Deuda saldada con la historia, tres años después. El británico Tom Pidcock se proclamó este domingo vencedor de la clásica Amstel Gold Race, una carrera que en 2021 le proporcionó un enorme disgusto, cuando la foto finish le privó del triunfo en favor de Wout van Aert. El polivalente corredor del Ineos se impuso en el sprint al suizo Marc Hirschi y al belga Tiejs Benoot en una cita en la que Van der Poel estuvo por debajo de las expectativas.
El neerlandés, vencedor en París-Roubaix y Tour de Flandes, corrió siempre en cabeza del pelotón, pero nunca amagó con esos ataques que encandilan al público. Todos estaban pendientes de un arreón desde larga distancia del líder del Alpecin, pero al comprobar que prefería reservar fuerzas, sus enemigos le retaron con una ofensiva a falta de 28 kilómetros para la meta. Entre los desafiantes estaban los españoles Pello Bilbao y Roger Adriá (espléndidos ambos), Pidcock, Vansevenant, Honoré y Maduas.
La iniciativa de la docena de corredores fugados apenas tuvo respuesta por un pelotón en el que viajaban, entre otros, Van der Poel y Juan Ayuso. El español, que sufrió una caída, pasó desapercibido en la clásica neerlandesa, patrocinada por una marca de cervezas, que constó de 253,6 kilómetros, con salida en Maastrich y llegada a Valkenburg. Fue la primera participación del chaval del UAE en una prueba de desgaste y eliminación, con el ascenso a 33 cotas y tránsito por estrechas carreteras de la comarca de Limburgo. Extensas praderas y bosques arroparon a un pelotón que apenas atesoró momentos de tregua. Todos avanzaron con la orejas tiesas, con el peligro constante de de rotondas y curvas cerradas.
Muy activo estuvo Pello Bilbao, que venía de firmar una notable participación en la Vuelta al País Vasco. Salió al corte en varias ocasiones, pero al final no pudo meterse en el grupo de Pidcock. Otra misión imposible para los españoles en la comarca de Limburgo. La Amstel Gold Race siempre ha sido adversa. En sus 58 ediciones sólo Alejandro Valverde (segundo en 2015 y 2013 y tercero en 2008) y Purito Rodríguez (segundo en 2011) consiguieron subir al podio. En el Mundial de Valkenburg de 2012 cerró Freire su ciclo mundialista, en esa edición Valverde fue tercero (fue superado por Gilbert y Boasson Hagen) tras un polémico ascenso al Cauberg, en el que Freire se sintió desprotegido.
La Amstel Gold Race fue el inicio de la recta final con las clásicas de primavera y la primera cita con el tríptico de las Ardenas, la siguientes serán este miércoles, con la disputa de la Flecha Valona y su empinado final en el Muro de Huy, y el domingo, con la interminable sucesión de cotas de la Lieja-Bastoña-Lieja.
El mejor mecánico del mundo empezó a trabajar a los nueve años. Acudía todos los días al taller, sólo paraba los domingos, a las 12 del mediodía, para ir a misa. Alejandro Torralbo (Villanueva de Córdoba, 1962) creció entre arandelas, alicates, tuercas y lubricantes de cadenas. «Salía corriendo de la escuela de mi pueblo y me iba a ayudar a mi tío, que tenía un local de reparación de bicis y motos. Allí estaba siempre, incluidos los fines de semana; de eso hace más de 50 años. Aquellos tiempos nada tienen que ver con los de ahora», advierte el técnico de UAE, formación liderada por Tadej Pogacar y Juan Ayuso.
El álbum de Torralbo es un tesoro, con fotos de Indurain, Rominger, Olano, Ullrich, Juan Fernández, Chava Jiménez, Valverde, Contador, Sastre, Sagan, Basso... También hay recuerdos de su paso por los equipos Clas, Mapei, Banesto, Festina, Coast, Bianchi, Cervélo, CSC, Saxo Bank, Tinkoff o Katusha. Desde hace cuatro años trabaja para el UAE. Ha cubierto 43 Vueltas a España, 28 Tours de Francia y 24 Giros de Italia. Es un fijo de la selección española, ha sido testigo directo de tres Juegos Olímpicos (Atlanta, Londres y Río) y de 29 campeonatos del mundo. Por sus manos pasaron las bicicletas de los campeones Olano, Freire y Valverde.
