Paret-Peintre despierta a Enric Mas de su sueño en el Mont Ventoux

Actualizado Martes, 22 julio 2025 - 17:08

En la cima del Mont Ventoux, el icónico paisaje lunar que reina en la Provenza, como un monstruo en el horizonte, visible desde decenas de kilómetros, el espigado Valentin Paret-Peintre, cintura de avispa, pone su nombre entre lágrimas. La victoria de una vida, orgullo francés en este Tour que ansiaba un triunfo local y exploraba sus propias miserias, ahora que se cumplen 40 años de la última corona de Bernard Hinault. En el Mont Ventoux también Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard prolongan su interminable duelo, como condenados para siempre a estar cerca, a desafiarse hasta que uno quede en pie. [Narración y clasificaciones]

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Fue una subida como un thriller, como un calvario, con la batalla por delante por la victoria, con Enric Mas en cabeza, sólo, soñando, sufriendo, más de 10 kilómetros, hasta que despertó sin un gramo de fuerza en sus piernas (acabó séptimo). Con Ben Healy y Paret-Peintre, tan livianos, barbudos, dos hipsters con poco más de 100 kilos entre ambos, golpeándose con ataques continuos, nerviosos, inquietos, como escaladores de antaño. Hasta que un inesperado Van Wilder, compañero del francés, salió de la nada y fue determinante en los últimos metros, donde también se había presentado Santiago Buitrago, para que el Soudal del arruinado Remco Evenepoel celebrara un triunfo que vale por 10.

Y más atrás, amenazantes, Jonas y Tadej. Agresivo el danés, más pleno que en los Pirineos. Conservador el esloveno, menos potente. Lejos los escapados del día, el Visma puso ritmo desde abajo, primero Van Aert, luego Kuss. Pogacar se quedó sin compañeros, ni rastro de Narváez. Y, a falta de ocho kilómetros, aún zona boscosa, probó por primera vez Vingegaard. Que repitió dos kilómetros después, cuando Benoot le echó una mano. Y una tercera, tras el impulso de Campenaerts. Todas contrarrestadas por el líder, siempre sentado.

A falta de dos, Pogacar atacó y también respondió con solvencia Vingegaard. Sólo en los últimos metros, para otra muesca mental, el esloveno puso otro par de segundos de ventaja.

Enric Mas y Alaphilippe, en la escapada.

Enric Mas y Alaphilippe, en la escapada.ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP

A Enric Mas, tan decaído en otro Tour más, tan lejos del Top 10 y hasta de cualquier opción de victoria de etapa hasta ahora, intenciones proclamadas tras sus primeros desfallecimientos, se le había presentado, al fin, una oportunidad de esas únicas. Atentísimo en los cortes del día, todo llano hasta las faldas del coloso, lo estuvo aún más para plantarse en el sexteto que iba a iniciar la subida con un minuto y medio de adelanto sobre otro grupo de 30 y casi siete con el pelotón, que comandaba el UAE con pocas ambiciones, aparentemente, de llevar a Pogacar hacia el triunfo en el lugar icónico.

Mejor aún el balear anticipándose con colmillo, atacando a falta de cuatro kilómetros a Thymen Arensman, el más peligroso de sus compañeros, el ganador en Superbagnères, al que acompañaba Julien Alaphilippe. Ya sólo le quedaba un calvario, pero qué calvario. En solitario hacia la cima del Gigante de la Provenza, rampas pedregosas, paisaje lunar. Allá donde Tom Simpson perdió la vida en 1967, donde Chris Froome corrió a pie desesperado en 2013, donde otros españoles coronaron en cabeza (Julio Jiménez, Gonzalo Aja y Juanma Gárate), donde hace cuatro Vingegaard se presentó al mundo dejando de rueda a Pogacar. La cima que exploró Petrarca en 1336. Hacia todos esos mitos y leyendas cabalgó el balear.

Que se quedó en la orilla, porque los menudos escaladores le atraparon. Porque Paret-Peintre, ganador el año pasado de otra bonita etapa de montaña en el Giro (Bocca della Selva) aprovechó una oportunidad maravillosa a casi 2.000 metros de descarnada altitud.

Van der Poel abandona el Tour por una neumonía

Van der Poel abandona el Tour por una neumonía

Actualizado Martes, 22 julio 2025 - 09:12

La victoria en el Tour de Francia de Tadej Pogacar parece cada vez más cerca. Tras la retirada el domingo de Remco Evenepoel, ahora es otro de los pesos pesados de las dos ruedas, el neerlandés Mathieu van der Poel, el que no tomará la salida de la etapa 16 en Montpellier a causa de una neumonía, indicó este martes su equipo, el Alpecin, según informa Efe..

Ganador de la segunda etapa y maillot amarillo cuatro jornadas, el nieto de Raymond Poulidor sufría síntomas en los últimos días y su estado se estaba deteriorando de manera significativa.

