Skjelmose sorprende a Pogacar y Evenepoel en la Amstel Gold Race

Skjelmose sorprende a Pogacar y Evenepoel en la Amstel Gold Race

Algunas de las grandes carreras de un día, monumentales o no, tienen sobrenombre. Así, la Milán-San Remo es "La clasiquísima". La París-Roubaix, "El infierno del norte". El Giro de Lombardía, "La clásica de las hojas muertas". Y la neerlandesa Amstel Gold Race, "La clásica de la cerveza".

Rubia tostada de sol mortecino, tibia de temperatura (como gusta por esos pagos), coronada con la espuma multicolor del jersey del Lidl-Trek, se la bebió de un trago largo y angustioso un danés colosal, Mattias Skjelmose , por delante de dos gigantes que no por perder dejaron de serlo: Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.

Carrera casi interminable de 256 kilómetros con 34 cotas breves sin empedrar, pero algunas bastante duras. Pasaban los kilómetros y no ocurría realmente nada. Una escapadita breve de algunos y eso era todo. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El UAE, aunque había perdido por caída a Jhonatan Narváez y Tim Wellens, controlaba y endurecía la prueba, con McNulty y Sivakov en la proa del pelotón.

Discurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El Education First de Powless y Healy pareció tomar la iniciativa. Transcurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada, excepto el desgaste de la gente por el mero hecho del kilometraje y la acumulación de cuestecitas erosionantes. ¿Cuándo atacaría Pogacar?

En el Gulperberg, a 47 kms. de la meta, el que atacó fue Julian Alaphilippe. Una sorpresa mayúscula, porque el francés hace bastante tiempo que no está para estos trotes. Se le unió Pogacar. Por fin. Se fueron muy fácil. Demasiado. No reaccionó nadie. Alaphilippe le duró un suspiro a Pogi. Y el esloveno echó a volar solo. Muy pronto alcanzó el medio minuto de ventaja. Detrás había elementos de fuste: Evenepoel, Van Aert, Pidcock, Grégoire, Blackmore, Healy, Benoot, Schmid... y Skjelmose, en el que nadie pensaba en ese momento.

El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.

El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.MARCEL VAN HOORNEFE

Pogacar seguía a lo suyo. ¿Carrera sentenciada? Claro, era Pogacar y eso lo había hecho muchas veces. Atacó Evenepoel, pero lo atraparon. Demarró a su vez Skjelmose y se alejó. Pareció un fuego de artificio. Volvió a apretar Remco y lo cogieron de nuevo. En su tercer demarraje, a 25 kms. de la meta, no pudieron con él. Enganchó al danés y desde ese momento la carrera adquirió unos tintes grandiosos. Se convirtió en una prueba contrarreloj. Por delante, Pogacar. Tras él, centímetro a centímetro, centésima a centésima, con Evenepoel tirando casi siempre y Skjelmose echando de vez en cuando una mano, el dúo perseguidor, que ya veía el arcoíris del esloveno, persistía en su esfuerzo.

¿Se estaría dosificando Pogacar, se dejaría atrapar y los abandonaría en la tercera y última subida al Cauberg (1.200 metros al 118% de pendiente máxima), que se coronaba a kilómetro y medio de la llegada?... Fuese como fuese, a falta de ocho, ya estaban los tres juntos.

El Cauberg no decidió nada. Bueno, decidió que Pogacar no iba a decidir. Los tres, con ventaja suficiente, racanearon un poco, vigilándose. Y echaron el resto en un sprint indeciso en el que, en un instante u otro, pareció que cualquiera de los tres iba a ganar. Lo hizo Skjelmose por un cuarto de rueda. Pogacar le sacó media máquina a Evenepoel. Hermosísima victoria del danés, por sí misma y por obtenerla ante tales rivales. Encabezando el selecto grupito, Van Aert, hizo, otra vez, cuarto a medio minuto.

Bienvenidos al Trípico de las Ardenas. El miércoles, la Flecha Valona. El domingo, la Lieja-Bastoña-Lieja, uno de los Monumentos. Pero con estos corredores, cualquier carrera es monumental.