«Comencé en el ciclismo a los 16 años, con Miguel Moreno, primo de mi madre, que era director del equipo Peña Manzaneque. En mi casa no querían que siendo tan pequeño estuviera por ahí con los ciclistas, pero al final me dejaron salir. En 1980 me fui a la Vuelta a España con el equipo Chocolates Hueso. Luego me llamó José Manuel Fuente, Tarangu, para el equipo Clas y desde ahí hasta ahora. Al principio trabajaba a diario, sólo descansaba el domingo para ir a misa. Creo me equivoqué, tenía que haber estudiado. Empecé BUP y lo dejé por las bicis. Llevo en este mundillo desde siempre... Es lo que hay», dice.
Torralbo, con Olano.T. Torralbo
Y lo que hay es un cúmulo de vivencias impagables. A sus 61 años es un emblema del ciclismo. En Facebock han creado la página Fans de Alejandro Torralbo. «Eso es cosa de unos gallegos que me quieren mucho. Ellos aseguran que soy el mejor mecánico del mundo, pero yo no soy el mejor, solo soy el más viejo», incide el técnico que vive en La Fresneda (Asturias).
Torralbo asegura que ahora el ciclismo es menos familiar: «Antes te ocupabas de la limpieza de las bicis, de la puesta a punto, de la presión de las ruedas, de la altura del sillín, etc. Ahora todo es diferente, trabajamos con los biomecánicos que te aconsejan en el uso de manillares, bielas, retroceso... Los mecánicos españoles siempre teníamos buen cartel, pero ahora los fabricantes nos miran de reojo, porque dicen que nosotros reparamos todo, no como otros, que cuando una pieza se rompe la tiran y buscan otra nueva. En el UAE hay más de 100 personas, con gente de 22 países, es como una empresa. Somos 11 mecánicos, parecen muchos, pero no es así, porque, a veces, hay dos carreras por semana y, además, tenemos que preparar el material en un centro que el equipo tiene cerca de Milán».
Torralbo, Torrontegui y Rominger.A. Torralbo
Ahora, todo está medido y planificado para obtener el máximo rendimiento. Una labor que ha situado al UAE en la cima. «Pogacar es un fenómeno. Nunca he conocido a nadie igual. Él dice una cosa y la hace. Trabajo con él desde 2021. Está muy pendiente del mantenimiento, pregunta por la presión de las ruedas, por los desarrollos... Es un campeón en todos los aspectos, tanto dentro como fuera de la carretera. El año pasado estuve con él en Tirreno-Adriático, París-Niza, Strade Bianche y Tour de Francia. Hicimos la última Volta a Catalunya y le acompañaré en la concentración de Sierra Nevada», señala.
El mecánico andaluz también valora la gran progresión de Ayuso. «Juan es muy completo. Recuerdo que la primera vez que coincidí con él me sorprendió que llevara las manetas de la bici hacia dentro y para abajo. Yo le decía que no entendía porqué las llevaba así, pero él me contestaba: ''Así tengo cinco vatios menos por la aerodinámica''. Ahora la UCI ha cambiado las normas y no permiten que se inclinen más de 10 grados. Ayuso no ha sido el primero en meter las palancas, recuerdo que Sastre ya lo hacía. Ayuso está pendiente de todos los avances, se preocupa de la mecánica y de la nutrición para mejorar».