En la noche de este lunes, jornada de descanso en el Tour, tuvo fiebre, por lo que fue trasladado al centro hospitalario de Narbona, donde fue sometido a exámenes médicos que pusieron de manifiesto que tiene neumonía, lo que le mantendrá en reposo durante al menos una semana.

El ciclista, de 30 años, ganador este año de la París-Roubaix y de la Milán-San Remo, Van der Poel había sido uno de los ciclistas más activos de la primera semana, convertido en el más combativo de los primeros días.

Además, fue segundo en la cuarta etapa, ganada por el esloveno Tadej Pogacar, protagonizó una larga escapada en la novena junto a su compañero Jonas Rickaert, antes de ser atrapado a falta de apenas 700 metros para la meta y fue tercero en la undécima.

Actualmente era tercero de la clasificación de la regularidad y uno de los favoritos para ganar la última jornada, que en esta edición incluye el ascenso a Montmartre, lo que se adapta bien a sus características.

Joxean Fernández 'Matxin': "Pogacar no sólo es un campeón, es un puto líder"

Joxean Fernández ‘Matxin’: “Pogacar no sólo es un campeón, es un puto líder”

Del hotel del UAE Emirates a las afueras de Montpellier parten a media mañana Tadej Pogacar y sus compañeros, seguidos de un enjambre de ciclistas amateur que no tardan en perder comba. Es el día de descanso, pero las piernas no pueden parar en seco. Un par de horas suaves, un café y vuelta al cuartel general, que comparten con el Lidl y el Bahrein, y en el que Joxean Fernández Matxin despacha su frenética rutina: sponsors, periodistas y agentes.

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¿Le mosquea que todo vaya tan bien?
Intentas disfrutarlo. He aprendido a hacerlo, porque yo personalmente también he pasado por malos momentos. Te das cuenta de que nada es ni efímero ni eterno.
Como el constipado de Tadej.
Hay tantos cambios de temperatura... En el podio está el aire acondicionado a tope, en las ruedas de prensa, el antidoping y luego de golpe el calor. Afecta. Pero está bien.
¿Llegó a pasar miedo en la caída de Toulouse?
No te da tiempo pensar. Actúas rápido e intentas acudir a la caída para cambiar la bici... Yo siempre tengo dos frases que repito mucho y que ellos me bromean. Una es: "Hoy tenemos que ganar sí o sí". Y la otra: "Cualquier problema tiene solución". Y yo siempre busco la solución.
La sensación es que sólo algo extraordinario, un accidente o una enfermedad, puede hacer que Pogacar no gane su cuarto Tour.
Puede haber más circunstancias. Las hemos vivido y las recordamos. El Granon (2022) fue un día fatal, el col de Loze (2023) otro. Esas cosas no podemos olvidarlas. Hay que tener memoria para los momentos malos.
Matxin y Pogacar, durante el pasado Tour.

Matxin y Pogacar, durante el pasado Tour.UAE

Hautacam, Mont Ventoux, la Loze... Este Tour se ha empeñado en volver a los lugares donde Pogacar ha sufrido. ¿Es otra motivación?
Sí, sin duda. Cuando tú consigues algo y acumulas muchas victorias, tienes una memoria general de ellas. Pero cuando tienes un mal día, eso no se olvida. La mejor forma de motivar a alguien es solucionar esos malos recuerdos. El estímulo de alguien como Tadej es eso. Ya se vio en Hautacam. Sólo nos falta Granon en este tríptico. Algún día habrá que quitarse esa espina.
¿Cómo se hace para mantener el hambre de quien gana todo?
Eso es lo más fácil. Sinceramente. Cuando compites te das cuenta de que hay otros 200 corredores que quieren ir para adelante y ganarte. La diferencia entre el yo puedo y yo lo hago es la calidad. Él es consciente de que la tiene y siempre es competitivo. Lo que buscamos con él es variar los objetivos, cambiar de carreras. Está el objetivo prioritario y luego nos aproximamos con otros, como este año con las clásicas.
¿Tadej mira mucho a la Historia?
Se lo ponéis los periodistas en bandeja. A veces yo le digo algo. Él me escribe o me llama más por el tema de los puntos UCI, de los ránkings... Ahora últimamente ya no tanto, porque siempre va primero, así que no hay mucho que mirar.
¿Se está granjeando una mala imagen por ganar tanto?
Si algo tiene Tadej es que no es arrogante. Él se moja y dijo: "Este equipo me paga para ganar". No le pagan para regalárselo a un rival. Y no creo que fuera justo para ellos. Si yo fuese su rival no me gustaría que me lo regalase. Él compite para ganar. Otra cosa es que pueda correr ahora más tranquilo, como el otro día. Posiblemente en Superbagnères, en vez de esperar a que atacara Vingegaard, lo hubiera hecho él. Pero las circunstancias son así, ahora no tiene desasosiego, no hace falta que haga sobreesfuerzos cuando queda una semana tan dura.
Joxean Fernández Matxin, durante la entrevista, en el hotel del UAE.