La tierra (a)batida

La tierra (a)batida

La primavera tenística llega cada año en Montecarlo, el más famoso de los selectos barrios del minúsculo y opulento Estado monegasco. Poniéndonos becquerianos, el Principado, galante, le sonríe a la única estación con nombre femenino. En Mónaco, paraíso financiero y retiro nada espiritual, donde, amén de tantos deportistas de distintas especialidades, residen, entre otros tenistas, Djokovic, Sinner, Zverev, Medvedev y Tsitsipas, se abre e inaugura bajo el cielo el espejo mate y ocre de una vieja superficie amenazada: la tierra batida.

Está empezando a ser impopular. Echándole un poco de literatura, es una alfombra polvorienta que se adhiere, pegajosa, a las zapatillas y los calcetines; costosa de producir y mantener; sensible en su densidad y granulado a las condiciones meteorológicas y geográficas; voluble, por esa razón y por el trajín del partido, en el bote, la velocidad y el efecto de la bola. Según Djokovic, "está viva".

Retrocede en el aprecio general. Ni siquiera le gusta del todo a Alcaraz, un jugador versátil, un frecuente beneficiado, que ha jugado en su vida, en todos los terrenos, más finales (23), que años tiene (21), y ganado 18 (nueve en tierra, seis en dura y tres en hierba). La de Montecarlo ha sido la séptima en un Masters 1000 y la primera desde hace 13 meses. Se impuso sin brillo. Pero no por su culpa. Lorenzo Musetti cayó herido muscularmente después de exprimirse a fondo en una gran semana.

Si la tierra, pese a todo, no hace feliz a Carlitos, no digamos a Sinner, que sólo ha ganado un torneo de secano. El número de torneos de tapiz cobrizo disminuye en el circuito con lentitud, pero con firmeza. Triste por cancelada, reemplazada o discutida, la tierra batida está pasando a ser tierra (a)batida. Es otra víctima del moderno sentido del espectáculo de una sociedad con prisa, incrustada en un mundo impaciente. Una urgente manera de vivir que con la raqueta consiste en apostar con creciente tendencia por los saques contundentes, los golpes tajantes y los puntos abreviados. Predominio del saque y la volea en un tenis más conciso, en el que las perlas de habilidad y sutileza son más apreciadas por menos frecuentes. Quizás dentro de poco, al público no le importará pagar lo mismo por partidos más cortos y trabajados, siempre que sean más intensos.

Tras la retirada de Nadal, la arcilla ha mermado en su atractivo y capacidad de convocatoria. Simultáneamente, está contribuyendo a acelerar el otoño de un incómodo Djokovic, con cuatro veces más triunfos en pistas duras y en alguna de hierba que en terrosas. Montecarlo no ha sido el lugar más apropiado para que Nole levantase el vuelo. Incluso así, verlo caer en primera ronda, por tercera vez en sus últimos cuatro torneos, fue doloroso y casi premonitorio. Con 38 años el mes que viene y una última victoria, el pasado 4 de agosto en los Juegos de París, su ocaso parece irreversible.

Además, epílogo flotante de una gloria tripartita, se ha quedado solo en el interior de un vacío generacional sin dimensiones ni referencias. Confuso y desorientado, lo está matando una daga con, también, triple filo: la edad, la nostalgia y la melancolía.

Muere Leo Beenhakker a los 82 años, mítico entrenador de Real Madrid y maestro de la Quinta

Muere Leo Beenhakker a los 82 años, mítico entrenador de Real Madrid y maestro de la Quinta

Elegante, exquisitamente vestido, caballeroso, con una cuidada y corta melena entre rubia y gris, Leo Beenhakker, fallecido a los 82 años, llegó al Real Madrid desde su reputación en el Ajax y sus éxitos en la temporada 1979-80. En su primera campaña con el club de Amsterdam, había ganado la Liga y caído en la Copa de Europa ante el Nottingham Forest, a la postre campeón.

Antes de aterrizar en Madrid, había pasado brevemente por el Volendan y tres años en el Zaragoza. Pero fue su trayectoria en el Ajax, y, probablemente en parte, su imagen, que encajaba con la de un Real Madrid de pretensiones 'glamourosas', presidido por la atrayente, vistosa figura de un Ramón Mendoza mundano y atildado, un personaje de relieve social, lo que contribuyó a traerlo al Bernabéu. Era un extranjero digno de la proyección internacional del Madrid y procedente de un fútbol prestigioso. Daba futbolística y estéticamente la talla.