En sus 45 años en el ciclismo ha presenciado historias de todos los colores, éxitos grandiosos, escándalos de tramposos y hasta el denominado dopaje mecánico. «Eso del motor escondido en las bicis no lo he visto. No es cierto, es un invento. Me acuerdo que en una ocasión decían que Lance Armstrong había utilizado un motor en una cronoescalada en Alpe d'Huez. Yo no estaba en su equipo, pero pude ver que su bici ni siquiera pesaba 6,8 kilos, que era lo permitido. Los mecánicos tuvieron que poner unas placas para llegar a ese peso. Si hubiera utilizado un motor, su bici pesaría más»..
Con Alejandro ValverdeA. Torralbo
Torralbo, que ha conocido a lo más granado del pelotón de las últimas cuatro décadas, tiene especial cariño a Olano, Tony Rominger y Carlos Sastre. «Con Abraham me entendía muy bien, él venía de la pista y eso se notaba en los aspectos técnicos. Estuve con él en el Mundial de Duitama, en 1995, el que ganó con la rueda pinchada. Todavía mantenemos contacto. Tony presentaba dos caras, como corredor tenía una mentalidad suiza, pero fuera de la carrera era muy atento, le encantaba correr con lluvia. Con Carlos tengo una gran relación, tiene muchos valores, es una persona acojonante, siempre ha estado muy atento con mi familia. En mi casa guardo una bicicleta suya. Su triunfo en el Tour ha sido lo más guapo que me ha pasado en el ciclismo. Casi nadie creía que podía ganar un Tour, pero lo ganó. Puedo presumir de haber inflado las ruedas de su bici», bromea.
El técnico cordobés también destaca la profesionalidad de Contador. «Con Alberto coincidí en el Saxo Bank. Se preocupaba de todos los detalles, de cómo mejorar la aerodinámica y aumentar la velocidad. Sabía mucho de mecánica y se interesaba hasta por las cintas del manillar. Era como un piloto de motos. Si en los entrenamientos escuchaba un ruido raro de la bicicleta me lo contaba para solucionarlo. El ciclismo era y es su pasión. Para mí, Alberto es un ejemplo».
La empatía de Contador contrastaba con la frialdad de Jan UIllrich: «Estuve con él en 2003, en el equipo Bianchi, que heredó la estructura del Coast de Juan Fernández. Era un corredor que hablaba poco, un tanque».
Torralbo sólo coincidió con Indurain en los Mundiales, llegó al Banesto por petición propia de Abraham Olano, cuando el navarro ya se había retirado. «Estaba con Miguel sólo una semana al año, con la selección, el resto del tiempo era nuestro rival. Es buena gente y de eso te das cuenta nada más verlo. Proviene de una familia trabajadora y eso se nota en su capacidad de sacrificio. Recuerdo que no le gustaba mucho el manillar de las bicis de contrarreloj», señala.
El corredor más singular con el que ha trabajado fue José María Jiménez: «Chava era capaz de lo mejor y de lo peor. Cuando me decía: ''Alejandro, mañana ponme las ruedas voladoras'', ya sabía que iba haber tarde toros. Era un genio. El Curro Romero del ciclismo. Cuando estaba bien no había nadie que lo parara. Yo le decía que era un escalador con un cuerpazo de rodador. No podía con las contrarrelojes, yo le ponía un manillar de cabra, pero él me insistía en que se lo quitara porque para lo que iba hacer no le merecía la pena».
Alejandro Torralbo, el incomparable mecánico de manos prodigiosas.
De la imagen terrible de Jonas Vingegaard tumbado en posición fetal en la cuneta, inmóvil durante minutos y abandonando después en camilla, con collarín y entubado la curva maldita de la cuarta etapa de la Vuelta al País Vasco, se pasó rápidamente al alivio con el primer parte médico: pese a la espeluznante caída, 'sólo' presentaba una rotura de clavícula y algunas costillas.
Pero la situación para el ganador de los dos últimos Tours de Francia tampoco es tan optimista para su futuro deportivo a corto plazo. Ingresado en el Hospital Universitario de Araba (Vitoria), al día siguiente las pruebas médicas descubrieron un neumotórax (fugas de aire en el espacio entre los pulmones y la pared torácica). A falta de menos de tres meses para el arranque de la Grande Boucle en Florencia y tras ser pasar por el quirófano, todos está en el aire para el danés.