Joxean Fernández Matxin, durante la entrevista, en el hotel del UAE.EL MUNDO

Cuando un ciclista domina de forma tan abrumadora no tardan en salir las sospechas de dopaje. ¿Cabrea?
Sinceramente, yo analizo quien habla del tema del dopaje y son gente de hace 20 años. Les diría: "mirad el ciclismo de hoy en día, no tiene nada que ver". Son periodistas que han vivido una época que les ha marcado. Les pediría que vivan el día a día. Hace unos días, David Lappartient (presidente de la UCI) sacó en un medio como Le Figaro una información con la perfomance completa de Pogacar. Se lo agradezco.
¿Nota a Tadej más maduro?
Sí, en todos los aspectos.
¿Por ejemplo?
Ya sabe que tiene que, en vez de 18 autógrafos, firmar sólo cuatro o cinco. Porque si hace 18 hay otros 200 aficionados que se van a enfadar. También en carrera, sabe tener la pausa para estar en el pelotón. Y en cuanto a la motivación de sus compañeros. La diferencia es ser líder o ser campeón y él es un líder. Se preocupa por los compañeros, por el staff... Predica con el ejemplo. Eso es lo que más me gusta de él. Y se lo digo personalmente: "No eres un campeón, eres un puto líder". Cada vez que viene al autobús agradece a sus compañeros y ellos se dejan la vida por él. Estaba más contento por la victoria de Wellens que por las suyas.
¿Y un líder se cabrea?
Sí. Normalmente sabe canalizar bien, pero es muy directo. Tiene valor y huevos para decirme las cosas.
¿Qué le queda por mejorar?
Ser un sprinter masivo y ganar a un pelotón de 200. Pero ni trabajamos ni pensamos en ello.
¿Victoria en Mont Ventoux, en la Loze o París con Montmartre?
Conociéndole, full equipe.

Vingegaard amenaza con “atacar” y Pogacar responde: “Estoy preparado para luchar contra todos, especialmente contra Jonas”

Actualizado Lunes, 21 julio 2025 - 17:57

La jornada de descanso del Tour de Francia también forma parte de la propia guerra. Aparcado el pelotón este lunes en sus cuarteles generales, todos en los alrededores de Montpellier, es momento de repasar el estado de la tropa y de mirar lo que viene, que no es poco: el martes, el Mont Ventoux. Jueves y viernes, los Alpes. También es tiempo de batalla psicológica, de recados al adversario. Visma Lease a Bike y UAE Team Emirates no han dejado de hacerlo.

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El primero en disparar este lunes fue Jonas Vingegaard, quien en su comparecencia ante los medios no dudó en advertir que no tira la toalla, pese a que su distancia con respecto a Tadej Pogacar en la general es ya de más de cuatro minutos. "Es una gran diferencia, pero mi punto fuerte es la tercera semana", advirtió el danés, mirando de reojo algunos precedentes. Tanto en 2022 (Granon) como en 2023 (col de la Loze), los Alpes y sus jornadas maratonianas fueron sus aliados. No así el año pasado.

El Visma tiene un plan. Siempre lo tuvo y siempre fue la última semana. Otra cosa es que pueda llevarlo a cabo, porque la fortaleza de Pogacar asusta. "Estoy preparado para la lucha contra todos, especialmente contra Jonas", respondió después el esloveno, que habló de seguir concentrado y de confiar en sí mismo, como hasta ahora. Y que tiene un par de cuentas por saldar, empezando por el Mont Ventoux (15,7 kilómetros al 8,7%). En el gigante de la Provenza, en 2021, el esloveno fue incapaz de seguir la rueda de un Vingegaard que dejó su primera gran exhibición, avisando de lo que venía. Bien es cierto que luego lo atrapó en la bajada.

Jonas dejó otra frase interesante que habla de sus ambiciones: "Estoy dispuesto a sacrificar mi segundo puesto para intentar ganar". Porque, no muy lejos de él y luciendo una plenitud que asombra, acude el joven alemán Florian Lipowitz. "Tenemos que atacar, intentar algo. Perdí tiempo en dos días malos, pero sé que mi nivel real es mucho mejor, lo que me ayuda a mantener la fe en mí mismo", pronunció el danés.

La amenaza de uno y la seguridad del otro. La lucha eterna, esta vez con Pogacar como claro dominador. "Tengo confianza en mí mismo.Seguro que Jonas también, porque está en buena forma. Lo vimos en la contrarreloj y en la etapa a Superbagnères. Tendré que mantener la concentración cada día. Dormir bien, comer bien. Y mantener el ánimo que tenemos con el equipo. Va a ser difícil, pase lo que pase", razonó el líder.

