La irrupción de Mirra Andreeva, campeona en Indian Wells y Dubai: "Sabe que todo está en sus manos"

La irrupción de Mirra Andreeva, campeona en Indian Wells y Dubai: “Sabe que todo está en sus manos”

Nadie puede con Mirra Andreeva, que a sus 17 años ganó ese domingo en Indian Wells su segundo título WTA 1000 consecutivo, tras imponerse la pasada semana en Dubai, y suma 12 victorias seguidas. Ya es la número 6 del ránking. La rusa que entrena Conchita Martínez dejó atrás una tras otra a las dos mejores del circuito. Antes de vencer en la final a la bielorrusa Aryna Sabalenka, número 1 del mundo, por 2-6, 6-4 y 6-3, había superado a Iga Swiatek (a la que ya derrotó en su camino hacia el título en Dubai). Sólo Tracy Austin, quien, a los 16, derribó a Martina Navratilova y Chris Evert para llevarse el US Open de 1979, logró algo semejante a menor edad.

«Está sorprendiéndonos a todos los fans del tenis con su madurez y sencillez, rodeada de profesionales a los que conozco y que son adecuados para el talento que ella posee», comenta a este periódico Garbiñe Muguruza, ganadora de tres títulos del Grand Slam y de las WTA Finals. «Tiene un talento aún con mucho por pulir, pero desde ya estamos viendo a una campeona. Conchita es la persona perfecta para moldearla hasta convertirla en la próxima número 1. Es un portento físico y una jugadora muy resiliente. Es humilde, pero segura de sus armas», agrega.

Estamos ante la gran sensación del tenis femenino, un fenómeno adolescente que ya se ha ganado analogías con otras tenistas de aura precoz. Andreeva es la tercera jugadora más joven en ganar Indian Wells, tras Martina Hingis en 1998 y Serena Williams en 1999. «Todo mi equipo me protege mucho. Tengo una entrenadora con mucha experiencia que me ayuda mucho, me da consejos, me dice cómo jugar y tácticas para no desperdiciar la energía», comentó la campeona después de su victoria.

Conchita Martínez, ganadora de Wimbledon en 1994 y con una brillante trayectoria al lado de Muguruza, a quien dirigió hacia el triunfo en el All England Club en 2017, lleva algo menos de un año en su rincón. Lo que empezó siendo una colaboración puntual se ha prolongado después del buen papel de la rusa en el Mutua Madrid Open, donde se plantó en cuartos, y de su crecimiento progresivo. El año pasado ganó la plata olímpica en París junto a Diana Schnaider y se hizo en Iasi con su primer título individual.

Mayor agresividad

Como ha reconocido Andreeva, su entrenadora trabaja en hacer de ella una tenista menos defensiva, que incorpore a su inteligencia táctica y a sus buenos argumentos desde el fondo de la cancha golpes de otras características. Rápida e inteligente, la joven nacida en Kranoyarsk y residente en Cannes, donde se trasladó desde Moscú en 2022, posee una gran capacidad para neutralizar a adversarias de mayor pegada, como es el caso de Sabalenka, a quien ya había sorprendido en la última edición de Roland Garros, en cuartos de final.

Andreeva ganó en el verano de 2022 en El Espinar, torneo de categoría ITF. «Hoy se pega mucho y se piensa poco. Ella tiene otras armas», valoró Vivi Ruano, directora del torneo, que cuenta con 10 títulos del Grand Slam en dobles y dos platas olímpicas, asombrada también por su aplicación y metodicidad. «Me encanta cuando en la entrega de premios siempre se auto felicita. Qué bien que entienda desde tan pronta edad que todo está en sus manos», apunta Garbiñe, hoy embajadora de Tennis Channel, tras corroborar en Indian Wells su magnífica impresión.

Andreeva viajó este lunes a Miami, donde aspira a convertirse en la quinta jugadora capaz de suscribir el Sunshine Double: alzarse con el triunfo en Indian Wells y Florida, algo que lograron Steffi Graf, en dos ocasiones (1994 y 1996), Kim Clijsters (2005), Victoria Azarenka (2016) e Iga Swiatek (2022).

De Nadal a Alcaraz: del método al instinto

De Nadal a Alcaraz: del método al instinto

Hijo de la tierra, concebido sobre ella para su explotación y disfrute, Rafael Nadal ha obtenido en esta superficie buena parte de su inmenso patrimonio profesional. El mallorquín irrumpió en arcilla. Primero, en aquella final de la Copa Davis en 2004, cuando fue reclutado por la entonces capitanía colegiada del equipo español para disputar el individual frente a Andy Roddick, en perjuicio de Juan Carlos Ferrero, hoy entrenador de Carlos Alcaraz. Meses después, ya prologadas sus habilidades en la gira europea, Montecarlo, Barcelona, Roma, con la conquista de la primera de sus 14 copas en Roland Garros.