Este mismo lunes, Merijn Zeeman, director deportivo del Visma Lease a Bike, hizo una actualización del estado de salud de Vingegaard en declaraciones a Het Nieuwsblad tras haber hablado directamente con Trine Marie Hansen, la esposa de Jonas. "Cada día está relativamente mejor, pero todavía está en el hospital. Eso dice suficiente. Por el momento, Jonas no piensa en si llegará al Tour o no", aseguró.
"Jonas seguramente se perderá el training camp en altitud en Sierra Nevada que íbamos a realizar a partir del 6 de mayo. Si va al Tour, tendremos que hacerlo por una ruta diferente. Si no funciona, tendremos que idear un escenario diferente. Sólo irá al Tour si está al 100%", señaló Zeeman. El calendario de Jonas, además de la concentración en Sierra Nevada, incluía su participación en el Criterium du Dauphiné (del 2 al 9 de junio), que ya ganó el año pasado. De momento, nada es seguro.
El director deportivo del Visma también habló sobre su otra estrella herida. Wout Van Aert, ausente en las clásicas de primavera tras la caída en la A través de Flandes en la que se rompió la clavícula, también está de momento lejos de la bicicleta. En el caso del belga, en sus planes estaba su debut en el Giro de Italia. "Está empezando a quedar muy poco tiempo para Wout y el Giro. Esta semana esperamos comprender mejor lo que será posible y lo que no", aseguró Zeeman. "Una cosa está clara. Si empieza en el Giro será al 100%. No envías a un ciclista a una gran vuelta sólo para seguir adelante".
''Esta carrera es una mierda, pero volveré para ganarla''. Bernard Hinault definió como nadie las sensaciones de frustración, masoquismo y venganza que genera la prueba más tremenda. El infierno adoquinado de la París-Roubaix cautiva por la exigencia de esfuerzos supremos en una interminable lucha por la supervivencia. Una agonía superlativa que encumbra a superdotados como Mathieu van der Poel (VDP), el fenómeno neerlandés, que este domingo reeditó triunfo en el emblemático velódromo que corona la clásica del martirizante pavés.
VDP voló en una superficie que castiga los brazos y las piernas con un traqueteo constante y que nubla la mente por un suplicio interminable. ''Cuando acaba esta clásica parece que te ha arrollado un camión. No puedes moverte durante una semana'', aseguran algunos de sus supervivientes de esta carrera de 259 kilómetros de recorrido, que incluye 55,7 kilómetros adoquinados, repartidos en 29 segmentos.
En un territorio tan hostil, en esta ocasión sin lluvia, Van der Poel derrotó a sus enemigos con sólo dos ataques. Su superioridad es mayúscula, como ya demostró en el Tour de Flandes, con otra ofensiva de larga distancia. El primer órdago de este domingo lo lanzó en el Bosque de Arenberg, una zona simbólica del ciclismo más extremo, que ayer estrenó una polémica chicane para ralentizar la entrada en la zona empedrada. Allí, a falta de 94 kilómetros para la meta del velódromo de Roubaix, aceleró para castigar a Mads Pedersen y seleccionar la carrera. En el reducido pelotón de los mejores estaban, entre otros, Stefan Küng (Groupama), Nils Politt (UAE), Vermeersch (Alpecin), Wellens (UAE). El grupo viajaba estirado, buscando las escapatorias de hierba en los sectores de pavés.
El segundo desafío del líder del Alpecin llegó a falta de 59 kilómetros, en Orchies, una zona de piedra catalogada con cuatro estrellas. Con las manos firmes sobre manillar, con la vista clavada en el horizonte, inició otra cabalgada fantástica. Los enemigos de La Bestia intentaron la neutralización, pero pronto desistieron en su objetivo. En cinco kilómetros, la distancia ascendió al minuto. La renta subió a tres minutos en el Carrefour de l'Arbre. El público ovacionaba entusiasmado al héroe. Por detrás peleaban Jasper Philipsen, Pedersen y Politt por dos plazas en el podio. El insaciable nieto de Poulidor sólo dejó las migajas. Philipsen, compañero en el Alpecin, fue segundo, y Pedersen, tercero. Las mismas dos primeras plazas de 2023. Doble fiesta para el Alpecin.