De dislocarse el hombro a celebrar su no victoria, el día más surrealista de Alaphilippe: “Como un idiota”

Actualizado Domingo, 20 julio 2025 - 23:10

En la meta de la medieval Carcassonne, Tadej Pogacar entró sonriente y feliz tras conocer que Tim Wellens -no sólo su gregario, también uno de sus más cercanos en el UAE Emirates- había conseguido una extraordinaria victoria en solitario tras atacar antes del descenso (aunque Quinn Simmons, uno de sus compañeros de fuga, le acusara de haberse ayudado del rebufo de una moto para abrir hueco). El belga no fue el único, sin embargo, que entró con los brazos arriba. La anécdota de la jornada la protagonizó todo un veterano, para escarnio francés. Julian Alaphilippe, día para olvidar, festejó con rabia lo que no era.

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"Por desgracia, mi radio no funcionaba después de la caída. Intenté hacer el mejor sprint y, como un idiota, levanté las manos mientras había otros delante (Campenaerts había sido segundo). Podría haber terminado mejor, pero también podría haberme ido a casa, así que no pasa nada", confesó Loulou, ídolo de masas en el Tour.

La cosa había empezado realmente torcida para el del Tudor, que al poco de salir desde Muret se vio implicado en una caída en la que se le dislocó el hombro derecho. Sentado con las piernas cruzadas en mitad de la carretera, aturdido, fue atendido por el equipo médico y al poco regresó al pelotón. Según admitió después, él mismo había colocado su articulación: "Recordé lo que me habían hecho en el hospital y logré recomponerlo".

Alaphilippe, tras su caída.

Alaphilippe, tras su caída.LOIC VENANCEAFP

"Hizo un clic fuerte y todo volvió a la normalidad. Después, fue una contrarreloj para remontar". Julian siguió batallando como de costumbre y logró meterse en la numerosísima fuga que hizo camino. Después se quedó cortado y, finalmente, ya en los últimos kilómetros, enlazaron con el grupo en el que iban los españoles Carlos Rodríguez e Iván Romeo. Alaphilippe pensó que nadie más había por delante y, sin radio, nadie le avisó. Esprintó con su infinita clase y superó a un ojiplático Van Aert y a su compatriota Axel Laurence. Y alzó los brazos con rabia. Pensaba que había conseguido su séptima victoria de etapa en el Tour, menudo broche a sus 33 años. Pero no.

No es el primer ciclista al que le ocurre algo parecido. Ni siquiera a él mismo, que ya en 2020 levantó los brazos en la Lieja-Bastoña-Lieja, sin darse cuenta de que Primoz Roglic le había superado en la línea de meta.

Ni etapas, ni podio, ni la montaña... las razones del inmenso vacío español en el Tour: "Nos toca una época en la que es súper complicado"

Ni etapas, ni podio, ni la montaña… las razones del inmenso vacío español en el Tour: “Nos toca una época en la que es súper complicado”

La etapa entre Muret y Carcassone fue un buen síntoma de la frustración permanente del ciclismo español, del querer y no poder del que otrora era la envidia del resto, ahora relegado a las migajas. Carlos Rodríguez no pudo intentarlo con más ahínco y ambición en la fuga del día. Fue protagonista total, sumando su esfuerzo al de la jornada anterior camino de Superbagnères (donde ganó su compañero Thymen Arensman), pero cada vez que había una selección, el granadino perdía comba.

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Algo parecido a Iván Romeo, "etapa marcada", sacrificio suyo y de todo el Movistar que acabó en las lágrimas del prometedor ciclista en meta, en la escapada pero lejos de la victoria. "Era un día para mí, pero fui siempre a contrapié. Terminar el 14º no es lo que quería. Tengo mucha rabia dentro porque había piernas para estar más adelante", se sinceró.

Rodríguez finalmente sacó un buen pellizco de ventaja para la general (« no era lo principal»), en la que ascendió a la novena plaza. Las migajas. No quebró ninguna de las maldiciones que persiguen a los nacionales en el Tour. Precisamente él fue el último en alzar los brazos, 42 etapas atrás, brillante en Morzine 2023, donde hizo lo que casi nadie, sorprender a Pogacar y Vingegaard. Ese mismo año, días antes, Pello Bilbao había roto una racha que había puesto alarmantemente el contador de la sequía en 100. Otro dato para reflexionar: España no se queda sin al menos un top cinco en las primeras 15 etapas desde 1980. Para encontrar otro caso similar, hay que remontarse a 1950.

Y más. En lo que llevamos de siglo, España sólo se ha quedado una vez sin representación en el top 10 final del Tour. Fue en 2022, cuando Luis León Sánchez sólo pudo ser 13º a casi 50 minutos de Vingegaard.

