porque, además, Pogacar no se cae nunca, o poco menos. Fue aumentando paulatinamente la ventaja. Después de él, a, prácticamente dos minutos, llegaron, para hacer podio, Tom Pidcock y Davide Piganzoli, con Enric Mas en octavo lugar.

Quien diga que Poggy ha matado la emoción en el ciclismo, no tiene razón. Para empezar, ni siquiera el esloveno puede ganar todas las carreras. Para seguir, la incertidumbre queda sometida a la admiración. ¿Desde cuándo las exhibiciones de un campeón excepcional, se llame como se llame, son aburridas? ¿Desde cuándo no se disfruta del placer de ver elevarse hasta el divino cielo de la bicicleta a un humano designado para la inmortalidad deportiva? En otros deportes individuales, ¿aburría Usain Bolt? ¿Aburría Michael Phelps?

Pogacar correrá todavía, completando el tríptico lombardo, los Tres Valles Varesinos (martes) y el Giro de Lombardia, el Quinto Monumento (sábado). Su victoria en San Luca hace la número 78 del UAE esta temporada. Su figura grandiosa contribuye al éxito colectivo del equipo. No quedan ya palabras para exaltar las hazañas de este muchacho de 26 recientes años. Pero habrá que inventarlas. Esto no ha acabado ni aquí ni aún.

Pablo Castrillo, el ciclista de moda: "Mi hermano lo dejó por una depresión, ha sido una gran enseñanza para mí"

Pablo Castrillo, el ciclista de moda: “Mi hermano lo dejó por una depresión, ha sido una gran enseñanza para mí”

Hacía seis años que un español no ganaba dos etapas en la misma grande. Entonces, 2018, fue, nada menos, Alejandro Valverde en La Vuelta. Ni los más osados hubieran situado en semejante plano a Pablo Castrillo (Jaca, 2001), bajo el radar hasta hace un mes, revolución total del ciclismo nacional ahora. No sólo por sus dos triunfos de etapa, especialmente por cómo se impuso tanto en Manzaneda como en Cuitu Negro. Osadía, perseverancia, agonía y colmillo. Ciclismo del de antes. «A mí es el que me gusta, el de atacar sin mirar los números», cuenta a EL MUNDO el corredor del Kern Pharma (otra revolución), integrante de pleno derecho de la selección que este domingo afronta el Mundial de Zúrich.

¿Le ha dado tiempo en estas casi tres semanas a procesar todo lo que le sucedió en La Vuelta a España?
Tras la Vuelta estaba bastante fatigado, tanto mental como físicamente. La primera semana fue descanso total y la segunda empecé a creerme y a asimilar lo que me había pasado, las dos victorias y todo lo que había conseguido el equipo. Me ha cambiado la vida, bastante. Esos tres días...
Si le cuentan antes lo que iba a pasar...
No me lo hubiera creído. Veníamos bastante bien preparados y con la intención de ganar al menos una etapa, aunque sabíamos que era muy complicado. Con eso nos hubiéramos ido satisfechos como equipo... ¡Ganamos tres etapas, dos mías! Y sobre todo la del Cuitu Negro. Sabía que estaba en buena forma, pero no me lo esperaba para nada.
¿Siente que fue una reivindicación del ciclismo valiente en plena era de los pinganillos y los vatios?
Es que a mí el ciclismo que siempre me ha gustado es ese, el de antes. Desde que empecé a competir he sido valiente. Siempre me ha dado igual si reventaba o no. Es lo que me gusta. Nunca he tenido miedo a atacar en cualquier sitio, aunque muchas veces me ha salido mal. Estas dos victorias son una recompensa a todas esas veces que no salió bien. Es reivindicar el ciclismo de atacar, de ser valiente y de no mirar tanto los números. Aunque sabemos que también son importantes, claro.
¿De dónde sale ese carácter, esa capacidad de agonía?
No lo sé. Desde que empecé en la bici he tenido esa capacidad de sufrimiento, siempre me he exprimido al máximo, es lo que me ha caracterizado. En esta Vuelta lo he sacado al máximo. Las dos victorias de etapa fueron de mucha agonía. Siempre me ha gustado sufrir... y hasta donde pueda llegar. En Manzaneda ataqué a falta de 10 kilómetros para la meta, iba pensando en Manolo Azkona [fundador del Kern Pharma, fallecido ese mismo día], en la familia... eso me da la fuerza para pasar mi límite. En el Cuitu Negro tenía mejores piernas.
Castrillo celebra una de sus victorias en La Vuelta.