Van der Poel, que defendió con autoridad insultante el título de la edición de 2023, sigue adornando su palmarés como uno de los clasicómanos más laureados de las últimas décadas. A sus 29 años ya suma seis triunfos en Monumentos, a las dos victorias en la París-Roubaix hay que unir las tres del Tour de Flandes (2020, 2022 y 2024) y una Milán-San Remo (2023). Los últimos que encadenaron Tour de Flandes y París-Roubaix en la misma temporada fueron el belga Tom Boonen y el suizo Fabian Cancellara, algo que nunca consiguió Eddy Merckx.
VDP se impuso en el Infierno del Norte portando el maillot del arco iris, como ya hizo, en 1981, Bernard Hinault, el francés que odiaba el masoquismo de Roubaix.
Juan Ayuso, en otro ejercicio pletórico, se anotó la Itzulia maldita, la marcada por la colección de huesos fracturados, la saturación de visitas hospitalarias y la del estrés del servicio de ambulancias. El chaval del UAE rubricó una jornada espléndida para la nueva generación del ciclismo español. Carlos Rodríguez, su gran rival en categorías inferiores, se fugó con el corredor criado en Jávea y, con permiso de su compañero de escapada, ganó la última etapa y terminó segundo en la general.
Ayuso y Rodríguez inscribieron sus nombres en el libro de oro de la ronda vasca y, al menos provocaron, un momento de alegría para un ciclismo muy castigado en las últimas citas. Y es que esta edición de la Vuelta al País Vasco siempre será recordada por la acumulación de trampas que segaron las trayectorias de los representantes más granados del pelotón. El jueves, una curva maldita en el descenso del puerto de Olaeta provocó una espeluznante caída en la que Vingegaard se destrozó una clavícula, varias costillas y sufrió un neumotórax que pone en peligro su participación en el Tour de Francia. Remco Evenepoel se retiró por una lesión de clavícula; Primoz Roglic, por erosiones en una pierna; Jay Vine, por fractura de vértebras cervicales. El viernes se cayó Mikel Landa por rotura de clavícula derecha y de dos costillas, y en los prolegómenos de la carrera abandonó Tom Pidcock.(este domingo participará en la París-Roubaix). Un doloroso parte médico que hace reflexionar sobre las medidas de seguridad y los excesos de unos corredores presionados por directores y patrocinadores. No todo vale para la captación de audiencias y premios. La prudencia y el sentido común son un grado. Eso lo sabe bien Juan Ayuso, que en las últimas dos jornadas arriesgó lo mínimo para apostarlo todo en la última jornada de una Vuelta al País Vasco, con salida y llegada a Eibar. Una clausura salpicada con seis cotas que hacían complicadísimo el control de la carrera por parte del Lidl, el equipo del líder, el danés Mattias Skjelmose, que tomó la etapa con sólo dos segundos de ventaja sobre el germano Maximilian Schachmann y cuatro sobre Ayuso. Todos en un puño.
El UAE movió la carrera con inteligencia, lanzando por delante a Marc Soler y a Igor Arrieta, que se colaron entre varios grupos que precedieron al pelotón principal. La etapa llegó a su punto culminante a falta de 29 kilómetros para la meta, cuando Carlos Rodríguez aceleró y tras él saltó Ayuso para descolgar a Skjelmose. El joven español (21 años) era líder virtual en el último tramo, en el que contó con la excelente ayuda de Soler. A falta de 16 kilómetros, el chaval del UAE volvió a dar un impulso extra y sólo Carlos Rodríguez pudo aguantar su ofensiva. Festival de la nueva savia del ciclismo español.