Rodríguez, que habló de sus «mejores sensaciones» y de «seguir intentándolo», y Enric Mas, son los señalados. Por contrato, por talento y por galones. Ambos amanecieron mirando a la general y ambos han acabado pensando en otra cosa. Una escapada, una etapa que alivie las críticas. Mientras que el del Ineos admite ir a más, el balear, con tres podios de la Vuelta en su palmarés, parece bloqueado mentalmente con el Tour, en el que ya cumple siete participaciones (quinto en 2020 y sexto en 2021). «Cuando vienes a intentar hacer la general y tienes la mala suerte, por llamarlo de alguna manera, de salir de esa clasificación, asimilarlo cuesta un par de días», analiza su director José Joaquín Rojas después de la decepción de las jornadas alpinas. «Es más psicológico que físico, es más mental que otra cosa. Tiene que pasar el duelo. En los Alpes veremos al Enric de siempre», augura.

Carlos Rodríguez, en el Tour.

Carlos Rodríguez, en el Tour.CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

Rojas, que presenció bien de cerca los éxitos de su inseparable Valverde, de Contador y Purito, cuando ganar era norma, es consciente de la presión sobre el ciclismo español. Que no gana un Tour desde 2009 (Contador, el último en vestir de amarillo también), que no pisa un podio desde 2015 (Valverde), pero que tampoco lucha por la Montaña (el último fue Samuel Sánchez, en 2011) o por la Regularidad (Freire en 2008). Rojas se ciñe al Movistar, un equipo que no se lleva una etapa desde Nairo Quintana en Valloire, en 2019. «No nos sentimos presionados. Somos un equipo de la mitad de la tabla para atrás en cuanto a presupuesto y no se pueden hacer muchas maravillas. Cualquiera del UAE estaría en el podio. Nosotros con lo que tenemos estamos satisfechos. Sabemos cuáles son nuestras posibilidades», confiesa.

Esta vez fueron 10 los españoles de inicio, cada uno con diferentes misiones. Por suerte, ninguno ha tenido que retirarse. Marc Soler brilla en su preciada labor de sombra de Pogacar. Los jóvenes Iván Romeo y Pablo Castrillo se divierten (y sufren) en su debut. Ion Izagirre (que también ganó etapa en aquella edición de 2023) y Alex Aranburu, compañeros en el Cofidis, pasan desapercibidos. García Cortina y su espíritu disfrutón cumple en su labor de protección y apunta a jornadas más propicias: «En la tercera semana hay un par de etapas que me gustan y también habrá más fatiga en todo el mundo. Ojalá».

Luego está la pareja del Arkea, dos tipos bajo el radar que están rindiendo. Pues ambos, Cristián Rodríguez y Raúl García Pierna, tienen la misión de proteger a la esperanza francesa, Kevin Vauquelin. El almeriense es el segundo mejor español en la general (19º), espoleado por el fin de su contrato en el equipo galo. «Para mis aspiraciones personales no es el momento. Con la edad y la experiencia que tengo, me gusta más trabajar para un compañero así, que hace buenos resultados. Que por ejemplo, ser el 15 de la general, que podría», confiesa en EL MUNDO quien pronto tuvo que buscarse la vida fuera de España. «Fue lo mejor que pude hacer. En Francia estoy súper bien y no sé si volveré, porque se me valora más. Cuando voy a España siempre me piden más, no me valoran lo que hago. Es un poco raro», protesta.

A su lado, también de rojo Arkea (aunque el año que viene le espera el Movistar), la sonrisa inseparable de García Pierna, estirpe de ciclistas (su padre es Félix García Casas, su hermano Carlos corre en el Caja Rural). El año pasado fue su debut, este vuela con sensaciones estupendas. «Me noto mejorado y tengo más interiorizado el ritmo de carrera», admite, brillante en los Pirineos (12º en Hautacam, 26º en Superbagnères).

«El ciclismo ha subido a niveles estratosféricos con Pogacar, Van der Poel y todos estos genios. Es una época gloriosa y es súper difícil. Tuvimos la suerte de tener a Contador, a Valverde a Purito. Antes a Indurain, a Perico. Ahora hay jóvenes con talento que no están para ganar el Tour pero sí para hacer cosas grandes. Hay que seguir insistiendo con la cantera», concluye con el análisis Rojas. "Nos toca una época en la que es súper complicado conseguir victorias y luchar por algo, pero a la vez estás compartiendo pelotón con el que quizá sea el mejor de la historia y hay que saber disfrutarlo también", añade García Cortina.

Pogacar no deja de sonreír: su gregario Tim Wellens vence en solitario en Carcassonne

Actualizado Domingo, 20 julio 2025 - 17:30

Como si siempre avanzara con el viento a favor, como si el Tour de Francia fuera para él una fiesta permanente. Atrás ya, casi enterrados en el olvido, los desvelos de 2022 y 2023, Tadej Pogacar sólo disfruta. O gana o deja ganar. Camino de Carcassonne, calma antes de la calma del día de descanso y todo lo que vendrá después (Mont Ventoux, Alpes...), el líder se dio el gustazo de comprobar cómo se imponía uno de sus más fieles pretorianos. Tim Wellens, vaya lujo de gregario, aprovechó la jornada de permiso y se llevó un triunfo de poderío. [Narración y clasificaciones]

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Hizo la fuga de la fuga, un clasicómano de quilates, experiencia de años y años en el pelotón para no dejar pasar la oportunidad de una vida, su quinto triunfo parcial en una grande, dos en el Giro y dos en la Vuelta (ambas en 2020). Pero no hay nada como el Tour, donde se estrenó en solitario. Y eso que los que acompañaban a Wellens eran tigres como Storer, Campenaerts o Simmons, petrificados todos cuando antes del descenso infinito hacia la medieval Carcassonne el belga se anticipó con uno de esos ataques de no mirar atrás. Llegó con minuto y medio de ventaja.