Recién cumplidos los 19 años, dos menos que Alcaraz, Nadal pasó por encima de Roger Federer, entonces número 1 del mundo e indiscutible dominador del circuito, en semifinales, antes de imponerse en la final al argentino Mariano Puerta. Estábamos, estamos, ante un auténtico especialista, un zurdo capaz de revolucionar la pelota hasta el infinito con su drive liftado, de crear ángulos que cuestionaban las reglas de la geometría. Un fajador curtido también en el arte de la defensa. Un danzarín que resbalaba sobre el polvo de ladrillo sin ofrecer flancos vulnerables.

Hay evidentes confluencias entre el flamante campeón del torneo y el hombre que ha establecido un registro tal vez inalcanzable. Les une la explosividad, el ardor mediterráneo, el sentido táctico, una cultura común que ya convirtieron en dominante en otro tiempo, cada una con sus propios matices, raquetas como las de Manolo Santana, Andrés Gimeno, Sergi Brugera, Carlos Moyà, Albert Costa, Ferrero, Arantxa Sánchez Vicario y Garbiñe Muguruza. Pero la génesis, la personalidad y la forma de desenvolverse en la pista de Nadal y Alcaraz es distinta.

Estreno en Nueva York

Alcaraz ganó el primero de sus tres grandes sobre el cemento de Flushing Meadows en 2022. El siguiente lo consiguió un curso más tarde sobre la hierba del All England Club. Ha sido en su cuarta participación en Roland Garros, asimilado el trance de la semifinal perdida en 2023 frente a Novak Djokovic, cuando ha tocado el centro de la tierra. Comparte la formación y el concepto de juego de los españoles, pero tiene mucho de librepensador, se mueve por instinto y cuenta con una versatilidad a partir de la cual se explican los éxitos que precedieron al conseguido este domingo en Roland Garros tras imponerse en la final a Alexander Zverev.

Nadal, poseedor de 22 majors, ganó el primero de sus dos títulos en Wimbledon en 2008, ya con cuatro victorias consecutivas en París. Fue el triunfo de la perseverancia y la capacidad de adaptación. Hasta su llegada, y sobre todo a partir de los años setenta, la hierba había sido mirada con cierto complejo y desdén por parte de los jugadores españoles. No así entre las mujeres, pues ahí están los triunfos de Conchita Martínez y Muguruza y las dos finales de Sánchez Vicario.

Nadal ponderó desde el principio el inmenso valor de un torneo como Wimbledon. Perdió en tercera ronda en 2003 y en segunda en 2005, perdió dos finales consecutivas contra Federer antes de destronarle en el inolvidable atardecer de 2008. Dos años después volvería a ganar el torneo y se haría también, en su octava participación, con el primero de sus cuatro Abiertos de Estados Unidos, en una de las mejores temporadas de su vida. En 2009 había ganado el primero de sus dos Abiertos de Australia.

Sólo cuatro 'intrusos'

Desde la victoria de Nadal hace 19 años y la conseguida ahora por Alcaraz, sólo otros tres jugadores levantaron la Copa de los Mosqueteros: Federer, en 2009, Stan Wawrinka, en 2015, y Djokovic, en 2016, 2022 y 2023. Nadal hizo valer sus aptitudes congénitas sobre la superficie en el momento más deslumbrante de la historia del tenis, en competencia directa con Djokovic, 24 grandes, y Federer, 20. Alcaraz vive en un tiempo distinto, con una rivalidad que se vislumbra intensa y longeva con Jannik Sinner, a quien derrotó en las semifinales del viernes, aún con Djokovic sin haber dicho su última palabra y a la espera de la progresión de otros jugadores que tratan de seguirle el paso, ya a una considerable distancia. Es "demasiado bueno", como apuntaba Stefanos Tsitsipas tras verse sometido una vez más en cuartos, y se puede esperar todo de él.

Nadal creció desde la tierra y forma parte del selecto grupo de ocho jugadores que han conquistado los cuatro grandes: Fred Perry, Donald Budge, Rod Laver, Roy Emerson, Andre Agassi, Federer y Djokovic. Lo suscribió con 24 años y 32 días. Fue el tercero más joven en lograrlo, el primero en la era profesional. Alcaraz podría superar en precocidad incluso a Laver y Budge si conquista el próximo Abierto de Australia. Cumplió los 21 el pasado 5 de mayo.