Ayuso y Rodríguez colaboraron en el último ascenso, Urkaregi, para abrir hueco. Una sincronía de esfuerzos que proporcionó los frutos deseados. Ambos, que se presentaron solos en la meta, pactaron el reparto del botín: Etapa para el del Ineos y general para el del UAE. Rodríguez, que agradeció a Ayuso que no peleara por el triunfo parcial, tuvo el premio extra del segundo puesto en la general, por sólo un segundo aventajó a Skjelmose.
Esta victoria es el mejor resultado de la temporada de Carlos Rodríguez. Para Ayuso es la continuación de una campaña espléndida, con triunfos en Faun-Ardeche Classic y en la Tirreno-Adriático (una etapa y segundo clasificado) y podios en Trofeo Laigueglia y Faun Drome Classic.
El ciclista español Mikel Landa sufre una fractura de clavícula, según ha informado su equipo, Soudal Quick-Step, en un mensaje en la red social X. Landa fue evacuado de la Vuelta al País Vasco a mediodía de este viernes tras una caída colectiva en la quinta etapa, sólo un día después del grave accidente por el que Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel, entre otros, acabaron en el hospital.
Según las imágenes, Landa había abandonado la prueba en una ambulancia, en camilla y con collarín. El comunicado de su equipo detalla que, ya en el hospital, las radiografías han confirmado la fractura de clavícula. Su compañero de equipo Gil Gelders, que también se ha retirado, ha sido atendido de las abrasiones sufridas en su contacto con la calzada. Otros afectados han sido Gonzalo Serrano y Pelayo Sanchez (Movistar).
Landa fue segundo en la Vuelta al País Vasco el año pasado y en 2018, posición que repitió tras Tadej Pogacar en la Vuelta a Cataluña, en marzo.
El jueves el vigente doble ganador del Tour de Francia, Vingegaard, se vio involucrado en una violenta caída, junto con otros dos nombres destacados del pelotón como Evenepoel y Primoz Roglic, entre los ocho ciclistas afectados.
Vingegaard sufre un neumotórax, una contusión pulmonar y fracturas en una clavícula y en varias costillas. Evenepoel, cuyo objetivo es debutar en el Tour dentro de tres meses y pelear por la victoria, sufrió fracturas en un omóplato y en una clavícula. Roglic fue el mejor parado, con heridas y contusiones, pero tampoco continuó en la carrera.
Las caídas de gravedad están marcando la primavera ciclista europea. El belga Wout Van Aert se fue al suelo la semana pasada en la prueba A Través de Flandes, sufriendo fracturas que le impidieron estar en el Tour de Flandes y en la París-Roubaix este domingo.
Descendía el pelotón Olaeta, en persecución de los seis escapados del día, en el nerviosismo previo a la resolución de la etapa, la cuarta de la Itzulia entre Etxarri Aranatz y Legutio, a la que restaban 36 kilómetros y un par de puertos. Una curva mortal, una trampa en la que fueron cayendo, de uno en uno, todos los que encabezaban el grupo a gran velocidad. De repente, el drama. Una caída que, a falta de conocer las consecuencias, cambia radicalmente el panorama del año ciclista.
En la acequia se amontonaban los heridos, imagen dantesca. Entre ellos, los favoritos. El más preocupante, Jonas Vingegaard, inmóvil durante minutos, en posición fetal, quien abandonó en camilla, con collarín, entubado, camino del hospital. También Remco Evenepoel, que lo hizo por su propio pie, con la clavícula afectada. Y Primoz Roglic, con magulladuras, aunque afortunadamente sin nada grave a priori (ya sufrió una caída el miércoles).
Entonces, las alarmas y el caos en la prueba vasca. Los jueces decidieron neutralizar la etapa, a la espera de ambulancias que atendieran a los afectados, entre los que también estaban, entre otros (al menos 12), Jay Vine, Cepeda, Sean Quinn, Natnael Tetfatsion... Después tomaron la decisión de que los escapados disputaran hasta el final, aunque los tiempos no se contarán para la general. Y el pelotón avanzara neutralizado.