Campenaerts, otro belga, fue segundo, anticipándose a los perseguidores. Y Carlos Rodríguez e Iván Romeo, que se dio el gustazo de remontar junto a Van Aert, llegaron en el segundo grupo.

Es la victoria 65 ya del UAE Emirates en lo que va de año. Inmisericordes en busca del récord del HTC Columbia de 2009, 85 con los velocistas Greipel y Cavendish.

Tras la tortura del tríptico pirenaico y justo antes del alivio de la jornada de descanso en Montpellier, el Tour afrontaba una nerviosa etapa desde Murat. Que pronto cumplió las expectativas, las de tipos hambrientos en busca de las pocas migajas que deja Tadej Pogacar. En los primeros kilómetros llanos, mientras se sucedían los ataques como si de un avispero agitado se tratara, una caída aumentó más la locura.

Porque en ella estuvo implicado Florian Lipowitz, el joven alemán, ex biatleta, que ha puesto todas sus cartas en el podio de París. Y también se quedó cortado Jonas Vingegaard, entre otros. Pogacar intentó calmar los ánimos, pero Van der Poel quería rock and roll.

Carlos Rodríguez, comandando la escapada del día camino de Carcassonne.

Carlos Rodríguez, comandando la escapada del día camino de Carcassonne.CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

Los rezagados lograron volver y de nuevo el tiroteo. Que no iba a cesar hasta que llegaran las tres cotas del día, especialmente la última, el muro de Pas du Sant, tres kilómetros por encima del 10% de desnivel, seguidos de un falso llano tortuoso de asfalto roto. Todo eso a 50 kilómetros de meta.

Troceados en pequeños grupúsculos, hasta 30 escapados lograron sobrevivir a las dos primeras subidas. Y un grupo de siete que luego fue de nueve se anticipó a la jugada. Entre ellos, siempre atentísimo, valiente, con más ganas que fuerza, Carlos Rodríguez. Ellos iban a ser los elegidos, incluso tras volver a saltar por los aires en el muro con el ataque de Storer. Y el latigazo de Wellens antes del larguísimo descenso. Siempre el granadino sufría y perdía comba y finalmente se le marchó la oportunidad. Al menos, la etapa le sirvió para pellizcar terreno en la general, donde asaltó el noveno puesto de Ben Healy, que puso a tirar al Education First cuando la ventaja con el pelotón superó los seis minutos.

El miedo de Pogacar en el Tourmalet y otro récord imposible a su alcance: “El Tour me trae a los lugares donde peor lo he pasado. Estoy impaciente”

Actualizado Sábado, 19 julio 2025 - 23:02

"Gracias por no lanzar el ataque desde abajo. Cuando escuché lo de los tres minutos, pensé que no sería suficiente". Thymen Arensman acaba de lograr la victoria de su vida en Superbagnères, un corredor cinco estrellas que nunca cumplió todas las expectativas pero que ahora, sentado a la vera de Tadej Pogacar en el podio, le pide un selfie y le agradece su clemencia.

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La suficiencia del esloveno es tal que el Tour de Francia escapa de los Pirineos no cuestionándose quién lo ganará, más bien intentando colocar a Pogacar en la historia, especulando hasta dónde puede llegar, qué no podrá conseguir de lo que se proponga. Tras la enésima exhibición en la cronoescalada de Peyregudes del viernes, cuarto triunfo parcial en 13 etapas disputadas, L'Equipe directamente se preguntaba si el esloveno alcanzaría el récord de ocho en una misma edición logrado por Charles Pélissier en 1930, Freddy Maertens en 1976 y Eddy Merckx en el 70 y el 74.

El tríptico pirenaico, tres de tres (¿quién fue el último que ganó tres etapas seguidas de montaña?), era demasiado goloso, otro alarde más. A por él pudo acudir Pogacar, tan poderoso después cuando Jonas Vingegaard le probó -«esperaba que Tadej atacara en la última subida. Luego me di cuenta de que no era el caso. Así que decidí ir a por todas», admitió el danés-, cuando Arensman, bravísimo ganador después, afrontaba Superbagnères con tres minutos de diferencia y una paliza en sus piernas. Podría haber pedido un punto más a Marc Soler o gas a Jonathan Narváez, como en Hautacam, y haberse lanzado a otra gesta. Pero Pogacar esta vez optó por contradecir su instinto, por «defender el amarillo, por no atacar».