Encajó como un guante a la medida en un momento espléndido de la Quinta del Buitre y sus estrellas añadidas, entrenada por Luis Molowny y ya campeona de Liga. Beenhakker era un discípulo y un admirador de Rinus Michels, factótum del fútbol total holandés del Ajax y la 'Oranje'. Con la Quinta consiguió los títulos de Liga de 1986, 87 y 88, antes de entregarle el testigo a John Benjamin Toshack, que redondeó el quinquenio dorado de aquella generación madridista, madrileña y canterana.

Para algunos futbolistas de aquel grupo difícilmente repetible, Beenhakker fue quien más les influyó y contribuyó a conformar su estilo. Es cierto que estuvo en el mejor momento de ellos más que cualquier otro entrenador y sufrió, como los propios jugadores, la frustración europea.

También entrenador del Feyenoord y de la selección holandesa en el Mundial italiano de 1990, Beenhakker, tras dejar el Madrid, se convirtió en un trotamundos en equipos o en selecciones de, de nuevo Países Bajos, Arabia, Suiza. Volvió, efímero, al Madrid en 1992, para sustituir a Radomir Antic, aunque sin el éxito de antaño. Pese a ello, su figura ya había quedado para siempre Unida a la Quinta. Y viceversa.

Pogacar reconquista el Tour de Flandes con un ataque sin respuesta en el Viejo Kwaremont

Pogacar reconquista el Tour de Flandes con un ataque sin respuesta en el Viejo Kwaremont

Como en el Viejo y Salvaje Oeste, en el Viejo y Salvaje adoquinado del Viejo y Salvaje Tour de Flandes, dos jóvenes pistoleros frente a frente: Tadej Pogacar (26 años) y Mathieu van der Poel (30). Pero no hubo duelo. El más joven mató de lejos, con el rifle, no con el revólver. Y Van der Poel no fue segundo, sino tercero de un grupito formado también por Mads Pedersen (segundo), Wout van Aert (cuarto) y Jasper Stuyven (quinto). Pogacar conquista su segundo Tour de Flandes y su octavo Monumento. Es su victoria número 92. Antes de ella, ya era el heredero de Eddy Merckx. Ahora, a partir de ahora, desde ahora mismo y más que nunca hay que empezar una cuenta atrás en una suma adelante para saber de una vez por todas si Poggy superará a Eddy.

Para saber más

Para saber más

¿Cómo encontrar palabras nuevas para glosar la gesta de este muchacho? Imposible. Habrá que recurrir a las viejas, a las de antes, a las de estos últimos años. Por un lado, están gastadas por repetidas. Por otro, recién abrillantadas por la misma razón. Pogacar las renueva en los mismos términos deslumbrantes, a la vez que las amontona unas sobre otras, sin fatigar. Aunque conocidas, les proporciona un sentido nuevo.

La carrera, claro, tuvo muchos nombres a lo largo de sus 269 kilómetros y sus 23 tramos para la tortura de los adoquines y las cotas. Pero resumiéndola en Pogacar la explicamos de sobra. Él la rompió de verdad, él la manejó, él la remató. Para ganar en Flandes hay que ser un purasangre retinto en percherón. Pogacar es un purasangre virado a purasangre aún mayor, aún mejor.

Él saltó a 56 kilómetros de la llegada. Le respondieron Van der Poel y algunos más. El neerlandés, que se cayó sin, al parecer, consecuencias en una montonera a 126 de la llegada, sería siempre el primero en reaccionar. Cuando Pogacar, en el segundo paso del Viejo (y Salvaje) Kwaremont, desencadenó su primer huracán, iban por delante, a poco más de un minuto, gentes ilustres: Ganna, Trentin, Ballerini, Benoot, Küng, Hermans...

Pogacar celebra su victoria en Flandes.

Pogacar celebra su victoria en Flandes.ERIC LALMANDAFP

A lo largo de los ataques posteriores del esloveno en el Paterberg, en el Koppenberg, cortos muros alfombrados de granito, en el mismísimo infierno, unos y otros, éstos y aquéllos, fueron entrando, saliendo, retrasándose, renovándose en un rosario cambiante de héroes sufrientes. Todos los episodios terminaron con Pogacar en solitario y los cuatro perseguidores, exhaustos en su desesperación, tratando en vano de echarle el guante, la red.