El ciclista alemán Lennard Kämna, que sufrió un accidente con un coche el miércoles durante un entrenamiento en Tenerife, sufre múltiples lesiones pero se halla en un estado estable y puede comunicarse, ha anunciado este jueves su equipo, Bora-Hansgrohe.
"Lennard Kämna sufre múltiples lesiones después de un accidente producido ayer en Tenerife durante el entrenamiento", pero "está en un estado estable, despierto y capaz de comunicarse", indicó la formación alemana en un comunicado.
"Seguirá en vigilancia en la Unidad de Cuidados Intensivos durante los próximos días" en un hospital de la isla canaria, añadió el equipo, precisando que el corredor se encuentra acompañado por sus familiares.
Según los primeros elementos de la investigación comunicados por el equipo, Kämna, de 27 años, ganador de etapa en el Tour de Francia, en la Vuelta a España y en el Giro de Italia, fue golpeado por un vehículo que invadió el carril contrario mientras rodaba junto a varios compañeros.
El triunfo fue para Matteo Jorgenson. Pero el equipo Visma-Lease a Bike no pudo exhibir una sonrisa completa. Una caída de Wout van Aert, que él mismo provocó y de la que salió como el más damnificado, cambió el rostro de la clásica A Través de Flandes. La carrera, fraccionada en abanicos, ya venía cortada a causa del viento. El fenómeno belga arrastró en su desplome a gente como Mads Pedersen, Jasper Stuyven y Biniam Girmay. En cierto modo, con el abandono del máximo favorito, gimiente, deshecho el "maillot" y la espalda enrojecida y tumefacta, la prueba empezó de nuevo a unos 70 kms. de la meta.
Y lo hizo manga por hombro. De una escapada inicial de 14 hombres, fueron sobreviviendo algunos y descolgándose otros. Fuera como fuese, entre avances y retrocesos individuales o por pequeñas unidades, se configuraron dos grupos. En cabeza, seis "riders". En su estela, ocho.
Se fusionaron. No todos. Jorgensen (no confundir con Jorgenson, vencedor a la postre) y Mathias Norsgaard, el danés de Movistar, habían cedido y fueron tragados por un tercer escuadrón ya sin posibilidades. La suerte estaba dibujada, pero no decidida. Volaban Alberto Bettiol, Casper Pedersen, Stefan Küng, Jonas Abrahamsen, Matteo Jorgenson, Dries de Bondt, Joshua Tarling (que sufría en los repechos y enlazaba en el llano y los descensos), Michael Valgren, Pascal Eenkhoorn, Dries de Pooter, Tiesj Benoot...
A falta de 21 kms. atacó Bettiol, en gran forma, flamante vencedor de la Milán-Turín. Se marchó... hasta que unos calambres lo frenaron de golpe. Las escaramuzas posteriores dejaron a media docena de hombres en cabeza: Künh, Jorgenson, De Bondt, Tarling (que seguía deshaciéndose y recomponiéndose), Abrahamsen y Benoot.
Pequeños intentos, muchas miradas, muchos amagos... Cuando, a falta de siete kms. para la meta, demarró, seco, duro, Jorgenson, se vio en el acto que nadie podía responder. Mientras el estadounidense se alejaba indefectiblemente, los demás, menos el heroico Tarling, 20 años recién cumplidos, que suplía con voluntad la falta de fuerzas, ya sólo luchaban por los lugares secundarios del podio. En estado de gracia, el estadounidense, que viene de imponerse a Remco Evenepoel en la París-Niza, levantó los brazos al cielo. El sprint por la segunda plaza se lo ganó Abrahamsen a Küng.
A Través de Flandes, entre las localidades de Roeselare y Waregem, es el dulce-áspero aperitivo del Tour de Flandes, que se disputa el domingo. Wout van Aert, evacuado en camilla, no estará con toda probabilidad en la salida. Perdemos todos.