«Jonas ha estado realmente bien. En realidad, esperaba que atacara un poco antes», aseguró el esloveno, que amagó con el contraataque, pero se dio cuenta de que sus piernas no estaban esta vez para demasiadas fiestas. «Por eso he optado por controlar la etapa, mantenerme a su rueda y esperar al sprint final. Éste es probablemente el día de Pirineos en que le he visto más fuerte. Estoy seguro de que seguirá atacándome en los Alpes», anticipó.

Quizá también en su mente daban vueltas las reflexiones del día anterior, cuando fue cuestionado por eso de dejar algo a los demás, por la imagen que puede labrarse en un pelotón quien arrasa sin compasión. Y él razonó, como en otras ocasiones, que cómo iba a hacer eso a sus compañeros del UAE Emirates que se dejan la piel por él, que cómo no iba a pelear por un triunfo «si se presenta la oportunidad», y que eso de los amigos y los enemigos, cuando acabe su carrera, «probablemente ya no hable con el 99% del pelotón».

Pero el deporte profesional pocas veces entiende de magnanimidad y tipos como Miguel Indurain quedan pocos. Lo de ayer desde Pau fue cuestión más de precaución. «De mantenerse seguros. Estábamos asustados cuando bajábamos el Tourmalet con la niebla cerrada. Apenas se veía la carretera, 20 metros delante...», confesaba Tadej, que se acercó con honor y cariño a tender la mano al vencedor Arensman cuando el neerlandés estaba tendido en el asfalto completamente exhausto. «No he venido a hacer enemigos...». Y realmente no se percibe en el pelotón ningún síntoma de odio contra quien lo domina.

Pogacar, por delante de Vingegaard en Superbagnères.

Pogacar, por delante de Vingegaard en Superbagnères.Thibault CamusAP

Pogacar, pese a la tregua del sábado y la que el domingo camino de Carcassone también se dará, seguirá teniendo oportunidades de ampliar su palmarés de victorias parciales mientras asegura su cuarto Tour (ya aventaja a Vingegaard en 4:13). La próxima, que sería la quinta (el año pasado estableció su récord, con seis, las tres últimas seguidas), será el martes en Mont Ventoux, cima mítica, etapa monopuerto ideal para un ataque definitivo. Allí pusieron su nombre Bobet, Charly Gaul, Poulidor, Julio Jiménez, Merckx, Thevenet, Pantani, Froome... Apetecible. Y todavía con dos de alta montaña por delante en los Alpes (la venganza de La Loze...) y la última en París, que este año introduce la novedad de Montmartre que seguramente eliminará a los sprinters. "Parece que este año el Tour ha querido traerme a los lugares donde peor lo he pasado. Hautacam, el Ventoux, el Col de la Loze, donde exploté en 2022. Son tres puertos que me gustan y estoy impaciente por volver a subirlos", amenaza.

Pogacar amontona ya 21 victorias de etapa en el Tour, algo que a su edad, 26 años, sólo habían logrado Merckxs y el velocista Mark Cavendish, y 30 en grandes vueltas (el Caníbal sumó 64 en toda su carrera). Y se le intuye tanta cuerda que, cuando ayer le preguntaron en la televisión francesa por la candidatura de su país, Eslovenia, de acoger la salida del Tour de 2029, cuando él ya tenga 30, se mostró realmente ilusionado. . "Siempre he tenido un poco de envidia de los ciclistas franceses que pasan por sus pueblos o ciudades de origen. Espero que en 2029 todavía esté en la bicicleta, al inicio de ese Tour. Sería un sueño", expresó.

Pogacar da tregua, aguanta los ataques de Vingegaard y Arensman pone su sello en Superbagnères

Actualizado Sábado, 19 julio 2025 - 17:30

La noticia en Superbagnères, donde el Tour regresaba 39 años después, -memorias de aquellas batallas ya a color, con Hinault, Lemond y Fignon como protagonistas; del último triunfo, el de Robert Millar en 1989 por delante de Perico Delgado...-, es que Tadej Pogacar no ganó. Concedió tregua el tirano del Tour, permitió el UAE una fuga, de la que el más fuerte y el más bravo, Thymen Arensman, se llevó un triunfo bajo la niebla de los que queda para siempre. [Narración y clasificaciones]

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El líder se limitó a observar esta vez, a ignorar su hambre voraz, a poner pausa a la historia, a apenas marcar con una suficiencia demoledora los intentos de Jonas Vingegaard. El danés, inquieto en la calma de los favoritos, olvidó humillaciones previas y lo probó justo en el momento que cruzaba por debajo de la pancarta de cuatro kilómetros para la cima, con no demasiado que perder. Consiguió marcharse en pareja con Pogacar y se respetaron, apenas un par de acelerones cada uno, el último, con el que el esloveno le rebasó en meta para otro bocadito a su ventaja en la general, que ya se dispara a 4:13.