Las heridas van minando la fortaleza. "Omnes vulnerant, postuma necat". Todas hieren, la última mata. La última herida que Pogacar infligió a los otros, la que los mató y remató, fue en el definitivo paso del Paterberg. Coronó con 24 segundos de diferencia. Le quedaban 13 para la meta, en solitario y con viento en contra. Todavía la aumentó hasta el minuto, en una demostración inigualable que convirtió a cuatro lobos salvajes en cuatro lobeznos domesticados. No comieron de su mano porque no la vieron ni la olieron.

Que el dios Flandes salve al rey. ¿A cuál? ¿A Merckx? ¿A Pogacar?

Defensa y rearme

Defensa y rearme

En Europa se habla mucho de rearme, y nos recuerda al fútbol. La narrativa futbolística, tan épica a veces como la descripción de una batalla, se nutre en buena medida de referencias bélicas. Para empezar, hay dos equipos como dos ejércitos, con sus "capitanes" respectivos, que "luchan" para "ganar".

Hay "defensores" y "atacantes", "disparos", "misiles", "obuses", "cañonazos", "banderas", "himnos", "uniformes", "tácticas" y "estrategias". Los delanteros desacertados tienen "la pólvora mojada" o "el punto de mira desviado". Goleador es sinónimo de "artillero". Los porteros son "bombardeados". Los jugadores reservas serían comparables a los militares reservistas. Asencio era un infante de reemplazo, destinado en la retaguardia, en el Castilla, un reservista del Madrid. Su renovación y aumento de soldada semejan una prima de reenganche. Ha ascendido y luce galones. A los nuevos fichajes se les aplica la condición de "refuerzos". Llegan refuerzos a la plantilla. Al frente. El vestuario simboliza el cuartel.

Algunos futbolistas han tenido apodos bélicos: Cañoncito pum (Puskas). Panzer (Stielike). Torpedo (Müller) ... Las lesiones equivaldrían a heridas en combate. El "juego subterráneo" remite a la tarea de los zapadores. Un gol en propia puerta es "fuego amigo". Quienes se "infiltran" entre los defensas actúan como los comandos, que hacen lo propio tras las líneas enemigas. Aunque la denominación se halla hoy en desuso, se ha conocido de antiguo al árbitro como "el juez de la contienda"; alguien que aplica un reglamento que vendría a ser la metáfora de la Convención de Ginebra. Es célebre una famosa sentencia, en el sentido de sesuda afirmación personal y no de solemne dictamen judicial, de Manuel Vázquez Montalbán considerando al Barça "el ejército desarmado de Cataluña". Un ejército local con "mercenarios". Combatientes extranjeros a sueldo, complementando las autóctonas filas azulgranas, surgidas del juvenil West Point de la Masía.

Se habla mucho, sí, en Europa de rearme, aunque a Sánchez, que una vez consideró prescindible el Ministerio de Defensa, no le gusta la ruda palabra. La sustituye por vaporosos eufemismos para marear la perdiz (maniobras de distracción) ante la UE y, al mismo tiempo, interceptar los drones verbales de sus socios de Gobierno, provistos de un arsenal de armas de rendición pasiva. Pacifistas de parvulario que claman "¡no a la guerra!" como si negándola, la eliminaran. Sustituyen el kit de Von der Leyen por el cabás de la Señorita Pepis.

España está muy bien armada futbolísticamente. Pero en política necesita un rearme moral. García-Page le ha pedido a Sánchez, cuyo Gobierno, como los presupuestos, está prorrogado por Puigdemont en un permanente tiempo de descuento, que rompa con el de Waterloo para "salvar de la ruina al PSOE". Pero bastaría con que Don Emiliano, cuyo valor se le supone, diera un paso al frente y ordenara a sus huestes que se replegaran hasta los escaños éticos del Congreso y en ellos se atrincheraran. Cual VAR rectificador, sacaría de ese modo roja directa a Sánchez, doble amarilla a Puigdemont y regeneraría el PSOE.

Un hat trick.

Ayuso y Roglic, tras una etapa caótica y alterada por el viento, se juegan la Volta con una diferencia de sólo un segundo

Ayuso y Roglic, tras una etapa caótica y alterada por el viento, se juegan la Volta con una diferencia de sólo un segundo

Empecemos por el final, como siempre en las pruebas ciclistas, aunque la gracia-desgracia de la carrera estuvo en el planteamiento y en el nudo, no en el desenlace. Ganó Quinn Simmons, el estadounidense del Lidl-Trek, en la penúltima jornada de la Volta a Catalunya. Aguantó por los pelos lo que le vino por detrás. Tuvo su mérito, pero no fue lo sustancial de la carrera.