Castrillo celebra una de sus victorias en La Vuelta.KERN PHARMA

Indurain decía eso de «sufrir a gusto».
Cuando vas mal y te vas quedando todo el rato, es un sufrimiento que es muy malo, no se disfruta nada. Pero cuando vas bien de piernas, te ves adelante y disputas la etapa, es un sufrimiento que disfrutas, que te impulsa más a seguir.
Explíqueme esa victoria en el infierno del Cuitu Negro, esa rampa final...
Son paredes. He visto bastantes veces repetida la etapa, los últimos tres kilómetros fueron épicos para mí. El ataque a Vlasov y Sivakov... En mi mente tengo el recuerdo de cuando llegó Vlasov hasta mí y en ese descansillo tuve la calma y la sangre fría de tomarme un respiro y mirar cómo iba mi rival. Ahí tuve la decisión de arrancar, de ver hasta dónde podía ir él. Y, efectivamente, Vlasov iba mal y pude llevarme la victoria.
Tan corpulento, no tiene pinta de escalador... ¿Sorprendió a quién no le conocía?
Desde que empecé lo que más me gustó fueron los puertos de montaña. He podido mejorar en el llano, pero la capacidad de subir bien no la he perdido a pesar de que mi cuerpo cambió, de ser un ciclista corpulento. Espero no perderlo.
¿Cómo te miran en el pelotón al día siguiente?
Fue un honor que me felicitaran tantos ciclistas, sobre todo gente como Van Aert. El pelotón te va tratando diferente, con más respeto. Lo malo de eso es que en las siguientes fugas estás más vigilado. Y ya todo es más complicado, en la escapada te dejan la responsabilidad de cerrar los huecos... Así que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Empezó jugando al hockey hielo en Jaca, su pueblo.
Sí, estuve siete años, disfrutando bastante, como un hobbie de chaval. No se me daba mal, era medio buenillo, pero no es que fuera a llegar a ligas profesionales ni nada. Luego influyeron las salidas en bici con mi madre y, sobre todo, cuando estaba mi hermano en el Lizarte e íbamos a todas las carreras. Eso me enganchó a la bici y decidí probarlo en cadetes. Desde el primer momento disfruté muchísimo tanto de entrenar como de la competición, pero nunca pensaba que iba a ser ciclista profesional. Poco a poco te vas centrando, vas viendo que tus capacidades pueden ser válidas para el ciclismo.
¿En quién se fijaba, quiénes eran sus ídolos?
Me enganché al ciclismo tarde. Pero Valverde me inspiró bastante con sus ataques y victorias, enganchaba. Es uno de mis referentes, como Contador y Purito.
Pablo Castrillo, durante la Vuelta a España.

Pablo Castrillo, durante la Vuelta a España.KERN PHARMA

La primera ciclista de la familia fue su madre.
Los veranos en los que íbamos a Cambrils salía con ella con la bicicleta. De ahí me viene el ciclismo, mi madre fue una inspiración. Siempre le ha gustado la bicicleta y ahora el ciclismo femenino va aumentando, ganando popularidad y su nivel va subiendo. Es la presidenta del club del pueblo.
Y su padre corre maratones.
Los dos son militares. Mi padre se jubiló hace años y mi madre hace un mes. Mi padre empezó tarde, con más de 40, pero se hizo unos cuantos maratones. Somos una familia de deportistas y eso es de agradecer para que un niño como yo se enganchara al deporte.
Su hermano Jaime, cinco años mayor, ex ciclista del Movistar y el Kern Pharma entre otros, tuvo que parar. ¿Cómo viviste el proceso?
Mi hermano siempre ha sido un ejemplo, un pilar fundamental. Siempre lo he visto con un motor increíble, capaz de hacer grandes cosas encima de la bici. Pero siempre le ha costado, se ponía mucha presión y acabó desembocando en una depresión. Decidió dejarlo, porque para su salud era lo mejor. Fue una decisión valiente que le ayudó bastante. Estos dos años que ha estado sin bici notaba que le faltaba algo y ha decidido volver [con el equipo portugúes de categoría Continental Sabgal / Anicolor]. Para mí es una decisión muy importante y complicada; después de estar dos años parado meterte en un pelotón profesional, con lo duro que es y con el estrés que hay. Con todo lo que ha pasado han sido unas enseñanzas para mí muy grandes. De que lo primero es intentar disfrutar de la bici, no meterte tanta presión y luego viene lo demás. La bici es importante, pero primero eres una persona que tiene su vida. No todo es la bici.
¿Qué le dijo tras sus victorias?
Estaba feliz y emocionado. Lloró bastante. Me dijo que me mantuviera con los pies en la tierra. Que los éxitos no se me suban a la cabeza. Que siga trabajando como hasta ahora, apoyándome en las personas cercanas que tengo al lado.
¿Nos va a sorprender a todos también en el Mundial?
Esto es un premio para mí, con lo duro que es y el cartel que hay... Tenemos un equipo muy bueno para poder ganar, con Enric [Mas], Peio [Bilbao] y [Juan] Ayuso. Me tocará aportar al máximo a la selección, ayudar lo que se pueda y volver a ir de tapado.
El tema de moda: ¿dónde correrá el año que viene?
Es normal que se hable y que haya rumores después de las dos victorias etapas y de que aún no haya firmado. Ahora tengo que elegir. Me lo estoy pensando, en negociaciones [estaba con Ineos, pero han surgido más pretendientes]. Pensando en lo mejor para mi futuro, para seguir progresando y ver donde está mi techo. Valoro lo económico y lo deportivo, el proyecto, las personas que hay detrás, el grupo de rendimiento... Es una decisión importante.
¿Cómo es Pablo Castrillo cuando se baja de la bici?
Me gusta ir a caminar al monte y mucho jugar al pádel. Me gusta mi pueblo, me ayuda a desconectar.