Por detrás de ellos, no demasiado lejos, Felix Gall y un Florian Lipowitz que asalta el podio por méritos propios y también por el abandono de Remco Evenepoel en las primeras rampas del Tourmalet, la otra noticia del día. Carlos Rodríguez, que ayudó a su compañero en la escapada y que se mostró combativo toda la jornada, asciende al Top 10, objetivo de mínimos, y recupera sensaciones, más importante.

En el tercer día en los Pirineos se marchó el sol y llegó el otoño, niebla y llovizna para refrescar el ambiente y hacer los descensos cautelosos. El sábado venía marcado por los dos recitales previos de Pogacar, dos mazazos que dejaron al Tour boquiabierto. Y por sus palabras tras la crono en Peyragudes, cuando fue cuestionado por su carácter insaciable, tres etapas ya en su zurrón en la presente edición. Algo así como no estoy aquí para hacer amigos en el pelotón: "Esto es el Tour. No puedes aflojar si se te presenta una oportunidad de pelear por un triunfo de etapa. Nunca sabes cuándo va a ser tu último", aseguró, poniendo en valor el trabajo de su equipo.

Pogacar, al llegar a la cima.

Pogacar, al llegar a la cima.MARCO BERTORELLOAFP

Desde la salida de Pau se intuía oportunidad para la fuga, para escaladores, y a ello se afanaban en el bus del Movistar por la mañana, conscientes de que la actuación de su líder Enric Mas necesitaba mostrar algo más. Atentos estuvieron de inicio, con hasta cinco hombres en los primeros vaivenes, los que ya no resistió Evenepoel, los que acabaron también con Skeljmose tras una caída.

Y tres Movistar, Einer Rubio, Muhlberger y el propio Mas estaban en la escapada que hizo camino, donde también buscaba puntos para la Montaña el bravo Lenny Martinez (puso su nombre en solitario en la cumbre del Tourmalet), pero también Sepp Kuss y Simon Yates por el Visma y Arensman y Carlos Rodríguez por el Ineos. Sin embargo, pronto el balear confirmó que no está para demasiado.

Fue en el Peyresourde donde Arensman, en cuyo palmarés lucía la etapa en la Vuelta de 2022 en Sierra Nevada, inició su ofensiva. La que le iba a llevar a la gloria, un fuori classe que nunca mostró en las generales lo que prometía. Su esfuerzo desde ahí hasta la estación de esquí de Superbagnères fue extraordinario, manteniendo las distancias con un grupo de favoritos en calma, con el ritmo de Marc Soler primero y Narvaez y Adam Yates después, hasta que Vingegaard intentó lo que parece imposible. Le honra, al menos.

Remco Evenepoel abandona en el Tourmalet y abre la lucha por el podio

Actualizado Sábado, 19 julio 2025 - 14:51

Las sensaciones para el campeón olímpico no podían ser peores. Se había chocado Remco Evenepoel con los Pirineos como si fueran un muro. El jueves, camino de Hautacam, ya perdió comba en las primeras rampas del Soulor. En la cronoescalada del viernes en Peyragudes fue incluso doblado por Jonas Vingegaard. Llegó desencajado. El sábado, bajo la lluvia fina y la lluvia de las primeras rampas del Tourmalet, el belga ha dicho basta.

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Tercero en la pasada edición en su debut en el Tour y claro aspirante a escoltar a Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard en el podio de París de nuevo, Remco se ha retirado después de sus malísimas prestaciones. "No he tenido las piernas que hubiera querido. Todo ha ido bien en la parte llana pero, después de tres o cuatro minutos de subida, me he sentido vacío. No encuentro explicación", adelantaba en el altiplano de Peyragudes tras una horrible contrarreloj en la que perdió casi tres minutos con Pogacar.

Tras la salida de Pau, el belga, que se marcha de su segundo Tour con la victoria parcial en la crono de Caen (en la que aventajó a Pogacar en 16 segundos), perdió comba con el pelotón principal, donde ya se desataban las escaramuzas. Acompañado en primera instancia por su compañero en el Soudal Pascal Eenkhoorn, pronto se quedó en solitario y decidió bajarse de la bici después de un bonito gesto entregándole su bidón a un pequeño aficionado.

Dice adiós marchando tercero en la general y como líder de la clasificación de jóvenes. Un puesto de honor en el podio para el que ahora se abre la lista de aspirantes. Desde el poderoso Florian Lipowitz a su compañero Primoz Roglic, que mostró ya muy buenas sensaciones en Peyragudes. Vauquelin y Onley están también muy bien situados. Mucho mejor que cualquier español, pues tanto Carlos Rodríguez como Enric Más parecen más centrados ya en buscar una victoria de etapa. Los primeros kilómetros de la tercera etapa alpina también dejaron el abandono de otro de los mejores escaladores. Mathias Skeljmose dijo adiós tras una caída.