El viento es el mayor enemigo de los toreros y de los ciclistas. A los toreros les impide dominar el capote. A los ciclistas, la bicicleta. La Volta a Catalunya está, claro, llena de ciclistas y, aunque más de uno puede ser comparado, por su valor, su ardor, su arte o sus desplantes, con un torero o un novillero sobre dos ruedas, la Volta es una carrera ciclista. Y en la sexta etapa, la considerada reina, el dios Eolo era un enemigo más fuerte que la monarquía y demasiado peligroso, más que un morlaco, para los corredores en los puertos de montaña.

En consecuencia, la organización suprimió el pico de la Batallola, de tercera, la collada de Sant Isidre, de primera, y el alto de Queralt, también de primera, en cuya cima se situaba la llegada. Y decidió que la carrera circulara por un circuito, allá abajo, entre bosques y valles abrigados, saliendo de Berga y llegando al mismo sitio. Un circuito.

Recorrido neutralizado en su mayor parte. Tras 50 kilómetros, los corredores negociaron con los jefes. Y, a 23 kms. de Berga, salida oficial. Entre la necesidad de desperezar los músculos y la obligación de cumplir los horarios, los corredores partieron como Miuras de los corrales. Volaron. La general se aplicaría a 5 kms. de la meta y en ésta no habría bonificaciones. De la sucesión de pequeños repechos emergió Simmons para ganar.

La conclusión de la Volta queda pendiente de una etapa, la última y tradicional de Montjuïc. Hay un segundo como un soplo, como un latido, como un parpadeo, entre Juan Ayuso y Primoz Roglic, enfrascados desde un principio en una lucha anunciada y admitida por ambos por las bonificaciones en los sprints intermedios y en los duelos que sostuvieron mano a mano en un par de etapas con resultados alternativos.

Bonificaciones de segundos... Habituales peleas de secundarios por migajas cronométricas en mitad de un asfalto intrascendente. Casi una indignidad entre campeones, que suelen resolver sus victorias de otro modo. Quien venza esta vez, sea quien sea, deberá su éxito, al menos hasta ahora, a esos mínimos segundos de máxima importancia.

Pero hay que alabar sin cortapisas a Juan y a Primoz. Únicos, tal para cual, capaces de llevarse la Volta, se desentendieron de todo que no fueran ellos. Y, tanto monta, esa igualdad los condujo desde el mismo estudio inicial de la táctica, a jugarse el triunfo en los términos minimalistas de unos segundos rabiosos. Rotundos en la intensidad de su brevedad decisiva. Salvo imprevisto, todo se resolverá este domingo con las bonificaciones de 10, seis y cuatro segundos en la meta.

En esos segundos -ahora sólo uno- ha radicado el espectáculo que nos han ofrecido el joven español y el veterano esloveno. La etapa final gozará de una emoción suplementaria, sustentada en el filo de un papel de fumar. La voz del ganador será un grito. Pero habrá empezado en un suspiro.

Fin del invierno en el atletismo

Fin del invierno en el atletismo

La pista cubierta, un estuche, acoge un atletismo de transición, de paso con un calendario breve y necesariamente intenso. Un atletismo no en miniatura, pero concentrado en un programa reducido con pruebas en todas las disciplinas que se amontonan sin estorbarse. Un atletismo de mediano voltaje en un escenario recogido, accesible, íntimo, con todas las actuaciones al alcance del ojo y casi de la mano, del espectador in situ. Es un atletismo bonito, dinámico, bullente, de vistosos contrastes instantáneos. Un ensayo a cielo cerrado, pero a puertas abiertas, del gran atletismo en los grandes estadios de las grandes competiciones en las grandes fechas.

Tiene tradición y prestigio. Alicientes de peso para que, acompañados de otros importantes, unos cuantos máximos nombres pisen el terreno. No han abundado, pero no han faltado en este Mundial de Nankín. Hemos visto, por ejemplo, a Armand Duplantis (pértiga), Jakob Ingebrigtsen (1.500 y 3.000), Grant Holloway (60 vallas), Miltiadis Tentoglou (longitud), Yaroslava Mahuchikh (altura), Gudaf Tsegay (1.500) y Devynne Charlton (60 vallas).