Cruza la meta mostrando cuatro dedos de la mano derecha tras imponerse en el sprint de clausura de la Volta a Catalunya. Un póquer de victorias para un devorador insaciable. Tadej Pogacar, el escalador soberbio y autor de escapadas épicas, también avasalla a velocistas. En la ronda catalana ha vuelto a humillar a sus enemigos, con cuatro triunfos de etapa, la clasificación general y los premios de la Montaña y Puntos. Una bestia con cara de ángel que sólo deja las migajas.
El esloveno ya abruma con un inicio de temporada espléndido y un palmarés envidiable. Ha ganado la Volta y la Strade Bianche. En la Milán-San Remo fue tercero. A su 25 años ya acumula 69 victorias. Con sus exhibiciones encandila al público y frustra a sus adversarios, que ya han aprendido a pelear por botines secundarios. «Pogacar está a otro nivel, cuando salta es absurdo intentar irse con él», decía el colombiano Egan Bernal el pasado sábado, cuando el esloveno se fugó a falta de 30 kilómetros para imponerse en el cima del puerto de Queralt.
El escalador del Ineos, que esta semana ha exhibido la mejor versión de los últimos años, se tuvo que conformar por pugnar con Mikel Landa por acceder al podio. Ser el escolta de Pogacar ya es un privilegio. Sólo Jonas Vingegaard es capaz de retarle en las cumbres del Tour de Francia. Van der Poel y Wout Van Aert también osan desafiarle en los Monumentos.
Landa, que ahora ejerce como lugarteniente de Remco Evenepoel y que en la Volta ha estado espléndido, se rinde ante la superioridad de Pogacar. «Está muy fuerte y es muy difícil plantarle cara. Todos esperamos a que en algún momento muestre debilidad», explicaba el alavés.
Los rivales de Pogacar aprenden a competir en un plano inferior. «Es una pena que esté Pogacar, porque entonces la victoria es más difícil», confesó Landa tras terminar segundo en la etapa de la Volta con meta en Port Ainé, en la que puso a prueba al esloveno con un ataque a falta de 7,4 kilómetros para el final. «Sabía que Pogacar, con mi ataque se iba a calentar. Tenía la esperanza de irme con él y aguantar hasta el final, pero desde un principio he visto que no podía. Estoy contento con la segunda plaza. Mi objetivo era sacar un poco más de ventaja al tercero», dijo tras llegar a la meta 48 segundos después que el doble vencedor del Tour de Francia.
«La baza de Pogacar nunca falla», recalcaba Marc Soler, gregario del esloveno y que este domingo buscó sin éxito el triunfo de etapa.
Joxean Fernández Matxin, mánager del UAE, se mostraba orgulloso de su pupilo: «Siento que estamos viviendo una época especial para el ciclismo y queremos formar parte de ella. Somos personas normales disfrutando como niños mientras trabajamos duro».
Geraint Thomas, ganador del Tour de 2018, tampoco esconde su admiración por Pogi :«En los años venideros dejará un legado enorme, como uno de los mejores ciclistas de la historia».
«No sólo es el más fuerte, también es el más inteligente», comenta el danés Mattias Skjelmose.
Pogacar recoge los elogios con agrado y afirma que está atravesando por un ciclo espléndido. «Nunca he estado más en forma ni me he sentido tan cómodo en la bicicleta. He dado un paso más para disfrutar e ir cada día con una sonrisa. Me siento bien en los entrenamientos. Estoy muy contento y esto, a veces, es más importante que los números», aseguró al termino de la etapa de este domingo en Barcelona, en la que superó con holgura a los franceses Dorian Godon y Guillaume Martin.
«Esta semana ha significado mucho para mí. En la temporada pasada tuve un medio año duro y empezar este curso con estos triunfos es fantástico. Esta victoria me da mucha confianza. Estoy en muy buena forma y en buen camino para afrontar el Giro y el Tour», añadió.