Todos, menos Tentoglou, quizás debilitado por una gripe que le impidió su participación en el Europeo, y Mahuchikh, afectada por unas inopinadas molestias en la rodilla, obtuvieron el oro prometido, pero nunca reservado. Ingebrigtsen consiguió su perseguido doblete, una hazaña que sólo había logrado antes Haile Gebrselassie. El noruego se apresta a enfrentarse a una temporada al aire libre con el Mundial de Tokio en el aún lejano horizonte de septiembre y, antes o durante, el ambicioso objetivo de batir el récord mundial de los 1.500 en poder desde 1998 de Hicham el Guerrouj. Lo tiene a tiro. Pero eso no significa que acierte con la bala. En cualquier caso, ese duelo en el tiempo y la distancia supone uno de los mayores atractivos del curso.

En la última jornada mundialista, España se revistió de bronce por partida doble con Fátima Diame en el salto de longitud y Elvin Josué Canales en los 800 metros. Bañarse en oro sigue siendo en extremo difícil para todo el mundo. Incluso, en un momento dado, a tenor de las diferentes circunstancias y los neutrales caprichos de un azar que no se casa con nadie, para los dominadores de su disciplina. Esto es deporte y la incertidumbre forma parte de la gracia y el interés de la competición. A menudo, con el mismo peso que el oro en el cronómetro, pero no el mismo brillo en la pantalla, la plata y el bronce se quedan a un centímetro o una centésima del color, el olor y el sabor inseparables del triunfo absoluto:

En la longitud, un imperceptible centímetro separó el oro de la plata. Y otro igual de escueto la plata del bronce. Mattia Furlani (Italia) saltó 8,30. Wayne Pinnock (Jamaica), 8,29. Y Liam Adcock (Australia), 8,28. Una centésima medió, en los 60 vallas, entre el oro y la plata. Y otra entre la plata y el bronce. Devynne Chambers (Bahamas) corrió en 7.72. Ditaji Kambundji (Suiza), en 7.73. Y Ackera Nugent (Jamaica), en 7.74. Más aún, la cuarta y quinta clasificadas también realizaron 7.74.

Fin del invierno en el atletismo con tejado. Queda inaugurada la primavera.

Kirsty Coventry, al frente del COI: muchas votaciones en una

Kirsty Coventry, al frente del COI: muchas votaciones en una

El Comité Olímpico Internacional (COI) ha efectuado muchas votaciones en una. Y todas históricas. Ha votado uniformidad (49 sufragios, la mínima, pero suficiente, mayoría absoluta). Ha votado rapidez para dejar clara la dirección de la papeleta (elección en primera ronda). Ha votado juventud y, por lo tanto, futuro y estabilidad (Kirsty Coventry tiene 41 años y, antes de los 70, edad límite para el desempeño del cargo, podrá cumplir los ocho años de mandato, más, llegado el caso, una legal prórroga de cuatro).

Ha votado mujer, la primera en 131 años de historia. Mujer. No feminismo, en el sentido rabiosamente beligerante que le dan por aquí; y ya veremos si alguna de nuestras voces políticas más conspicuas al respecto, entre ellas la de la ministra de Deportes, se congratula del hecho. Seguramente no, porque Coventry es africana, sí, y ese aspecto se ha resaltado. De Zimbabue, por añadidura. Pero blanca y rubia en un país con el 98,8% de población negra. Así que, es probable que sea señalada como representante de la minoría privilegiada que mantiene en toda clase de precariedades al resto de la ciudadanía de su país. Además, de formación universitaria estadounidense, Coventry formará presumiblemente con Donald Trump, anfitrión en Los Angeles de los Juegos 2028, una entente cordial en un novedoso y turbulento contexto geopolítico.

El COI ha votado también excelencia deportiva individual en la natación, uno de los tres deportes reyes de los Juegos (Coventry, 1,80 de excepcional espaldista, reúne siete medallas olímpicas, dos de ellas de oro. Thomas Bach, el primer presidente campeón olímpico, fue oro en esgrima por equipos).

El COI ha votado, en definitiva, modernidad en una especie de consciente y loable inmolación. Si bien el organismo ya no es el cuerpo anquilosado, geriátrico y masculino de antaño, la elección de Coventry precipita los plazos que conducirán a los cambios. De algún modo, y con cierto retraso, porque los tiempos cambian a tenor de los acontecimientos y no de los calendarios, el siglo XXI olímpico empieza con esta presidencia revolucionaria que transforma, para reforzarlo, el olimpismo.

Coventry era la apuesta de Bach, el hombre que ha nombrado a más del 70% de miembros de la Asamblea y elevado en ella hasta el 44% el número de mujeres. Ése es su mayor legado. Actual y, a la vez, póstumo.

Sobre defensas centrales

Sobre defensas centrales

Los dos mejores, más laureados y prestigiosos equipos de Madrid, que, además, en su denominación, llevan con la cabeza alta por el mundo el nombre de la capital del país. Dos de los más grandes clubes de fútbol del planeta (uno de ellos, el Rey coronado y Dios venerado). Dos de los tres líderes de la actual Liga contribuyen con dos jugadores, uno por cabeza, a la Selección española. Únicamente dos de los 27 futbolistas que han manado, en metafórica abundancia hídrica, del pelado cráneo y el frondoso cerebro de De la Fuente.

Dos jugadores. Curiosamente, dos defensas centrales. Más curiosamente aún, dos anomalías. Bueno, dos rarezas. El Madrid aporta a un novato (Asencio). El Atleti, a un francés (Le Normand). Alguien nacido en Francia, queremos decir, que no se nos ofenda nadie en el nombre de la universalidad sin fronteras de la especie humana y la supresión de las segregadoras barreras distintivas de nacionalidades y razas.

A tono con la pluviosidad reinante, llueve sobre mojado. No: diluvia sobre inundado. Es una situación, más que una circunstancia, harto frecuente. Cada vez de modo más expreso, el Madrid y el Atleti ceban sus canteras para la exportación, no para el uso y disfrute propios. Por su parte, el tercer equipo más laureado, prestigioso y demás del (aún) país, que pasea con orgullo por doquier el olímpico nombre de Barcelona, pone dos velas. Una al abierto internacionalismo de Raphinhas y Lewandowskis y otra a la fértil autarquía de Rufianes y Puigdemon(t)es. O sea, de Gavis y Lamines.

Estos "nois" juegan con España. Pero no es descartable que Moncloa, luego de los indultos, la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación. Luego de la amnistía, la financiación singular y la quita. Luego de la introducción del catalán en el Congreso y la promesa de traspasar la gestión de Cercanías. Luego de la delegación de competencias, aún pendientes de aprobación, de inmigración y control de fronteras, autorice que los deportistas catalanes puedan renunciar a representar a España.

Los dos defensas centrales con más internacionalidades con España son Sergio Ramos (180), un exiliado, y Gerard Piqué (102), un jubilado. Ambos se han visto envueltos estos días en insólitos y desagradables episodios. El Rayados de Monterrey, el equipo mexicano de Ramos, cayó eliminado en la CONCAChampions, en la que Messi y Suárez siguen marcando goles a porrillo, ante el canadiense Vancouver Whitecaps. Es posible que, entre otras razones, porque no jugó en su estadio, ocupado por Shakira. Es algo muy de ahora la conversión de estadios de fútbol en salas de conciertos. Así que la colombiana no se fue con la música a otra parte, sino el balón, al que lo echaron de casa.

Casi simultáneamente, por estos "pagos", valga la polisemia, Piqué, su denostado y puesto en solfa ex, declaraba ante la juez(a) Delia Rodrigo por el asunto de las comisiones de la Supercopa hispano-arábiga. Geri, un replicante procedente del planeta Kosmos, ha visto cosas que no creeríamos. Ha visto arder naves más allá de Riad. Humanizado por las circunstancias, se emocionó hasta el llanto. También sus lágrimas, como las de todos nosotros, se perderán en la lluvia.

El balance del Europeo de Apeldoorn: del brillo de Ana Peleteiro y Paula Sevilla a menos medallas de las esperadas

El balance del Europeo de Apeldoorn: del brillo de Ana Peleteiro y Paula Sevilla a menos medallas de las esperadas

Los números dicen que España obtuvo en el Campeonato de Europa en pista cubierta celebrado en Apeldoorn (Países Bajos) cuatro medallas (un oro, una plata y dos bronces). Por reconocible, el dato arroja certezas. Por analizable, admite matices.

Para saber más

Para saber más

Para empezar, han existido más medallas de bronce que de oro y plata. De hecho, han supuesto la mitad del botín. Todo el bronce ha sumado lo mismo que el oro y la plata juntos. Eso no es favorecedor. Todas las medallas son buenas, pero unas mucho más que otras. A la hora de jerarquizar el medallero, el oro pesa más que el conjunto de platas y bronces. Un país con un único oro irá en el medallero por delante de otros que sólo tengan platas y bronces, por abundantes que sean. España ha logrado, en la historia de los Europeos indoor 35 oros, 50 platas y 40 bronces. El oro, ya se ve, escasea frente a la suma del resto de metales preciosos.

Regresando a la actualidad aún caliente en sus ecos de Apeldoorn, España mejoró el resultado de Estambul2023 (un oro y una plata). Pero empeoró los de Torun2021 (uno, dos, dos), Glasgow2019 (tres, dos, uno) e incluso, a igual cifra, pero menor valor, Belgrado2017 (uno, dos, uno).

Sí mejoró, en cambio, la cantidad de finalistas: 15. Un aspecto positivo, pero que, como todos los demás, en la ausencia de contrastes llamativos (12 en Estambul, 13 en Torun, 13 en Glasgow y 14 en Belgrado), no dice mucho. O dice algo, pero en voz baja. Habla de regularidad, que suena mejor que estancamiento. A Apeldoorn no viajó Jordan Díaz. Ni María Vicente. Y Quique Llopis, con molestias, no pudo correr una final de vallas que le sonreía. Y, en la longitud, Lester Lescay, a pesar de su bronce, y el excelente Jaime Guerra estaban lesionados.

Paula Sevilla, en acción en Apeldoorn.

Paula Sevilla, en acción en Apeldoorn.NICOLAS TUCATAFP

Pero, en esencia, presencia y potencia, enviamos a Apeldoorn lo mejor del arsenal, con una figura mundial como Ana Peleteiro, porque Europa se adapta más a nuestras hechuras, y la pista cubierta, aunque nunca faltan estrellas, no es el campo en el que se vuelca la mayoría. En el Mundial de Nangjing (China), los próximos días 21, 22 y 23, habrá más que en Apeldoorn. Pero donde abundarán hasta la saturación será en el Mundial a cielo abierto de Tokio, en septiembre.

La pista cubierta, el atletismo de bolsillo, es un escenario orientativo más que referencial a la hora de extrapolar sus resultados a la pista al aire libre. Dura muy poco y está plantada en unas fechas impropias. Es la versión invernal, recortada en el programa, de una actividad de verano. Y aunque ello exhibe la riqueza de un deporte capaz de expresarse con belleza en cualquier estación y en cualquier marco, sugiere más que afirma.

Y esta vez ha sugerido que el atletismo español sigue siendo, en conjunto, una potencia media europea, lo que se traduce en una pequeña potencia mundial. Es, por esencialmente joven y multirracial, un atletismo atractivo y asomado al futuro. Se reconoce incompleto porque sigue siendo deficitario en numerosas modalidades, femeninas y masculinas: los lanzamientos, la pértiga, la altura (un desierto vertical sin Ruth Beitia)...

Attaoui, durante el 1.500 del Europeo indoor.

Attaoui, durante el 1.500 del Europeo indoor.Peter DejongAP

Pero, tierra de mediofondistas sostenidos y renovables (García, Ben, Attaoui, Canales), va ganando enteros en la velocidad. La existencia de tres vallistas de alta gama, Quique Llopis, Asier Martínez y el prometedor Abel Jordán, también con molestias en Apeldoorn, supone una muestra representativa.

En una mezcla de ilusión y consagración, lo mejor del Europeo, aparte, naturalmente, del oro de Peleteiro, llevó el nombre de Paula Sevilla con una prestación que va más allá de su bronce en los 400. Una recompensa resumen de la magnífica actuación individual y colectiva de nuestra gente, todo un ejército compacto, en la prueba. Procedente de la velocidad, sobre todo de los 200, sus 50.99 igualaban el récord de Sandra Myers de 1991. Esa marca vale, al aire libre, otra por debajo de los 50. Myers mantiene 49.67 desde, también, 1991. Bajar de los 50 segundos es cruzar la gran frontera internacional. Aguarda a Paula.